Páginas

Traductor

LA UNIDAD DE DIOS


La Encarnación del Espíritu Eterno de Dios en Jesús el CRISTO  es la revelación más grande de la palabra escrita en la Biblia.

“Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo…” (2 Co: 5:19).

Para los hijos predestinados de Dios es esta palabra: NO EXISTE LA TRINIDAD EN LA DIVINIDAD. No existen tres personas en Su Espíritu Divino y Eterno. (Un co-igual, un co-existente y un co-eterno). La doctrina de la Trinidad es ERROR y es FALSA. No existen tres dioses ni tres espíritus en un espíritu.

Esto estaba claro y perfectamente establecido en la doctrina de los apóstoles y en los cristianos de la Iglesia temprana. Ellos se fundamentaron en la revelación de las Sagradas Escrituras. Tenían Deuteronomio 6:4 y las palabras siguientes: “Jesús le respondió: EL PRIMER MANDAMIENTO DE TODOS ES: Oye Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor UNO ES. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento" (Marcos 12: 29-30).

Asimismo NO EXISTE LA 'UNIDAD EXTREMA' ó 'Sólo Jesús'. Jesús no fue su propio Padre. El no preexistió en la eternidad como otra persona separada del Eterno Yo Soy en ninguna forma, o como el Cristo eterno. 'La Trinidad' y 'la Unidad extrema' ('Unicidad') son doctrinas de hombres que han puesto un oscuro velo espiritual en la mente humana, una pared denominacional que no deja recibir la luz de la revelación verdadera. Esas perversiones espirituales comenzaron desde muy atrás, con la apostasía religiosa que comenzó en el primer siglo con falsos maestros, corruptos de entendimiento que le negaban Divinidad al Señor Jesucristo. El Apóstol Juan escribió:

“Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos (espíritus falsos encarnados); por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros (la cizaña); porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. Pero vosotros tenéis la Unción del Santo, y conocéis todas las cosas. No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la CONOCEIS, y porque ninguna mentira procede de la verdad. ¿Quién es el mentiroso, sino el que NIEGA QUE JESUS ES EL CRISTO (Dios manifestado en carne)? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, (la Divinidad de Jesucristo) tampoco tiene al Padre (no tiene el Espíritu Santo).  El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre” (1 Juan 2:18 al 23).

Toda esa oscuridad demoníaca se instaló en la Gran ramera y sus hijas-iglesias del hombre, y ha llegado hasta hoy como: 'sus tradiciones'. Jesús apuntó a los escribas y fariseos: “Ustedes enseñan como doctrinas, mandamientos de hombres”, porque ellos enseñaban sus propias tradiciones. Los judíos le llamaban la ley de Moisés, pero en realidad era 'un poco' lo que Moisés enseñaba y todo el resto era lo que ellos le habían agregado. Sus propias interpretaciones de la Ley. Todas las interpretaciones privadas de la Biblia engendraron y crearon cientos de organizaciones y denominaciones religiosas. Si todos los hombres recibieran UNA MISMA REVELACION DIVINA de las Escrituras, ¡¡NO HABRIA MAS QUE UNA SOLA FE…!! La revelación verdadera de la palabra viniendo de Dios, siempre le señala a todos UN SOLO CAMINO Y DIRECCION.

La primera Iglesia tenía un entendimiento perfecto de quién era Jesucristo, y cómo vino a ser como El era. Fue el diablo que intentó destruir cada revelación genuina que aquellos hermanos habían recibido de Dios. Por eso hay tanta confusión y división sobre si Dios es Uno o tres, o que si Jesucristo fue totalmente divino o no. Los teólogos llaman a la Divinidad un MISTERIO. Pero la Biblia dice: “Porque las cosas invisibles de El, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20).

Pero ¿Tú sabes lo que ellos no saben…?

La Biblia lo declara todo de tal manera, que es posible entender cada párrafo de ello completamente. Pero es únicamente por medio del Espíritu Santo de Dios produciendo la revelación. La educación no puede mostrar el conocimiento espiritual, la VERDAD que se abre con la revelación pura de la palabra de Dios

El Espíritu Eterno Yo Soy, Omnipresente (Presente en todas partes), Omnisciente (Que todo conoce) y Omnipotente (Todopoderoso), ese Gran Espíritu Supremo que amamos con nuestro corazón y le alabamos, es el Creador del Universo. El no nació, El siempre fue, no puede morir, El siempre será. 

Nadie lo puede tentar ni enfrentar. El es el Creador de toda la vida. Los cielos y sus universos fueron construidos por la palabra de Dios (Salmo 33: 6). Lo que vemos con nuestros ojos son sus pensamientos en acción. El consultó consigo mismo antes que empezara a crear (Efesios 1: 1-11). Por lo tanto en Su Gran Mente todo fue visto como un producto terminado. El nos mira como seremos, no como somos ahora, porque El nos hizo ya, nos conoce desde que nos escogió y desde que nos predestinó en el Principio.

“El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en El fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de El y para El. Y El es antes de todas las cosas y todas las cosas en El subsisten” (Colosenses 1: 15-17).

Allá en la eternidad, el Gran Yo Soy autoexistente en Sí Mismo era sin comienzo ni fin de tiempo. No había nada más que El. No había el átomo, ni molécula, ni gas, ni partícula, ni sustancia alguna. Todo era quietud y silencio. El estaba solo, en compañía de Sus Pensamientos y Su Sentir profundo,  consultando consigo Mismo y diseñando Su Gran Obra Maestra. Cuando consumó Su plan de redención reconcilió con El toda Su creación en el Logos.

El Logos fue el pensamiento del Creador autorevelado a Sí Mismo : ¡Hijo...Mi Hijo eres Tú...! (Salmo 2:7) cuando engendró a Cristo Su Hijo Unigénito en el seno de Su alma, como la Palabra de redención y vida eterna aun no expresada.

Hasta allí vemos el génesis de Cristo, el Logos del Espíritu Eterno.

Pero el Invisible habría de hacerse Visible en Cristo Su Simiente, la Palabra Original.

EL PRINCIPIO

“En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios y la Palabra era Dios” (Juan 1:1).

El comienzo de toda creación del Eterno fue Su Espíritu y Vida de Hijo en Unidad con Su Paternidad (Juan 1:18).

El Padre se autoreveló como el Unigénito y el Primogénito. En Sí Mismo creó el Espíritu de Cristo y de Filiación. El es la Palabra Original con el Gran Plan de Redención antes de la fundación del mundo. Pero todavía era pensamiento no expresado. No existía como el Hijo eterno. La preexistencia de Cristo es una falacia, porque el Eterno aun tenía que darle manifestación física a Su pensamiento en creación.

"El que es el principio, el primogénito de los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuánto agradó al Padre que en El habitase toda plenitud” (Col. 1:18).

Cristo fue creado como el Principio para ser el Primogénito  Redentor de la familia de Dios,  con la plenitud de los atributos de Padre, y de Hijo, y de Espíritu Santo.

LA CREACION

Siendo que el Eterno Yo Soy permanecería invisible, se manifestó en forma visible como la Palabra. En latín esa manifestación ha sido nombrada el  Verbo. Esto significa que el pensamiento - Logos - fue expresado en forma física visible y con voz audible como La Palabra Hablada. Se vistió con un Cuerpo angelical de naturaleza divina (teofanía),  para mostrar la Palabra creadora de todas Sus obras.

“Aún antes que hubiera día, Yo Era”  (Isaías 43:13).

La voz del Gran Yo Soy habló por medio del Cuerpo - Palabra manifestado como el Principio de toda la creación. Cristo la Simiente Original, fue la expresión física visible y audible del Espíritu Eterno.

La Palabra Hablada profética y creativa emanó a través del Cuerpo angelical del Verbo. Todo lo creado prefiguraba y anunciaba al Redentor, así como el Cuerpo del Verbo era la semejanza de Jesús el Hijo del Hombre.

Sus ángeles, los cielos de los cielos con toda su creación celestial, el espacio universal con sus astros celestes y la tierra, los creó hablando  poderosamente: ¡¡Sea la luz…!! ¡¡Sean las estrellas…!!. ¡¡Sea la tierra…!! etc. etc. (Salmo 33:6).

El Eterno hizo visible Su Palabra Hijo para mostrarse a toda Su creación, pero aun permanecía siendo el Gran Espíritu Invisible Yo Soy. 

[Nota: Las palabras Logos y Verbo, intrínsecamente significan lo mismo. Logos es el pensamiento y Verbo es la manifestación física visible de ese pensamiento, que se expresó como la Palabra Hablada a través de Su teofanía espiritual.]

"Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria del Unigénito del Padre, lleno de Gracia  y de Verdad" (Juan 1:14).

(Griego: Logos - Latín: Verbum - Hebreo: Dabar . Todos estos vocablos significan universalmente: Palabra)

El Eterno es Señor, porque consigo Mismo consultó y lo dispuso todo conforme a Su  soberanía (Ef. 1:4-5).

Es Dios, porque siendo digno de suprema alabanza, Sus seres angelicales le honraron y le adoraron (Job 38:7).

Es Padre, porque engendró en el seno de Su Espíritu a Su Hijo Unigénito-Primogénito,  juntamente con Sus hermanos escogidos y predestinados en El como toda Su familia. Es Padre también como Hacedor de toda vida celestial y terrenal (Ezequiel 18:4) .

SU HUMANIDAD

Más adelante,  en el tiempo preestablecido en el Logos,  el Eterno expresó sus atributos en el Antiguo Testamento y fue adelantando y preanunciando el misterio de Su Palabra.

Vino en teofanía y con humanidad en Melquisedec, el rey de Justicia y rey de Salem o rey de Paz, Sumo Sacerdote del Dios Altísimo, prefigurando a Cristo en Su rol de Alto Sacerdocio. Estuvo con Abraham y Sara conversando con ellos y comiendo en su tienda. Estuvo con Moisés en el monte Horeb y delante de Josué con Su espada desenvainada, en la tierra prometida.

Yo Soy declaró Su Palabra Hablada más de setecientos años antes a través del profeta Isaías: "He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel" (Is. 7:14). Cuando fue el tiempo, esa Palabra Hablada se manifestó.

Formó un cuerpo de naturaleza ciento por ciento humana en el vientre de la virgen María. El Eterno consumó con Su Palabra Hablada la encarnación del Espíritu de Filiación del Logos,  que estaba en Su Mente. Del Logos del Altísimo provino la Humanidad  del cuerpo terrenal de Jesús, que se gestó en su madre. 

Después de ser gestado, cuando nació en Belén de Judá, recibió Su personalidad humana que salió del Logos.

Allí cesaron las teofanías. Ellas fueron manifestaciones temporales de la Palabra de Dios.

"Un niño nos es nacido..." (Isaías 9:6).

El fue engendrado en el vientre de su madre por la Palabra de Dios aparte de toda intervención humana, sin el concurso de la relación física de sus padres José y María.

Yo Soy cubrió con Su Espíritu Santo el vientre de la virgen María,  encarnando en ella por Su Palabra las células embrionarias: el gen masculino y el óvulo femenino para generar el embrión de un niño, como todo otro niño de carne y sangre humana.

Jesús fue engendrado sobrenaturalmente en su madre. Tomó luego a María el trabajo de la gestación natural.

El niño fue creado por Su Padre el Espíritu Santo. Nótese: No fueron dos padres: Dios el Padre por un lado y Dios el Espíritu Santo por otro lado. Jesús no tuvo dos padres.“Yo (Uno) publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo (Uno) te engendré hoy” (Salmo 2:7). Su proceso de concepción fue un acto creativo de parte de Dios por el poder de Su Espíritu en Su Palabra Hablada.

Fue nombrado Jesús por Su Padre Celestial. Era la humanidad de Cristo la Palabra. La carne de Jesús no era Cristo, pero provino de El.  Su naturaleza humana no era un atributo Divino, sino una creación de la Divinidad. Jesús aún no era Dios, pero fue llamado Emanuel (He.: Dios con nosotros) porque era una obra absoluta del Espíritu Santo.

La ley del pecado y de la muerte que cargó en su cuerpo no pertenecía a Jesús, sino que era algo ajeno.  El pecado se transmite de generación en generación, a través de la reproducción de la naturaleza humana caída en rebelión. El origen de Su cuerpo fue inocente y puro, sin el concurso del hombre pecador. Pero antes de toda creación asumió en el Logos la responsabilidad por el pecado del mundo, para darle muerte con Su muerte en la cruz (Ap. 13:8). Por la voluntad de Dios, el pecado se materializó en El cuando fue engendrado (2 Co. 5:21). Pero nunca se sometió a su señorío en Su vida humana (Ro. 6:12-14). El es nuestro Salvador sustituto y nuestro Redentor semejante. El Mediador y el Sacrificio al mismo tiempo.

A la edad de 30 años estando Jesús en el río Jordán con Juan el Bautista, el mensajero precursor de Su Primera Venida, después de haber sido bautizado descendió sobre El el Espíritu Santo de Dios el Padre y de Cristo en la forma de una paloma. La plenitud de la naturaleza Divina se hizo carne en Jesús, con Sus atributos de redención (Jn. 1:14).

Fue la expresión visible del Padre y del Hijo Unigénito (Jn. 14:9). El Principio de toda creación, en función de Quien todo gira y existe, entró en Jesús y la Palabra se hizo carne en El.

El Espíritu Santo y Cristo la Palabra es la Divinidad que se encarnó en la Humanidad de Jesús. Entonces fue Hombre y Dios, nuestro Señor Jesucristo, con la plenitud de la vida eterna.

Los atributos - oficios - de Padre y de Hijo se incorporaron en el Cordero de Dios.
 

"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al  Verbo de  Vida (porque la Vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la Vida Eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con Su Hijo Jesucristo" (1 Juan 1: 1 al 3).

"Porque en El habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad..." (Colosenses 2:9).

En Jesús, el Espíritu Santo se hizo Uno con Su Hijo Amado y fue Cristo Jesús. 

La Unidad de Padre y de Hijo de Dios se encarnó en Jesús el Hijo del Hombre. Dios y Cristo en Jesús son Uno (ver 1 Jn.5:8).

Se dice son, porque es evidente la fusión de dos naturalezas. La naturaleza Divina se unió con la naturaleza humana de Jesús, por medio de Cristo la Palabra. El Espíritu Eterno vino a morar en la humanidad de Jesús.

"Un Hijo nos es dado" (Isaías 9:6).

El Hijo nos es dado es el Espíritu de Cristo del Gran Yo Soy en el alma, espíritu y cuerpo de Jesús.

El Amor Divino se reveló y se vistió de carne como uno de nosotros. Con esa humanidad murió por nuestros pecados y resucitó de la muerte. Glorificado ascendió, traspasó los cielos y está con toda autoridad y potestad en Su trono celestial.

El es la Diestra del Invisible, Su Padre y Nuestro Padre, Su Dios y Nuestro Dios.

Para adoptarnos como hijos de Dios con el Espíritu de Cristo en el nuevo nacimiento, Jesús Se vistió de Yo Soy y fue a partir de allí: Dios manifestado en carne.

El Eterno es la Divinidad de Jesucristo la Palabra de redención de Sus hijos.

Jesucristo es la Humanidad del Eterno. El lado Visible del Invisible. Como lugar físico y espiritual de Su morada es el Templo de Dios.

Un Solo y Unico Espíritu Divino en Unidad con el Logos Humano y Divino en el Seno de Su Alma.  Jesús dijo: "Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese" (Juan 17:5).

Por esto El también dijo:  "El Padre mayor es que yo"  (Juan 14:28).


SU NOMBRE REDENTOR


Los tres atributos que se manifiestan en la revelación del Eterno, son Sus oficios y funciones para cumplir Su gran plan de redención.

SEÑOR:     Padre Eterno
JESUS:       El Hijo del Hombre
CRISTO:    El Hijo de Dios
 
SEÑOR JESUCRISTO: El Padre, y el Hijo, y el Espíritu, tres atributos y tres funciones del Unico y Mismo Ser Supremo.
 

Padre no es un Nombre. Es el título del atributo de la función paternal.

Hijo no es un Nombre. Es el título del atributo de la función filial, como la Vida Humana y Divina de la Palabra, con el propósito de derramar Su sangre en la cruz y morir por nosotros Sus hijos, a fin de redimirnos.

Espíritu Santo no es un Nombre. Es el título del atributo y función de la Vida Eterna de Cristo, con la naturaleza filiatoria y redentiva de nuestro Señor y Salvador. 

Con la  Vida Eterna de Cristo en el alma, en unidad con Sus atributos y funciones de Padre y de Hijo y de Espíritu,  viven Sus hijos, los cuales son también Su Iglesia.

Por la Presencia de Jesucristo, los renacidos tienen el Espíritu Santo del Eterno. Renacidos de la simiente palabra del evangelio, así como Jesús nació por la palabra hablada y después fue ungido por el Verbo de Dios.

“Separados de mí nada podéis hacer…” (Juan 15:5). 

El nos perfecciona con la revelación de Su palabra y nos transforma con el poder de Su resurrección. Fue en Sus apóstoles del primer siglo que el Padre y el Hijo, en el Espíritu Santo morando en ellos (Juan 14:23) les reveló el Nombre de nuestra salvación y vida eterna.

Es el Nombre de Su Novia y Esposa, la Iglesia verdadera, encarnado al contraer enlace espiritual con el Salvador, en las aguas del bautismo en el Nombre de Jesucristo (Hechos 2:38).

Los hijos de Dios exaltan la Unidad de Dios en la Humanidad y Divinidad de Jesucristo.

El resucitó de la muerte y ascendió a Su gloria para administrar nuestra redención, conducirnos e interceder por nosotros. Amén


“E indiscutiblemente grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria" ( 1 Timoteo: 3: 16).

“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso" (Apocalipsis 1: 8).

"Porque tres (testimonios, no personas) son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo; y estos tres son uno (1 Juan 5: 7).

“ Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hch. 2:38).

Esta palabra fue el comienzo de la doctrina apostólica (verso 42) y la obediencia de los apóstoles al Espíritu Santo, que inspiró a Pedro en la predicación del evangelio a todas las naciones.  Fue la revelación de la palabra del gran mandamiento de Cristo en Mateo 28: 19 : “ bautizándolos en el (un) nombre del Padrey del Hijo, y del Espíritu Santo…” : JESUCRISTO.

“Y en ningún otro hay Salvación; porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4: 12).

Nota: Dios no es un hombre. Dios no se hizo hombre. Dios no fue hecho carne.

La Palabra se hizo hombre. La Palabra se hizo carne. Dios se manifestó en la carne.

DIOS ESTUVO EN CRISTO JESUS - EL FUE DIOS Y HOMBRE.

DIOS EN SU PALABRA EN CRISTO JESUS.