Páginas

Traductor

LA FE DE JESUCRISTO



Doctrina de la fe en Dios


"Por tanto, dejando la palabra del comienzo en la doctrina de Cristo vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, y de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, y de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos, y del juicio eterno. Y esto haremos a la verdad, si Dios lo permitiere".
 
(Hebreos 6: 1-3)

Estas palabras nos dan una visión sobre la condición de inmadurez espiritual de los cristianos hebreos de la primera Edad. Nos explican por qué el espíritu de apostasía comenzó a infiltrarse en la Iglesia primitiva: 

"Por cuanto os habéis hecho tardos para oír."..."Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo..." (Heb. 5:11-12).

Más de veinte años habían transcurrido desde el día de Pentecostés, cuando fueron "llamados por Dios a ser salvos de esta perversa generación" a través del apóstol Pedro (Hch. 2:40). Jesús había dicho que muchos son llamados, pero que pocos son los elegidos. Muchos pudieron creer, pero pocos pudieron crecer. ¿Por qué pudo suceder tal cosa y continuamente fue así en todas las Edades de la Iglesia, hasta hoy...?

La Biblia nos dice claramente la diferencia que hay entre la fe de Jesucristo y la fe humana. Debemos examinarnos a nosotros  mismos para ver cómo creemos y si estamos en la verdadera fe.

LA FE NATURAL

Le llamamos fe a la cualidad natural de creer en algo o alguien que no vemos y no tocamos físicamente. Esta capacidad terrenal hace que aún el ateo tenga fe y crea. Parece una contradicción, pero no lo es. El tiene fe y cree rígidamente en sus opiniones. Se aferra a su yo corporal, y hasta se ama y se adora. El es 'su propio dios'. Aunque sostiene sus argumentos sin ningún fundamento absoluto y perfecto, aún así él los cree. Esa es  la fe en sí mismo,  pero en realidad es una fe pervertida. Otro ejemplo de fe humana natural es creer que al viajar en aviones zurcando los cielos se puede llegar al destino deseado. Pero, el asunto delante del Señor es que la interpretación humana de la palabra de Dios no es la fe de Jesucristo

Desde el comienzo de la humanidad en el huerto del Edén, Adán y su mujer recibieron en sus almas una fe natural en Dios, que estaba limpia y pura. Fue la criatura llamada serpiente, de Gn. 3:1, quien pervirtió esa fe natural que estaba ungida con la fe de Dios.  Sí, la serpiente era un creyente natural como sus antepasados. Ellos creyeron en el mundo espiritual de las tinieblas, le rendían culto a los muertos, tenían rituales de adoración a las cosas creadas y a la sexualidad. Fueron seres vivientes poseídos por los ángeles caídos y controlados por el diablo. Hay muchas pruebas arqueológicas visibles de lo que hacían y restos fósiles de aquella criatura hijo de la tierra, que ya había existido en la primera creación de Dios, (en la era que llamamos Prehistoria). La simiente descendiente de aquella especie prehistórica fue llamado (simbólicamente)  serpiente por Adán. Esta criatura fue hecha por Dios en la primera creación, y apareció nuevamente sobre la tierra en el sexto día de la re -creación, en el nivel más alto del reino animal (ver Gn. 1:25). Ha sido identificado por la antropología como el homo sapiens y la ciencia humana lo ha llamado erróneamente hombre, por sus características mentales y físicas. Pero el Espíritu Santo nos revela a Sus hijos lo que está escondido en la Biblia a los sabios y eruditos en teología intelectual.

El verdadero hombre fue hecho a imagen y semejanza del Creador en el reino espiritual (Gn. 1:26-27), antes de su aparición física en la tierra. El fue un hombre espíritu provisto con la fe de Dios en el alma, porque era Su hijo. Contenía, al mismo tiempo en su espíritu, la masculinidad de Adán y la femineidad de quien sería su mujer. En esa etapa aún no había sido hecho su cuerpo físico, el cual fue creado por Dios posteriormente del polvo de la tierra (ver Gn. 2:7). Adán fue el gobernador espiritual de la creación terrestre antes de tener cuerpo físico (Gn. 1:28-29). Cuando Dios unificó su espíritu con su cuerpo, él continuó ejerciendo esa posición y función para la que fue creado, hasta su caída.

El serpiente (se puede decir el, porque era de sexo masculino) es el 'eslabón perdido' entre los primates y el ser humano. Esta criatura no tenía un alma humana. No pertenecía a la familia de los hijos de Dios. Su alma era de naturaleza animal y terrenal (Gn. 3:1). El alma del hombre es la naturaleza y personalidad del espíritu humano hecha a la imagen de Dios (Gn. 1:26-27). Esto nos distingue y diferencia del alma animal, lo cual no es un ser humano sino una criatura terrestre del Creador. El alma - espíritu de aquella criatura era racional, semejante al hombre. Fue un ser viviente con pensamiento, lenguaje, habilidad y fuerza física, hecho para ser un labrador de la tierra y siervo de Adán, quien era el gobernador de la creación terrestre. Así fue creado por Dios, y serpiente fue el nombre con que lo llamó Adán (Gn. 2:19).

El término serpiente hace referencia a su sagacidad intelectual, fuerza física y vocación religiosa. Adán tuvo revelación profética suficiente para discernir las obras oscuras de los ancestros de esa criatura y sus vínculos con la "serpiente antigua que se llama diablo y Satanás", que engaña al mundo entero (Ap.12:9). La serpiente era la cabeza y el ser más importante del reino animal. Físicamente, como una criatura del campo (el mundo circundante) tenía su cuerpo semejante al de Adán en su constitución orgánica y en su forma externa. Era un ser viviente erguido que se conducía en forma vertical sobre dos pies, de acuerdo a Gn. 3:14. Pero en lo interior, su alma era terrenal sin la imagen de Dios que tenía el hombre. Es decir, Adán era de arriba. La serpiente era de abajo.

La Biblia nos muestra que la vida humana comenzó con Adán hijo de Dios, sobre la tierra recreada y no antes en la primera creación prehistórica, donde existieron los antepasados de la serpiente llamados científicamente 'hombres prehistóricos' y también muchos animales gigantescos.

Inspirada por la posesión del diablo, las palabras perversas de la serpiente introdujeron el pecado en la mente de la mujer (Gn. 3:1-6)El pecado es el egoísmo. Fue el yo  de Satanás, que vino para establecer un imperio político-religioso-militar-materialista y demoníaco mundial. Eva, engañada en su razonamiento humano, fue impulsada a pervertir la revelación que tenía de Dios, Su Padre. La pervirtió cuando se unió con su mente al razonamiento de la serpiente, a través del cual hablaba el diablo. Santiago dice en su epístola que eso es  la "sabiduría animal, terrenal y diabólica"  (St. 3:15).

Allí se produjo la mezcla (hibridación) de la fe natural que fue puesta en su alma con la palabra del serpiente. Y dejó a un lado la palabra que Dios le dio en Gn. 2:16-17. Ella recibió otra fe diferente y engañosa, a través de la corrupción de su mente humana. La mente es el árbol de la ciencia del bien y del mal, el cual estaba junto al árbol de la Vida en el espíritu y cuerpo del hombre y su mujer (Gn. 2:9).  (Leer en este ministerio la doctrina de 'Las dos leyes del Edén'). El mensaje de la serpiente introdujo un conocimiento pervertido en la mente de Eva y así se corrompió el árbol del razonamiento humano. Entonces, la mujer cayó en transgresión doble: en primer lugar, cometió fornicación y adulterio espiritual contra la palabra de Dios, en su unión mental con el diablo. Ella recibió el pecado y  la perversión de su fe en Dios por las palabras que esa criatura colocó en su mente. En segundo lugar, la mujer cometió fornicación y adulterio físico con la serpiente. Eva no comió una manzana.

Primero 'comió' mentalmente al creer la mentira oculta en las palabras de satanás, y después 'comió' físicamente el acto sexual corrompido (inmoral) con aquel ser viviente, la serpiente. Este acto fue el pecado original, el fruto del árbol caído que no debía comer. Eso es la desobediencia a Dios que la mujer cometió en forma práctica. El fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal (después que este fue corrompido por satanás) fue la fornicación, el conocimiento sexual solo para placer carnal, "y dio también a su marido, el cual comió así (de la misma forma) como ella" (Gn. 3:6b). La consecuencia fue la muerte espiritual, o sea, la separación del árbol de la Vida, el cual era Cristo la Palabra de Dios. Entonces, la ley del pecado y de la muerte se hizo carne en el cuerpo humano (Ro. 7: 23; 8:2).

LA FE NATURAL RELIGIOSA

Ya separado de la eternidad, ¿qué tuvo el hombre desde allí en adelante con respecto a Su Creador? La respuesta es:  nada más que una fe religiosa, es decir, una fe natural mezclada con diferentes creencias por depender de su razonamiento humano caído en el pecado. El propósito del Creador era que Sus hijos dependieran del árbol de la Vida, para que el funcionamiento de su razonamiento humano no fuera carnal, sino que fuera espiritual, perfecto, unido a Su mente de naturaleza divina.

Por causa del pecado presente en sus almas, Dios tuvo que cerrar al hombre hasta hoy el acceso al huerto de Su Espíritu y a Cristo el árbol de la Vida. Ha puesto Sus apóstoles, los guardianes que empuñan la espada de la revelación divina para defender y administrar el camino del evangelio, que conduce al Hijo de Dios (Gn. 3:23-24; Hch. 3:19-20; 5:32).

"Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la Vida, y para entrar por las puertas en la ciudad" (Ap. 22:14).  

El 'evangelio' falso de la serpiente instaló la ley del pecado y de la muerte en la naturaleza humana, con la incredulidad, la soberbia y la rebelión contra Dios. Todos los atributos espirituales del ángel caído, el espíritu maligno que inspiró a la serpiente, estaban encarnados y unidos con la sensualidad de aquella bestia.

También físicamente, además del pecado, envejecimiento y muerte, se incorporó la naturaleza animal de la serpiente (naturaleza serpentina) en todo la humanidad, a través del inter-matrimonio de los hijos de Dios con las hijas de los hombres descendientes de Caín (ver Gn. 6:1-2). Por eso, claramente vemos en los capítulos 3, 4 y 5 del Génesis que Caín no fue hijo de Adán, quien era hijo de Dios. No se encuentra en la genealogía de Adán. Su padre terrenal fue el serpiente y satanás fue su padre espiritual. El tuvo características criminales porque fue un híbrido entre bestia y mujer humana, que mató por envidia a su medio hermano Abel (Leer 1 Jn. 3:10-12). 

[Nota: Los hijos de Dios que se mezclaron con las hijas de los hombres, eran seres humanos descendientes de Set que se unieron físicamente con las mujeres cainitas. Es absolutamente falso que los hijos de Dios hayan sido ángeles caídos, porque estos no pueden procrear].

Y juntamente con Caín apareció la religión del hombre. El también presentó su propia fe natural religiosa, cuando le trajo como ofrenda a Dios un culto sin revelación divina. Este mismo culto lo practican todas las personas  religiosas sin la mente de Cristo.  La fe religiosa prosperó con los descendientes de Caín que fueron Cus y Nimrod. Fueron los hombres que fundaron el ocultismo, una religión oscura que adoraba a los demonios en la torre de Babel (Gn. 11:4). Habían entrado en el reino de las tinieblas, al que le llamaban 'cielo' y pretendieron dominar a la humanidad. Allí comenzó el funcionamiento de la mujer de satanás 'MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA' (Ap. 17:5). Fue la organización político - religiosa gestora y precursora de todas las iglesias denominacionales del mundo, que predican y enseñan perversos credos, dogmas y tradiciones para usurpar, torcer y confundir la revelación que Dios le dio a Su familia, para que creamos con fe verdadera.

LA FE VERDADERA


Toda palabra de las Sagradas Escrituras que Dios nos revela por medio del Espíritu Santo a Sus hijos, constituye la fe de Jesucristo. Su fe es revelación de naturaleza divina, que convierte nuestra fe humana en fe verdadera. "Porque por Gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros; pues es don de Dios" (Gál. 2:8). Esta fe no es la fe religiosa del mundo -iglesias, la cual es una mezcla de conocimientos de la mente humana caída, los sentimientos y la estructura cultural de cada uno. 
El don de Dios es fe sobrenatural que proviene de la revelación de Su  palabra. Es una porción de vida divina en el corazón del creyente que la recibe.

"Porque en el evangelio, la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo en Su fe vivirá" (Ro. 1:17 ; Hab. 2:4).

El Gran Regalo dado por Gracia a los predestinados es la fe de Jesucristo, para el ejercicio de la fe en Dios Eso significa  Su fe en Habacuc 2:4. El crecimiento espiritual del creyente renacido se produce de gloria en gloria. Es decir,  de revelación en revelación,  a través de la fe de Jesucristo que nos revela Su palabra.

¿QUE CLASE DE FE ESTAMOS APLICANDO?

En aquella ocasión de la tempestad tan grande en el mar, cuando las olas cubrían la barca,  los discípulos clamaron aterrorizados de miedo y le rogaron a Jesús: Señor, sálvanos que perecemos...! Ellos mostraron un creer en su Maestro, y pensaron que El podía hacer algo urgentemente. Ellos creían, pero ¿cómo creían...? Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aún los vientos y el mar le obedecen? (Mt. 8:23-27).

Las circunstancias los estaban envolviendo y superando. Ellos tenían una fe a la que Jesús calificó como poca fe. Esa es también la fe actual en Dios, de la gran mayoría de las personas llamadas cristianas. Cada uno llega en su peregrinar humano hasta donde ha entendido, mezclado con ideas y conclusiones religiosas de hombres. En realidad es un oído débil y rudimentario para la comprensión espiritual del Reino de Dios.

Estos tiempos actuales de gran apostasía, oscuros y tormentosos, pueden perturbar a los discípulos de la Biblia. Pero no lograrán reducir jamás al Espíritu de revelación de la palabra de Dios para Sus hijos, porque Jesucristo está presente y revelando Su palabra a ellos en esta Hora Final.

LA NECESIDAD DE REVELACION

Más adelante, después de Su resurrección, "Dos de ellos iban caminando hacia una aldea llamada Emaús, mientras iban hablando y discutiendo entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido, sucedió que Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. MAS LOS OJOS DE ELLOS ESTABAN VELADOS, para que no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y porqué estáis tristes?".

En Lucas 24, desde el versículo 18 hasta el 24 inclusive,  ellos  testificaron su clase de fe en el Señor Jesucristo. Ciertamente lo confesaron y aun lo predicaron:

"Jesús nazareno, varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron".

Y continuaron expresando su propia fe al  forastero que los acompañaba, en un apesadumbrado relato:

"Pero nosotros esperábamos que El era el que había de redimir a Israel ; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido.

Aunque también nos han espantado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que El vive. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a El no le vieron.

Entonces El les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas , y entrara en su gloria?

Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de EL decían. Llegaron hasta la aldea adonde iban, y El hizo como que iba más lejos.

Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió y les dio.

Entonces LES FUERON ABIERTOS LOS OJOS, y le reconocieron; mas El se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?".

¡Oh, Gloria al Cordero! ¡Solamente Su fe nos puede revelar las palabras de la Biblia y las puede convertir en espíritu y en vida a nuestras almas, en este peregrinar que vamos andando por el camino de la vida terrenal!  Amén

"Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, que decían: Ha RESUCITADO el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan".  

Y les dijo (v. 44):  "Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras" (Lc. 24:13 al 35 y vs. 44-45).

Les quitó el velo de su espíritu para poder revelarles Su palabra escrita.

LA FE DE JESUCRISTO

"Entonces oído esto, fueron compungidos de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Y Pedro les dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo." 

"Así que, los que recibieron su palabra, fueron bautizados; y fueron añadidas a ellos aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles..., Y todos los que CREIAN estaban juntos; y tenían todas las cosas en común" (Hch. 2: 37, 38, 41, 42,44).

La palabra hablada por el apóstol Pedro en el día de Pentecostés y después la palabra de doctrina apostólica durante aquella Primera Edad, bajo la unción del Espíritu Santo, introdujo la fe de Jesucristo en todos los que estaban ordenados para ser salvos.

El Señor estaba cumpliendo Su promesa. "No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis (revelación); porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis (revelación) que yo estoy en mi Padre, y vosotros EN MI, Y YO EN VOSOTROS. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él." (Me revelaré a su persona - Jn. 14:18-21).

La fe de Jesucristo es la revelación de la palabra de Dios a nuestro corazón.
 

La fe de Jesucristo es la fe apostólica del Reino de Dios. Esa fe no se puede manufacturar, por mucho que el hombre y su teología  ha tratado de imitarla.

Cuando El habla Su palabra se manifiestan la fe y la mente de Su Espíritu Vivificante. Jesucristo nos da Su creer y Su Propio entendimiento de la palabra escrita. La fe verdadera es la revelación profética de Su palabra.

Muchos hermanos de la Iglesia temprana, cuando fueron probados para ser madurados en la fe que habían recibido a través de la palabra impartida por los apóstoles y profetas del Nuevo Testamento, no pudieron superar la tentación del espíritu del anticristo. Fueron seducidos por un espíritu falso llamado nicolaísmo que primero fue una idea sobre los discípulos.  Después se convirtió en doctrina y luego se estableció como un clero sacerdotal sobre las almas de los creyentes, hasta llegar a ser, por último,  el Papado romano. Así se marchitó aquella unidad fraternal, el primer amor de los discípulos de la Edad de Efeso, porque se alejaron del ministerio apostólico (leer Apocalipsis 2: 1-7).


La fe - revelación que habían recibido fue mezclada con la mentira disfrazada como algo bueno y necesario, la cual fue enseñada por lobos rapaces vestidos de ovejas que devoraron al rebaño. Entonces, ya no tuvieron la fe y el amor perfecto de Cristo Jesús que poseyeron Sus apóstoles y discípulos en los primeros tiempos de aquella Edad de Efeso. Se fueron mudando poco a poco a otras fés, con la que habrían de apostatar durante 1900 años, hasta hoy. Esta Edad de Laodicea es la más oscura de todas las Edades cristianas. Laodicea quiere decir: 'los derechos humanos' y en nombre de ello, hoy está permitido todo lo inmundo, lo falso y lo perverso.

Algo sutil y fascinante los había contaminado al comienzo y después los atrapó. El razonamiento religioso los había hecho tardos para procurar obtener el Espíritu de sabiduría y de revelación del Señor Jesucristo. Eso impidió su discernimiento, crecimiento y fortaleza espiritual. Fue justo en el momento que  Cristo, mediante sus apóstoles, profetas y maestros, los estaba llamando al perfeccionamiento de su entendimiento de la palabra para la obra del ministerio, para crecer en la fe y en el amor de Cristo y obtener la madurez del varón perfecto, creado conforme a la imagen del Hijo de Dios  (Ro. 8:29; Ef. 4:13).

Podemos ver que su progreso espiritual quedó interrumpido por su propia fe humana en doctrinas falsas. El espíritu anticristo de satanás que se manifestó al principio en el huerto del Edén a través de la serpiente, es el mismo espíritu de fornicación y adulterio espiritual que engañó y sedujo, a través de hombres perversos, a la Iglesia del Señor Jesucristo en las Siete Edades de la dispensación del evangelio a los gentiles.

Aquella antigua religión errada y fragmentada de profetas y maestros falsos, es la llamada fe en Dios que se conoce hoy en el mundo iglesias, la cual no es absolutamente la fe original de Jesucristo. Es la fe del hombre, teología humana sin revelación divina. Aunque las personas sientan algo y se emocionen, saben que no pueden vivir y andar en el Espíritu de Cristo. El es el Reino de Dios y Su Justicia. Necesitan llegar a la revelación de Jesucristo, lo cual es la manifestación de la fe del Hijo de Dios en nuestras almas (ver Gálatas 2:20).

"El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo,  tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida" (1 Jn. 5:10-12).

Querido lector: Si eres un creyente genuino y estás consciente del error, debes arrepentirte y aborrecer toda clase de creencias y conocimientos religiosos del nicolaísmo y del balaamismo babilónico. La fe religiosa es adúltera contra Cristo el árbol de la Vida.

La indulgencia y aceptación del error es unión con el espíritu anticristo de la apostasía. Tal clase de unión es fornicación espiritual. Debes discernir la operación del espíritu misterioso de Babilonia, "Madre de las fornicaciones y de las abominaciones de la tierra" del cual nos habla el Señor Jesucristo en Apocalipsis 17:5.

Los espíritus anticristo del nicolaísmo, del balaamismo y del romanismo han producido la apostasía, la inconsciencia y el sueño que causa la embriaguez religiosa. Sutilmente, el anticristo impregnó el espíritu de Eva en el huerto y a la Iglesia temprana del primer siglo, llevándolos a la transgresión de la palabra de Dios y a la caída. Esa caída los llevó a la muerte. Fue penetrante y envolvente la fuerza del engaño. Nubla, retarda y debilita todos los sentidos del alma y del espíritu. Es como la condición del que está ebrio.

"Con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación" (Ap. 17: 2).
  
¿Puedes recibirlo...?  Es tan clara la amonestación del Espíritu Santo: 

"...por cuanto os habéis hecho tardos para oír"  (He. 5: 11).

Significa ser débiles y pobres en la fe por no tener revelación divina. Esta es realmente una triste y lamentable condición que lleva al creyente a ser cautivo de la carnalidad y esclavo de la mundanalidad,  porque no tiene autoridad ni potencia contra los apetitos de la carne. La consecuencia de la inmoralidad allá en el huerto fue la muerte espiritual y física. El Espíritu Santo no puede respaldar al desobediente y este queda indefenso y expuesto a las tinieblas de afuera.


El Reino de Dios solo es dado al corazón de los que obedecen el evangelio de Hechos 2:38. Muchos cristianos han aceptado esta palabra bíblica, pero necesitan la revelación para  poner el fundamento en sus almas. El fundamento es Cristo, la Persona del evangelio, la Vida y el Espíritu de revelación de la palabra de Dios. Por eso deben apartarse y santificarse de la teología religiosa del hombre en el cristianismo evangélico tradicional. Jesucristo no está allí, lo han dejado afuera (leer Ap. 3).  Pero conoce a los Suyos y está dispuesto a entrar en sus corazones para revelarles Su palabra y ayudarles a poner el fundamento de Su fe si abren su puerta cerrada, la mente religiosa estructurada en sus propias opiniones y creencias.

La puerta (mente) del cristiano desobediente, a causa de sus propios puntos de vista, está cerrada para Jesucristo pero está abierta para recibir cualquier enseñanza falsa y el ladrón se transforma en usurpador y habitante de su corazón (la casa). ¿Cómo queda el alma que es la personalidad del creyente débil e infiel...? : No solo queda cautiva en su propia casa, pero tampoco puede crecer y madurar porque su espíritu permanece estancado en la niñez de la primera infancia, donde solo recibe leche y no puede digerir el alimento sólido, ni asimilar la comida fuerte de la sana doctrina.

El peligro inminente es la muerte espiritual con sus múltiples consecuencias. Ver en la epístola a los Gálatas cómo los resultados de su poca fe y falta de revelación fueron la cautividad de espíritus de error, mentira y desobediencia. La única vía de escape y salvación es la verdad de la palabra de Dios, que imparte al alma la libertad de la fe de Jesucristo.

Jesucristo está en Su palabra. El dijo: "Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres".  "Así que si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Jn. 8:31,32,36).

Sin el alimento de la revelación divina, para un crecimiento vigoroso y fuerte del espíritu del creyente renacido, no es posible la obediencia, la fidelidad ni la sumisión al Reino de Aquel a Quien decimos: "¡Señor mío y Dios mío!".

LA FE QUE PERFECCIONA

"Es pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven" (Heb. 11:1)

"Por tanto nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, dejando todo el peso del pecado que nos rodea, corramos con paciencia la carrera que nos es propuesta" (Heb. 12:1).

"Puestos los ojos en el Autor y Consumador de la fe, en Jesús; el cual, habiéndole sido propuesto gozo, sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza, y se sentó a la diestra del trono de Dios" (Heb. 12:2).

La Esposa de Cristo posee la fe de Jesucristo. Ella está firme y sabe que es la única fe que la perfecciona en el conocimiento del Hijo de Dios, para su transformación espiritual en un varón perfecto.

"Un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todas las cosas, y por todas las cosas, y en todos vosotros". 

"Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo" (Ef. 4: 5, 6,13).