Páginas

Traductor

EL LIBRE ALBEDRIO



Lectura  de 1 Crónicas 21:1-30

EL CENSO DE DAVID

La obra de censar al pueblo por el rey David para saber cuántos eran los hombres de guerra en Israel, sin consultar con Dios, significa que el creyente renacido puede ser tentado por satanás a emplear el libre albedrío fuera de la voluntad divina. En el alma hay dos facultades que Dios nos ha dado.  Son la fe y la voluntad con libre albedrío. El libre albedrío es la libertad de la voluntad humana. Si nuestro espíritu es consciente y sensato, estará vigilante y podrá hacer uso del libre albedrío correctamente. Fue creado por Dios, para que podamos elegir libremente entre el bien y el mal. Aunque podemos elegir lo malo, también nos indica que NO debemos hacerlo. La voluntad de Dios debe reinar en nuestra voluntad, para que nuestra libertad funcione conforme a Su Espíritu y no según la carne (Ver Ro. 8:1,12-15).

Su palabra  nos permite ver cómo nuestra alma puede ser tentada en su voluntad, con el libre albedrío inspirado por el orgullo de la carne. Este proceder hará que el Señor trate correctivamente con el creyente liberal, por sujetarse a la carne y no al Espíritu. En Efesios 2:3, vemos la obra del libre albedrío de la gente sin regeneración: 'Entre los desobedientes también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás'. David descuidó su comunión con las Escrituras y se desvió. Hacer un censo por su cuenta, para saber cuántos hombres de guerra tenía Israel, era darle culto al dios de las fortalezas, el espíritu de la fuerza bélica que adora el reino pecador. Es un espíritu satánico, que demanda que le ofrenden la sangre humana que se derrama en las guerras. 

En Daniel 11:38-39 leemos acerca del rey Anticristo que vendrá al mundo: 'Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá. Mas honrará en su lugar al dios de las fortalezas, dios que sus padres no conocieron; lo honrará con oro y plata, con piedras preciosas y con cosas de gran precio.  Con un dios ajeno se hará de las fortalezas más inexpugnables...'.

El censo de David fue abominable porque daba culto al dios de la guerra y a la fuerza bruta del hombre,  como si el éxito de sus batallas y la seguridad de su reino  hubieran dependido del brazo de la carne. El no se había olvidado que Dios era la fortaleza de Israel, pero estaba en debilidad espiritual y neciamente compartió la gloria de Dios con satanás.  Este incitó la prudencia propia (orgullo y autosuficiencia) de David y le hizo pensar que no tenía nada de malo usar su libre albedrío: '¿Acaso no eres un rey como los demás reyes del mundo que pueden disponer de su libre albedrío y hacen un censo de sus ejércitos, para mejorar las tácticas y estrategias de la guerra?' Pero lo que parecía ser la buena voluntad de su alma era el libre albedrío según la voluntad de la carne. Así proceden muchos cristianos que no conocen la doctrina del libre albedrío.

'Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia' (Pr. 3:5).

Haciendo un censo, el creyente también puede caer en un culto de sí mismo como sucedió con David. Para el Señor eso es honrar al pecado, el yo del cuerpo, que es lo mismo que honrar al enemigo. Es algo loco y grave a los ojos de Dios tratar de medir nuestro poderío espiritual, haciendo un recuento de nuestras tropas de guerra, las cuales son el conocimiento de Dios, Sus atributos y bendiciones que nos ha dado (Leer Ap. 3:17). Israel es figura de nuestro espíritu, el cual es soldado, ejército y pueblo de Dios. El engaño consiste en pensar que por nuestra propia capacidad tenemos el conocimiento espiritual, las buenas obras y las victorias. 'Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, refutando argumentos, y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta' (2 Cor. 10:3-6).

'...No me engreí a causa de tu profecía...,' (Jer. 15:17).

Hoy, el vidente Gad es el ministerio apostólico (ver Ef. 4:11) en la verdadera Iglesia. El Angel de Juicio, parado sobre el mar y la tierra, es Cristo (Ap. 10:1-2). El general Joab es el razonamiento religioso y legalista. Representa a creyentes que mezclan lo bíblico y lo carnal en su conocimiento humano, es decir: en su razonamiento son rígidos por apegarse a la letra y no al Espíritu. Aborrecen fuertemente al maligno y le presentan batalla con fiereza, pero fallan como 
críticos y descalificadores de sus hermanos. Siempre buscan el primer lugar y que los demás sean sus seguidores. Confunden rectitud con dureza. Joab era un hombre rígido.  Le dio a David un mensaje ambiguo, más bien como un consejero político que esconde un interés personal. Debió pedirle que consultara con el Señor y escudriñara las Sagradas Escrituras, acerca de cómo se hicieron los censos anteriores en Israel. Joab los conocía, pero no intentó impedir que el rey tropiece porque le habló con su propio punto de vista. El siempre lo juzgaba. Joab, tenía el libre albedrío conforme a la carne. Por eso, nunca en su corazón estuvo de acuerdo con David. Este mismo espíritu carnal del libre albedrío, ha causado la división del Cristianismo en más de 30.000 denominaciones.

Ornán el jebuseo, representa a la fuerza física del cuerpo. Tenía el título de Araúna que significa 'señor'.  Antes había estado bajo el gobierno del rey Jebús, que fue eliminado por David. Este nombre Jebús es traducido como 'lo pisoteado'. Por tanto, el título Araúna nos habla de un espíritu dominante que agrede y reprime el sentimiento de los demás. Aunque moraba en el monte santo de Moriah y allí poseía una era de trigo, él disponía de su vida y del lugar a su manera. Nuevamente podemos ver el libre albedrío carnal en acción. Es figura de los creyentes justificados que no están sujetos a la voluntad del Espíritu. Son hermanos carnales, porque son niños espirituales. 

Ornán y su familia eran todo lo que quedaba de los jebuseos paganos,  en la tierra de Israel. Dios había ordenado por medio de Moisés, que fueran eliminados de la tierra de Canaán todas las naciones idólatras que allí moraban. Pero Ornán halló Gracia delante de Dios, así como Rahab la ramera cananea, su familia y los heveos de Gabaón en tiempos de Josué. Por la misericordia del Señor, él vivía en el santo monte Moriah. Como agricultor,  tenía allí una era para trillar el trigo y mantener a su familia. El Señor tenía un supremo propósito con el monte, desde los días de Abraham. 

Cerca, en esa misma cima, estaban la ciudadela de David, su casa donde estaba guardada el arca del Pacto y una gran fortaleza militar. Esto nos muestra que el espíritu jebuseo estaba conviviendo con Israel, en un lugar sagrado. Fue ese espíritu quien vino sobre el rey David, a incitarle que usara el libre albedrío con orgullo. No se trata de Ornán, sino del espíritu jebuseo que es el individualismo que reina en la tierra, ejerciendo su poder e influencia sobre el libre albedrío de todos los cristianos. El libre albedrío según la voluntad de la carne es muerte espiritual, porque pisotea la sensatez de tu conciencia, le da lugar al diablo y provoca la ira de Dios.

'Entonces dijo David a Dios: He pecado gravemente al hacer esto; te ruego que quites la iniquidad de tu siervo, porque he hecho muy locamente' (1 Crón. 21:8).

En Moriah, el Angel de Dios reveló la palabra de un sacrificio especial, para que fuera juzgado el pecado del libre albedrío carnal, que conduce a la mundanalidad. El libre albedrío de David se había asociado  con el diablo, por medio de su pecado. Y el pecado tiene que ser juzgado. Recuerda pueblo de Dios : la incredulidad, el orgullo y el individualismo mundanal deben ser muertos (ver Ro. 6:6 y 8:13). 
El monte Moriah representa el fundamento de nuestra fe : a Jesucristo crucificado.  La era de trigo es la palabra del evangelio, de Hechos 2:38. El altar es la cruz, y el sacrificio de David es la muerte del pecado, para santificarnos y redimirnos. El oro de David es la fe  en nuestra alma. La peste es el Juicio de Dios al pecado del rey. La mortandad del pueblo es la purga y destrucción del culto a satanás, el precio que Israel tuvo que pagar para ser santificado. Esa peste hoy en día, es la plaga y maldición del demonio mundanalidad, que es atraído por el individualismo de cada uno. El resultado es la muerte espiritual de muchos cristianos liberales, en esta hora.

UNA NUEVA VISION  DEL MONTE

Las perspectivas cambiaron en David y en Israel desde allí para siempre, porque aprendieron a mirar el monte Moriah conforme a la palabra del Angel de Dios. Esto nos dice que debemos mirar a nuestro Señor Jesucristo y obtener  Su mente. El nos revela que los hijos de Dios tenemos que subir al monte Moriah.  Esto significa, que cada uno debe unirse por la fe con El, en el monte Calvario y establecerse por amor con toda su alma, espíritu y cuerpo en Su amor sacrificial. Eso nos transforma en piedras vivientes de fundamento, columnas y sacerdocio santo de la casa de Dios (ver 1 Pe. 2:5).

1) El monte Moriah en el alma, es la revelación de Jesucristo crucificado. (Mt. 16:18; 1 Cor. 6:17,19).

2) El monte en nuestro espíritu, es la revelación del evangelio. Vemos que vino palabra de salvación del Angel de Dios a David, a través de Gad, para que él mismo sacrificara sobre el monte y en la era de Ornán. El Angel es hoy el ministerio apostólico de Cristo, con Voz de Arcángel (predicación y enseñanza - 1 Tes. 4:16). El nos dice ahora, que cada escogido se presente personalmente a Dios convertido al sacrificio de Cristo, porque es el culto verdadero que El acepta (ver Ro. 12:1-2; Heb. 10:19-22; 1 Pe. 2:5). Podemos discernirlo en las palabras del apóstol Pablo cuando escribe: 

'Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios' (1 Cor. 2:1-5).

3) El monte en nuestro cuerpo, es encarnar por fe el sacrificio de Cristo y crucificarlo para darle muerte al pecado y destruir el viejo hombre (Ro. 6:6 al 11 y 12:1-2). La era de trigo de Ornán es el evangelio de Pentecostés (Hch. 2:38), por el cual somos uno con la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo (2 Cor. 4:10-11).

Por causa del libre albedrío carnal, Israel no poseía el monte Moriah. No estaba establecido en el fundamento de Dios. Ahora, por Gracia tenían la oportunidad de volver a vivir sin el azote de la peste. David, figura del alma (nuestra persona), es quien tenía que ejecutar el sacrificio revelado por el Angel que los libraría del mal. Entendió que por su pecado habían muerto setenta mil hombres. Entonces entregó a Ornán seiscientos siclos de oro para obtener todo el monte y cincuenta siclos de plata por la era y los bueyes, como ofrenda de Israel para sacrificar el holocausto salvador (2 Sam. 24: 24).

Vemos a David diciéndole a Ornán: 'No tomaré para Jehová lo que es tuyo, ni sacrificaré holocausto que nada me cueste' (1 Crón. 21:24). Es nuestra persona quien tiene que gobernar sobre el libre albedrío y hacerle pagar el precio al cuerpo,  para poner todas las cosas en orden. Comprar la era y el sacrificio completo es el verdadero creer  que le fue revelado a David. Mucho oro de preciosa fe nos ha dado Dios, para que paguemos la experiencia de ser uno con Cristo en sacrificio vivo, juntamente con El en la cruz. Es lo único que nos hace salvos y libres del pecado, del mundo, de las tinieblas y de la ira venidera. 

'Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos' (Pr. 23:26).  

CONCLUSION

'Y dijo David: Aquí estará la casa del Señor Dios, y aquí el altar del holocausto para Israel' (1 Crón. 22:1).

Cuando crucificamos nuestro libre albedrío carnal, con el sacrificio vivo, santo y agradable a Dios de Jesucristo en el Calvario (Ro. 12:1), entonces tenemos incorporado el fundamento de Su obra expiatoria. Nos hemos puesto el vestido de Boda para el arrebatamiento.  El fundamento es el Hijo de Dios y El es un fundamento perfecto. Cada creyente debe ser uno con El en forma tripartita, es decir en alma, espíritu y cuerpo, para ser una piedra viva fundamental sobre la que es edificado el templo de su nuevo hombre. Este edificio, significa el crecimiento espiritual que Dios nos da al revelarnos a Cristo y transformarnos a Su Misma imagen.

¿Quién otro sino Cristo puede revelarnos el sacrificio que fue presentado ante el Padre sobre la cruz, para salvar a los creyentes y a Su creación terrestre de la peste del pecado? El mensaje profético a David  es que los hijos de Dios tenemos que estar crucificados juntamente con Cristo, para ser el fundamento, el templo y el sacerdocio de Su Iglesia, como lo fue David. Por esto es que en ese mismo lugar, Salomón edificó el templo de Israel, prefigurando la edificación de nuestro espíritu como varón perfecto, sobre la sangre y la muerte de Jesús en el monte Calvario. Por lo tanto, está claro que hay que someter el libre albedrío carnal, por fe y voluntariamente al sacrificio de Cristo, porque nos santifica y consagra como piedras vivas de la casa de Dios.

                                                Enlace en Youtube