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EL JUICIO ANTE EL GRAN TRONO BLANCO


Apocalipsis 20:11, 12 y 13

"Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos".

"Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida, y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras".

"Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el infierno entregaron  los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno de ellos según sus obras".

Esta visión debe estar impresa en la mente de todos los Cristianos.  Este es el gran juicio en el que cada uno que no fue hecho parte de la Primera Resurrección, será juzgado.  Ellos deberán comparecer ante el Dios Todopoderoso Que está sentado sobre Su Gran Trono Blanco.  Este será el último y final juicio donde el pecado será completamente tratado.  Note que hay solamente Un Trono y no tres tronos.  Y usted no verá 'Tres Personas' de Padre, Hijo y Espíritu Santo sentados sobre el Trono.  Pero "Aquel que está sentado en él" no es otro que el Señor Jesucristo, a quien todo el juicio es encomendado.  La Plenitud de la Divinidad está investida en El.  El tiene la autoridad absoluta del Espíritu Eterno a sentarse sobre el Gran Trono Blanco como el Juez Supremo.

En esta visión el Apóstol Juan vio no solamente el Gran Trono Blanco y al Unico Todopoderoso sentado en él, pero también la tierra y el cielo desaparecidos de Su presencia. Esta escena marca la disolución de la tierra y sus cielos (la atmósfera).  Su presente estado corruptible será transformado a uno glorioso e incorruptible.  Todas las obras de la mano del hombre desaparecerán de la vista de Aquel Todopoderoso sentado sobre el Trono.  Todos los restos del pecado serán quemados.  El Apóstol Pedro advirtió de este inminente juicio en su epístola:  "Pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos".  "Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche, en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos siendo quemados, se fundirán!  Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia". (2 Pedro 3:7,10-13).

La Segunda Resurrección

Después de que la disolución del cielo y la tierra había tenido lugar, Juan vio también "los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios;...Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el infierno entregaron los muertos que había en ellos".  A diferencia de aquellos que ya habían sido resucitados en la Primera Resurrección, todos los que una vez vivieron y murieron, deberán salir de sus tumbas y comparecer ante el Juez Que está sentado sobre el Gran Trono Blanco.  Esta es la Segunda Resurrección - donde la Segunda Muerte tiene el poder de reclamar algún alma cuyo nombre no está escrito en el Libro de la Vida.

"Y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras".  Note que "los muertos fueron juzgados...de acuerdo a sus obras" y no en cualquier otra cosa.

Versos 14 y 15:

"Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego.  Esta es la muerte segunda".

"Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego".

La Segunda Resurrección es la resurrección que el Apóstol Pablo trató de evitar cuando dijo: "Si por alguna manera llegase a la resurrección (la anterior, o temprana resurrección) de entre los muertos" (Fil. 3:11 - Texto griego).  El buscó ser parte de la Primera Resurrección porque:  "Bienaventurado y consagrado es el que tiene parte en la primera resurrección, la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años".  En la Segunda Resurrección, la Segunda Muerte tendrá el poder para reclamar la "vida" debido a la afirmación "y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego".  Pero, todo aquel cuyo nombre está escrito en el Libro de la Vida tiene Vida Eterna.  Este es un hecho que nadie puede negar. Esta es la resurrección donde dos grupos de personas comparecerán en juicio, y un grupo tendrá que tener vida eterna y el otro se enfrentará con la segunda muerte.  Es la resurrección general de la que Jesús habló cuando El dijo:  "No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección  de vida;  mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación" (Juan 5:28-29).  Los muertos serán juzgados de acuerdo a sus obras que están registradas en los libros de las obras y todos aquellos cuyos nombres no están escritos en el Libro de la Vida deberán entonces ser arrojados dentro del Lago de fuego.

Pero ¿quiénes son aquellas personas cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida? Ellos son los Elegidos que tienen una cierta FE relacionada con Dios y Su Palabra. Para un entendimiento, demos una mirada a Cornelio.  Cornelio era un hombre que no adoraba ídolos, pero era alguien devoto y temeroso de Dios (ver Hechos 10).  Como un Gentil, él obviamente no sabía acerca del Dios de Abraham, de otra manera él se hubiera circuncidado y sido prosélito del Judaísmo.  Sin embargo,  Dios le mostró Su Gracia a Cornelio y le dio el Evangelio.  Cornelio fue hecho una persona bienaventurada.  Para otros que no tienen este privilegio porque viven fuera del ámbito de las tierras del tiempo Bíblico, la elección de Dios sigue en pie (Rom. 9:11 - ver 11:2-8).  Leer Génesis 18:25; Prov. 11:18,19,30; 14:32; Salmos 58:11 y 112:5-7).

Sin embargo, entre quienes tienen una Fe relacionada con Dios,  hay muchos cuyos nombres serán borrados y eliminados; porque algunos se han vuelto de Dios hacia los ídolos (Exodo 32:30-34;  Ezequiel 3:20; 18:24,26; 33:18), otros han rechazado al verdadero Mesías en quien decían haber creído (Salmos 69:21-28); y aquellos que, en el transcurso del tiempo, rechazarán la Palabra de Verdad y rendirán homenaje a la Bestia y a su Imagen (Ap. 13:8). Considere las palabras de Jesús:  "No todo el que me dice:  Señor, Señor, entrará en el reino del cielo; pero el que hace la voluntad de mi Padre es quien entrará en el cielo.  Muchos me dirán en ese día,  Señor, Señor,  ¿no hemos nosotros profetizado en tu nombre? y en tu nombre ¿no echamos fuera demonios? y en tu nombre ¿no hicimos muchos milagros? Y entonces Yo les diré:  Nunca os conocí, apártense de mí obreros de iniquidad" (Mateo 7:21-23).

Ahora, considere esta pregunta de Pablo:  "Habéis recibido el Espíritu Santo DESDE que creísteis?"  (Hechos 19:2).  Pablo se estaba dirigiendo a los creyentes del Evangelio. Ciertamente, fueron muchos creyentes del Evangelio a través de las edades, que nunca recibieron el Espíritu Santo.  Ellos creyeron el Evangelio, se arrepintieron de sus pecados, y fueron santificados por el Espíritu, pero no tuvieron la PRESENCIA INTERIOR del Espíritu Santo (ver Juan 14:17; Marcos 1:15; Juan 1:12-13; 20:31; Rom. 10:8-13).  Sin la presencia interior del Espíritu, muchos fueron carnales como Himeneo, Fileto y Alejandro.  Ellos se alejaron y blasfemaron de la Verdad de Dios (1 Tim. 1:20; 2 Tim. 2:17 - ver Heb. 10:38-39; 1 Cor. 3:1).  Sí, como Judas Iscariote, muchos fueron ungidos;  como los antiguos adoradores que ofrecieron sacrificios por sus pecados,  muchos fueron justificados; y como vasos sucios que fueron limpiados, muchos fueron santificados; pero ellos no recibieron el Espíritu Santo.  No fueron llenos con el Espíritu Santo.  Por lo tanto,  serán juzgados de acuerdo con sus obras (ver 1 Cor. 10:11-15), y a quien fue hallado escrito en el Libro de la Vida le será dada Vida Eterna "para que el propósito de Dios de acuerdo a la elección permaneciese" (ver Rom. 9:11). Y este grupo que es redimido y tiene vida eterna, también ha de tener cuerpos inmortales.  Ellos serán parte de esa SANTA CIUDAD, LA NUEVA JERUSALEN que está revelada en las palabras de Pablo:  "Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, a Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación [Gr.: "paneguris" toda la asamblea] de la iglesia [Gr.: "ekklesia"] de los primogénitos que están escritos en el cielo, a Dios el Juez de todos y a los espíritus de los justos hechos perfectos" (Heb. 12:22-23).  Sin embargo, ellos son de menor rango en el Reino eterno de Dios.

"Y la muerte y el infierno fueron lanzados al lago de fuego.  Esta es la muerte segunda".  La muerte y el infierno (el lugar o el estado de las almas de los difuntos) serán quemados.  Ellos serán eliminados de esa manera.  Ya no habrá más infierno porque ya no habrá más muerte.  Serán aniquilados.  Esto marca el fin de todos los enemigos de Dios - Satanás, los espíritus del mal, el pecado, el infierno, la muerte, etc.  ¡Bendito es el Nombre del Señor!

Después del Juicio ante el Gran Trono Blanco, el tiempo cesará, mientras la eternidad comience.  Recuerde que el Señor Jesús nunca ha sido el Hijo Eterno de Dios.  El es el Unigénito Hijo de Dios.  Como tal, el ministerio de Filiación tiene su fin, así como tuvo su comienzo.  Habiendo cumplido todo lo que ha sido escrito de El, Jesús ahora encomienda el Reino redimido de regreso al Espíritu Eterno - el Padre Celestial - para que el PADRE pueda ser todo en todos así como fue en el principio.  "Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia.  Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas.  Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos" (1 Cor. 15:24-28 - ver 1 Cor. 11:3). 

Cuando la Era Eternal transcurra con el Cielo Nuevo y la Tierra Nueva, Jesucristo entonces tomará Su lugar a la cabeza de la familia de los hijos de Dios como el Mayor, el Primogénito entre muchos hermanos (ver Rom. 8:29; Ef. 5:23; Col. 1:18).  Sí, nosotros somos "herederos de Dios, y co-herederos con Cristo" (Rom. 8:17).  Jesucristo siempre será nuestro Señor, aunque El Mismo estará sujeto a la Autoridad del Dios Todopoderoso.  Como hijos e hijas de Dios, nosotros somos Sus hermanos y hermanas.  Cada uno de nosotros tendrá una posición real en el Reino Eterno de Yahwéh en nuestro reinado junto con el Señor Jesucristo.