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MI TESTIMONIO y LLAMAMIENTO




Como hombre de Dios y hermano en Cristo Jesús, considero mi deber de brindarle a todos los verdaderos creyentes de la Biblia una palabra de presentación y relato de la obra de la Bendita Gracia de Dios en mi vida y el mandato divino que recibí de ser plenamente útil a Su pueblo en la Fe de Jesús, que nos ha sido dada una vez a los santos para la salvación de nuestras almas.

Cuando niño asistí con mis padres y mis dos hermanos a una iglesia evangélica denominada 'Los Hermanos Libres' en Buenos Aires, Argentina. Allí acepté al Señor Jesucristo como mi Señor y Salvador a la edad de 10 años. Pero recuerdo bien que no enseñaban abiertamente sobre el don del Espíritu Santo. Como estudiante secundario vi el mundo exterior, me atrajo el deporte y no me sentía ya bien en la iglesia. La mundanalidad me contaminó y me enredó. Hacia los 23 años de edad, estaba empleado en buques petroleros como marinero civil. Un trabajo duro y un mal ambiente en esos años. Sentía casi todo el tiempo mucha aflicción y el buen dinero que ganaba no me daba sosiego.

Un día de 1973, después de un tiempo de estar enfermo de introversión con miedos y angustia, por la misericordia de Dios tuve deseos de orar. Mientras lo hacía torpemente a mi manera, de pronto me invadió una gran convicción de culpabilidad y recuerdos de pecados que me afligían delante de Dios y tan solo le pedía Su perdón. Tuve un ARREPENTIMIENTO que jamás supe que podía existir de manera tan profunda. Estuve más de una hora así, y luego me vino una gran paz cuando fui guiado a recordar  el sacrificio y la muerte del Señor Jesucristo por mí. Pude ver en mi mente la escena de un lugar a oscuras sobre una colina, con una cruz y un hombre colgado en ella. Entonces entendí que tenía que creer en la sangre que El había derramado allí. Era todo lo que pude comprender. En los días siguientes me encontré libre interiormente de la carga que llevaba. Entonces con devoción, comencé a leer mucho la Biblia.

Después decidí reunirme con los cristianos pentecostales italianos, porque hablaban del Espíritu Santo y era lo que más anhelaba recibir de Dios. Pero ya no era más la misma persona. Solo quería seguir la voluntad de Dios para mi vida. ¡Fue Su misericordia…! Pero no pasó mucho tiempo para que me turbara nuevamente con la inseguridad, a causa de las enseñanzas sobre las lenguas y un sentimiento de culpa me invadía ante las dudas de estar limpio delante de Dios. Era  porque,  según me enseñaban como una doctrina de la iglesia pentecostal, que si no hablaba en lenguas se debía a que no había recibido aún el Espíritu Santo por alguna razón en mi relación personal con el Señor.

No sabía nada sobre el legalismo religioso de las iglesias denominacionales y el grave error doctrinal acerca de que todos los que han recibido el Espíritu Santo deben hablar en lenguas. Le han quitado y agregado a la palabra de Dios. Es enseñanza falsa que la evidencia inicial o posterior al bautismo del Espíritu Santo es el hablar en lenguas. De acuerdo con 1 Co. 12:10, el don de lenguas es uno de los nueve dones del Espíritu. Incluso es el menor de todos los dones espirituales. Fue por el Espíritu Santo que yo había nacido de nuevo y no por uno de Sus dones. De todas maneras nunca estuve contrario, sino a favor del don de lenguas verdadero, porque está escrito en la Biblia. Pero queda claro que existe la imitación de satanás y que hay muchas personas hablando en lenguas que no son del Espíritu Santo. La exigencia de los que imponen a los creyentes que hablen en otras lenguas es perversa porque da lugar a muchos espíritus demoníacos, listos para engañar a las almas. Es lo mismo que enseñar espiritismo o reencarnación, lo cual es del diablo. Yo era neófito en ese tiempo y pedí al Señor el don de lenguas verdadero. Entonces traté de andar rectamente a fin de agradar al Señor en todo, de manera que pudiera recibirlo. Me volví un creyente religioso con exceso de autoexigencia y rigidez en la convivencia social, buscando así con mi propio esfuerzo de no contaminarme con lo mundanal.

Pero, por la Gracia del Señor, un día ¡PUDE VER! la palabra de Dios, cuando leí el pasaje de 1 Co. 12:13, diciéndome que el Espíritu Santo me había bautizado  en el Cuerpo de Cristo, de lo cual yo estaba seguro por medio de la fe. La palabra de sabiduría era el don que el Espíritu Santo me había impartido y así comprendí la doctrina de los dones espirituales. Fue una gran luz a mi alma entender que la evidencia de tener el Espíritu Santo es recibir revelación de la palabra de Dios y permanecer en ella. Deseché para siempre las interpretaciones carnales de las Escrituras que tantos han enseñado hasta hoy contra la verdadera evidencia. Un creyente es un genuino renacido si es guiado y enseñado en todas las Sagradas Escrituras por el Espíritu Santo. El es Su Autor y por lo tanto es el Revelador y Maestro dado para glorificar al Señor Jesucristo en el nuevo nacimiento, antes que a  los dones y obras espirituales que Sus discípulos podamos recibir para el ministerio del evangelio.  La evidencia es la revelación de que el Hijo de Dios es Cristo, la Palabra y por lo tanto Dios y Cristo es Uno y el Mismo,  porque Dios es la Palabra. (Ver Mateo 16:17-18 y Juan 1:1). Se necesita revelación Divina para entenderlo, lo cual sólo es posible por el verdadero Espíritu Santo y no por la teología del hombre.

Eso fue convicción tan profunda que decidí creer en la palabra de Dios. Luego, en la epístola a los Gálatas, entendí la gran doctrina de la Gracia. El sentimiento de autocondenación me abandonó a medida que me aferraba más y más a las Escrituras. Cada vez las comprendía mejor. En ellas vi la diferencia entre el Cristianismo moderno en las iglesias evangélicas y la Primera Iglesia del libro de Hechos de los Apóstoles. Errores, división, esclavitud y falta de crecimiento en la 'iglesia del hombre' como comencé a llamarla, debido al sistema controlador de la vida de la gente.

Recibí compañerismo con mi hermano Mario, en quien también el Señor obró grandemente unos días después de mi experiencia de arrepentimiento y juntos nos acercábamos a distintas iglesias en Argentina. Queríamos ayudar llevando un despertar a las conciencias de los hermanos para que salieran de su conformismo y pudieran nacer de nuevo. Muy pocos nos entendían y juntos determinamos retirarnos a la soledad, buscando a Dios y clamando por qué nos pasaban esas cosas. No concordábamos con los 'odres viejos', sabíamos que teníamos vino nuevo.

Esa separación nos costó críticas y disgustos. Decidimos cambiar de empleo para seguir más libremente el llamamiento espiritual que teníamos, lo cual fue un gran choque familiar. Pero en 1976, llenos de fe salimos de Argentina encaminados por el Espíritu Santo para llevar la palabra, creyendo que El nos inspiraría para hablar.

Y así fue. (Siempre recuerdo a los varones espías que envió Moisés a la tierra prometida). Fueron nueve meses. Llegamos hasta México, visitando iglesias evangélicas en Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Honduras. Fue en la ciudad de Arequipa, Perú, que nos bautizamos correctamente en el Nombre del Señor Jesucristo y conocimos acerca del hermano William Marrion Branham y su ministerio profético de Malaquías 4:6b y Apocalipsis 10:7 con las doctrinas de los cristianos del primer siglo sobre la Unidad de Dios, el verdadero bautismo bíblico, el Pecado Original y la Simiente de la Serpiente en el Huerto del Edén, las Siete Edades de la Iglesia, la Revelación de los Siete Sellos, etc.

Fue leyendo la literatura de la Palabra Hablada que nos facilitó un joven creyente peruano que radicaba en Brasil. El quiso unirse a nosotros en el viaje, lo cual aceptamos con amor fraternal. Juntos, dimos conferencias durante una semana en Arequipa, Perú, en una iglesia fundamentalista evangélica. Solamente era leer la Biblia y permitir que el Espíritu de Dios hablara. Fue glorioso. Luego, mucha gente nos buscó para que antes de seguir viaje, nos reuniéramos con ellos fuera de esa iglesia, a lo cual accedimos. Se formó una buena congregación, a la que le dimos instrucciones bíblicas de cómo continuar en la fe.

Cuando aquel compañero hablaba, hacía mucho énfasis en lo que dijo el hermano Branham, pero yo le pedí que cambiara la forma, pues lo hacía con la voz intelectual del hombre. Le dije:  "La palabra está bien, pero no es el Espíritu Santo quien la presenta". Pareció aceptarlo, porque logró entenderlo y así continuó con nosotros. Muchos creyeron y se bautizaron correctamente en el Nombre del Señor Jesucristo

Dios nos confirmaba en la fe a nosotros y nos mostraba que El nos había liberado del orden religioso de los hombres, antes de saber que ya había enviado Su mensajero a la Edad de Laodicea. En todas partes adonde llegábamos, vimos debilidad espiritual en las iglesias, temor, ataduras, confusión, estancamiento moral en las almas. Era como visitar cementerios. No había vida espiritual. En algunos lugares de Ecuador y Colombia encontramos fanatismo 'branhamita'. Nos miraron con indiferencia y no tomaron en cuenta el testimonio de la obra de Cristo en nuestras vidas.

Es extenso seguir relatando lo de Colombia, Honduras y México. Volvimos a nuestro país. Aquel joven se había separado de nosotros en Honduras y cuando pudo, regresó a Perú. El pensaba que la congregación era suya y solo quería predicar a Branham. Fue y lo hizo, a los hermanos que dejamos reunidos como iglesia familiar en Arequipa. No nos respetó ni nos avisó. Mi hermano Mario fue en 1978 a verlos y tuvo que enfrentar el error de una conducta sectaria que se había introducido. Casi todos se dispersaron, salvo unas pocas personas con las que me encontré en 1979 que habían permanecido quietas en su espíritu, delante de Dios. Ellos no siguieron a nadie y han recibido del Espíritu Santo la revelación de Jesucristo y la fe apostólica original.

En Argentina, en el hogar de mis padres, mientras viajábamos, a nuestras espaldas tomó fuerte dominio el espíritu 'branhamita', haciéndoles creer que estaban en el mensaje. Ellos no nos miraban como siervos de Dios, sino solamente como hijos y no habían estado de acuerdo que saliéramos de la iglesia evangélica, menos a predicar. Pensaban que lo que teníamos era una mera ilusión juvenil. Se comunicaron con personas que no conocíamos a través de las direcciones que figuraban en los libritos de la Palabra Hablada que nosotros mismos les habíamos enviado, para poder bautizarlos correctamente cuando regresáramos y conocieran acerca del mensaje del Fin. Pero esa gente se adelantó durante nuestra ausencia ejerciendo su espíritu dominante y con gran verborragia solo repetían como de memoria lo que predicó el profeta William Branham. Jamás nos imaginamos el daño que se produciría, pues ignorábamos que existía el espíritu sectario del 'branhamismo'. Es un movimiento evangélico denominacional que no fue fundado por el hermano Branham, ni algo en lo que él personalmente haya tenido parte. Pero, por la voluntad de Dios ha dado lugar a la separación de la cizaña del trigo y de los creyentes 'vírgenes fatuas' de los creyentes 'vírgenes prudentes', (Mt. 13).

Con el correr de los años, no pudimos tener compañerismo espiritual y culto al Señor en espíritu y en verdad. Ha causado un largo sufrimiento el daño que personas autoritarias pueden causar en gente neófita. Entonces comprobé que el mensaje del Fin, en Latinoamérica, estaba en manos ajenas que Dios no había enviado y que se movían por su propia cuenta como dueños del mensaje y de la literatura en la que imprimían el sello de sus iglesias.

ES OTRO ISMO DENOMINACIONAL, UN ANGEL CAIDO SECTARIO. Habían puesto al hermano Branham por arriba del Señor Jesucristo. No nos reconocieron. Contraje matrimonio en Perú, en 1979. Desde 1982 hasta 1987, nos quedamos allí con mi esposa, reuniéndonos como 15-20 personas. Alguien que asistía a las reuniones le pidió por su cuenta literatura del mensaje al hermano Jorge Smith que estaba en Canadá.  El pedido llegó, pero junto con ello envió a un cristiano brasileño fanático 'branhamita' que decía ser apóstol. El grupo entró en confusión, salvo familiares de mi esposa y otros a los que no agradaba su autoritarismo nicolaíta y legalista. No lo reconocí como apóstol absolutamente. Le dije que creía en el mensaje, pero no con el espíritu que él tenía. Me menospreció y no me oyó. Gracias a Dios, recibí consolación cuando en 1987 recibí folletos 'El Contendedor' del hermano Raymond Jackson de Estados Unidos. Lo recibí como verdadero apóstol, según el discernimiento del Espíritu y me confirmó en la revelación de la palabra que yo recibí.

Me regocijé en la doctrina original apostólica y por fin pude conocer a alguien presentando correctamente por el Espíritu Santo, el ministerio del Séptimo ángel de Apocalipsis 10:7. Tuve la certeza de la restauración de la Novia al ministerio apostólico original de Efesios 4:11-12. ¡Gloria sea a Dios! Como Josué y Caleb, después de haber sido los espías de Israel tomando los frutos del país de Canaán, mostrarlos a sus hermanos y colaborar con Moisés en el desierto 40 años, así fue lo que hemos vivido. Desde 1987 vivo en Argentina, donde establecí mi domicilio. Desde 1990 a 1995 nos reunimos en mi casa con hermanos que sabían del profeta William M. Branham, pero no del apóstol Jackson. Todo empezó bien, pero esa familiaridad que traían con el espíritu denominacional les velaba el entendimiento.

Yo sentía una carga en mi espíritu, a lo que se agregaba la perturbación por mi necesidad económica que me afligió, tal vez, debido al terremoto financiero y a la globalización económica que azotó a la Argentina y a todo el mundo. Además no tenía un empleo permanente. Cuando suspendí las reuniones tuve alivio y descanso del peso que llevaba. Con mi esposa e hijos pudimos vivir mejor nuestra vida familiar y muchos otros aspectos que hacen a la vida humana y al sentido común. Necesitaba también pasar por eso: la vida real en el desierto del mundo exterior.

Jamás nos faltó la Gracia y la misericordia de Dios, mediante Jesucristo Señor nuestro,(Salmos 23, 24, 27, 91). Tengo comunión cristiana con hermanos en Argentina, Perú, Europa y con nuestro hermano Richard Gan y su ministerio de apóstol en la región de Asia, radicado en Singapur. Su obra en el Señor, editada en Internet, ha regocijado mi alma cuando tuve acceso a la Web a principios de 2009. Yo anhelo con todo mi corazón la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios en todos Sus verdaderos adoradores.

Sostengo que solo por la misma revelación de las Sagradas Escrituras que viene de la mente de Cristo se tiene la UNIDAD DEL CUERPO DE CRISTO. Fe perfecta es revelación y revelación es por Gracia. Cuando recibimos la visión espiritual que el Hijo de Dios tiene sobre Su palabra obtenemos Su conocimiento del Espíritu y la voluntad del Padre. El está aquí en la tierra al frente de los ejércitos de Su Israel espiritual que es Su Iglesia amada, "y si El es por nosotros, ¿quién contra nosotros?". Su obra en Sus escogidos está forjando nuestra unidad para que podamos llegar a la estatura de la plenitud de Cristo, la cual es el amor de Dios.  Amén

El Grito de medianoche de Mateo 25:6 clama y suena fuertemente para que los escogidos que han creído en el ministerio del ángel de Ap. 10:7  y saben quién es Babilonia y sus hijas, abran la puerta de Ap. 3.20 (sus mentes) y permitan que Cristo se les revele y reine en sus vidas. El tiene un ministerio de predicación y enseñanza en mí de la verdad presente, para el perfeccionamiento del entendimiento espiritual de la palabra en los santos de Dios, para la obra del ministerio y para la edificación del Cuerpo de Cristo de acuerdo a Efesios 4:11-12.

Este es el tiempo de la Boda del Cordero que el Padre nos ha dado con Su Hijo en la tierra a la Novia de Su Espíritu y de Su palabra, para que El nos transforme a Su imagen. Tenemos que permanecer en la Presencia del Unigénito, porque El ha venido a nosotros con Su ministerio de ascensión para revelarse a Sí Mismo en Sus escogidos antes del rapto, (ver Apocalipsis cap. 10).

"He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, cenaré con él y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias".

"Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas".

"Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono uno sentado". 

(Ap. 3:20-22 y 4:1-2)

Querido lector:  Te agradezco tu atención prestada a mi Testimonio.  Dios bendiga tu vida y te permita recibir la Luz de Su Hijo Amado, para tu salvación y vida eterna a través de la revelación de Su palabra profética.  Que este ministerio pueda obrar, a través del Espíritu Santo,  en la perfección de tu entendimiento y en la edificación espiritual de tu alma.  Es mi oración por tí en el Nombre del Señor Jesucristo.  Amén

EDUARDO OCAMPO