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EL NUEVO PACTO - Doctrina del Verdadero Evangelio


Parte 1

LA PRIMOGENITURA DE CRISTO

Antes de la fundación del mundo, el Eterno creó en Su mente el Espíritu de Cristo en forma de pensamiento. Luego, en forma hablada implantó ese pensamiento en Sí Mismo y gestó Su oficio y función de Hijo.  Cuando el Hijo se manifestó en forma corporal, creó todas las cosas con Su palabra. Así es como el Eterno permaneció Invisible, pero con Su auto revelación de Hijo se hizo Visible ante Su creación (ver Sal. 2:7; Jn. 1:18 y Ap. 10:1). 

'...El Hijo, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos' (Heb. 1:2-4).
 
Cristo se manifestó físicamente en la eternidad con un cuerpo espiritual glorioso, siendo el Unigénito del Padre y el Primogénito de la familia de Dios. El Principio de toda creación de Dios es Cristo juntamente con Su familia escogida y predestinada en El. Siendo el Hijo Unigénito tiene naturaleza divina y siendo el Primogénito de toda creación tiene naturaleza humana, porque es el Hijo del Hombre. Por medio del Unigénito y Primogénito, Dios habló Sus pensamientos creativos en forma audible para que fueran hechos los cielos, la tierra y todo lo que hay en ellos (Sal. 33:6 y Heb. 11:3). 

Cuando Jesús vino al mundo fue el Primogénito del Padre manifestado humanamente, y a la edad de treinta años Cristo el Hijo Unigénito se encarnó en El. Dios no se hizo carne, ni se hizo hombre, fue Cristo Su Palabra Viviente Quien se encarnó en Jesús. Esa es la forma en la que Dios manifestó toda la plenitud de Sus atributos, oficios y funciones de Padre, de Hijo Unigénito y de Hijo del Hombre en Cristo Jesúsel lado visible del Eterno invisible. Las dos naturalezas del Hijo de Dios - divinidad y humanidad - no son dos personas, ni tampoco existen tres personas en la divinidad.  No hay dos, ni tres tronos en el cielo de Dios, solo hay un trono donde está sentado el Señor Jesucristo (ver Dt. 6:4;  Jn. 17:3 y Ap. 4:2).

'El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz' (Col. 1:15-20).

Jesucristo es el Todopoderoso (Hch. 2:36; Col. 2:9-10; 1 Jn. 5:20 y Ap. 1:8). Por medio del verdadero evangelio se genera el vínculo con Su  primogenitura y Su unigenitura, en los hijos de DiosEl primer hijo de Dios que heredó la naturaleza dual - humanidad y divinidad - de Cristo fue Adán. A causa de su caída en el pecado, esa herencia regresó al Padre y toda Su familia necesitó a Jesucristo para recuperarla. Entonces fue creadla nación de Israel y del linaje predestinado de la tribu de Judá nació Jesús.  El Primogénito de toda creación vino a la tierra como Salvador para redimir con Su sangre a Sus hermanos y a la creación caída. 

'En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados' (Col. 1:14).

Y el padre de la nación de Israel fue Abram, aún antes de ser Abraham. El fue el primer integrante de Israel que recibió la simiente divina y humana de Cristo por la palabra hablada de Dios.

'Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra' (Gn. 12:1-3).

Abram fue pueblo elegido y predestinado de Dios. Un día fue justificado porque 'creyó a Jehová y le fue contado por justicia' (Gn. 15: 6). ¿Por qué pudo ser justificado si aún Jesús, el que justifica al que cree en El, no había muerto en la cruz? Es porque la palabra que oyó del Señor era el evangelio de salvación que libró su alma de las tinieblas del mundo caldeo, donde vivía. El creyó el mismo evangelio que judíos y gentiles escogidos creyeron siglos después. Dios le habló y la fe de Jesucristo escondida en Su palabra, se reveló en su corazón para su redención y vida eterna. 

'Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESUS, porque El salvará a su pueblo de sus pecados' (Mt. 1:21). 
  
Abram fue el fundador de la nación de Israel y padre espiritual de los creyentes, porque al creer el evangelio de Dios se unió  con la sangre del Nuevo Pacto (1 Cor. 11:25). Así es como se justificó con la  Justicia de Jesucristo y se apropió de Su Primogenitura. Luego la heredó a toda su descendencia, que fue tanto física como espiritual. Como Abram su descendencia física fue la nación de Israel. Como Abraham su descendencia espiritual fue el Cuerpo de Cristo, la Iglesia del Primogénito también llamada la Congregación de los Primogénitos (Heb. 12:22).

'Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva (evangelio) a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham...Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu...Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo' (Gál. 3:6-9, 13-14, 16).

Tiempo después, cuando Dios comisionó a Moisés para liberar a Israel de Egipto, le dio este mensaje: 

'Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito'  (Ex. 4:22-23).

El evangelio es la primogenitura de Cristo en los hijos de Dios nacidos de nuevo. El dijo '...Mis palabras son espíritu y son vida' (Jn. 6:63b). Su palabra de salvación es inmutable.  Fue anunciada por El Mismo en la tierra y por Su Ministerio de Ascensión desde el día de Pentecostés hasta hoy, a través del ministerio quíntuple de Efesios 4:11-12.  De igual manera, Israel recibió la primogenitura de Cristo a través del mensaje de sus padres Abraham, IsaacJacob y los profetas del Antiguo Pacto. 

'Jehová habló a Moisés, diciendo: Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es...Te será, pues, como una señal sobre tu mano, y por un memorial delante de tus ojos, por cuanto Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte' (Ex. 13:1-2,16).

 LA FALSA PRIMOGENITURA

'Dijo, pues, Moisés (a Faraón): Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto, y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias. Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunco hubo, ni jamás habrá. Pero contra todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas. Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de Faraón' (Ex. 11:4-8).

El primogénito de Faraón y todo primogénito que murió en Egipto, desde el hombre hasta la bestia, hoy es el evangelio modificado del sistema institucional religioso del hombre. Es un mensaje contaminado por los credos, dogmas, tradiciones e interpretaciones privadas de la palabra de Dios. Estas obras carnales son fortalezas, argumentos y pensamientos de la religión organizada que trabajan contra la mente de Cristo en los creyentes.

Faraón fue juzgado y sentenciado a juicio por el Todopoderoso, a través de Moisés. El motivo fundamental dejuicio divino fue la adoración a la figura del hijo primogénito. Esta era la principal idolatría de Egipto entre muchas otras, que encarnó espíritus de demonios en todos sus seguidores. Y por cuanto ese culto era religión del diablo, la ira de Dios se desató contra la primogenitura egipcia después de haberle dado al Faraón señales y tiempo para el arrepentimiento.

'Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el Pacto sempiterno.

Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres' (Is. 24: 5-6).

En esta hora final, los juicios divinos están cayendo sobre  el Egipto actual, el sistema mundial político, religioso, militar y materialista del hombre. Es por causa de la idolatría al trinitarismo y a las falsas doctrinas que han quebrantado el evangelio del Nuevo Pacto.  Todos los credos, dogmas y tradiciones del hombre son los 'falsos primogénitos'. Estamos viendo la apostasía anunciada en 2 Tes. 2:3, porque muchas personas llamadas cristianas le dan la espalda a la Voz de aclamación y a la trompeta de Ap. 10:7.  Depositan su fe y esperanza de 'reino ahora' y prosperidad material que les prometen los mensajeros de falsos evangelios modernos. No les importa que sus mensajes no tienen la primogenitura de Cristo, porque están poseídos por el espíritu de apostasía ecuménica (ver  Mt. 7:23). 

Sin fe en la sangre de Jesucristo y el arrepentimiento de pecados, no hay filiación. La filiación es la regeneración espiritual que forma la primera parte del nuevo nacimiento completo del creyente. Sin filiación no hay primogenitura y sin primogenitura no participas del Nuevo Pacto. El Nuevo Pacto de Dios en el creyente es el nuevo nacimiento completo. El grave perjuicio de creer un evangelio quebrantado (pervertido) es no poder renacer totalmente. El renacer es la adopción de Hijo de Dios, para ser la Iglesia del Primogénito que será arrebatada. Muchos creyentes no serán arrebatados y sufrirán la gran tribulación venidera, por no haber experimentado el renacer del Nuevo Pacto (ver Ap. 7:14).

El trinitarismo fue inventado por herejes religiosos,  en el Concilio de Nicea (año 325 d.C).  Ellos afirmaron que la Unidad de Dios y de Cristo, tan evidente en la Biblia, es modalismo o cualquier otra interpretación privada que toman como excusa, porque no tienen revelación divina. Por ser trinitarios, muchos cristianos se han bautizado en los títulos Padre, e Hijo y Espíritu Santo. Los títulos mencionan oficios y funciones de Dios, pero no mencionan el Nombre Jesucristo, tal como nuestro Señor lo ordenó para arrebatar una Iglesia Esposa de Su Nombre. No piense nadie que el Esposo le reunirá hoy con El en esta hora (Mt. 25:10) si no es una virgen prudente que arregla su lámpara, quitando todo credo, dogma, ideas y tradiciones de su corazón. Tú debes limpiarte con las verdades básicas que Cristo nos ha entregado en este tiempo del fin, por Su profeta-mensajero del clamor de medianoche (ver Mal. 4:5-6; Mt. 25:6; 1 Tes. 4:16 y Ap. 10:7), nuestro hermano William Marrion Branham.

Parte 2

LA CIRCUNCISION DE CRISTO

'Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne las intenciones y los pensamientos del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien, todas las cosas están desnudas y abiertas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta' (Heb. 4:12-13).

Israel había recibido de Dios el vínculo de la primogenitura de Cristo por el evangelio de su padre Abraham, quien también fue santificado con la palabra de la circuncisión. Esto nos revela que el alma justificada tiene que ser libre del señorío del pecado por medio de la circuncisión. Así es que Abraham fue limpio del pecado (ego carnal) en su alma. El evangelio es santo porque es la verdad de Dios (Jn. 17:17). No  debemos aceptar ningún evangelio que no circuncida el corazón, porque no posee la santidad de Jesucristo (Ro. 1:6-7). Solo acarrea la maldición del anatema. Los hijos de Israel tenían la primogenitura del Hijo de Dios en la fe que heredaron de Abraham. Pero la circuncisión física fue la señal de la unidad  del pueblo con el Espíritu de Dios, bajo del Antiguo Pacto (1 Cor. 10:1-4).

'Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón entre vosotros' (Gn. 17:10).

Nuestra circuncisión bajo el Nuevo Pacto es espiritual. Significa que los justificados debemos santificarnos para ser la morada de Dios.  Santificarnos es liberarnos y limpiarnos del pecado y de las ideas de los hombres. El evangelio bíblico de Hechos 2:38 ha sido adulterado sutilmente por el diablo,  para que los creyentes no puedan ser y vivir el Nuevo Pacto. También los incircuncisos egipcios impusieron su 'evangelio' sobre la humanidad de aquel tiempo, con la misma maniobra engañosa del sistema nicoalíta de hoy, que captura el sentimiento de la gente y anula su entendimiento. Le inculcan interpretación carnal porque no tienen la mente de Cristo, ni revelación cierta y segura. 

'En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo' (Col. 2:11 ). 

El verdadero evangelio comienza su obra regenerando el alma del creyente y encarna en él la primogenitura de Jesucristo, con el ADN del Padre Eterno. Esta regeneración de la persona es la justificación. Luego de la justificación continúa la  circuncisión de Cristo. Es la santificación que separa el alma, el espíritu y el cuerpo del señorío del pecado (Heb. 4:12-13). La santidad  es
la unión del creyente con la muerte de Jesús, que destruye el pecado y el reino del viejo hombre en el corazón (Ro. 6:11-12). Su muerte es el Juicio de Dios sobre el pecado y la naturaleza serpentina. La poderosa circuncisión de Cristo santifica al creyente que se convierte a la muerte de Jesús. Entonces, el Espíritu Santo puede consumar el nuevo nacimiento porque para renacer completamente hay que morir primero. 

Así se consuma el Nuevo Pacto de Dios. El Pacto es el nuevo nacimiento y el bautismo en el Cuerpo angelical de Cristo por medio del Espíritu Santo, a cambio de: 1) Justificarnos con el arrepentimiento de obras muertas y 2) Santificarnos en el Nombre de Jesucristo al bautizarnos en agua. Es un Pacto Perfecto porque  el resultado inmediato de la santificación es la vida de Cristo en el renacido (Ro. 6:22-23 y 2 Cor. 5:17).  El vino a ser como nosotros, para que nosotros podamos ser como El es mediante el Nuevo Pacto. El corazón es hecho un vaso de honra, un instrumento santificado útil al Señor y dispuesto para toda buena obra. '...Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos' (2 Cor. 5:15). Ver 2 Tim. 2:21-26.

¿ Puedes creer el Nuevo Pacto de Dios en Jesucristo y ser uno con El por medio de la verdad del evangelio ?

Son dos los vínculos de Hch. 2:38, que nos unen con  Jesucristo resucitado. El primer vínculo es con Su sangre por medio de la fe y el arrepentimiento. El segundo vínculo es con Su muerte por medio del bautismo en el Nombre de Jesucristo. Luego, recibir por fe el don del Espíritu Santo es la resurrección del Señor que renueva al creyente, concreta el Pacto del nuevo nacimiento y conduce a la perfección del entendimiento de la palabra. Nuestro Salvador, con Su sacrificio de buena voluntad, nos restauró los atributos de la Justicia y la Santidad de Dios que fueron perdidos por Adán (Ef. 4:24). 

¿Cómo es que Adán perdió los atributos de Dios? 

Los perdió por causa de su vínculo íntimo en forma inmoral con su mujer. Porque el acto sexual con ella debía ser conforme al plan de Dios. Pero no fue así, sino que fue a la manera del diablo, en el huerto del Edén. Desde allí quedó encarnado el pecado original, que es el ego carnal del cuerpo humano. Y la unidad del hombre con Dios se interrumpió, 'por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios' (Ro. 3:23).  Entonces, toda obra humana inspirada en el pecado es adulterio contra Cristo y fornicación con el diablo. Esto es transgresión de la ley de Dios, por lo cual el hombre y la mujer sin Cristo serán juzgados en el Juicio del Gran Trono Blanco, delante del Eterno (Hch. 17:31).

Después de haber creído y sido justificado por la fe, Abraham se santificó del pecado original al circuncidarse con la palabra de Dios. Entonces recuperó el vínculo perdido con el Señor por Adán y su mujer. Abraham vivió un Pacto de unidad con Dios, porque su alma quedó santificada del pecado al circuncidar su cuerpo. El resultado fue que su nombre Abram fue cambiado en Abraham. Eso significa que nació de nuevo y después, por creer la promesa de Dios, pudo ver a su hijo Isaac nacer milagrosamente. Con el bautismo en Su Nombre nos ministramos a nosotros mismos la santidad de la muerte de Jesús. El Pacto de Dios se cumple y vemos nuestro espíritu renacido, donde se manifiesta Cristo el varón perfecto así como se manifestó Isaac en la existencia de Abraham. Lo mismo sucedió en la vida de Jesús de Nazareth cuando se bautizó en el río Jordán. El Espíritu de Cristo se encarnó y comenzó a manifestarse en El. 

Parte 3

LAS LEYES DEL EVANGELIO

'Os haré pasar bajo la vara, y os haré entrar en los vínculos del pacto; y apartaré de entre vosotros a los rebeldes, y a los que se rebelaron contra mí; de la tierra de sus peregrinaciones los sacaré, mas a la tierra de Israel no entrarán; y sabréis que Yo Soy Jehová' (Ez. 20:37).

La vara de Cristo es Su potestad (soberanía, autoridad y poder) de hacer Justicia y Juicio. La Justicia de la sangre y el Juicio al pecado con Su muerte en la cruz. En la Justicia de Su sangre tenemos el vínculo de la justificación del alma y la herencia de la primogenitura, porque es la restauración al Principio de toda creación. La justificación es la fecundación y el comienzo de la nueva vida. Todo el proceso es obra del Espíritu Santoa partir del arrepentimiento del creyente de sus obras pecaminosas. Eso destruye el gobierno del pecado en el alma del justo. El pecado está muerto a él, y él está muerto al pecado. Ahora debes aplicar el segundo vínculo del Pacto. Es sepultarte en las aguas del bautismo en el Nombre de Jesucristo para ser perdonado de tus pecados. Es  la unión por la fe con Su cuerpo sepultado para santificarte.

'Por lo cual, este es el nuevo pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos serán mi pueblo;' (Heb. 8:10).

Por medio de la doctrina del evangelio, los elegidos son vinculados con las leyes de la Justicia y la Santidad del Nuevo PactoEs la semejanza del alumbramiento de un niño en el parto natural, donde primero fluyen la sangre y el agua hasta que recibe de Dios el espíritu de vida propia. El Nuevo Pacto consumado en el creyente renacido es también su bautismo por el Espíritu Santo en el Cuerpo angelical de Cristo (1 Cor. 12:13). Esta experiencia no se concretó en los creyentes del Antiguo Testamento, porque Jesús aun no había muerto ni resucitado en gloria. Pero ellos tuvieron justificación y santificación, porque se vincularon en vida con las leyes de la primogenitura y de la circuncisión de Cristo que estaban contenidas en el Antiguo Pacto.

Así es como estuvieron también bendecidos bajo la obra redentora del Cordero de Dios, en la Dispensación de Vida eterna que a ellos les fue dada (Ver Lc. 10:23-24; Heb. 11:13 y 39-40). Cuando Jesús descendió a las profundidades de la tierra para culminar el Juicio de Dios al pecado, le quitó las llaves de la muerte y del infierno a satanás. Luego fue a la región Paraíso donde reposaban los santos de la antigüedad, esperando su  redención.  Allí  les predicó el evangelio de Su sangre y de Su muerte en la cruz. Su palabra hablada vivificó sus almas con el nuevo nacimiento completo. Luego resucitó sus cuerpos de la muerte y cuando ascendió los llevó juntamente con El glorificados a la casa del Padre (ver Mt. 27:52 y Ef. 4:8). Son la Iglesia del Primogénito y el Cuerpo de Cristo en el Paraíso de Dios. ¡El Nuevo Pacto consumado por medio de la sangre del Cordero de Dios! ¡ Alabanzas a El !

Amado de Dios: El ministerio de Cristo está escribiendo en tu mente y en tu corazón las leyes del Nuevo Pacto.  Son las palabras de la Biblia que dicen: 

'Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo...Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados;...y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones' (Hechos 2:38,41,42).

CONCLUSION

Filiación - Adopción - Redención

Ambos vínculos del evangelio, la justificación y la santificación, son la filiación de ser engendrados como hijos de Dios. Luego, el bautismo de Cristo en Espíritu Santo y fuego  es el sello de la adopción, que nos convierte en Hijos de Dios. Este es el nuevo nacimiento completo y la redención de Cristo, hasta la posesión del cuerpo de Su gloria (1 Cor. 1:30 y Fil. 3:21) con el cual veremos al Señor cara a cara, tal como El es. 
Los creyentes renacidos del evangelio de Pentecostés somos el Nuevo Pacto de Dios, por medio de Jesucristo en nuestro corazón.