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JOSUÉ


'Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos  y  vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano.    Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?'

'El respondió: No; mas como el Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?'

'Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo' (Josué 5:13-15).


El Príncipe de Dios es Cristo, el Unigénito del Padre. Su manifestación a Josué nos dice que necesitamos Su mente en nosotros. La palabra que le reveló fue un nuevo calzado espiritual que Su siervo recibió (Jn. 13:8). Es con el ministerio de Cristo que peleamos la batalla de la fe (Jn. 15:5). Josué pensaba cómo obedecer el mandamiento divino de poseer la tierra de Canaán (Jos. 1:6) y un día salió a caminar por ella. Llegó cerca de Jericó a un lugar donde recibió la templanza de Cristo. Este fruto de la tierra santa es el dominio propio en nuestro hombre interior, para no ser precipitados en el servicio del Señor (Is. 28:16). 

Josué y las tribus de Israel representaron el alma, el espíritu y el cuerpo de cada creyente, como también a la Iglesia verdadera contendiendo contra las herejías de la cizaña. Tú y yo, debemos poseer e incorporar la tierra santa en nuestro ser, hasta el desierto, el Líbano, el río Eufrates y el gran mar donde se pone el sol. Se trata de obtener toda la  sabiduría del evangelio y la plenitud de Cristo hasta la madurez espiritual (Ef. 4:13). Sus atributos divinos se hallan en la palabra de salvación. Son el Juicio de Dios al pecado en la cruz, la  Justicia de Su sangre, la Santidad de Su muerte, el Poder de Su resurrección y la Autoridad de Su ascensión. 

¿Qué esfuerzos son necesarios para poseer la tierra santa? 

Hay que desear la sabiduría del evangelio y destruir las falsedades religiosas, porque detrás de ellas hay espíritus malignos que batallan contra la salud espiritual de los hijos de Dios. Josué lo hizo así y la tierra santa se hizo carne en él. Cristo nos revela hoy a Su pueblo renacido que la tierra santa del evangelio es Su cuerpo crucificado, resucitado y ascendido encarnado en nosotros.  Nos demanda tener los pies descalzos para revestirnos con Su mente. Por medio de ella nos paramos, andamos y avanzamos en la posesión de la plenitud de Cristo  (Jn. 13:8). El calzado que tenemos hoy los creyentes es el conocimiento del plan de salvación, el apresto de Efesios 6:15. Hay que ponerlo inmediatamente a Su disposición (Leer 1 Cor. 3:18). No perdamos esto de vista. Tenemos que caminar con el Maestro, porque la prisa por servir a Dios sin los pies revestidos con Su mente se convierte en un esfuerzo carnal. Cuando Josué obedeció al Señor y se paró descalzo sobre el suelo, fue enaltecido en el Reino de Dios a la posición de un vencedor (Leer Mt. 23:12). 

Los pies están en nuestro espíritu y cuerpo. El pie del espíritu es la conciencia y el pie del cuerpo (junto con las manos) es el sentido del tacto. Siempre decimos conciencia en forma singular, lo cual está bien, pero es dual en su funcionamiento porque el espíritu funciona a través del cuerpo. Nuestra conciencia, unificada con el cuerpo, camina en la avenida de la santidad  (Is. 35:8). Por eso las manos obran el bien y los pies nos conducen donde Cristo está hablando la verdad del evangelio y la sana doctrina. 

La forma sabia de poner en práctica la voluntad de Dios, es alinear con la conciencia todas las facultades mentales y físicas. Tenemos que ser coherentes y vivir en armonía con nosotros mismos y con los demás. La conciencia y el tacto físico trabajan en unidad con la imaginación y la vista, con la memoria y el hablar, con el afecto y los oídos, con el razonamiento y el olfato. La conciencia es mayormente la responsable de creer y pisar con firmeza sobre lo que dice la Biblia. Hay que concientizarse con la revelación del evangelio para predicarlo. Es decir, cada hijo de Dios debe ser el evangelio. Cuando Josué se calzó nuevamente con sus zapatos para regresar al campamento de Israel, los pies de su hombre interior estaban santificados y renovados por la palabra revelada que obedeció (Ro. 12: 2 y Ef. 4: 23-24).

En la escena que vive Josué hay tres bendiciones de Dios: 1) Recibió el Reino de Cristo. 2) Oyó Su palabra. 3) Fue tierra santa. Estas tres bendiciones lo unieron con el Hijo de Dios. Primero, es Su Yo Soy en el alma (Gál. 2:20). Segundo, es Su palabra revelada alumbrando el espíritu (Salmo 119: 105). Tercero, hay que aplicar el evangelio en el cuerpo. Esto es declarando por fe y con la boca, que hemos muerto y resucitado con Cristo (Ro. 10: 9-10). Confesando el escrito está se encarna la naturaleza humana y divina de Cristo en el cuerpo (Jn. 6:53-69). Josué regresó con un mensaje nuevo al campamento en Gilgal (los santos reunidos), revelándoles cómo poseer la plenitud de Cristo. La buena voluntad de Dios, agradable y perfecta, es que seamos uno con la tierra santa del evangelio porque es la palabra donde mora el Príncipe de Paz (Ro. 12:1-2 y 2 Cor. 4:10). 

LA OBRA APOSTOLICA ES QUINTUPLE

Todo lo que vio y oyó Josué, luego debía comunicarlo a Israel. El Señor le dio Su mente para liderar la apropiación del territorio. Así es. En primer lugar, El renueva nuestra conciencia cuando nos revela Su palabra. Luego, cada uno de Sus santos nos paramos firmes con lo que nos es revelado y poseemos la sabiduría de la salvación. Entonces la mente de Cristo se manifiesta en nuestro hombre interior. Josué y los cuatro sacerdotes que llevaban el arca (Jos. 3:6) vivieron juntos una obra de ministerio, que prefiguró el ministerio apostólico quíntuple de Efesios 4:11, el cual tiene estas cinco funciones :

1) Es fundacional, porque implanta a Cristo en los corazones creyentes. 2) Es profético, porque es correctivo y nos muestra el camino de la voluntad divina. 3) Es evangelístico, porque predica la buena nueva de la salvación del alma. 4) Es pastoral, porque cuida y defiende de peligros al rebaño. 5) Es docente, porque enseña, perfecciona, alimenta y fortalece el espíritu para andar en la verdad (1 Cor. 2: 6 al 16).

EL JUICIO DE CRISTO y la GUERRA ESPIRITUAL

El Príncipe con la espada desenvainada está juzgando hoy a los falsos espíritus, encarnados en muchas personas del Cristianismo actual, porque han ocupado y ensuciado con perversas manipulaciones la palabra de Dios. No se trata de una eliminación física de personas humanas, sino de la muerte y fracaso de la influencia maligna de la cizaña contra el trigo de Dios (Mateo 13:30). Están  cegados por espíritus engañadores encarnados en hombres corruptos de entendimiento, que hablan por su propia cuenta pero dicen que Dios los envía. 

Esos mismos demonios babilónicos poseían a las naciones paganas enemigas de Dios, que Israel debía eliminar de Canaán no dejando ni raíz ni rama de ellos con vida. Hoy le siguen dando vida al sistema religioso que encarcela a personas elegidas de Dios como Rahab y su familia de Jericó y los heveos de Gabaón. Cada ismo denominacional es uno de esos ángeles caídos. 

Los reinos de Canaán eran siete naciones: los amorreos, los jebuseos, los cananeos, los heveos, los heteos, los gergeseos y los ferezeos. Mas adelante atacaron a Israel los amonitas, los edomitas, los  filisteos y los sirios, con el afán de poseer la buena tierra. Cada uno ocupaba una parte con ciudades y muros que ellos hicieron con los materiales del territorio que pertenecía a los hebreos. Esto indica que mezclaron la buena tierra con sus ideologías.

Eran naciones idólatras que odiaban a las doce tribus de Dios y estaban dispuestas a destruirlas, para que no triunfaran y poseyeran su herencia. Todas representaron el sistema apóstata de hoy, usurpador de la verdad que pertenece a los elegidos de Dios. Han manchado con herejías el evangelio.

La tierra santa fue llamada con el nombre de Canaán, nieto de Noé, porque él y sus descendientes, los pueblos que he nombrado, se afincaron allí contra la voluntad de Dios. Canaán fue maldito por su abuelo Noé, porque nació de la relación incestuosa entre la mujer de Noé y su hijo Cam (Gn. 9:24-25).  Josué fue levantado por Dios para juzgarlos. Aquella invasión prefiguró, proféticamente, que el evangelio de Hechos 2:38 sería ocupado y adulterado por los cristianos apóstatas que abrazaron la doctrina pagana del trinitarismo (tres dioses), cuando se aliaron con el emperador romano Constantino en el Concilio de Nicea (año 325 dC). Cabe decir que Constantino fue el primer Papa de la iglesia romana apóstata de aquel tiempo. Esto ya está otra vez instalado hoy. Es el movimiento ecuménico del romanismo papal, que procura una sola religión mundial.

LAS CIUDADES DEL EVANGELIO

Habían construcciones que los hebreos debían poseer y preservar (Jos. 24:13). Pero muchas ciudades que ocupaban el territorio santo estaban malditas, eran anatema (Gál. 1:8-9). Representaron las adulteraciones del evangelio y de muchas verdades bíblicas (1 Pe. 2:2-3).  Ciudades quiere decir doctrinas y sus seguidores. La tierra tenía su lado oriental. Su parte central era el río Jordán y su lado occidental se extendía hacia el mar Grande, que hoy es el Mediterráneo. En el lado oriental del evangelio de Hechos 2:38 vemos 1) La Gracia es el área desértica de Cademot, el primer lugar de la buena tierra al que llegaron los hebreos (Dt. 2:26). Allí no hay réprobos viviendo. 2) La doctrina del arrepentimiento de pecados es la ciudad de Hesbón. Su gente estaba gobernada por el rey amorreo Sehón (el nicolaísmo y la incredulidad). 3) La doctrina de la fe en Dios es la ciudad de Basán.  Su gente estaba gobernada por el amorreo Og (el  balaamismo y la soberbia del sistema falso). Fueron destruidos sus habitantes, pero no las ciudades.

La fe en Dios es con la fe de Jesucristo. Su fe es fundamental porque nos lleva a nuestra muerte con El en la cruz y nos convierte a Su Nombre.  4) Antes de pasar el Jordán hacia el lado occidental, los hebreos reposaron en sus orillas y se santificaron, considerando que la tierra era vital para ser libres y salvos. Concluimos que poseer todo el lado oriental del evangelio es negarnos a nosotros mismos y crucificarnos juntamente con Cristo, declarando la palabra 'muero contigo Señor en la cruz ' (Ro. 6:11).

Pasar el río Jordán es el bautismo en Su Nombre. Nos unimos por fe con Su sepultura y con Su resurrección. La bendición del bautismo es estar muertos al pecado con Jesús en el sepulcro y vivir para Dios con la unción de Su Espíritu. Nuestra resurrección fue juntamente con El. Por eso recibimos el don del Espíritu Santo y la perfección del entendimiento de la palabra de Dios. Romanos 8 es vivir y andar en el Espíritu. Representa el lado occidental del evangelio.

Todo esto nos revela que poseer Canaán y liberarla de su cautividad es volver al evangelio original de Pentecostés, que fue invadido en siglos pasados y usurpado a los hijos de Dios. Los hijos de Dios deben poseer el río Jordán. Es el bautismo original en el Nombre de Jesucristo, que reúne al creyente con Su muerte y con Su resurrección. El evangelio es el corazón de toda la Biblia, así como el huerto era el centro de todo el Edén. Precisamente, la tierra de Canaán (que luego fue Israel) se encontraba en el mismo sitio del huerto. 

El resultado espiritual de regresar al evangelio de Pentecostés, es el nuevo nacimiento completo del creyente. 'Un niño nos es nacido, Hijo nos es dado y el Principado sobre Su hombro' (Is. 9:6). El Señor nos habla con Su Voz de arcángel (1 Tes. 4:16) cerca de Jericó y nos instruye como a Josué, porque sin El nada debemos hacer.

Su Espíritu nos muestra que Canaán, antes del ministerio de Josué, fue figura del evangelio adulterado por las organizaciones religiosas. La distorsión de las doctrinas apostólicas originales y el aprovechamiento por los cristianos apóstatas de los bienes espirituales y materiales del evangelio de Dios, ha llegado a su final. Eran doce áreas del territorio a liberar de la mano de ellos, para ser repartidas por Josué a las doce tribus de Dios. Cada área prefiguró el testimonio de Cristo en las verdades bíblicas reveladas por Su Espíritu, que ahora los santos Novia debemos establecer en nuestras vidas (Jn. 5:39-40). 

La tierra estaba sucia con altares y con sacrificios de niños ofrecidos al diablo. Por eso, sus ocupantes debían ser eliminados y el espacio que habitaban debía ser apropiado y limpiado por cada tribu de Israel. El Reino de Dios había llegado con Josué a recuperar la tierra prometida, donde vivieron Abraham, Isaac, Jacob y sus doce hijos. Ahora, los descendientes tenían el deber de ocupar su herencia, dejar de llamar con el nombre Canaán ese territorio y cambiarlo al nombre de Israel. Esto significa deshacer las modificaciones del evangelio que ha hecho el catolicismo romano y el sistema de todas la instituciones religiosas, en cualquiera de sus nombres y por tanto tiempo. Hijos de Dios, la tierra santa es nuestra, (Jos. 2:9-11). Sed guerreros valientes y fuertes, y contended ardientemente por la fe original contra la  oscuridad de las falsas doctrinas y los espíritus de error (Jd. 1:3).

El nuevo nacimiento del agua y del Espíritu es la evidencia de haber entrado en la tierra santa de Hechos 2:38. Las características del creyente renacido fueron representadas por las viñas, los olivares, las cisternas de agua, las vegas, los valles, los montes y los ríos. Eso es lo que el apóstol Pedro nos declara, cuando dice que tenemos que poseer la fe, el poder, la ciencia, la templanza, la paciencia, el temor de Dios, el amor fraternal y el amor de Cristo (2 Pe. 1:5-11). Todos estos frutos espirituales y las añadiduras como sanidades, milagros y bendiciones terrenales, son los atributos de la humanidad y la divinidad de Jesucristo en la tierra santa del evangelio (Leer Jn. 5:39 y 6:53).

Lo opuesto es la incredulidad contra la fe, la debilidad contra el poder, la ignorancia contra la ciencia del Altísimo, la intemperancia contra la templanza, la impaciencia contra la paciencia, la impiedad contra la piedad, la indiferencia contra la confraternidad y el odio a alguien, en contra del amor divino. Las siete naciones cananeas prefiguraron los espíritus denominacionales, las doctrinas y las obras anticristo del nicolaísmo. Muchos saben que el  demonio amorreo es el nicolaísmo (gobierno humano sobre los creyentes), pero aunque lo detestan no se pueden liberar de su señorío autoritario, encarnado en los líderes del mundo iglesias. Es porque están comprometidos con el balaamismo. 

El balaamismo es el sistema de organización religiosa, basado en nombres sectarios, teología intelectual, herejías y eventos atractivos a los sentimientos humanos. Eso es humo de falsa gloria emocional que atrapa, pero no transforma a nadie. Al contrario, es muerte y ya está reprobado por Cristo (Ap. 3). Pero el evangelio apostólico es libre del anatema y de las plagas del pecado. Nos provee libertad, sanidad, paz y fortaleza mental . 

'Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia' (2 Pe. 1:3-4).

CONCLUSION

Como Josué tomamos la mente de Cristo, reinamos sobre la oscuridad religiosa y poseemos la sabiduría del evangelio de nuestra salvación.

'Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono' (Ap. 3:21).