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EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO - Doctrina del Nuevo Nacimiento

 

Parte 1

'Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho' (Jn. 14:26).

La enseñanza de la palabra de Dios es la lluvia temprana que el Hijo de Dios está enviando al Cuerpo de Cristo en toda la tierra, para perfeccionar tu entendimiento espiritual. El ministerio de Efesios 4:11 es para tu crecimiento y madurez, 'hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo'  (Ef. 4:13).

¿Cómo es posible que todos los miembros del Cuerpo sean uno y hablen las mismas palabras  de doctrina del Hijo de Dios, alcanzando el nivel espiritual que El tuvo en los días de Su carne?  Esto solo es posible por medio de la mente de Cristo. Su Fe nos ha sido dada a los santos de una vez y para siempre, porque El es la Cabeza del Cuerpo (Jd. 1:3). 

'Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos'  (Ef. 4:1-6).

Si gobierna la Cabeza, el querer y sentir de Su corazón fluirá en cada miembro del Cuerpo de Cristo.  El Espíritu de sabiduría y de revelación del Señor Jesucristo es 'para alumbrar los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo' (Ef. 1:17-23).

EL FUNDAMENTO DE LA IGLESIA VERDADERA

La Segunda Venida de Cristo ha comenzado en forma espiritual en el siglo 20, con la llegada de la Voz de Aclamación antes del rapto de Su Iglesia (Mt. 25:6 y 1 Tes. 4:16). Es el mensaje del Hijo de Dios anunciado a través del séptimo ángel de Ap. 10:7, el profeta William M. Branham.  Este mensaje contiene la revelación del fundamento que los creyentes deben poner en sus vidas:

1) Dios es UNO, no tres. Su Plenitud divina en Cristo se encarnó en la humanidad de Jesús (Jn. 1:14,18). 

2) Arrepentimiento, bautismo en agua en el Nombre de Jesucristo para perdón de los pecados y recibir el don del Espíritu Santo (Hch. 2:38).

3)  La Fe Apostólica: Doctrina de las Sagradas Escrituras por el Ministerio quíntuple de Jesucristo, encarnado en Sus apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros (Hch. 2:42 y Ef. 4:11-12).

El Espíritu Santo nos reveló el  fundamento en la palabra que le fue dada al apóstol Pedro, cuando él dijo:  'Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente', y Jesús le respondió: '...mi Padre te lo reveló, Simón, hijo de Jonás...y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos  y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos' (Mt. 16:16-19).  Después, en el día de Pentecostés, Pedro lleno del Espíritu Santo con las llaves de sabiduría, de autoridad y de poder prometidas por Jesús, abrió las puertas del reino de los cielos que son las siguientes palabras del evangelio:

'Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo' (Hch. 2:38).

'Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones' (Hch. 2:38,41,42).  

Estos son los pilares espirituales de Cristo la Roca prometida, sobre la cual está edificada la Iglesia de los renacidos (Ef. 2:20). El elegido de Dios que ha sido engendrado por la palabra del evangelio, también debe consumar su nuevo nacimiento completo y experimentar al fundamento en su corazón. Y esto es cuando Jesucristo, la Persona del evangelio surge y resplandece como el Sol de Justicia en nuestra alma-espíritu y cuerpo (ver 2 Pe. 1:19).

EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO

El Espíritu Santo guía con benignidad a la persona humana a oír el evangelio de la muerte y resurrección de Jesucristo, para salvar a los pecadores (Ro. 2:4). Si la persona cree, entonces lo bautiza en la sangre del Señor y en espíritu de arrepentimiento. Es la primera etapa del bautismo espiritual. Una obra de Gracia para la justificación de la persona que recibe la visitación de Dios. Al creer en Jesucristo y Su sacrificio para salvarla ha sido engendrada por la palabra del evangelio para que llegue a ser una nueva persona. Así comienza la regeneración del pecador (Ro. 5:1-2). 

Es el principio del nuevo nacimiento. En la segunda etapa de la Gracia es bautizado por el Espíritu en el Nombre de Jesucristo y en Su muerte, cuando es sumergido en el bautismo de agua para  ser perdonado de sus malas obras. Este paso es tu conversión verdadera al evangelio y tu santificación (separación) del pecado. Luego, la tercera etapa es el ingreso pleno del Espíritu Santo en el creyente, bautizándolo en la resurrección del Señor y en la revelación de la palabra de Dios. Fue conducido desde lo alto por el Espíritu, a creer y obedecer el evangelio de Pentecostés para bautizarlo en Cristo Jesús  (1 Cor. 1:30; 1 Cor. 12:13 y 2 Cor. 5:17). 
 
Es un alma convertida por el Espíritu Santo a la obra vicaria, expiatoria y redentora del Hijo de Dios en el Calvario, por medio de la cual ha muerto al pecado. Como un niño recién nacido, ahora es participante de la Vida de Cristo resucitado y ascendido. El Mismo le provee el Espíritu de sabiduría y de revelación de Su mente, para que se alimente y crezca identificado con las doctrinas básicas de la salvación del alma. Ellas son la sabiduría, la justificación,  la santificación y la redención (1 Cor. 1:30). [Nota: Redención es nuevo nacimiento consumado, perfección y transformación]. En cuanto a ser fundamentados en la fe apostólica, hablamos del ministerio de ascensión de Cristo en la tierra enseñándonos la palabra de Dios. El propósito divino es perfeccionarnos como discípulos de Jesucristo, para ser de El (ver Ro. 1:6-7 y Ef. 4:11-13). 

Fe apostólica es la doctrina de Cristo. Lo que estamos estudiando aquí, acerca del nuevo nacimiento completo, es parte de ella. En sus dos primeras etapas, el creyente regenerado es uno con el evangelio, pero aun tiene que entrar en el Reino de Dios, que es la vida en el Espíritu (Jn. 3:5 - Ro. 8:1-11).

'Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo aquel que quiera salvar su vida, la perderá; y todo aquel que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará' (Lc. 9:23-24).

En la  tercera etapa del nuevo nacimiento, el creyente virgen prudente ya justificado y santificado (dos etapas consumadas) entra plenamente en Cristo, y por medio de El ha llegado al Reino de Dios (Mt. 25:10 y Jn. 3:5). Entonces es cuando somos la Esposa del Cordero, dentro de la tienda nupcial de la revelación de Su palabra. Cristo es formado en el alma-espíritu, porque somos perfeccionados y transformados por El Mismo a Su  imagen. El Esposo ha venido hoy a unir con El a las vírgenes prudentes en matrimonio (Mt. 25:10), a fin de prepararlas para el arrebatamiento antes de la gran tribulación. Ningún otro, sino Cristo, puede ser nuestro guía en la vida del Espíritu y nuestra vocación en el Reino de Dios. En primer lugar, el Padre nos convierte al evangelio y nos introduce en sus doctrinas, para identificarnos con Cristo Su Hijo Amado. 

'Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego' (Mt. 3:11-12).
 
'Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber' (Jn 16:13-15).

'Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne,  y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad' (Jn 1:9-14). 

'Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; más la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada' (1 Pe. 1:22-23).

GESTACION DEBIL

'Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; más las prudentes tomaron aceite en sus vasijas,  juntamente con sus lámparas' (Mt. 25:3-4). 

La virgen es la persona, es decir, el alma del creyente regenerado. La lámpara es nuestro espíritu (la mente y el corazón), en unidad con el evangelio por la mecha del entendimiento. El aceite es el Espíritu Santo. Las
rgenes fatuas son hijos de Dios insensatos. Tienen la regeneración de su alma y un poco de aceite y de luz en la lámpara de su espíritu, pero no tienen el aceite en la vasija de su cuerpo. Esto muestra una gestación en debilidad espiritual, porque está bloqueada por el ego carnal - el yo de su cuerpo, el cual no está crucificado con Cristo. Son creyentes que no están libres de sí mismos y por eso se mantienen en sus propias ideas. 

La virgen prudente es el creyente sensato. Tiene la vasija de su cuerpo llena del Espíritu y es carne y hueso del Cuerpo espiritual ascendido de Cristo, por su conversión y entrega al mensaje de la cruz (ver Ro. 12:1-2). Entonces su alma como virgen prudente, su espíritu como la lámpara y su cuerpo como la vasija  son uno con la Voz de aclamación, con la Voz de arcángel y con la Trompeta de Dios (ver Mt. 25:6; 1 Tes. 4:16 y Ap. 10:7). La virgen prudente posee la obra y el poder del sacrificio de Jesucristo encarnado en su cuerpo, porque se ha sometido enteramente al Señor. Y una nueva persona en unidad con Cristo, es la que se va a manifestar en su vida.  Los santos prudentes son los hijos de Dios que arreglan sus lámparas, nacen de nuevo completamente y Cristo los reúne con El. Entonces alcanzarán la plenitud de Su imagen en ellos (Mt. 25:10).

Escogido de Dios: Si en la lectura que haces de este mensaje, recibes que Cristo es el fundamento triple de Su Iglesia y crees el evangelio de Pentecostés, entonces procura de buena voluntad ser obediente, porque se trata de tu nuevo nacimiento y de que el Hijo sea formado en ti, conforme al designio glorioso de nuestro Dios y Padre que declara: 

'Porque un niño nos es nacido, Hijo nos es dado, y el Principado sobre su hombro...;' (Is. 9:6).

La fe y la obediencia:

Cree en la sangre, el sacrificio, la muerte y la resurrección del Hijo de Dios para salvarnos del pecado, de las tinieblas demoníacas y de la condenación del lago de fuego.  Arrepiéntete delante del Padre Eterno de la incredulidad, del orgullo y de las malas obras que has hecho.  Bautízate por inmersión en el Nombre de Jesucristo, para la remisión de tus pecados. Tú necesitas que sean borrados por Su Nombre.  Luego, recibe por fe el don del Espíritu Santo.  Es el nuevo nacimiento del alma-espíritu y el anticipo de la resurrección del cuerpo. 

Sin este anticipo, o arras de la posesión adquirida 
por la sangre del Señor Jesucristo para los hijos de Dios, no será posible obtener la Fe de rapto aquí en la tierra por medio  del mensaje de la Trompeta Final de Cristo. El nos dará Su Fe, nos glorificará físicamente, nos arrebatará y  trasladará a la Fiesta final del Matrimonio del Cordero, en la Casa del Padre.  Ver Ef. 1:13-14.

El don del Espíritu Santo es el bautismo en el Reino de Cristo y de Dios. Conforme a Ap. 10:1-2, Cristo es el Angel fuerte que ha venido hoy en forma espiritual sobre los creyentes en todo el mundo, para rescatarlos de la confusión religiosa y reunirlos con El en el Espíritu.
 
EL GEN DE LA REGENERACION

En la persona que ha creído el evangelio de la sangre, muerte y resurrección de Jesús se ha encarnado en su corazón el gen de la regeneración. Luego, al obedecer el arrepentimiento y el bautismo en el Nombre de Jesucristo su alma-espíritu se ha convertido a la palabra de verdad. A medida que la palabra va creciendo, también la persona del creyente  nota cambios en su ser. El progreso de la vida interior es como la vida de un ser humano gestado en lo natural. Depende de la vida que le da Su madre. La madre de los hijos de Dios no es ninguna iglesia ni organización religiosa terrenal. Nuestra madre es la Jerusalén de arriba, la sabiduría de la palabra revelada por Dios (Gál. 4:26,28,31). 

Cristo nos hizo libres del pecado y de las tinieblas mediante Su muerte de cruz, resurrección y ascensión. Y en Su obra perfecta entramos a través de la fe, lo cual es don de Dios.  Solo por Gracia desde que el Espíritu Eterno, a los que El preconoció que habrían de ser verdaderos creyentes, los escogió y los predestinó con el gen del evangelio, antes de la creación del mundo. 

'Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor' (1 Cor. 1:30-31).

'Así que la fe es por el oir, y el oir por la palabra de Dios' (Ro. 10:17).

'Así que la fe es...:  Significa el génesis de Cristo en el alma. Es decir, un niño espiritual engendrado.
 
'...Por el oir, y el oir, por la palabra de Dios.'

Y la palabra de Dios es Cristo (Jn. 1:1-3). El implanta Su Vida en el creyente, creando una nueva persona humana. Cuando Su Santo Espíritu habla el evangelio de la cruz, hay un gen allí en Su Voz que engendra a Cristo en la buena tierra - el corazón - de Sus escogidos. Ellos creen porque tienen la misma genética espiritual compatible, así como el gen masculino se une con el gen femenino en lo natural. El nuevo nacimiento completo se produce cuando el creyente es reunido con la resurrección de Jesús, es decir, con Su cuerpo glorificado y ascendido por medio del Espíritu Santo.  '...Y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare' (Hch. 2:38 y 39).

Cristo Jesús bautiza en Su Espíritu Santo y en el fuego de Su cuerpo glorioso al creyente que fue regenerado y gestado por el evangelio completo de Hch. 2:38,  sellando y declarando un hijo de Dios con el Espíritu de adopción del nuevo nacimiento.  ¡Es un Hijo de Dios con su espíritu glorificado! 

'...y a los que justificó, a éstos también glorificó' (Ro. 8:30).

El renacer final del creyente es la conclusión de su regeneración y gestación espiritual. Su alma y espíritu es un hombre nuevo.  Jamás, alguien que ha sido engendrado en lo natural deja de nacer, adquiriendo una vida individual,  es decir, su propia personalidad, a menos que sea un abortivo o por otra causa no llegue a nacer. El nuevo nacimiento completo es la manifestación de Cristo en el renacido, por medio del Espíritu Santo. El Unigénito del Padre surge como el lucero de la mañana en su corazón (2 Pe. 1:19).

'El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él'  (Jn 6:54-56).

'El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él' (Jn. 14:21). 

Su carne y Su sangre son Sus palabras con espíritu humano perfecto y con vida divina, porque El es el Hijo del Hombre Jesús, y el Cristo Hijo de Dios, el Pan de Vida que viene del cielo a darnos vida eterna. El nuevo nacimiento es la resurrección de la persona, después de haber muerto a sí misma, al mundo y a las tinieblas. Al arrepentirse del pecado se ha unido a la sangre de Jesús en la cruz. Al bautizarse en el Nombre de Jesucristo, se ha unido completamente con la muerte y sepultura del Señor. 'Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte (bautismo de agua), así también lo seremos en la de su resurrección' (Ro. 6:5). El sello del Espíritu Santo es 
el nuevo nacimiento. Y las arras del Espíritu es el bautismo en el Cuerpo glorificado de Cristo (1 Cor. 12:13). Los creyentes renacidos que han dormido resucitarán glorificados como Jesús y juntamente con los santos vivientes, que serán transformados de la misma forma que ellos, se reunirán con El en el aire para su traslación al Cielo de Dios (1 Tes. 4:16-17).

Parte 2

EL AGUA y el ESPIRITU

En Jn. 3:5, Jesús le dijo a Nicodemo que es necesario nacer de nuevo a través del agua y del Espíritu. El predicó y enseñó el nuevo nacimiento del creyente, por medio del bautismo en agua en Su Nombre y el don del Espíritu Santo. La doctrina del nuevo nacimiento de la religión organizada es diferente de lo que dijo Jesús porque, desde el tercer siglo hasta hoy, fue modificado el fundamento original a través de falsos profetas y maestros de teología católica romana. El evangelio de Hechos 2:38 encarna en el creyente el nuevo nacimiento y nos revela a Cristo el fundamento de nuestra fe. Es decir, que el nuevo nacimiento verdadero es el surgimiento de Cristo en el creyente renacido. 'Porque un niño no es nacido; Hijo nos es dado...' (Is. 9:6). 

'Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios, que vive y permanece para siempre' (1 Pe. 1:23).

'El, de su voluntad nos ha engendrado por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas' (Stg. 1:18 ). 

Jesús le hablaba de Sí Mismo a Nicodemo, porque era El quien iba a producir otra persona en aquel maestro de la ley.  Nuestro Señor y Salvador es el hombre nuevo y el varón perfecto. ¿Cómo el creyente puede llegar a renacer y comprobar la vida de Jesucristo en su alma, espíritu y cuerpo, estando eternamente en El, por medio de El y para servirle a El? Bueno, El dijo que a través del agua y del Espíritu. El agua es la palabra del bautismo en Su Nombre Jesucristo. El Espíritu es nuestra resurrección juntamente con El, para que tengamos señorío sobre el pecado (Ro. 6:14). Debemos unirnos con Su muerte, obedeciendo por fe la palabra del bautismo en el Nombre de Jesucristo. El agua física simboliza la sangre y el cuerpo sepultado del Cordero de Dios.

El evangelio apostólico nos ordena el arrepentimiento, el bautismo en agua y recibir el don del Espíritu Santo. El Espíritu Santo nos bautiza en Cristo resucitado y en Su cuerpo glorificado. Nos une con Su Espíritu Vivificante, el Cristo ascendido a la diestra de Dios. Cuando el creyente se arrepiente de sus malas obras muere a la ley del pecado (el ego carnal) y la sangre de Cristo le limpia y borra sus culpas. La Gracia de Dios le identifica con el sacrificio de Su Hijo.

Y la muerte de Jesús es la muerte del pecado.  Es la Justicia del Justo que murió por los injustos para llevar a Dios a todos los que creen en El. Ante el Eterno, el alma que cree que Jesucristo es su Señor y que murió por sus pecados para ser su Salvador, es un justificado y será salvo (Ro. 3:21-26). Esto significa que es un alma-espíritu regenerado que se ha vuelto a Dios y es por eso que puede arrepentirse. La Justicia que nos hizo Jesucristo con Su sangre es la eliminación del dominio del pecado y su separación del alma. Podemos ver dos tipos de muerte. Una muerte es la destrucción del pecado, al morir Jesús. Lo deshizo con Su sangre en la cruz, así como el cloro deshace la suciedad. La otra muerte es la muerte espiritual del creyente arrepentido, declarando con su boca y de todo corazón su separación del pecado : 

'Muero al pecado Señor. Tu muerte fue mi muerte. Por medio de ella me considero y me declaro muerto junto contigo en la cruz y vivo para Dios en Cristo Jesús, como está escrito en Romanos 6:11' .

'Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo' (Gal. 6:14).

El justificado tiene que asumir que es uno con el cuerpo sin vida de Jesús y sepultarse juntamente con El, por inmersión en el agua, bautizándose en el Nombre de Jesucristo. Debe mostrar a Dios su fe en su Señor y Salvador. No necesita hacerlo ante nadie más. Entonces el agua física es imprescindible, porque  es el medio para que el creyente pueda poner en práctica la unidad con Su muerte para su salvación. Recuerda que esto es parte del bautismo del Espíritu Santo. Es la segunda etapa del nuevo nacimiento, porque te bautizas correctamente en Su Nombre. Si logras ver el verdadero bautismo bíblico y su significado espiritual, es precisamente porque el Espíritu te ha bautizado en la revelación divina. El bautismo en los títulos Padre, e Hijo, y Espíritu Santo, es decir el bautismo trinitario no pertenece al Espíritu, no es revelación divina. El Nombre de Quien es el Único Dios verdadero, Padre, Hijo de Dios e Hijo del Hombre, es Jesucristo. Así está escrito y no se puede quitar eso de la Biblia, porque hay justo juicio por ello (Ap. 22:18-19).

Lo verdaderamente bíblico es pronunciar el Nombre en voz audible por el hermano encargado de bautizar, no palabras que no lo mencionan como las palabras Padre, Hijo, Espíritu. Renuncia al trinitarismo. No cuentes con ello. Solo ensucia tu justificación-regeneración y no permitirá que se consume tu pleno renacer. El verdadero nuevo nacimiento es el surgimiento de Cristo en ti. El no es sensaciones, lenguas, ni aun señales y prodigios, porque todo eso es secundario a El. Lee Mt. 7:21-23 y 24:24-26. Así es como se encuentran hoy miles de cristianos a causa de la ignorancia. Les han hecho creer que es lo mismo ser regenerados que renacidos completamente. Incrédulos, rebeldes y dominantes son sus líderes, a los cuales no les conviene que tú sepas cuál es la verdad presente del Señor en esta hora. No hacen más que interpretar en la carne las Sagradas Escrituras. Contienden contra la revelación del Espíritu. 

Pero, gracias a Dios los escogidos no son engañados. Ellos arreglan sus lámparas, recortando de la mecha de su entendimiento de la palabra el hollín del trinitarismo, el bautismo en títulos y tantas otras creencias que ensucian la lámpara de su mente, debilitando la luz de su vida espiritual. Y las vírgenes prudentes que se santifican son tomadas en esta hora por el Esposo, justo al mismo tiempo en que nacen de nuevo en forma total (ver Mt. 25:10). Reciben el sello y las arras del Espíritu Santo, lo cual es ser un nuevo hombre y el verdadero Cuerpo de Cristo. 

'Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor,  será salvo' (Ro. 10:13).

'Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre' (Hch. 22:16).

'Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios' (Jn 3:5).

'El bautismo que corresponde a esto: (la salvación de Noé con su familia) ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo,...' (1 Pe. 3:21). 

El evangelio de Dios nos predica fe y conversión a Cristo.

'Porque no me avergüenzo del evangelio,  porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego'  (Ro. 1:16).

Parte 3

El escogido que recién ha recibido a Jesucristo como Su Señor y Salvador, está en el proceso del nuevo nacimiento. El está justificado porque ha sido engendrado por la palabra del evangelio (Ro. 10:8-11). En su conciencia ha sido convencido por el Espíritu de que es un pecador y necesita el perdón de Dios por medio de Jesucristo. Si partiera a la eternidad, en esa condición, así como el reo crucificado junto a Jesús en el Calvario, él tiene la salvación de su alma pues la fe en Jesucristo que  ha recibido es don de Dios, por Gracia. El está en el primer paso del nuevo nacimiento, como un niño espiritual que recién ha sido concebido. Conforme a Hechos 2:38, veamos en qué consiste la salvación del alma por el evangelio del Espíritu Santo, el día de Pentecostés:

1) Arrepentimiento hacia Dios. Es reconocer y renunciar a las malas obras, rechazando la incredulidad y el orgullo. El creyente es convencido de sus pecados por el Espíritu Santo, se humilla delante de Dios y su relación con El comienza a ser restaurada.

2) Bautismo por inmersión en aguas en el Nombre de Jesucristo, para el perdón de pecados. Esto es la conversión a la muerte de Jesús, el completo creer en el evangelio (Mr. 1:15; Jn. 1:12 y Hch. 3:19-20). Es santificarse por la unión con Su cuerpo sepultado, para reconciliarnos con Dios.

3) Recibir el don del Espíritu Santo. Es la unión con la resurrección de Jesús para poder amar, entender y obedecer Su palabra.

'Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios' (Ro. 5:1-2). 

Esta es la palabra de fe que predicamos:  

¡Cristo es nuestra justificación en Su sangre, es nuestra santificación en Su muerte y es nuestro nuevo nacimiento en Su resurrección! 

La revelación del evangelio es que el Hijo de Dios es nuestra justicia, santidad y vida eterna. Nicodemo oía pero no escuchaba, veía pero no miraba a Cristo la Palabra Viviente encarnada en Jesús el Hijo del Hombre, ante cuya Presencia estaba. El mensaje de Dios para él eran las palabras (el evangelio) de Jesucristo y el bautismo del Espíritu Santo, para que  su alma naciera de nuevo. El evangelio es la simiente del Verbo de Dios sembrada en el corazón del oyente. Luego, le es dada por el Espíritu la fe en la sangre de Jesús y el arrepentimiento para que sea un creyente justificado y glorificado con el nuevo nacimiento completo.

El Bautismo del Espíritu Santo es el nacimiento de una nueva persona y espíritu humano, en unidad con la humanidad y la divinidad del Señor Jesucristo.

'Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados, para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio' (Hch. 3:19-20).

'Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!' (Hch. 11:18). 

Aquellos gentiles en la casa de Cornelio, creyeron el evangelio de la sangre, la muerte y la resurrección de Jesús en las palabras habladas del apóstol Pedro. Fueron justificados (engendrados y regenerados), se arrepintieron y luego fueron bautizados en el Nombre del Señor Jesús (Hch. 10:44-48). La revelación del evangelio santifica continuamente al creyente, porque es la verdad de Dios anunciada a toda alma humana (Jn 17:17). El Espíritu Santo le renueva el entendimiento para su perfección y transformación  a la imagen de Cristo (Ro. 12:2).

'Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna' (Tito 3:5).

'Para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra...' (Ef. 5:26).

La renovación del entendimiento es por la revelación de la verdad. Es necesario recibir el  Pan del verdadero evangelio, el gen de la Vida de Cristo  y no viandas mezcladas con la palabra de Dios.  Es por eso que cientos de almas deambulan por el mundo de las iglesias sin el nuevo nacimiento bíblico, que es la experiencia de Cristo en nuestras vidas. ¿Cómo conocerán Su Persona si se predica y enseña otros evangelios a los pueblos del mundo?

PERFECCIONADOS

Esta es una palabra en el amor de Cristo para aquellos que ya creyeron por Su Gracia en tiempos pasados y hoy anhelan prepararse, para levantarse y encontrarse con el Señor en el arrebatamiento.  Con los dones  del Señor colocados en su espíritu un hijo de Dios puede tener experiencias y realizar alguna obra en particular, que puede ser testificar, escribir y predicar mensajes de la palabra de Dios. Esto ha sucedido siempre y por largo tiempo, pero de manera imperfecta. Lo demuestra la historia de Jacob en la Biblia. El vivió durante veinte años lejos del lugar donde Dios lo había visitado y llamado. Su experiencia es una fotografía de la vida del creyente incompleto. Pero todo tiene su tiempo. Un día Jacob, después de tanto andar haciendo su propia voluntad,  recibió revelación divina en su alma, y nunca más fue el mismo. El dijo:  

'Vi a Dios cara a cara, y fue hecha libre mi alma' (Gn. 32:30).

El Espíritu de Cristo es la plenitud de Dios en el alma.  
'El que tiene al Hijo,  tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida' (1 Jn 5:12). 

Dios engendró Su palabra en Jacob y así él entró en la gestación de una nueva alma. Le dio la promesa de volverlo a traer a la tierra que lo vio nacer. Ver Gn. 28:15.  Veinte años después, cuando el Espíritu Santo en un varón lo confrontó en Peniel, se abrieron los ojos de su entendimiento (revelación) y desde allí en adelante el alma de Jacob fue una nueva persona - leer Gn. 32:30. Ese era el cumplimiento de  la promesa de volverlo a la tierra.  Volverlo era convertirlo  espiritualmente en otro hombre, prefigurando el nuevo nacimiento por el bautismo del Espíritu Santo. Aquella palabra engendrada en él: 'He aquí, Yo estoy contigo, y te guardaré por donde quiera que fueres , y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho' (Gn. 28:15). 

La palabra 'Yo estoy contigo' quedó implantada en Jacob y la gestación espiritual prosperó, aunque él iba por donde su libre albedrío quería. Pero el propósito divino culminó en el alumbramiento de Su palabra que vivía en Jacob.  Hubo un nuevo amanecer en su vida (Gn. 32:31).

El cambio fue instantáneo. Su nombre Jacob, que significa 'suplantador', fue cambiado por el nombre Israel que significa 'El que lucha con Dios', porque prevaleció. Luchó con los hombres y venció por causa de la simiente - palabra de Dios que germinó en su corazón.  Luego el Señor lidió con él y él con el Señor y viéndose vencido por Su Espíritu, se humilló y se aferró a EL en su conversión  que no lo dejó que se vaya hasta que lo ungiera con Su bendición. Ya no quería ser más el de siempre. Anhelaba ser libre de sí mismo. Estaba harto del viejo hombre por el cual había sufrido tanto. Jacob clamó: '¡Bendíceme Señor, no te vayas de mí, hazme una nueva creación...! ¡Y prevaleció...! ¡Convenció al varón de Dios con su esfuerzo y con su ruego...! 

¡Nosotros también podemos prevalecer en la presencia de Dios rindiéndonos a El, como Jacob, en vez de resistirle con nuestro  orgullo y libre albedrío carnales.  Si en lugar de razonar tanto Su palabra nos sometemos a Su Espíritu, para que el Hijo de Dios se revele en nosotros! 

¡No resistas el nacer de nuevo como Jacob toda la noche!  ¡Reconoce la falta de revelación divina y persevera hasta obtener la luz de Cristo en tu vida interior! 

Cuando nos vemos con El cara a cara en Peniel, entonces la luz de Cristo surgirá en nuestros corazones y resplandecerá como la Estrella de la Mañana con el brillo de Su personalidad divina. ¡El nuevo nacimiento es el resplandor de un nuevo día en el corazón!, después de que el Espíritu Santo nos estuvo gestando en Su palabra. Inevitablemente, Su simiente prevalecerá en Sus escogidos a pesar de la naturaleza caída del hombre exterior. El tendón del ego carnal y los esfuerzos humanos resisten la obra del Espíritu Santo en vosotros los que habéis sido restaurados a la tierra del evangelio bíblicoasí como sucedió con Jacob caminando de regreso a Bet-el. No permitas que la vieja naturaleza interfiera entre el Espíritu Santo y tu mente, 'Porque si Cristo está en nosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia' (Ro. 8:20). Cuando somos débiles en nosotros mismos, entonces somos fuertes en Cristo y ya no queremos apoyarnos más en el hombre viejo quebrantado por el Señor Jesucristo, en la cruz del Calvario.

'Jehová cargó en El el pecado de todos nosotros' (Is. 53:6).

Los dones de Dios que Jacob tenía  los había utilizado a su propia manera, tanto tiempo lejos de su tierra. Al estar gobernado en su corazón por el  pecado y su libre albedrío carnal, estaba suplantando la revelación divina de cómo él tenía que pensar y utilizarlos según la voluntad de Dios. 

Pero no lo sabía hasta que el Señor lidió con él y le libró de la mente carnal del viejo hombre, que 
endurecía su corazón y cegaba su entendimiento espiritual.  Cuando eso sucedió, el alma - espíritu de Jacob fue una nueva vida por el gobierno del Espíritu Santo y la palabra de Dios. En aquel tiempo aun no era la hora de que el Padre Eterno nos revelara Su Nombre Jesucristo, pero Se manifestaba a Sus hijos revelándoles Sus atributos y pre anunciando Su Venida.

El Espíritu de Cristo entró en Jacob a través de su nombre nuevo Israel. En esta hora presente, el Todopoderoso está perfeccionando y transformando 
a los santos Novia de Cristo en la Esposa del Cordero, por medio de Su Nombre Jesucristo encarnado en ella. Nos ha dado ser el verdadero Israel espiritual en la tierra de la Fe apostólica original, que fue una vez dada a los santos. Aquella Fe es la doctrina del ministerio quíntuple que el Esposo tiene en la Novia-Esposa de Su palabra (Judas 1:3).
 
'Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios' (Gál. 6:15-16).

EL MILENIO  -  CIELOS NUEVOS y TIERRA NUEVA

La angustia de la creación anuncia el parto de un cielo nuevo y de una tierra nueva. Será la Venida de Dios morando en el tabernáculo de Su Iglesia glorificada.  Pero será después que Cristo y Sus santos, en el reino milenial, llenarán la tierra con el conocimiento de Dios, y así Su palabra será implantada para regenerar a la humanidad y a la creación terrestre (Mt. 28:19).  Luego vendrá el parto de la creación regenerada y gestada.  Será el nacimiento del cielo nuevo y de la tierra nueva donde reina la justicia perfecta. Allí vemos los tipos de la regeneración, la gestación y el nuevo nacimiento del elegido, con la manifestación de Cristo consumada en su alma-espíritu y cuerpo.

Hablando en forma figurada, actualmente hay un cielo y una tierra que han nacido de nuevo con justicia y santidad verdaderas. Es el cielo del espíritu y la tierra del corazón en Su pueblo predestinado. No es toda la humanidad. Son los hijos de Dios que han recibido la revelación del evangelio. Solo ellos están viendo en qué consiste el Segundo Advenimiento del Hijo de Dios, invisible y misterioso para el mundo iglesias.

Jesucristo está perfeccionando en la revelación de toda Su palabra a Sus discípulos. Lo que comenzó con Sus apóstoles en la Primera Edad de Efeso  está siendo terminado por Sus verdaderos apóstoles en esta Séptima y última Edad de Laodicea. La Voz de Arcángel de 1 Tes. 4:16 y Ap. 10: 8-11 es el ministerio de Cristo, que ha descendido para bautizarnos en Espíritu Santo y fuego.

El espíritu y el corazón del creyente renacido es un cielo nuevo y una tierra nueva. Su cuerpo recibirá su redención cuando suene la Ultima Trompeta de Dios que Cristo tocará en la tierra, a través del ministerio de Sus Siete Truenos (ver 1 Cor. 15:52-53; 1 Tes. 4:16 y Ap. 10:4). Entonces los cuerpos de los santos vivientes serán transformados. En un abrir y cerrar de ojos, el pecado y la muerte desaparecerán de sus cuerpos ese día. Serán inmortales,  así como Jesús cuando resucitó de la muerte y quedarán restaurados completamente a la condición original que tuvieron Adán y Eva, antes de la caída en el pecado. El Señor los glorificará, juntamente con los santos de las Siete Edades de la Iglesia que fueron resucitados previamente por la Trompeta de Dios. Esos hermanos resucitados se manifestarán personalmente a los santos vivientes (Mt. 27:53).

Todos juntos tendremos la Fe de Rapto de la Trompeta Final, que hablará revelaciones poderosas a través de Sus Siete Truenos ungidos y ubicados estratégicamente en la tierra. Entonces seremos como Enoc que fue traspuesto sin ver la muerte física. Dios quitó de su cuerpo la ley del pecado. Allí aconteció el primer rapto del Antiguo Testamento.  Cristo está aquí hoy en la tierra con su manada pequeña. Pronto estará aún más cerca, con toda Su Iglesia que está reunida en la tienda de revelación de Su palabra, donde el Esposo está hablando con Su Esposa. Ver Gn. 24:67.

'Pero mientras las vírgenes fatuas iban a comprar el aceite, vino el esposo'. Significa Su Presencia espiritual en la verdad presente, proporcionando el aceite genuino de Su Espíritu de revelación.
 
'Y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta'.  Cuando no haya más revelación de Su palabra a los gentiles y las bodas en la tierra hayan finalizado.

'Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, Señor, ábrenos!'.  Ellos oirán a los Truenos pronunciar sus voces pero no entenderán la palabra.  La revelación les estará cerrada a causa de su entendimiento no perfeccionado en esta hora. 

'Mas él respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco'.  No aceptasteis mi trato con vosotros en la intimidad de vuestras almas,  para perfeccionarlas y prepararlas en esta última reunión espiritual con la plenitud de Mi palabra,  en la tierra.

'Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir'. Es la inminente reunión con los Siete Truenos sonando la Trompeta Final de Dios, antes del arrebatamiento.  Ver Mt. 25:10-13.


Después de ello será la reunión física con Jesús en el aire, con nuestros cuerpos glorificados y vueltos iguales al cuerpo de la gloria suya (Fil. 3:21). Entonces,  seremos arrebatados y llevados por El a la Gran Fiesta Final del Matrimonio  del Cordero en la Casa del Padre. Así será consumada la obra redentora en Sus santos Novia - Esposa, porque ellos son Su Cuerpo espiritual.

EL PODER DEL AMOR

'¿Quién es ésta que sube del desierto, recostada sobre su amado? 

Debajo de un manzano te desperté; allí tuvo tu madre dolores, allí tuvo dolores la que te dio a luz.


Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte como la muerte es el amor; duros como el sepulcro los celos; sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.


Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían'   

(Cantares 8:5-7).