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LOS VINCULOS DEL NUEVO PACTO


Parte 1

LA PRIMOGENITURA DE CRISTO

Antes de la fundación del mundo, el Eterno creó el Espíritu de Cristo en Su mente, en forma de pensamiento. Luego, en forma hablada implantó ese pensamiento en Su alma y gestó en Sí Mismo Su oficio y función de Hijo.  Cuando el Hijo se manifestó en forma corporal, creó todas las cosas con Su palabra. Así es como el Eterno permaneció Invisible, pero con Su auto revelación de Hijo se hizo Visible ante Su creación (ver Sal. 2:7; Jn. 1:18 y Ap. 10:1). 

'...El Hijo, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos' (Heb. 1:2-4).
 
Cristo se manifestó físicamente en la eternidad con un cuerpo espiritual glorioso, como el Unigénito del Padre y el Primogénito de la familia de Dios. El Principio de toda creación de Dios es Cristo y Su familia escogida y predestinada en El. Siendo el Hijo Unigénito tiene naturaleza divina y siendo el Primogénito de toda creación tiene naturaleza humana, porque es el Hijo del Hombre. Por medio del Unigénito y Primogénito, Dios habló Sus pensamientos creativos en forma audible, para que fueran hechos los cielos, la tierra y todo lo que hay en ellos (Sal. 33:6; Heb. 11:3). Cuando Jesús vino al mundo fue el Primogénito del Padre manifestado humanamente, y a la edad de treinta años Cristo el Hijo Unigénito se encarnó en El. Dios no se hizo carne, ni se hizo hombre, fue Cristo la Palabra Viviente Quien se encarnó en Jesús. Esa es la forma en la que Dios manifestó toda la plenitud de Sus atributos, oficios y funciones de Padre y de Hijo Unigénito en el Hijo del Hombre. Cristo Jesús es Dios y Hombre, el lado visible del Eterno invisible en unidad con El. Las dos naturalezas del Hijo de Dios - divinidad y humanidad - no son dos personas, ni tampoco existen tres personas en la divinidad.  No hay dos, ni tres tronos en el cielo de Dios, solo hay un trono donde está sentado el Señor Jesucristo (ver Dt. 6:4;  Jn. 17:3 y Ap. 4:2).

'El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz' (Col. 1:15-20).

NUESTRO VINCULO CON JESUCRISTO

El Primogénito es el alma, el espíritu y el cuerpo humano de Jesucristo, que fue ungido en la tierra con la Unidad del Padre y del Hijo Unigénito. Eso significa la plenitud de la Divinidad morando en El (Col. 2:9-10). Jesucristo es el Todopoderoso (Hch. 2:36; 1 Jn. 5:20 y Ap. 1:8). Por medio del evangelio se genera el vínculo con Su  primogenitura y Su unigenitura, en los hijos de DiosY el primer hijo de Dios que heredó la naturaleza dual - humanidad y divinidad - de Cristo fue Adán. A causa de su caída en el pecado, esa herencia regresó al Padre y toda Su familia necesitó a Jesucristo para recuperarla. Entonces fue creadla nación de Israel y del linaje predestinado de la tribu de Judá nació Jesús.  El Primogénito de toda creación vino a la tierra como Salvador para redimir con Su sangre a Sus hermanos y a la creación caída. 

'En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados' (Col. 1:14).

Y el padre de la nación de Israel fue Abram, aún antes de ser Abraham. El fue el primer integrante de Israel que recibió la simiente divina y humana del Primogénito por la palabra hablada de Dios. Esa simiente  era  Cristo Jesús y fue encarnada en Abram.

'Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra' (Gn. 12:1-3).

Abram fue pueblo elegido y predestinado de Dios. Un día fue pactado con Cristo por la palabra hablada, porque 'creyó a Jehová y le fue contado por justicia' (Gn. 15: 6). ¿Por qué pudo ser justificado si aún Jesús, el que justifica al que cree en El, no había muerto en la cruz? Es porque la palabra del Señor le reveló el evangelio de salvación del alma y libró su vida de las tinieblas del mundo caldeo, donde vivía. El creyó el mismo evangelio, que judíos y gentiles escogidos creyeron siglos después. Dios le habló y la fe en el Primogénito Jesucristo escondida en Su palabra, se reveló en su alma para su redención y vida eterna. 

'Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESUS, porque El salvará a su pueblo de sus pecados' (Mt. 1:21). 
  
Abram fue el fundador de la nación de Israel y padre espiritual de los creyentes del evangelio, porque al creer a Dios fue vinculado con la sangre del Nuevo Pacto. Así es como se justificó con la  Justicia del Primogénito. Luego la heredó a toda su descendencia, que fue tanto física como espiritual. Como Abram su descendencia física fue la nación de Israel. Como Abraham su descendencia espiritual fue el Cuerpo de Cristo, la Iglesia del Primogénito. 

'Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva  a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham...Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu...Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo' (Gál. 3:6-9, 13-14, 16).

Tiempo después, cuando Dios comisionó a Moisés para liberar a Israel de Egipto, le dio este mensaje: 

'Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito'  (Ex. 4:22-23).

Podemos ver que el evangelio del Nuevo Pacto es la humanidad y la divinidad de Jesucristo, que le imparte Su filiación humana y Su redención divina al creyente renacido y lo convierte en un Hijo de Dios. El evangelio encarna  la primogenitura de Cristo en los hijos de Dios. '...Mis palabras son espíritu y son vida' (Jn. 6:63b). Como le fue revelado a Abraham, todos los hijos de Dios son los primogénitos del Padre porque fueron hechos en el Primogénito, por medio de El y para El. Son la Iglesia del Primogénito y el Cuerpo de Cristo (Heb. 12:22). ¡Aleluya! Su palabra de salvación es inmutable.  Fue anunciada por El Mismo en los días de Su carne y por Su Ministerio de Ascensión desde el día de Pentecostés hasta hoy, a través del ministerio quíntuple de Efesios 4:11-12.  De igual manera, Israel recibió la Primogenitura del evangelio a través de sus padres Abraham, IsaacJacob y los profetas del Antiguo Pacto. 

'Jehová habló a Moisés, diciendo: Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es...Te será, pues, como una señal sobre tu mano, y por un memorial delante de tus ojos, por cuanto Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte' (Ex. 13:1-2,16).

 LA FALSA PRIMOGENITURA

'Dijo, pues, Moisés (a Faraón): Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto, y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias. Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunco hubo, ni jamás habrá. Pero contra todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas. Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de Faraón' (Ex. 11:4-8).

El primogénito de Faraón y todo primogénito que murió en Egipto, desde el hombre hasta la bestia, hoy es el evangelio modificado del sistema institucional del hombre. Es un mensaje contaminado por los credos, dogmas, tradiciones e interpretaciones privadas de la palabra de Dios. Estas obras carnales son fortalezas, argumentos y pensamientos de la religión organizada que trabajan contra la unidad de la fe y el conocimiento de Cristo en los creyentes.

Faraón fue juzgado y sentenciado a juicio por el Todopoderoso, a través de Moisés. El motivo fundamental dejuicio divino fue la adoración a la figura del hijo primogénito. Esta era la religión idólatra de Egipto, que encarnó espíritus de demonios en todos sus seguidores. Y por cuanto ese culto era religión del diablo, la ira de Dios se desató contra la primogenitura egipcia después de haberle dado al Faraón señales y tiempo para el arrepentimiento.

'Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el Pacto sempiterno.

Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres' (Is. 24: 5-6).

En esta hora final, los juicios divinos están cayendo sobre  el Egipto del sistema mundial político, religioso, militar y materialista del hombre. Es por causa de la idolatría al trinitarismo y a falsas doctrinas que han pervertido el verdadero evangelio del Nuevo Pacto.  Todos estos credos 'primogénitos' son el producto de la apostasía anunciada en 2 Ts. 2:3, porque muchas personas llamadas cristianas prefieren dar la espalda a la Voz de aclamación y a la trompeta de Ap. 10:7.  Depositan su fe y esperanza de 'reino ahora' y prosperidad material que les prometen los mensajeros de los 'evangelios' modernos. No les importa que sus mensajes no tienen la primogenitura de Cristo, porque están poseídos por el espíritu de apostasía ecuménica (ver  Mt. 7:23). 

Sin fe en la sangre de Jesucristo y el arrepentimiento del pecado, no hay filiación con la naturaleza humana y divina del Salvador. Y sin filiación no hay la primogenitura del nuevo nacimiento.  El grave perjuicio de creer un evangelio cambiado es no poder alcanzar la adopción de hijo de Dios, ni el bautismo en la verdadera Iglesia del Primogénito y Cuerpo de Cristo.

El trinitarismo es un credo que surgió de herejes religiosos,  en el Concilio de Nicea (año 325 d.C).  Ellos afirmaron que la Unidad de Dios y de Cristo, tan evidente en la Biblia, es modalismo o cualquier otra interpretación privada que toman como excusa, para no reconocer la revelación de Dios. La consecuencia de ser trinitarios ha sido el bautismo de muchos cristianos en los títulos Padre, e Hijo y Espíritu Santo. Los títulos mencionan oficios y funciones de Dios, y no el Nombre de Jesucristo, tal como nuestro Señor lo ordenó para trasladar una Iglesia Esposa de Su Nombre, en el arrebatamiento. No piense nadie que el Esposo le reunirá con El (Mt. 25:10) si no es una virgen prudente que arregla su lámpara quitando todo credo, dogma, ideas y tradiciones de su corazón. Tú debes unir tu espíritu con las revelaciones proféticas que Cristo nos ha entregado, en este tiempo del fin, por Su profeta-mensajero del clamor de medianoche (ver Mal. 4:5-6; Mt. 25:6; 1 Ts. 4:16 y Ap. 10:7), nuestro hermano William Marrion Branham.

Parte 2

EL VINCULO DE LA CIRCUNCISION

'Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne las intenciones y los pensamientos del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien, todas las cosas están desnudas y abiertas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta' (Heb. 4:12-13).

Israel había recibido de Dios el vínculo de la primogenitura de Cristo, por el evangelio revelado a su padre Abraham, quien fue confirmado después con el vínculo de la circuncisión para ser santificado. Esto nos muestra que su alma justificada fue separada y libre del pecado y de la naturaleza carnal. Los hijos de Dios tenemos un evangelio santificador (Jd. 1:3).  No  debemos aceptar ningún evangelio sin el poder de circuncidarnos, porque solo acarrea la maldición del anatema. Así es que los hijos de Israel tenían la primogenitura del Hijo de Dios en la fe - evangelio que heredaron de Abraham. Pero también Su palabra de Justicia fue confirmada con la circuncisión, la marca del Pacto que encarna en el cuerpo la señal del Altísimo, de tener una nación santa y amada. 

'Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón entre vosotros' (Gn. 17:10).

Significa que los redimidos debemos ser limpios y libres de la teología del hombre. El evangelio bíblico de Hechos 2:38 ha sido adulterado sutilmente por el diablo,  para que los creyentes no puedan vivir con el poder del Nuevo Pacto. También los incircuncisos egipcios impusieron su 'evangelio' sobre la humanidad de aquel tiempo, con la misma maniobra engañosa del sistema nicoalíta de hoy, que captura el sentimiento de la gente y anula su entendimiento. Le inculcan teología porque no tienen la mente de Cristo y Su revelación cierta y segura. 

'En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo' (Col. 2:11 ). 

El evangelio de Jesucristo es Su primogenitura, con el ADN del Padre Eterno presente en nuestra regeneración. Esta regeneración del alma es la justificación del creyente. Luego de la primogenitura - regeneración - justificación (todo en un solo acto) continúa la  circuncisión de Cristo en el corazón. Es la santificación que separa el alma, el espíritu y el cuerpo del señorío del pecado (Heb. 4:12-13). Nuestra santificación  es la destrucción del reino del viejo hombre en el espíritu, a través de nuestra unión con la muerte de Jesús. Su muerte de cruz es el Juicio de Dios sobre el pecado y la naturaleza serpentina en el creyente, para que sea santificado. Este Juicio es la circuncisión de Cristo, que santifica todo nuestro ser. Entonces, el Espíritu Santo puede fluir libremente glorificando a Cristo en el alma, la persona y naturaleza humana del espíritu

Así se cumple el Nuevo Pacto entre Dios y  Sus hijos. El Pacto es el nuevo nacimiento y el bautismo en el cuerpo glorificado de Cristo por el Espíritu Santo, a cambio de nuestra muerte al pecado en el arrepentimiento y el bautismo en el Nombre de Jesucristo. Es un Pacto Perfecto. El vino a ser como nosotros, para que nosotros podamos ser como El es, mediante los vínculos del Nuevo Pacto. El corazón es hecho un vaso de honra, un instrumento santificado útil al Señor y dispuesto para toda buena obra. '...Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos' (2 Cor. 5:15). Ver 2 Tim. 2:21-26.

¿ Puedes ver los vínculos de la primogenitura y de la circuncisión del Nuevo Pacto, al estar crucificados juntamente con Cristo por medio del evangelio verdadero ?

Son dos vínculos. El primer vínculo es con Su sangre y el segundo vínculo es con Su muerte. Debemos estar vinculados con el sacrificio completo de nuestro Salvador. Es decir, cortados y señalados en nuestro corazón con Su obra en la cruz, en el sepulcro y en lo profundo de la tierra. Eso es la circuncisión de Cristo, a fin de vivir en la más íntima comunión con nuestro Dios y Padre. La circuncisión es la cirugía del evangelio. Su poder (Ro. 1:16) separa lo carnal del espíritu y nos perfecciona en la santidad. Cristo Jesús nos restauró los vínculos con el Padre, que fueron perdidos por Adán. 

¿Cómo es que los perdió? Los perdió por causa de su vínculo íntimo en forma inmoral con su mujer, porque el acto sexual con ella, que debía ser conforme al plan de Dios, fue a la manera del diablo, en el huerto del Edén. Desde allí quedó encarnado el pecado original, que no es más que el ego del cuerpo humano. Y la unidad del hombre con Dios se interrumpió, 'por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios' (Ro. 3:23).  Entonces, toda obra humana inspirada en el pecado es adulterio contra Cristo y fornicación con el diablo. Esto es transgresión de la ley de Dios, por lo cual el hombre y la mujer sin Cristo serán juzgados en el Juicio del Gran Trono Blanco, delante del Eterno (Hch. 17:31).

Después de haber creído y sido justificado por la fe, Abraham se santificó del pecado original al circuncidarse con la palabra de Dios que obedeció. Entonces en él se restauró el vínculo perdido con el Señor por Adán y su mujer. Abraham vivió en íntima comunión con Dios porque su alma quedó libre del pecado al circuncidar su carne. El resultado fue que pudo ver a Isaac nacer milagrosamente, por la palabra de Dios que creyó y obedeció. Cuando tomamos la circuncisión de Cristo, estamos vinculados con la santidad de Dios y  Su simiente - palabra crece convirtiéndonos en un hombre nuevo. Por lo tanto, juntamente con nuestro nuevo nacimiento humano podremos ver surgir a Cristo nuestro Isaac espiritual, en el alma. La crucifixión y muerte con Jesús es nuestra circuncisión. Los crucificados son los justos santificados, porque tienen la primogenitura y la circuncisión del evangelio en sus corazones.

JUSTIFICACION, SANTIFICACION Y NUEVO NACIMIENTO

'Os haré pasar bajo la vara, y os haré entrar en los vínculos del pacto; y apartaré de entre vosotros a los rebeldes, y a los que se rebelaron contra mí; de la tierra de sus peregrinaciones los sacaré, mas a la tierra de Israel no entrarán; y sabréis que Yo Soy Jehová' (Ez. 20:37).

La vara de Cristo es Su potestad (soberanía, autoridad y poder) de hacer Justicia y Juicio. La Justicia de la sangre y el Juicio al pecado, por medio de la muerte del Señor en el cuerpo del creyente. En la Justicia de Su sangre tenemos la herencia de la primogenitura, que produce la regeneración del alma del justificado (la concepción de una nueva vida). Todo el proceso es obra del Espíritu Santoa partir del arrepentimiento de obras muertas. Eso destruye el señorío del pecado en su mente. El pecado está muerto a él, y él está muerto al pecado. Debe sepultarse en las aguas del bautismo en el Nombre de Jesucristo para santificarse en la unión con Su cuerpo sepultado, y así reconciliarse con Dios por el perdón de sus pecados. 

LOS VINCULOS SON LAS LEYES DEL NUEVO PACTO

'Por lo cual, este es el nuevo pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos serán mi pueblo;' (Heb. 8:10).

Por medio de la sabiduría profética del evangelio, los elegidos son vinculados con la Justicia, la Santidad y la Redención de Jesucristo Así somos hechos el Nuevo Pacto en Cristo Jesús. En primer lugar, entramos en el vínculo de la justificación por la fe en la sangre de Jesús y el arrepentimiento (Ro. 1:17), con lo cual experimentamos la regeneración del alma. Es la semejanza del embarazo natural. 
 
Después entramos en el vínculo de la santificación por unirnos con la muerte de Jesucristo, al obedecer la doctrina del bautismo en Su Nombre. Esto es parte de la conversión, semejante a la gestación natural. A continuación, el don del Espíritu Santo es renovarnos con la resurrección de Jesucristo y consumar la obra completa del nuevo nacimiento, para ser perfeccionados en la palabra. Es la semejanza del alumbramiento de un niño en el parto natural, donde fluyen la sangre y el agua hasta que recibe el espíritu de vida propia. El Nuevo Pacto consumado en el creyente renacido es su bautismo en el cuerpo glorificado de Cristo, por el Espíritu Santo (1 Cor. 12:13). Esta experiencia no se concretó en los creyentes del Antiguo Pacto, porque Jesús aun no había muerto ni resucitado. Pero ellos tuvieron justificación y santificación, porque se vincularon con las leyes de la primogenitura y de la circuncisión del Señor que estaban contenidas en el Antiguo Pacto.

Así es como estuvieron bendecidos bajo la obra redentora del Cordero de Dios, en la Dispensación de Vida que a ellos les fue dada (Ver Lc. 10:23-24; Heb. 11:13; 39-40). Cuando Jesús descendió a las profundidades de la tierra para culminar el Juicio de Dios al pecado, le quitó las llaves del infierno y de la muerte a satanás. Luego fue a la región paraíso donde reposaban los santos de la antigüedad, esperando su  redención.  Allí  les predicó este evangelio de Su sangre y de Su muerte en la cruz. Su palabra evangelística vivificó sus almas con el nuevo nacimiento completo. Luego resucitó sus cuerpos de la muerte y cuando ascendió, los llevó juntamente con El a la casa del Padre (ver Mt. 27:52; Ef. 4:8). Fue entonces cuando fueron bautizados por el Espíritu Santo en el Cuerpo glorificado de Cristo y son la Iglesia del Primogénito de Hebreos 12:22. ¡ Todo por medio de la muerte, resurrección y ascensión del Cordero contenidas en el evangelio del Nuevo Pacto ! ¡ Alabanzas a El Amén. 

Amado hijo de Dios: El ministerio apostólico de Cristo está escribiendo en tu mente y en tu corazón las leyes del Nuevo Pacto.  Son las palabras de la Biblia que dicen: 

'Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo...Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados;...y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones' (Hechos 2:38,41,42).

CONCLUSION

Filiación - Adopción - Redención

Ambos vínculos del evangelio, la justificación y la santificación, son la filiación de ser engendrados como hijos de Dios. Luego, el bautismo de Cristo en Espíritu Santo y fuego  es el sello de la adopción, que nos convierte en hijos de Dios. Es el nuevo nacimiento humano consumado. (Jn. 1:12-13; 3:3-5). Entonces es cuando entramos en la revelación de la palabra y participamos de la completa redención  de Cristo, lo cual es ser bautizados en el cuerpo de Su gloria (1 Cor. 12:13), para ser perfeccionados en Su palabra y transformados a Su imagen. Esta obra redentora es las arras o anticipo de toda la Divinidad que en nosotros se manifestará (ver 1 Cor. 1:30 y Fil. 3:21) y veremos al Señor cara a cara, tal como El es.

La Justicia de Su sangre para nuestra justificación y el Juicio de Su muerte para nuestra santificación, son los vínculos con la resurrección y ascensión de nuestro Señor y Salvador. Los creyentes renacidos son piedras vivas, porque gracias al evangelio del día de Pentecostés, tienen la revelación de que Jesucristo  en sus corazones es el Nuevo Pacto entre ellos y el Padre Eterno.

Leer 1 Cor. 1:30; 1 Pe. 1:23; Lc. 3:16 y Tito 3:5-7

'Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y:  Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo' (2 Tim. 2:19).

'No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará'.

(Mateo 10:34-39)