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EL MISTERIO DE DIOS


Parte 1


'Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero' (1 Ts. 4:16).


RESTAURACION


Todos los creyentes que han entendido correctamente la Voz de mando que vino del Señor en el siglo 20, debemos considerar ese gran ministerio de Su palabra a la luz de las Sagradas Escrituras. El Espíritu de sabiduría y revelación nos muestra en los juicios y profecías de Ezequiel, desde el capítulo 1 al capítulo 39, inclusive, una semejanza con el envío de la Voz de mando de Cristo.

Mi intención en el Señor, es reflejar que el propósito del mensaje de la Voz de mando en el tiempo del fin es la conversión de los hijos de Dios a sus padres espirituales, que fueron los apóstoles de Jesucristo (ver Mal. 4:5-6b). La Voz de mando es palabra profética que señala que hay que nacer de nuevo. El nuevo nacimiento es la gloria de tu conversión al evangelio de Hechos 2:38. Es después de esa conversión que los renacidos son introducidos por el Esposo al banquete de la revelación de Su palabra escrita (Mt. 25:10), para perfeccionarlos y edificarlos como templo y sacerdocio santo. El Esposo es el ministerio quíntuple de Efesios 4:11, fuera del mundo-iglesias. El ha venido a formar Su mente  en tu mente. Con la Voz  de arcángel (palabra de enseñanza), el ministerio quíntuple de Cristo perfecciona el entendimiento de cada convertido, para su crecimiento y transformación espiritual en un varón perfecto (Ef. 4:13). 

Vamos de gloria en gloria. La naturaleza humana de Jesucristo se hace carne por medio del evangelio y Su naturaleza divina se manifiesta en los santos Novia. Son dos naturalezas unidas en nuestro espíritu. Esto es lo que nos muestra el Espíritu Santo, a partir del capítulo 40 del libro de Ezequiel. En visiones de Dios fue guiado por el ministerio de un Varón angelical, primero a ser perfeccionado como templo y sacerdocio, y después a ser transformado por el río del templo a la imagen y gloria del Varón angelical. Son siete capítulos, del 40 al 46 inclusive, de la identificación de Ezequiel con el templo  de Dios. Pero, después es llevado a otra experiencia en el cp. 47. Veremos esto más adelante, luego de algunas conclusiones.

Por medio de la Voz de mando, que conocemos como el mensaje del tiempo final, desde mediados del siglo 20 hasta hoy, los escogidos han recibido el llamamiento a salir de la oscuridad religiosa de Laodicea. Gracias a Dios, han comprendido que el propósito divino del mensaje  es el arreglo (Mt. 25:7) de sus lámparas con las revelaciones de la palabra, que nos anunció el profeta William M. Branham. 

Cristo es el Angel de Ap. 10:1-2.  El nos dice en el  verso 7:

'Sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como El lo anunció a sus siervos los profetas'.

La Voz del séptimo ángel es la Voz de mando de 1 Ts. 4:16. Vino antes de la Voz de arcángel. Anunció el juicio de Dios al sistema religioso organizado. Nos entregó revelaciones de la palabra y profecías divinas. Pero, siempre en todos sus sermones predicó el triple fundamento de la Iglesia verdadera: 

1) La Unidad de Dios. 

2) El evangelio de Hechos 2:38. 

3) La fe apostólica. 

El texto bíblico de Ap. 10:7 declara, que Dios consumará (terminará) Su misterio cuando el mensajero 'comience a tocar la trompeta'. No lo consumará con la Voz, sino con el sonido de la trompeta. Es la trompeta del evangelio de Hechos 2:38. Las palabras 'cuando comience' indican el inicio de la predicación. Pero Dios no terminó de hacer sonar la trompeta con el séptimo ángel, es decir, con nuestro hermano Branham. Su ministerio profético fue para comenzar la consumación del misterio de Dios, lo cual significa empezar a terminar el Plan  que ya estaba ejecutado en parte.

La Voz de mando del séptimo ángel y la trompeta  son la restauración del fundamento. Por eso es que luego tenía que venir el ministerio apostólico presente con la Voz de arcángel de Cristo, a tomar la palabra restaurada para implantar el fundamento en los santos Novia. Después de ser fundamentados en la roca de la palabra revelada, también los perfecciona con enseñanza.  La restauración al nivel espiritual que tuvieron los santos de la Edad de Efeso, es una obra que no fue hecha por el séptimo ángel. La tiene que hacer el ministerio quíntuple de la ascensión de Cristo, de Ef. 4:11. Es la Voz de arcángel del Señor, conforme a 1 Ts. 4:16-17 y Ap. 10:8-11. 

Vemos pues, dos restauraciones. Una es la restauración de la revelación de la palabra con la Voz de mando, hacia acá, al tiempo final. La otra, es la restauración de los escogidos al fundamento del Espíritu de Cristo en Su Iglesia del primer siglo. con Su Voz de arcángel presente. Esto es vital entenderlo correctamente, para destruir el error de muchos que afirman que la restauración ya fue terminada por el séptimo ángel. Es porque no han puesto sus ojos en Cristo, sino en el hermano Branham. 


EL MISTERIO DE DIOS


De acuerdo a Efesios 3 en los versos 4, 6 y 9 hay un misterio triple. En el verso 4 vemos que el primer misterio es Cristo, el Unigénito del Padre. El es el resplandor de la gloria de Dios y la imagen misma de Su sustancia. Esto significa que el Espíritu de Cristo tiene que aparecer en Sus hijos. 

En el verso 6 vemos que el segundo misterio es el cuerpo de Cristo, conformado por creyentes judíos y gentiles elegidos y predestinados. Dios quiere una familia de hijos glorificados iguales al Hijo de Dios. Ellos son el verdadero cuerpo angelical (espiritual) de Cristo.

En el verso 9 vemos que el tercer misterio es el tiempo de Dios, que El ha establecido para consumar Su plan.

Por tanto, podemos preguntarnos: ¿Es lo mismo la restauración del evangelio por el ministerio del hermano Branham, que la transformación de los escogidos en el misterio  de Dios? La respuesta es No, no es lo mismo. Estamos en el siglo 21. La restauración de la fe original ya ha sido hecha y está hoy en nuestro corazón. Pero no es una restauración terminada. 

La restauración de la palabra es para recibir hoy,  lo que fue interrumpido por el diablo a través de la religión organizada. Luego de ello, los santos que han entendido correctamente, deben proseguir hasta la consumación del misterio de Dios en sus vidas.  Concluimos que Cristo, en primer lugar, nos restauró con Su Voz de mando la revelación del fundamento de Su Iglesia. Ahora, con Su Voz de arcángel ponemos el fundamento en nuestros corazones y nos restauramos como la Iglesia original fundada en Pentecostés. Tenemos que ser esa Iglesia bíblica.  Y a partir de allí, establecidos en Cristo, somos transformados a Su imagen por el Espíritu Santo. Este es el misterio que Dios diseñó en el Principio, más allá de Pentecostés (ver Ro.12:1-2; 2 Co. 3:18 y Ef. 3:9). 

¿Pero, quién va a consumar en este tiempo del fin el misterio de Dios, que El Mismo comenzó en Sus santos hace 20 siglos? 

Escrito está:

'Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo' (Fil. 1:6).

Lo perfecto es cuando un trabajo está muy bien terminado. Así que al leer en este pasaje bíblico que Dios perfeccionará, nos dice que El consumará (finalizará) en nosotros lo que comenzó a obrar en Sus elegidos, en la Edad de Efeso. Como he dicho antes, es a partir del capítulo 40 de Ezequiel, hasta el final del libro, donde encontramos escondida la obra presente del ministerio de Cristo. El está perfeccionando a los santos Novia y consumando el misterio de transformarlos en Su Esposa, que un día comenzó a obrar en ellos.


LA CONSUMACION 


La consumación o finalización del misterio es en tres fases. 


Primera fase: la Voz de mando. 

Segunda fase: la Voz de arcángel. 

Tercera fase: la Trompeta de Dios. 


Las tres fases actúan en forma separada, pero están entrelazadas entre sí, y finalizarán cuando suene la Trompeta de Dios (1 Co. 15:51-54 y 1 Ts. 4:16-17). En esta hora presente, tenemos la fase Voz de arcángel  para perfeccionar el entendimiento de la palabra en los santos Novia.

El sacerdote-profeta Ezequiel fue conducido por un Varón angelical hacia el interior y exterior del templo (Ez. 40:2-3) que será construido en Jerusalén, en tiempo futuro. Luego fue llevado por el Varón adentro del río, que salía por el costado derecho de la casa.  Es un mensaje profético que tiene un gran significado espiritual, porque nos revela que Cristo con Su ministerio de ascensión, nos imparte  a Sus elegidos :

1) La Voz de arcángel , que es la enseñanza del  Varón a Ezequiel.

2) El monte, la casa y el sacerdocio. 

3) El río de la plenitud de Dios. 

Con Su palabra hablada en Juan 7:37-39, Jesús nos dio la revelación de la visión de Ezequiel capítulo 47 :  

'En el último día, el más grande de la fiesta, Jesús se puso en pie y en voz alta dijo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dijo la Escritura, de su vientre fluirán ríos de agua viva. Esto dijo acerca del Espíritu que iban a recibir los que creyeran en El, porque todavía no había Espíritu, pues Jesús no había sido aún glorificado' (Jn. 7:37-39 B.T.).


Parte 2


CONVERSION


La conversión es el nuevo nacimiento del creyente. Debe ser escudriñada, de tal manera que se perfeccione nuestro entendimiento. Sus palabras nos están declarando que el templo futuro que vio Ezequiel, representó el nuevo hombre en los renacidos. Veamos cómo El hizo la aplicación de la profecía en Sí Mismo, revelándonos  que el templo, igual que una fuente, contiene el agua vivificante del Espíritu Santo de Dios. Por tanto, el mensaje del Varón (esta palabra que tú lees) es que después de nacer de nuevo tenemos que ser edificados como templo espiritual y sacerdocio santo, para que las aguas vivas de la plenitud de Dios corran en nuestro interior. 

El Espíritu Santo es un río compuesto de dos ríos en Sí Mismo (ver Ez. 47:9). 

Son los dos ríos de Sus atributos y oficios de Padre y de Hijo Unigénito. Como está escrito: 

'Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a El, y haremos morada con él' (Jn. 14:23). 

De manera que, tú puedes beber en tu propio interior al Padre Eterno como Hijo de Dios también, si estás lleno del Espíritu Santo. Entendamos en paráfrasis esto que El nos dijo: 

'Mi palabra..., lo que Yo les revelo es Espíritu Santo de Dios. Creed la palabra y beberéis el río de la Vida Divina. Luego, caminad hacia lo profundo del Espíritu y fluirán las corrientes de agua viva en vuestro interior, así como fluyen en Mí'. 

Jesús vino para ser el templo espiritual del nuevo hombre, en los creyentes. Es posible que algunos hermanos, en su experiencia personal, sean estorbados en sus mentes para comprobarlo en la práctica. Lo sé muy bien porque he sufrido esa situación. 

Pero hoy, mediante el Hijo de Dios, debo impartir la luz que El me ha dado para deshacer todo estorbo y oscuridad en tu mente. Esta oscuridad es el espíritu de interpretación religiosa.  Es una fuerza invisible que perturba el pensamiento, aflige el sentimiento y bloquea el verdadero conocimiento espiritual.  Las diez vírgenes de Mateo 25, cabecearon y se durmieron todas por causa de ese espíritu. 

Alerta hijos de Dios: Hay un espíritu imitador del verdadero Espíritu Santo, que induce a la interpretación religiosa del misterioso plan de Dios. 

Jesús dijo: 'Yo Soy la vid verdadera'' (Jn. 15:1). Discierne en este momento de la lectura y verás que El estaba diciendo que también hay una vid falsa. En Jn. 16:13 El dijo que vendría a Sus escogidos el Espíritu de verdad, que nos guiaría a toda la verdad y le glorificaría a El. Otra vez podemos discernir, que El habló indirectamente de un espíritu de mentira. Y hay muchas advertencias más en las Escrituras sobre espíritus seductores, que se disfrazan de ángeles de luz. Las imitaciones de satanás siempre se han manifestado para engañar, de ser posible, aun a los propios elegidos (ver Mt. 24:24). 

Ahora bien, ¿ Por qué recibimos de Cristo esta advertencia con respecto al río del templo ?

Lo que ha venido pasando desde hace mucho tiempo en el pueblo cristiano, es que la visión de Ezequiel ha sido expuesta con muchas diferentes interpretaciones, por causa del espíritu trinitario pagano. Y siempre, con ese espíritu de error en el mundo-iglesias, se ha hecho más énfasis en el río que sale del templo y tomando solamente en cuenta las palabras de Juan 7: 39, que declaran al Espíritu Santo como el río de Vida. 

Pero tengamos cuidado y atención en el contexto completo.  También Juan escribió lo que dijo Jesús de Sí Mismo en los versos 37 y 38. Es decir, que el verdadero enfoque no es primero en el río, sino en Cristo. El es Quien nos convierte en el templo y nos bautiza en el río. Cristo es el Varón que condujo a Ezequiel y también está conduciéndonos hoy a los escogidos, con Su Voz de arcángel presente. Fue por medio de El que Ezequiel conoció todo el templo,  el sacerdocio y el río. 

Ahora, los verdaderos creyentes deben mirar con los ojos del entendimiento, oír con su corazón y estar atento cada uno a Cristo y Su ministerio Voz de arcángel (ver Ez. 40:4). Aquí te está siendo impartido en forma escrita, para que seas perfeccionado en Su palabra de enseñanza. El objetivo es que el renacido sea edificado como casa espiritual de Dios. El Varón nos revela que El es la casa, el hombre nuevo de nuestro espíritu y que también es el río Espíritu Santo, Quien nos transforma a la  imagen de Cristo (2 Co. 3:18). Ese es el trayecto que recibió Ezequiel en las visiones. Así que debemos escudriñar la escena completa, en la parte 3 de este mensaje.


Parte 3


PERFECCION


'Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente; porque la fachada de la casa estaba al oriente, y las aguas descendían de debajo, hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar.

Y me sacó por el camino de la puerta del norte, y me hizo dar la vuelta por el camino exterior, fuera de la puerta, al camino de la que mira hacia el oriente; y vi que las aguas salían del lado derecho.

Y salió el varón hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos.

Midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos.

Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado.

Y me dijo: ¿Has visto, hijo de hombre? Después me llevó, y me hizo volver por la ribera del río.

Y volviendo yo, vi que en la ribera del río había muchísimos árboles a uno y otro lado. 

Y me dijo: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al Arabá, y entrarán en el mar; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas.

Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río.

Y junto a él estarán los pescadores, y desde En-gadi hasta En-eglaim será su tendedero de redes; y por sus especies serán los peces tan numerosos como los peces del Mar Grande.

Sus pantanos y sus lagunas no se sanearán; quedarán para salinas.

Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas salen del santuario; y su fruto será para comer, y su hoja será para medicina' (Ez. 47:1-12).

Paso a exponerlo, tomando en cuenta el patrón de enseñanza que empleó el Señor Jesucristo, en Juan 7:37-39. Veamos pues con Sus ojos, la aplicación de la revelación profética que El hizo en Sí Mismo, para que por Su Gracia se cumpla en nuestro ser.

1) Ezequiel prefiguró al creyente virgen prudente que arregló su lámpara y se santificó, para reunirse con el Esposo (ver Mt. 25:10).

2) El Varón es Cristo, es el templo y es el río vivificante del templo. Sus palabras a Ezequiel son el ministerio Voz de arcángel de 1 Ts. 4:16 a Sus discípulos, en esta hora.

Aquí vemos al ministerio quíntuple apostólico de la Iglesia verdadera, guiándonos y conduciéndonos a los renacidos con revelación profética y con enseñanza a ser: 

a): Uno con la mente de Cristo. 

b): Uno con  el evangelio de Hechos 2:38. 

c): Uno con la plenitud del  Espíritu Santo.

Esto aconteció en Ezequiel y ahora tiene que acontecer en ti. Luego de ser perfeccionado en el evangelio como templo y sacerdocio, pasas a ser transformado a la imagen del Hijo de Dios por el río del Espíritu (ver Jn. 1:12-14 y 2 Co. 3:18). El alma (tu persona) es el sacerdote del templo. Tu espíritu es el interior y tu cuerpo es el exterior del templo. 'Somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos' (Ef. 5:29-30) por medio del evangelio de nuestra muerte, sepultura y resurrección con El. 

Si has nacido de nuevo eres templo de Dios, porque Cristo Jesús se ha encarnado en ti por medio del evangelio y te ha convertido en un nuevo ser humano. El es nuestra fuente  y el agua de Vida que bebemos es el Espíritu de Su palabra. Cristo Jesús nos está identificando con El y Su ministerio a cada hermano Suyo, como lo hizo con Ezequiel,  porque es nuestro apóstol y sumo sacerdote (ver Ap. 10:8-11). 

3) El monte donde se fundamenta el templo (Ez. 40:2) es la revelación de la obra expiatoria de Jesús en la cruz, y de nuestra muerte con El. Nuestro monte y fundamento fue inmolado en el Calvario (ver Is. 28:16). El nuevo hombre en el espíritu es nuestra resurrección con Jesús. Una parte de Hechos 2:38 representa el monte de nuestra muerte con Jesús, cuando nos habla del arrepentimiento y del bautismo. Pero también es el templo de nuestra nueva vida espiritual, cuando nos habla de recibir el don del Espíritu Santo. La tierra de Israel, sobre la cual se encuentran el monte y el templo, es figura de toda  la palabra escrita de la Biblia. El lecho del río, las riberas con muchos árboles y el mar del Arabá denotan el corazón y el carácter de Jesucristo.

4) Las revelaciones del Varón, al describir el templo y la tierra de Israel, desde el capítulo 40 al 48 de Ezequiel, son el conocimiento de Cristo que nos renueva la mente y nos perfecciona el entendimiento de las Escrituras. El Señor nos da la sabiduría del evangelio y la unidad con El.  

5) El lado derecho abierto de la casa, fluyendo aguas por debajo del umbral, es la herida de Jesús en Su costado. Esto nos muestra que el agua proviene del monte del templo. Representa las aguas del bautismo en el Nombre de Jesucristo. Fíjate que el Varón del templo llevó al profeta a esa abertura debajo de la casa, antes de introducirlo en las aguas del río. Era Cristo con la verdadera predicación del evangelio de Dios: Que el creyente debe arrepentirse (debajo es humillarse) de sus pecados y para ser perdonado de ellos, debe unirse con la muerte de Jesús  representada por el bautismo en Su Nombre, y así reconciliarse con Dios (Ver Hch. 2:38 y Ro. 6:1 al 11).

Para ser los vencedores del pecado y de las tinieblas, viviendo de victoria en victoria, hay que mantener esto siempre en nuestra mente:  que nuestro corazón debe ser uno con el costado herido de Jesús. Allí, en ese lugar del cuerpo, fue Su corazón quebrantado por el centurión romano  cuando le clavó una lanza,  estando El ya sin vida. Eso fue su completo sacrificio para circuncidarnos del pecado y santificarnos el alma, el espíritu y el cuerpo íntegramente.

Su cuerpo sin vida fue sepultado y nosotros nos unimos en aquel sepulcro con El por la palabra del bautismo en el Nombre de Jesucristo. Este mandamiento de Jesús, al ser obedecido con fe, le permite al creyente resucitar con El y ser renovado. Eso es beber del agua vivificante del Espíritu Santo, el autor de las tres etapas del nuevo nacimiento. 

Ezequiel vio detenidamente que abajo de la casa solo había esa abertura. Le dio mucha atención, porque era una hendidura en la pared semejante a una fuente, de donde fluía un río hacia el exterior. ¿Puedes ver que la verdadera conversión y nuevo nacimiento es ser uno con Jesús en Su muerte, para tener derecho al río de Dios que nos puede resucitar con El y después transformarnos  a la imagen de Cristo? Por eso, creed y convertíos al evangelio del día de Pentecostés. En su palabra encontramos nuestra muerte al pecado y el templo de nuestra vida nueva en El, libre del pecado.

En mi caso personal, yo había aceptado el evangelio denominacional en mi niñez. Pero a los 25 años de edad, por la Gracia de Dios, un día creí en Hechos 2:38 y me convertí por fe a las palabras del apóstol Pedro, poniéndolas en práctica. El don del Espíritu Santo vino sobre mí, entró y llenó mi espíritu. Luego, progresivamente me ha transformado a la imagen de Cristo y así es como se está manifestando en mí  (ver Mateo 16:16 y Gál. 2:20).

6) El río es el Espíritu Santo, la Vida de Dios.

7) La sanidad del Mar del Arabá (que hoy es el Mar Muerto  al sur de Israel) será hecha por las aguas del río del templo que entrarán en él y lo transformarán en un mar productor de vida. Surge la pregunta...¿qué tiene que ver el Mar Muerto con Jesús y con el creyente? 

Hermanos, existe la ley del pecado y de la muerte en el corazón físico, que no produce los peces de la sabiduría divina. Pero basta que el río del Espíritu Santo nos toque con la obra expiatoria de Jesús en la cruz, entonces la muerte huye de Su Presencia. 

'De la mano del Seol los redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte, Yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh Seol; la compasión será escondida de mi vista' (Oseas 13:14). 

Y nuestro corazón es limpio y libre por la sangre de Jesús.  El nuevo mar sanado y regenerado que vio Ezequiel, es la naturaleza humana perfecta de Jesús en nuestro corazón. La muerte que desapareció del mar del Arabá es la eliminación del señorío del pecado en el corazón del creyente (ver Ro. 6:14). Surgen los pensamientos y los sentimientos de Cristo. Son los pescadores con sus redes, cosechando el alimento espiritual y también el sustento y el vestido de nuestras vidas, aquí en la tierra. El lecho del río, la ribera y los árboles son la humanidad de Jesús con Su carácter de justicia, paz, gozo, sabiduría, fortaleza, amor y templanza de Dios en Sus Ezequieles. 

'...El mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca' (1 Pe. 5:10-11).

El ministerio apostólico de la ascensión de Cristo (Ef. 4:11) identifica al renacido con el costado herido y el cuerpo sepultado de nuestro Salvador, a través de la doctrina del bautismo en el Nombre de Jesucristo. Luego, tú debes ser perfeccionado por la mente de Cristo de la Voz de arcángel en la sabiduría del evangelio, para la obra del ministerio y ser edificado como Su cuerpo angelical, hasta la madurez del varón perfecto (ver Ef. 4: 13).

El Varón de Dios bautizó a Ezequiel en el río y lo fue llevando gradualmente, con un cordel de medir, a su interior más profundo, para que nadara y alcanzara la ribera. Esta experiencia la recibió después de pasar por el templo. Nos indica que el renacido ha sido perfeccionado en el evangelio y debe ser transformado a la imagen de Cristo, por el río del Espíritu de Dios. Juan el bautista profetizó:

Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego' (Mt. 3:11). 

Nuestro espíritu tiene cinco sentidos que son la conciencia, la imaginación, la memoria, el afecto y el razonamiento. Cristo Jesús bautiza al creyente del evangelio en el Espíritu Santo de revelación, de amor y de poder divino. El fuego es Su cuerpo angelical. El cordel es la autoridad de Cristo. Los mil codos de bautismo en el Espíritu son la unión progresiva de nuestra mente con Su mente, para ir de gloria en gloria.

1) El primer bautismo de 1000 codos nos hace andar sobre el lecho del río. Hemos visto que el monte y el templo son la sabiduría del evangelio. Ahora vemos que el lecho del río es la revelación de Jesucristo, la Persona del evangelio. Los pies y tobillos son la conciencia humana, que es bautizada en la conciencia divina del Espíritu. Recibes el conocimiento de Dios. Tienes la revelación de tu libertad del pecado y  la convicción de ser un hijo de Dios.

2) El segundo bautismo de 1000 codos es entre los pies y las rodillas de tu espíritu. Son ungidas las piernas de la imaginación y recibes la visión y el entendimiento de la mente de Cristo. Es la sabiduría y la revelación, los sueños y visiones del Espíritu (Joel 2:28-32). La imaginación es la mirada apostólica y profética de Cristo en el  creyente, de manera que puede ver el Reino de Dios y andar en El (Jn. 3:3 y 5). Tienes firmeza en tus piernas espirituales para correr la carrera que nos ha sido propuesta (He. 12:1). Eso es tener la determinación de llegar a ser el varón perfecto de Ef. 4:13.

3) El tercer bautismo de 1000 codos en el Espíritu, es entre las rodillas y los lomos. Esta parte son los muslos y la cintura de tu memoria, que es ungida con la memoria del Espíritu (Jn. 14:26). El nos recuerda todas las palabras del Señor. Aquí vemos ungidos los pies, las piernas, los muslos y el torso espiritual del convertido siendo transformados en columnas fuertes y seguras (Cant. 5:15; Jer. 1:18). La memoria ungida nos recuerda en forma permanente el amor sacrificial de Jesús en la cruz, porque es el fundamento y fortaleza del alma. 

4) El cuarto bautismo de 1000 codos se cumple entre la cintura y la cabeza. Estas partes son nuestros lomos, es decir, las espaldas. Por dentro tenemos el afecto y el razonamiento. El cordel de Cristo imparte Su amor a nuestro afecto humano, para amar a Dios y al prójimo (Mr. 12: 30-31). El razonamiento adquiere  inteligencia, discernimiento, discreción, prudencia, intuición y percepción espiritual de Dios. Los brazos que nadan en las aguas del Espíritu son la fe y la voluntad que avanzan hasta la ribera de Jesús, para poseer la obra del ministerio y la edificación de Su Iglesia. Hemos llegado a la apropiación de nuestra herencia espiritual y hemos sido establecidos en El, por medio de El y para servirle a El.

Tenemos la mente y el sentir de Cristo en los cinco sentidos de nuestro espíritu, para perseverar hacia la corona de Su plenitud. Llegar a la ribera es alcanzar el reposo del Señor para conocer la voluntad del Padre. 'Mi paz os dejo, mi paz os doy...' (Jn. 14:27). Los creyentes bautizados en Su Nombre han muerto al pecado. Están crucificados y sepultados juntamente con Jesús. Pero quieren andar libres del pecado y vivir con la mente de Cristo, para Dios Su Padre (Ro. 6:10-14) 

'...Hasta que el día amanezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones (2 Pe. 2:19b). 


Parte 4


TRANSFORMACION


Vamos de gloria en gloria, hacia la madurez del varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Ezequiel fue perfeccionado por el Varón de Dios y hecho uno con el templo, figura de Jesús y del evangelio. Pero después fue transformado por el río del templo a la imagen de ese Varón perfecto, que lo conducía. El bautismo en Espíritu Santo y fuego, profetizado por Juan el Bautista, es el sello de la adopción de los renacidos como hijos de Dios y las arras o anticipo del cuerpo glorioso de Cristo (leer 2 Co. 1:21-22; Ef. 1:13-14 y Heb. 1:1-4).

Recuerda las palabras de Juan : 

'Esto dijo Jesús acerca del Espíritu que iban a recibir los que creyeran en El, porque todavía no había Espíritu, pues Jesús no había sido aún glorificado' (Jn. 7:37 - Biblia Textual). 

En otras traducciones bíblicas se menciona que no había venido todavía el Espíritu Santo. Personalmente,  tiempo atrás me preguntaba... ¿cómo es que el Espíritu Santo no había venido a los discípulos, si estaba morando en Jesús y era la plenitud de Dios en El, en medio de ellos? Otras veces escudriñaba leyendo en Mateo 16:17-18, cuando Jesús alabó a Pedro porque recibió del Padre (Espíritu Santo) la roca de la revelación divina de Quién era Jesús. 

Y así también, cuando Jesús fue engendrado por el Espíritu Santo en su madre terrenal María, vemos que llegó a los 30 años y el Espíritu le bautizó en el río Jordán. Pero el Espíritu fue contundente cuando me dijo: 

'Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de El' (Ro. 8:9).

'El que tiene al Hijo de Dios, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida' (1 Jn. 5:12). 

'Un niño nos es nacido (del Espíritu Santo); un Hijo (Cristo) nos es dado' ( Is. 9:6).

La revelación divina es que Cristo, el Hijo Unigénito que está en el seno del Padre, es el alma del Eterno. Allí en Su alma es donde el Todopoderoso se declaró el Hijo en Sí Mismo y se vistió de gloria con un cuerpo angelical (teofanía) de naturaleza divina y humana (Sal. 2:7). Por tanto, el Padre es el Cristo con Su cuerpo angelical que se encarnó en Jesús, el Hijo del Hombre. Juan vio por revelación que el atributo y función de Hijo de la Divinidad es el Espíritu de Cristo y Su cuerpo teofánico. Cuando escribió que había de venir el Espíritu Santo, él entendió que el Padre nos habría de glorificar a los escogidos con Su Paternidad y con el Espíritu de Cristo.  Esto es lo que  habría de venir después que Jesús ascendiera (Jn. 14:23).

Es decir, el Dios y Padre Espíritu Santo y Cristo estaba allí encarnado en Jesús con Sus discípulos, pero no estaba aún adentro de ellos. El Cristo de Dios se manifestó en El. Para que luego se manifestara en ellos, Jesús tenía que ir al Padre, dejando este mundo. Entonces, vendría el Espíritu Santo a morar y a manifestar en nuestro espíritu y cuerpo al Padre y la gloria angelical de Cristo, así como sucedió con Jesús. Cristo es el Hijo de Dios que el Eterno Espíritu Santo se auto reveló ser en Sí Mismo, cuando lo creó como la Palabra Original. Cristo es el Principio y Autor de todas las creaciones, a Quien el Padre le entregó toda potestad en el cielo y en la tierra. 

Esta palabra de Ezequiel 47 ha estado presente, durante 20 siglos, en la vida de los verdaderos cristianos. Personalmente he oído y he leído varias interpretaciones de ella, diferentes unas de otras. Pero, gracias a Dios, la interpretación perfecta de las Escrituras viene a través de  la mente de Cristo. La interpretación que refiero como perfecta es la revelación de Su palabra. Los creyentes escogidos deben despertar y levantarse del sueño que produce la interpretación intelectual del hombre. Son los hijos de Dios que se han contaminado con la teología humana, en la siete edades del cristianismo. Pero, también siete veces el Señor Jesucristo nos ha hablado con los mensajes revelados a los siete  mensajeros, de cada una de las siete edades de la Iglesia. 

En la parábola de Jesús acerca de una mujer  mezclando su levadura en tres medidas de harina (Mt. 13:33), hasta leudar la masa completamente, vemos la influencia de un espíritu del infierno que entró en la cristiandad. La mujer es la Iglesia Católica Romana. Ella es quien introdujo la levadura del credo trinitario en el año 325 d.C. en el Concilio de Nicea, obligando a los cristianos a comer el pan leudado de su propio 'evangelio', porque, les decretó que si no lo comían (obediencia absoluta) no podían ser salvos. Esto es historia registrada y pública para el creyente honesto que quiere creer solamente la verdad. 

La levadura, para leudar el pan del evangelio original, es el credo trinitario romano  de tres personas Padre, e Hijo y Espíritu Santo en la Divinidad, que modificó la verdadera doctrina de la Unidad de Dios. Esto hizo tres deidades del Unico y Absoluto Espíritu Eterno. Muchos cristianos que comieron esta creencia, en ignorancia declaran hasta hoy que hay una primera, una segunda y una tercera persona en Dios, nuestro Creador. Es una creencia pagana politeísta, que a los ojos del Señor es pecado de idolatría. 

La levadura trinitaria repartida en tres porciones por la mujer, fue mezclada con las palabras del evangelio de Hechos 2:38. Al  arrepentimiento le añadió: obediencia a la 'madre iglesia' como se autonombró la mujer. Se arrogó 'maternidad' asumiendo el lugar de la paternidad de Dios, al inventar la primera persona de Padre. En el bautismo de agua cambió el Nombre Jesucristo por los títulos Padre, e Hijo y Espíritu Santo y modificó el perdón de los pecados, (que es a través del Hijo de Dios), cobrando indulgencias e imponiendo obras de justicia propia  a los feligreses. Inventó el bautismo de niños pequeños y de adultos con el rociamiento sobre la cabeza. El bautismo del Espíritu Santo en el nuevo nacimiento lo leudó y estableció que el Espíritu se recibe al comer la ostia en las misas. Todo esto, por supuesto, fue para respaldar la idolatría y congeniar políticamente con el pueblo pagano del imperio romano y tenerlo cautivo hasta hoy.

El pan original del evangelio de Jesucristo fue leudado con el espíritu trinitario y lo han comido millones de cristianos católicos, protestantes y evangélicos. Siendo que es otro pan, es otro evangelio porque está sucio con el paganismo del infierno. Es tóxico para la mente del creyente. No te trae la bendición de que Cristo sea formado en tu alma y espíritu. Las sensaciones emocionales y las obras de iglesia, no son el Espíritu de Cristo. Por esto, hay muchos falsos ungidos y cristianos manufacturados e infieles. No estarán en el arrebatamiento, ni en el reino milenial de Cristo como Su Esposa. Recién se van a enterar de la condición de sus almas, cuando comparezcan al final del milenio ante el gran trono blanco del Juicio de Dios (leer Jn. 5:28-29 y Ap. 20:12-13).

Con la luz verdadera de la revelación divina, los creyentes que la reciben deben regocijarse en el verdadero río de Vida. Así es. El Espíritu Santo es el Todopoderoso Dios y Padre y también es Cristo el Hijo Unigénito, que está en Su seno.  No es ninguna tercera persona en la Divinidad. Es la Unica y absoluta Divinidad del Uno y el Mismo Yo Soy. Sus atributos y funciones de Padre, de Hijo de Dios y de Hijo del Hombre en Jesucristo, son el testimonio Visible en el cielo y en la tierra de Su Espíritu Invisible (ver 1 Jn. 5:8). 

El gozo que Jesús nos prometió es cumplido por el Espíritu Santo. ¿Cuál es ese gozo Suyo? Es manifestar a Cristo y Su palabra en Sus santos. Este fue el propósito del Padre al identificar a Ezequiel con el Varón, con el templo y con el río del templo. Hoy, de la misma manera Cristo ha venido en forma angelical (ver Ap. 10:1-2) a bautizarnos en Espíritu Santo y fuego. 

El misterio de Dios es transformarnos en Hijos glorificados, que poseemos la mente y el cuerpo glorioso de Cristo en nuestra alma, espíritu y cuerpo.

'En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama, y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él' (Jn. 14:20-21).

'Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, el santuario de las moradas del Altísimo. Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana' (Sal. 46:4-5).


Diciembre 2023






















LAS VARAS DE JACOB


'...Y Jacob apacentaba las otras ovejas de Labán.

Tomó luego Jacob varas verdes de álamo, de avellano y de castaño, y descortezó en ellas mondaduras blancas, descubriendo así lo blanco de las varas. 

Y puso las varas que había mondado delante del ganado, en los canales de los abrevaderos del agua donde venían a beber. 

Así concebían las ovejas delante de las varas; y parían borregos listados, pintados y salpicados de diversos colores. 

Y apartaba Jacob los corderos y ponía con su propio rebaño los listados y todo lo que era oscuro del hato de Labán. Y ponía su hato aparte, y no lo ponía con las ovejas de Labán. 

Y  sucedía que cuantas veces se hallaban en celo las ovejas más fuertes, Jacob ponía las varas delante de las ovejas en los abrevaderos, para que concibiesen a la vista de las varas. 

Pero cuando venían las ovejas más débiles, no las ponía; así eran las más débiles para Labán, y las más fuertes para Jacob. 

Y se enriqueció el varón muchísimo, y tuvo muchas ovejas, y siervas y siervos, y camellos y asnos' (Gn. 30:36-43).


Esta palabra es para todo creyente en Jesucristo que anhela nacer de nuevo. El nuevo nacimiento es la verdadera conversión. Si tú piensas que has renacido, ahora tienes que escudriñar lo que has recibido. Hay mucha controversia en el mundo-iglesias acerca de las doctrinas del nuevo nacimiento y de la conversión. La confusión se debe a la falsa enseñanza de que hay que convertirse a alguna iglesia, grupo o confesión cristiana evangélica. Pero esa clase de conversión no es el nuevo nacimiento. Si entramos en la revelación divina, es decir, si recibimos lo que dice Jesucristo acerca de nuestra conversión a Su Persona y Su palabra, en Juan 3: 3, 5 y 16 nos declara que sólo por medio de El tenemos el verdadero nuevo nacimiento. 

Veamos cómo fue convertido Jacob, antes que su nombre fuera llamado Israel. Te solicito, querido lector, que te esfuerces y leas esa historia en Génesis  27 al 33. Se deben mirar bien de cerca algunas cosas, que estimo de vital importancia para poner en práctica nuestra fe. Siempre surge en el creyente el tema de cómo desenvolvernos y funcionar como hijos de Dios. Tomando como patrón de estudio el conocimiento  en las Escrituras de que somos alma, espíritu y cuerpo (1 Ts. 5:23), vamos juntos a obtener el entendimiento que nos da el Espíritu Santo, autor y vida de la Biblia.


CRISTO EN EL ALMA


Jacob, en esa fase de su vida antes de ser llamado Israel, representa el alma justificada por creer en la bendición de la Primogenitura, que le profetizó su padre Isaac. Justificado significa que estaba en la primera etapa del nuevo nacimiento, como cuando un niño es engendrado. El era un justo de Dios. Hoy, esa es la condición de los creyentes que han creído en Jesucristo como Su Señor y Salvador, pero son todavía inmaduros, es decir, son niños espirituales. Aun no viven para Dios muertos al pecado, por medio del poder de la resurrección de Cristo (Ro. 6: 11-14).  Pero en sus almas, en lo profundo de su corazón tienen el anhelo de una superación. Para obtenerla, se tienen que convertir al evangelio  de Dios, que fue anunciado por Sus apóstoles  y está registrado en el libro de 'Hechos de los Apóstoles' (ver capítulos 2 y 3). 


Los cristianos justificados por la fe en Jesucristo, como Jacob buscan la victoria en su perfomance personal en el mundo. Quieren dar vuelta sus fracasos y frustraciones para emprender una vida nueva. Y lo pueden conseguir arreglando sus lámparas, enderezando y corrigiendo su relación con la palabra de Dios, como las vírgenes prudentes de la parábola (ver Mt. 25:10). Comienzan por creer en la revelación de la  palabra y abandonan la interpretación religiosa de la teología humana. Implantan en el abrevadero de su corazón las varas de álamo, avellano y castaño que fueron cortadas de esos árboles  por Jacob. Las varas fueron heridas de muerte y luego fueron peladas y descortezadas, revelando así su parte blanca.  

Hoy, los tres árboles representan a Jesucristo y las varas son la revelación del evangelio. ¿Qué buscaba Jacob con eso...? El buscaba que la misma conversión de su alma y la superación mental, que había experimentado por creer el mensaje del ángel de Dios (Gn. 31:11-13), ahora también convirtiera a las ovejas blancas de Labán en ovejas pintadas y coloridas. Porque este fue su salario que había acordado con Labán, ya que no tenía ninguna otra manera de prosperar y ser libre (Gn. 30:32). Jacob decidió reunir para él todas las cabras y ovejas manchadas de los hatos de Labán. A las ovejas blancas en celo les aplicó las varas de cierta manera que estaba de acuerdo con la revelación que tenía. El practicó ese método con toda su alma, porque creyó el mensaje que Dios le reveló. Ese mensaje es hoy el evangelio apostólico original, que tenemos que aplicar en nuestra vida, de acuerdo con la voluntad del Señor.

Estaba gozando de una gran victoria interior en su propia persona como resultado de la visitación divina que recibió, y por medio de la cual tuvo la visión y el mensaje. Esta experiencia con Dios, conmovió su alma y cambió su mentalidad. Ahora, para el verdadero creyente, todo esto de Jacob unido con la visión y las varas indica que nos tenemos que identificar con el Hijo de Dios y Su obra en el Calvario.  Cuando tú crees en El de todo corazón, Cristo viene a tu alma. Es la más grande victoria del creyente, aquí en la tierra. La fe en nuestro Salvador y en la palabra de Su obra expiatoria en la cruz, convierte el alma y nos trae, como añadidura, la gloria de ser transformados progresivamente a la imagen de Cristo.   


CRISTO EN NUESTRO ESPIRITU


El espíritu humano es la vida del alma y del cuerpo. Los rebaños de ovejas, cabras, camellos y asnos representaron el conocimiento de Cristo, que está grabado y escrito en  la mente y en el corazón, es decir, en el pensamiento y en el sentimiento de nuestro espíritu. Cuando Jacob (figura del alma) se convirtió a la visión y a la palabra que Cristo le reveló, él implantó esa revelación en el abrevadero de agua para que el ganado de Labán fuera convertido en patrimonio de Jacob. Esto denota (en sentido figurado) que el ganado de nuestros pensamientos y sentimientos carnales deben ser convertidos en pensamientos y sentimientos espirituales. El rebaño blanco de Labán (que es el conocimiento religioso) dio a luz el rebaño colorido de Jacob (que es el conocimiento espiritual). ¿Por qué...? Porque las ovejas blancas de su autoritario tío, representan la justificación contaminada del cristianismo nominal. 


La justificación del cristiano genuino, es por creer en Jesucristo, creer en Su sangre y creer en el arrepentimiento de haber pecado.  Esta es la túnica blanca de nuestra salvación. Creer en la Justicia que Jesucristo nos hizo en la cruz (leer Romanos 5:1-2). Pero en Padán-Aram, esa blancura delante de Dios es la fe mezclada con la justicia propia de las obras humanas. Tanto es así, que el pensamiento (el carnero) y el sentimiento (la oveja) están sucios con el credo trinitario y con las diferentes doctrinas denominacionales. Como resultado, la práctica del evangelio trinitario no es la justicia de Cristo. Es justicia propia, de lo cual hay que arrepentirse y renunciar. Lo blanco de Labán (la justicia del hombre viejo) no es lo blanco de Jacob, el hombre nuevo de Dios. Por mucho tiempo, él solo tenía las ovejas y el ganado de Labán que se multiplicó en gran manera, por su gran esfuerzo humano hecho con su mente carnal y con su fuerza física. Pero él no tenía nada propio. Es porque trabajó con el espíritu del mundo. No lo hizo con el Espíritu de Cristo en su mente. Además estaba en territorio ajeno, en el lugar equivocado. 


Con la visitación y llamamiento del ángel de Dios, fue convertida su mente a la mente de Cristo. Su espíritu vio  que la dimensión de arriba vino a él con una revelación divina. Y comenzó a entrar en el Reino del Espíritu de Dios. Los ojos espirituales de su mente y corazón, se limpiaron y se abrieron. La tierra de Labán resultó ser la baja y oscura dimensión terrenal que lo tenía cautivo y en servidumbre a él y su familia. Dios le mostró cómo convertirse y ser libre en su espíritu para transformar su destino. Esto aconteció cuando su pensamiento y su sentimiento se reunieron con la verdad de la visión de Dios. Y Jacob creyó que se puede ser de arriba, viviendo aquí abajo, pero ya no conforme a este siglo, el tiempo del hombre, sino como vivió Jesús, conforme al Espíritu de Cristo. Claramente, por la palabra revelada discernió que él era de arriba y que Labán, el materialista, era de abajo. La fe verdadera es la revelación de la palabra de Dios.


LA CAUTIVIDAD Y ESCLAVITUD DE LA MENTE HUMANA SIN EL ESPIRITU DE CRISTO


Padán-Aram significa la mezcla de la teología del hombre con la letra bíblica, la combinación de lo que es de abajo con lo que es de arriba, porque Padán significa llanura y Aram significa altiplanicie. Es el sistema religioso organizado de las iglesias denominacionales con sus credos, doctrinas y tradiciones. El uso y el acostumbramiento del espíritu humano (la mente) a la dimensión de Padán-Aram es un tóxico, alienante y destructivo lavado cerebral. Muchas personas se fanatizan y se vuelven religiosas legalistas. Otras son enseñadas a ser más liberales y consecuentes con el mundo. Otras caen en el materialismo del falso evangelio de la prosperidad y en la fórmula sicológica de la autoestima personal, que hace girar egoístamente a la persona siempre alrededor de sí misma. De manera que nunca se puede concentrar en Cristo Jesús y obtener la óptica de Su mente glorificadora del alma humana justificada (Ro. 8:30). Dios le dijo a Jacob que se fuera de allí y que regresara a la tierra de su nacimiento. Esto significa que hoy los verdaderos creyentes salgan de la religión organizada y vuelvan a Hechos de los Apóstoles, la tierra de la fe cristiana original y del completo nuevo nacimiento espiritual (ver Gn. 31:13).

Todas estas cosas y otras más han producido la tibieza y la ceguera espiritual del cristianismo en esta última Edad de Laodicea (ver Ap. cap. 3). Jacob se dio cuenta y se volvió contra eso. El rebaño colorido que el Señor le dio significa  tener nuevos pensamientos y nuevos sentimientos. Cuando Jacob creyó la palabra que recibió y la retuvo en su espíritu, comenzó allí su conversión mental y sentimental. Así se liberó de sí mismo. El verdadero problema era él mismo, antes que Labán. Al liberar nuestra mente de nuestro propio egocentrismo, desaparecen las influencias negras del egoísmo que poseen los demás. Cuando Jacob renunció a sí mismo, Labán dejó de ser su patrón. La mente carnal es egoísta, estructurada, teórica, compleja, insegura y temerosa. Produce desorden, aflicción, angustia, confusión, cautividad y esclavitud del espíritu.


Por tanto, la conversión o nuevo ncimiento es la unión por fe del alma, del espíritu, del corazón y del cuerpo con la muerte y la resurrección de Jesucristo. El nos hace limpios y libres de la esclavizante carnalidad. Si tú crees y obedeces el evangelio de la cruz, vas a recibir el nuevo nacimiento, porque El resucitó de la muerte para tu resurrección espiritual. Aparecerá el rebaño colorido de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios en tu vida. Esto es la renovación mental que viene después de la entrega del alma (tu persona) al evangelio verdadero. Entonces obtienes la mente y el sentir de Cristo en el espíritu.


CRISTO EN EL CUERPO


Todas aquellas tierras  antiguas de Canaán, donde nació Jacob, y Padán-Aram donde nació su tío Labán, son figura de la palabra escrita de la Biblia, y también del cuerpo físico del creyente, porque las Escrituras se han hecho carne en su cerebro y en su corazón.


El abrevadero es nuestro espíritu en el corazón físico del cuerpo. El agua dentro del abrevadero es el Espíritu Santo. Las varas peladas y descortezadas de Jacob son la revelación del sacrificio de Jesús en la cruz, que implantan el poder de su muerte en nuestro cuerpo, con tal impacto sobre el pecado (egoísmo) y la naturaleza humana caída (viejo hombre), que convierte el alma, la mente y el corazón. Escrito está :


'Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta dividir el alma y el espíritu, y hasta las coyunturas y los tuétanos (el cuerpo), y es capaz de discernir los pensamientos y las intenciones del corazón' (He. 4:12).


Nos gozamos por las victorias. Sí, venimos de victoria en victoria. Pero algo no nos deja conformarnos con ser solamente vencedores en Cristo, porque siempre tenemos que vencer por medio de Aquel que nos amó (Ro. 8:37). Eso no le sorprende al Señor. Pero El nos hace vencedores con un objetivo y propósito espiritual, el cual es que vivamos de gloria en gloria. Mientras tanto, debemos ir siempre de victoria en victoria sobre el egoísmo, la carnalidad, el mundo del sistema humano sin Cristo y sobre la tinieblas espirituales malignas. Es un deber ser vencedores. Las tinieblas van pasando, se alejan derrotadas delante de la luz del creyente vencedor, gracias a la Roca de la mente de Cristo en nuestra mente, que nos da la victoria siempre. 


El es la Luz que está brillando y alumbrando a los creyentes vencedores (ver 1 Jn. 2:8). ¿Qué nos viene a revelar Su luz...? Nos revela que los convertidos a Su muerte de cruz, podemos ser hechos hijos de Dios. El objetivo del misterio de Dios es que vivamos de gloria en gloria, más que de victoria en victoria. Las victorias son temporales, pero las glorias son eternas. La primera gloria es la conversión del nuevo nacimiento, por medio del evangelio de Hechos 2:38 que dice así: 

'Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en  el Nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo'.

[Estimado lector: Es mi responsabilidad dejar bien claro en tu conciencia, que este mandamiento de Cristo a través del apóstol Pedro el día de Pentecostés, en Jerusalén, no es obedecido, ni practicado por las iglesias evangélicas denominacionales. Ellas no bautizan en el Nombre de Jesucristo. Bautizan en los títulos del trinitarismo: Padre, Hijo y Espíritu Santo del catolicismo romano, lo cual es anticristo. Es un espíritu pagano que encarcela a las personas. El creyente contaminado y sin la revelación del Nombre Jesucristo, sufre un estorbo mental y no puede vivir en el poder de Su muerte y resurrección. Pero, Dios en Su Gracia ha provisto los verdaderos obreros que lo predican y enseñan. Por tanto, los elegidos Suyos los reconocerán y creerán en sus ministerios enviados por el Señor, para bautizarlos en el Nombre de Jesucristo y recibir el verdadero Espíritu Santo prometido, conforme a las Sagradas Escrituras.] 

La siguiente gloria es la transformación a la imagen de Cristo,  por medio del Espíritu Santo (2 Co. 3:18). Estas son nuestras primeras glorias. Pero las glorias propias del Hijo de Dios están preparadas para ser añadidas al nuevo nacimiento y crecimiento espiritual de Sus discípulos que están en la tierra. Todo ello forma parte de una transformación que va en aumento, hasta la consumación de la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada (leer Ro. 8: 16-18 y  2 Pe. 1:5:11).


'El que dice que permanece en El, debe andar como El anduvo' (1 Jn. 2:6).


Noviembre 2023




DE GLORIA EN GLORIA



DE LA CONVERSION A LA TRANSFORMACION


Jacob fue un creyente inconverso durante veinte años. Ese fue el tiempo que transcurrió desde que él creyó en la bendición de la Primogenitura y logró usurparla del primogénito Esaú, su hermano mayor. Este era un incrédulo. Pero Jacob valoró mucho la bendición de Dios y obedeció el consejo sabio de otra creyente fiel, su madre Rebeca. Entonces arriesgó su vida y recibió la bendición de la Primogenitura, a través de su padre Isaac. Después tuvo que huir a la tierra de su tío Labán, en Padán-Aram, a fin de no ser víctima de la ira de Esaú. Cuando estaba huyendo, se durmió en cierto lugar y en sueños tuvo una gran visión de Dios. El fue visitado en su espíritu y allí en ese lugar, al que llamó Bet-el, tuvo un llamamiento celestial. El Señor le mostró Su buena voluntad para con él. Amaba a Jacob y grabó en su corazón la palabra que más adelante produciría su conversión. 

Fue guiado por sus padres a marcharse a la tierra de sus parientes por algunos días. No entendió que tenía que volver pronto, cuando la ira de Esaú se disipara. Es decir, que no tenía que estar lejos por mucho tiempo. Pero, aprovechó la oportunidad para dar rienda suelta al libre albedrío de su carne y a su fuerte ambición materialista. Por eso, respondió al llamamiento del Señor poniendo condiciones egoístas antes que renunciar a sí mismo y convertirse a Su palabra. Así es que, Jacob siguió su propio camino y fue a la tierra de los orientales (Gn. 28:20-22 y 29:1). El mensaje de Dios a su vida nos indica que a El no le agradaba que Jacob fuera un creyente interesado solo en Sus bendiciones. El era un egocéntrico, pero era un creyente. Aun no era un convertido al Yo Soy del Eterno, por lo tanto sufriría mucho al andar conforme al yo de la carne. Le esperaba tener que padecer a su tío Labán, que lo atrapó con su egoísmo y se aprovechó de sus servicios, haciéndole muchas trampas. 

Se fue y se quedó demasiado tiempo en el lugar equivocado. A decir verdad, era un esclavo de sí mismo. Un día tuvo que reconocer que si las cosas no le fueron tan bien como él esperaba, era porque algo estaba mal en su vida. Vio que todos sus esfuerzos  prosperaron a Labán y no a él y su familia. Seguro es que reflexionó amargado, porque las cosas sucedieron al revés de lo que había planificado. Deseaba que todas las bendiciones que le dio a Labán se convirtieran en su pertenencia, porque de él salió tanta riqueza. ¡Esos enormes rebaños de ovejas, cabras, asnos y camellos fueron la prosperidad de Labán, pero insólitamente los había producido él con su esfuerzo! Comenzó a ablandar el corazón y abrir la mente considerando la bendición y estima de su propia persona. Esto es algo que él debía dárselo a sí mismo, antes que los demás se lo dieran a él. Y eso agradó a Dios. El nos hizo a su imagen y semejanza, por tanto  NO aprueba el señorío del egoísmo de nadie (el egoísmo es la ley del pecado, el yo de la carne) sobre la persona humana, y menos el egoísmo de uno contra uno mismo, porque te auto esclavizas (ver Ro. 7:23).

Dios vio su aflicción y le visitó para ayudarle a ser libre, con un llamamiento por segunda vez. Le dio una visión y un mensaje que se grabó en el espíritu de Jacob. Cuando él se convirtió (se volvió) a la palabra que recibió, comenzó a cambiar su mente y decidió destruir al enemigo dictador y despótico que se ocultaba en Labán, quien no era otro que el egoísmo carnal. Donde hay egoísmo, siempre estará escondido el despojador satanás (ver Ef. 6:12). Y la Biblia nos dice cuál fue la palabra que recibió :

'Sucedió que al tiempo que las ovejas estaban en celo, alcé yo mis ojos y vi en sueños, y he aquí los machos que cubrían a las hembras eran listados, pintados y abigarrados. 

Y me dijo el ángel de Dios en sueños: Jacob. Y yo dije: Heme aquí. 

Y él dijo: Alza ahora tus ojos, y verás que todos los machos que cubren a las hembras son listados, pintados y abigarrados; porque yo he visto todo lo que Labán te ha hecho.

Yo Soy el Dios de Bet-el, donde tú ungiste la piedra, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora y sal de esta tierra, y vuélvete a la tierra de tu nacimiento' (Gn. 31:10-13).

Entonces, creyó la palabra de salvación que le trajo el ángel de Dios. En Gn. 30:37-43 se puede leer lo que tuvo que hacer con varas verdes de álamo, de avellano y de castaño peladas y descortezadas. Esos tres árboles hoy representan el evangelio del día de Pentecostés, que predicó el apóstol Pedro. Esta es la primera palabra que todo verdadero creyente debe obedecer : 

'Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo' (Hch. 2:38). 

Jacob hizo propia en él la visión de Dios. Eso es conversión. Dejó de mirar con su carne y empezó a mirar con la visión y la palabra que recibió. Ya no aceptaba que los carneros de Labán eran blancos como el ojo del cuerpo le decía. El dijo: 'No, no son blancos, para el Señor son pintados. El quiere que yo llame las cosas que no son como las que son y que aunque no tengo nada, crea que en El lo tengo todo. Y yo lo creo. Pero ¿cómo tengo que hacer para que se cumpla la visión aquí en la realidad terrestre?' 

Y buscó, como debemos buscar nosotros, el evangelio de Dios.  Ciertamente, era grande y muy buena nueva las palabra que el ángel de Dios le predicó, para que sea libre de la esclavitud del egoísmo. Por eso digo que recibió evangelio, que en griego significa buenas nuevas. Ahora bien, él entendió que tenía que haber algo que materializara la bendición de tener esos carneros pintados de la visión, que engendraran hijos también pintados como ellos. La revelación de Dios tenía que impactar en las ovejas blancas de Labán que estaban en celo, para que produzcan crías pintadas. Había que convertir la mente de los carneros progenitores y hacer que cambiara el proceso reproductivo. 

El Espíritu de Dios inspiró a Jacob la idea de que él mismo podía cambiar la visión de los carneros que se unían con las ovejas, para que actuara el poder de Dios. Es decir, tenía que trasladarle a ellos la visión divina que se había convertido en su propia visión. Mas vale que los creyentes dejemos todas las ideas personales y asumamos la revelación divina, si queremos un cambio interior y que nos vaya bien en todo. Era un trabajo conjunto entre el Señor y él. Debía provocar que las ovejas vieran en el abrevadero, puestas delante de sus ojos, un vallado de varas peladas y descortezadas para que se vieran sus partes blancas, y en sus lastimaduras se formaran matices diferentes y llamativos, capaces de influenciar con su colorido en los animales y grabarse profundamente en su interior. Tal vez los ganaderos acostumbraban a usar esa técnica y obtenían resultados genéticos con sus rebaños. 

Lo cierto es que Jacob tuvo un sueño y él creyó en la palabra del ángel de Dios. Ahora, él se las ingenió para imitar la fotografía de carneros listados y pintados  que había visto. Y puso delante de ellas todo ese espectáculo colorido de varas cortadas y heridas de álamo, avellano y castaño, para que se conviertan las ovejas blancas en ovejas pintadas. Esta unión de las ovejas delante de las varas, es la unión de nuestro mente y de nuestro corazón con la muerte de Jesús. Este es el punto. Que el Señor te conceda creer, como creyó Jacob en los árboles heridos de álamo, avellano y castaño. Los tres árboles prefiguraron el alma, el espíritu y el cuerpo de Jesús en la cruz. Es por Su muerte en ti y por tu unidad con ella, que puedes obtener el nuevo nacimiento, tu completa conversión. Cristo es el patrimonio prometido a los renacidos. Los creyentes que consumaron su conversión naciendo de nuevo son  los que pasan a ser transformados en el varón perfecto de Efesios 4:13.

Escrito está: 

'Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en Su Nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios' (Jn. 1:12). 

La conversión de Jacob y las ovejas blancas a la palabra de Dios fue también, a continuación, la transformación de su pobreza en gran prosperidad material. La gestación de una persona nueva estaba en marcha en el alma de Jacob. Allí, él se arrepintió de su autosuficiencia, de su orgullo humano y de vivir apoyándose en su propia fuerza humana. Vio que era mejor arrepentirse de sí mismo y volverse al Señor, recibiendo siempre Su Santo Espíritu. Al unirse con el evangelio de Dios las puertas de una nueva vida se abrieron para él. Logró regresar a la tierra de su nacimiento, donde habría de ser transformado en otro hombre. De ser nombrado Jacob, pasó a ser nombrado Israel por el Espíritu de Dios, después que pasó por las aguas del arroyo de Peniel (ver Gn. 32: 23 y 30).

Hoy, el creyente verdadero debe convertirse por la fe en uno con la muerte y la resurrección de Jesús, creyendo y obedeciendo la palabra de Hechos 2:38 y 3:19-20, para santificarse y nacer de nuevo. El nombre que tiene en esta vida terrenal, en el cielo será cambiado por un nuevo nombre al pasar por las aguas del bautismo en el Nombre de Jesucristo '...De Quién toma Nombre toda (Su) familia en el cielo y en la tierra' (Ef. 3:15). Y en Peniel nacerá de nuevo, siendo convertido en un hijo de Dios. 

Jesús le dice a la familia de Dios:

'Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias: A todos los que salgan vencedores, les daré del maná que ha sido escondido en el cielo. Y le daré a cada uno una piedra blanca, y en la piedra estará grabado un nombre nuevo que nadie comprende, aparte de aquel que lo recibe' (Ap. 2:17 - Biblia Nueva Traducción Viviente).

'Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan tiempos de refrigerio de la presencia del Señor, y El envíe a Jesucristo que os fue antes anunciado ' (Hch. 3:19-20).

'Pero cuando alguno se convierte al Señor, el velo (de la carne) se va quitando, porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. Pero nosotros todos, con rostro descubierto (nuestro espíritu libre), contemplando como en un espejo la gloria del Señor (Su palabra), vamos siendo transformados por el Espíritu, de gloria en gloria, en la misma imagen del Señor' (2 Co. 3:16-18 - Biblia Textual).

'No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestra mente, para que comprobéis cual es la buena voluntad de Dios, que es agradable y perfecta' (Ro. 12:2).

A través de estos versos bíblicos, vamos a escudriñar las palabras conversión y transformación. Muchos hermanos en la fe se han preguntado cuál es la diferencia, o si es lo mismo ser convertidos que ser transformados. Preguntando al Señor en oración, he podido comprender que para ser transformado primero tengo que ser convertido. Tiene que existir el cambio de la mente, para la transformación de la persona. La conversión es un proceso. Comienza con el cambio mental del creyente que se entrega voluntariamente al Señor. La transformación es el crecimiento espiritual del alma, es decir, la persona convertida al evangelio. El convertido debe tener conocimiento de cuál es la voluntad del Señor y estar dispuesto a ser transformado en un hijo de Dios maduro en su alma y espíritu (Ef. 4:13). Una roca y una columna espiritual en el Cuerpo de Cristo. Como le dijo a Su profeta Jeremías:

'Porque he aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes, y el pueblo de la tierra. Y pelearán contra  ti, pero no te vencerán; porque Yo estoy contigo, dice el Señor, para librarte' (Jer. 1:18-19).

LA GLORIA DE NUESTRA CONVERSION

'...Entre las cuales (almas creyentes) estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo; a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo' (Ro. 1:6-7).

La conversión comienza con el arrepentimiento del pecado (el egoísmo). Esto es un cambio inmediato inspirado por el Espíritu Santo a la mente del creyente, por lo tanto renuncia al pecado. Pero, la completa y verdadera conversión es cuando tú acudes de todo corazón, con fe y buena voluntad,  a ser de Jesucristo y obedeces el evangelio para ser santo. Dos veces la palabra ser representan la conversión a Jesucristo y a Su sacrificio, porque El y Su obra expiatoria están contenidos en las palabras del evangelio. Entonces serás libre del viejo egoísmo por el poder del Espíritu Santo, que resucitó a Jesús de la muerte. 

Convertirse a Jesucristo es creer en El y obedecer el evangelio para nacer de nuevo. Simplemente, eso es la conversión por medio de la fe. Aquí es donde el creyente se da cuenta que tiene que elegir entre Cristo o él, entre el bien o el mal, entre el cielo o el infierno y entre el mundo o la vida eterna. El creyente verdadero se une con la Eternidad. No titubea en obedecer los tres mandamientos de Hechos 2:38: El arrepentimiento, el bautismo en el Nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibir la promesa del Espíritu Santo. 

Allí tienes los tres árboles de álamo, avellano y castaño, que fueron heridos por Jacob para su propia salvación. El álamo nos habla del alma de Jesús el Hijo del Hombre, el avellano es Su espíritu y el castaño es Su cuerpo. Su alma, Su espíritu y Su cuerpo, todo Su ser fue crucificado y sufrió por ti y por mí las heridas de la muerte (el castigo) que nosotros merecíamos por nuestros pecados. Creer en El es un vínculo con Su alma. Arrepentirse es un vínculo con Su espíritu, que se encuentra en el mandato divino del arrepentimiento. El bautismo en las aguas en el Nombre de Jesucristo es la unión con Su cuerpo sepultado. La unión con Su muerte es para ser resucitados con el poder de Su resurrección de entre los muertos y nacer de nuevo. ¡Vamos de gloria en gloria en El, por medio de El y para El...! Una gloria que recibimos del Espíritu Santo es  la conversión a Su Nombre Jesucristo (ver Ro. 10:10) en el bautismo. La gloria siguiente es el nuevo nacimiento que obra el don del  Espíritu Santo, para completar su conversión. 

'Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados' (Is. 53:4-5).

Si una persona, aun llamándose cristiana, no puede convertirse al evangelio de la Biblia es porque no ha creído en Jesucristo, no le ha aceptado con integridad, ni se ha arrepentido del pecado. El pecado es incredulidad, orgullo, necedad, auto destrucción y rebeldía que cuestiona el evangelio de Dios. Tristemente, muchos prefieren el engaño del evangelio trinitario que heredó el mundo - iglesias protestantes y evangélicas desde el tercer siglo hasta hoy, de la organización eclesiástica católica romana y sus tres levaduras en el Concilio de Nicea del año 325 d.C (leer Lc. 13:21-24). Su falso argumento es que los apóstoles, en el libro de los Hechos, interpretaron a su manera el mandamiento de convertir a las naciones por medio del evangelio que ordenó el Señor Jesucristo. Desconocen deliberadamente que el apostolado de aquellos siervos de Dios es el Ministerio de la Ascensión de Jesucristo. Por tanto no hay ninguna contradicción en el Señor, sino que esta se encuentra en sus mentes porque es lo que les han enseñado muchos hombres que se auto nombraron ministros de Dios, que jamás han sido enviados por El, porque Su Espíritu no se contradice. Así es que todos darán cuenta en aquel día al Juez Justo (ver Mateo 7:23). 

Ahora, en cuanto a la doctrina de la conversión, vemos que es un cambio humano por fe y voluntario, que nos conduce al nuevo nacimiento. La conversión a la voluntad de Dios es cuando te entregas a Jesucristo y al evangelio apostólico de la Biblia  para santificarte,  separándote de toda interpretación humana. Es la conversión que viene del Espíritu de Dios. En ella no hay controversias ni discrepancias. Las diferencias religiosas demuestran la existencia de un falso espíritu que siempre ha pretendido imitar al Espíritu Santo Verdadero (ver Jn. 14:17). Pero los escogidos no serán engañados (Mt. 24:24) porque ellos buscan la conversión genuina y rechazan continuamente las mentiras del siglo pecador del hombre, y sobre todo las doctrinas erradas del mundo - iglesias. 

La conversión es santificarnos de todo lo que es el egoísmo (pecado) del mundo, durante todo el tiempo de nuestra peregrinación en la tierra. Conversión es sinónimo de santificación. Y santificación es separación, limpieza, liberación, sanidad, salvación y consagración. Miremos muy bien, hermanos en Cristo, lo que significa para Dios la verdadera conversión y cuál es el significado correcto de Romanos 12:2. Se refiere a un esfuerzo de fe en mantener nuestro cambio mental y sentimental con respecto al mundo, tratando de mantenernos firmes en nuestra voluntad, y fuertes en el hombre interior de nuestro espíritu. ¿Cómo lo podemos conseguir...? De esta manera : Siendo llenos del Espíritu Santo y la revelación de Su palabra. Es viniendo siempre al Padre en oración, pidiéndole y tomando por fe la mente de Cristo para poder entender las Sagradas Escrituras. Hay que mantener la conversión, así como se cuidan las plantas en el jardín para que estén siempre sanas, verdes y floridas, porque el espíritu es quien lo necesita en forma permanente. Es por causa de estar convertidos a la revelación de la palabra de Dios, que poseemos el entendimiento espiritual renovado. Por tanto, el Señor nos perfecciona el entendimiento de Su palabra para que podamos colaborar a continuación con la obra transformadora de Su Espíritu, en nuestro ser (ver 2 Pe. 1:19-21). 

LA GLORIA DE NUESTRA TRANSFORMACION

 '...Vamos siendo transformados por el Espíritu, de gloria en gloria, en la misma imagen del Señor' (2 Co. 3;18b). 

Esta obra es de naturaleza divina. El convertido es  llevado a una dimensión más alta en el Reino del Espíritu de Dios, porque está santificado, nacido de nuevo y salvo.  En ese lugar supremo es donde se unen la fe y el conocimiento del Hijo de Dios en su corazón y mente, y es transformado su ser humano renacido, en forma gradual, en un varón espiritual perfecto (Ef. 4:13). El creyente convertido por el nuevo nacimiento, es un hijo de Dios con el Espíritu de Cristo, que le es dado por el Espíritu Santo (Is. 9:6). Su alma, espíritu y cuerpo son uno con el evangelio de la cruz, y ahora Cristo lo reúne con El para que pueda crecer en la misma forma humana y divina que creció Jesús el Hijo del Hombre. 

Ahora el creyente sabe lo que es ser un hijo de Dios, porque tiene al Hijo de Dios en su corazón. Puede decir como el apóstol Pablo:

'Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, El cual me amó y se entregó a sí mismo por mí' (Gál. 2:20). 

Y que tengas la mente de Cristo es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta para todos Sus hijos. Hay algo que  nos debe quedar claro : que nuestra conversión humana en hombre nuevo, y luego la transformación que obra el Espíritu Santo, es todo una obra de Gracia por medio de la cual hemos creído. Pero también, a través de Su amor, sabiduría y poder, somos colaboradores con el Señor de la conversión y la transformación de otros creyentes verdaderos. 

'Cada uno, según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme Gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme  a las palabras de Dios; si alguna ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén (1 Pe. 4:10-11).


Noviembre 2023