Lectura de Exodo cap. 3: 1-22 y caps. 19 y 20.
Dios se reveló a Israel a través de Moisés en Egipto, para restaurarlos a la unidad con Su Espíritu que tuvieron en el principio sus padres Abraham, Isaac y Jacob. Hoy, el paralelo con aquella restauración es volver a la unidad con el ministerio apostólico de Ef. 4:11, el principio de la Iglesia verdadera. En primer lugar, para ser restaurados a ella debemos aborrecer la oscuridad religiosa y la tibieza del Cristianismo actual, que ya entró en la apostasía (2 Cor. 6:17-18; 7:1). En tinieblas y oscuridad se encontraba Israel cuando estaba cautivo y era esclavo de Faraón en Egipto (Ex. 3:16). A través de Moisés llegarían de regreso a la tierra de sus mayores, porque esa fue la promesa divina: 'Y en la cuarta generación volverán acá'. Ver Gn. 15:13-16.
En este tiempo final, desde el siglo 20 hasta ahora, también nuestro Dios y Padre viene restaurando a Sus hijos a la verdad original. Lo está haciendo mediante el mensaje profético del Elías prometido en Malaquías 4:1-6. Su misión es anunciar la FE de nuestros padres espirituales, los APOSTOLES del Nuevo Testamento. Pero para presentar hoy correctamente el mensaje de Elías al pueblo de Dios es necesario el Ministerio Apostólico actual de Cristo, hablando con Voz de Arcángel en la tierra.
Ahora estamos muy cerca de la Trompeta Final del arrebatamiento y antes de ella somos preparados con la sabiduría del Hijo de Dios. Tú debes orar sobre 1 Tes. 4:16 para que el Señor te abra el entendimiento y te muestre que las tres Voces mencionadas allí funcionan por separado. La interpretación del Cristianismo tradicional de que sonarán las tres voces juntas es errada. Veamos primero la historia del Exodo de Israel, desde Egipto a Canaán y su paralelo con la Fe apostólica del Nuevo Testamento.
'Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza debajo de las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos. Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel. He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición' (Mal. 4:2-6).
Primera Etapa
Sucedió en los días del profeta Elías que el mismo ungimiento profético de restauración que estuvo en Moisés se manifestó nuevamente, por causa del pecado y apostasía a que fue llevado Israel por el rey Acab y su perversa mujer Jezabel. Ese mismo ministerio que tuvo Elías a su tiempo regresó y se manifestó en Juan el Bautista. Fue el ungimiento de Dios prometido en Malaquías 4:6, que se ha cumplido en dos etapas. En la primera etapa vino para 'volver los corazones de los padres a los hijos'. Esos fueron los padres espirituales de Israel, quienes se convirtieron a Jesucristo la nueva FE de los hijos de Dios.
Los hijos de Dios fueron los discípulos de nuestro Salvador. Leemos en la Biblia a Nicodemo, a Gamaliel, a Saulo de Tarso y 'también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe' (Hch. 6:7), quienes se volvieron de la religión apóstata judía a los corazones de los hijos de Dios. Es decir, creyeron y se convirtieron a Jesucristo por medio del evangelio que predicaron los apóstoles. El nuevo mensaje del Cielo para ellos fue el siguiente: Que Jesús, la roca de nuestra salvación vino y se entregó a Sí Mismo a muerte de cruz, para restaurarnos a Cristo, el Principio de todo lo creado, en Quien estuvimos los hijos de Dios antes de la caída de Adán en el pecado.
Segunda Etapa
La segunda etapa de Mal. 4:6, 'volver el corazón de los hijos a los padres' es para los hijos de Dios en el tiempo del fin. Volvernos a los padres significa restaurarnos a la Fe apostólica. Esto tiene que consumarse antes que el Señor derrame las copas de Su ira y maldición sobre la humanidad corrompida por la Iglesia Católica Romana, la Jezabel del Vaticano. Ella es la 'madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra' (Ap. 17:5). El Espíritu Santo es el poder de Elías que inspiró la Voz (el mensaje) del ángel de Ap. 10:7. El ángel significa un mensajero terrenal enviado por Cristo con un Anuncio Celestial al pueblo de Dios. Fue el profeta William Marrion Branham en el siglo 20. El propósito divino es restaurar nuestras almas al fundamento Jesucristo por medio del evangelio del día de Pentecostés (ver Hch. 2:38). El Todopoderoso confirmó al Elías enviado a los creyentes gentiles con gran vindicación. Su nombre propio no está escrito en la Biblia. Es así porque los nombres de todos Sus profetas no fueron revelados antes de sus ministerios, para que el pueblo del Señor mire a Cristo y Su palabra.
La mención del nombre Elías en Mal. 4:6 se refiere al Espíritu y poder de Dios en su ministerio, no al vaso humano de aquel profeta de Israel. Porque no puede ningún hombre regenerar a otros hombres. Es el Espíritu Santo Quien lo hace con Su palabra. Eso fue lo que dijo Jesús acerca de Juan el Bautista: 'Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir' (Mt. 11:14). Pero cuidado con esto. Toda enseñanza de reencarnación de personas en otras personas es mensaje falso de satanás. El Señor encarna Su Espíritu, no reencarna espíritus humanos. Lo que se encarnó en Jesús de Nazareth lo deja bien claro: 'Y aquel Verbo (el Espíritu de Cristo) fue hecho carne (en Jesús), y habitó entre nosotros y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad' (Jn 1:14).
Entonces, 'si queréis recibirlo', el hermano Branham fue el Elías del Señor prometido para los hijos de Dios del tiempo final, con el mensaje precursor del Segundo Advenimiento de Cristo (Leer Is. 40:3; Mal. 3:1 y 4:6b). Su mensaje Voz de Aclamación (mando, clamor) anunció el fundamento del Cuerpo de Cristo, para que los hijos de Dios lo pongamos en nuestros corazones y nos restauremos a la Fe de Jesucristo en los apóstoles y profetas del Nuevo Testamento (Ef. 2:20). Ellos fueron los hijos de Dios que hace dos mil años establecieron en Jesucristo a los convertidos al evangelio, porque tuvieron la revelación divina de Quién es el Fundamento y la Cabeza de la verdadera Iglesia. Jesucristo es la Palabra Original - el Principio de la familia de Dios y de toda la creación.
Veamos la restauración de la Iglesia del Antiguo Testamento.
EL ANGEL DEL PACTO
Israel fue restaurado a la Fe de Abraham, Isaac y Jacob cuando trajo el primogénito y la circuncisión (ver Ex. 12:44,48 y 13:2,15). Por haber obedecido a Dios cumpliendo con esos fundamentos, fueron redimidos (rescatados) de la esclavitud de Egipto. El pueblo creyente aplicó en su corazón toda la palabra de Fe, cuando pusieron la sangre del cordero en sus puertas y celebraron la Pascua del Señor. Moisés tenía las dos alas del Aguila Yo Soy : el Espíritu de Cristo para la restauración y la revelación de la palabra para la redención.
Luego de ser bautizados por el Espíritu Santo en la sangre del cordero y en el mar Rojo, fueran reunidos frente al monte Horeb en el desierto del Sinaí con el Angel del Pacto y Su palabra, para ser purificados de la alienación egipcia en sus mentes. Debían tomar conciencia de que habían sido restaurados a la unidad con el Eterno. En Exodo 3:12 dice: 'Serviréis a Dios sobre este monte'. Notemos que dice sobre y no debajo del monte. Es porque sobre el monte Horeb estaba el Angel del Pacto, en la columna de fuego que cubría a todo Israel. Y para servir a Dios, los israelitas tenían que obedecer la Voz del Angel que les habló en forma audible. Ellos estaban libres del yugo egipcio, pero no sabían que debían ser libres de sí mismos.
Ahora los creyentes del Nuevo Testamento somos llamados por el Padre al monte Sion celestial (ver Heb. 12:22) a ser uno con Cristo, para ser libres del ego carnal. 'Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte' (Ro. 8:2). En el monte Horeb, Moisés recibió del Señor la Ley escrita en dos tablas de piedra. Ahora el evangelio de Cristo, el Angel del Nuevo Pacto, es el mensaje siguiente escrito en las tablas de nuestra mente y corazón : Que Cristo es la sabiduría, la justificación, la santificación y la redención del creyente (1 Cor. 1:30).
Israel debía convertirse al testimonio de Dios en el monte y ser un reino de sacerdotes y de gente santa, antes de poseer Canaán. Hoy, el testimonio de Dios es Jesucristo, Su muerte en nuestro cuerpo y Su resurrección en nuestro espíritu. Pero, Su testimonio no es confesar o predicar del Señor a los demás como es común que se entienda. Lamentablemente, la manera religiosa del Cristianismo tradicional es evangelizar sin el testimonio de Dios. El testimonio de Dios es revelar a Jesucristo y Su amor sacrificial. El monte Horeb fue figura del cuerpo de Jesús quebrantado en el Calvario, donde el Juicio de Dios al pecado y la Justicia del Cordero le hablan al mundo. Allí recibimos la revelación del evangelio y el fundamento de nuestra fe, así como le reveló Su palabra a Moisés en la cima del monte
'Iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a nuestro Dios' (Ex. 3:18).
Israel debía convertirse al testimonio de Dios en el monte y ser un reino de sacerdotes y de gente santa, antes de poseer Canaán. Hoy, el testimonio de Dios es Jesucristo, Su muerte en nuestro cuerpo y Su resurrección en nuestro espíritu. Pero, Su testimonio no es confesar o predicar del Señor a los demás como es común que se entienda. Lamentablemente, la manera religiosa del Cristianismo tradicional es evangelizar sin el testimonio de Dios. El testimonio de Dios es revelar a Jesucristo y Su amor sacrificial. El monte Horeb fue figura del cuerpo de Jesús quebrantado en el Calvario, donde el Juicio de Dios al pecado y la Justicia del Cordero le hablan al mundo. Allí recibimos la revelación del evangelio y el fundamento de nuestra fe, así como le reveló Su palabra a Moisés en la cima del monte
'Iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a nuestro Dios' (Ex. 3:18).
Aunque Israel tardó cuarenta años en llegar a Canaán, el camino de tres días se cumplió en los corazones de Moisés, Josué y Caleb, verdaderos israelitas de la generación que salió de Egipto. Estos escogidos anduvieron por el desierto muertos al pecado del mundo y a sí mismos, pero vivos en el Espíritu y en la verdad de Cristo para servir a Dios. Tres días estuvo sepultado Jesús después de crucificar el pecado, hasta Su resurrección. Tres son las etapas del nuevo nacimiento de los que hemos muerto al pecado, y el pecado murió a nosotros, en el cuerpo crucificado de Jesús.
LA IDENTIFICACION CON EL ANGEL DEL PACTO
'Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro' (Ro. 6:10-11).
Cristo Jesús es nuestra justificación con Su sangre vertida en la cruz y es nuestra santificación con Su cuerpo crucificado y sepultado, conjuntamente con Su alma en las profundidades de la tierra. Con Su muerte nos ha redimido de la cautividad y esclavitud de faraón. Este faraón es el ego carnal del viejo hombre en cada persona no renacida y el oscuro reino político, religioso y materialista terrenal. Nos ha redimido también del engaño de las tinieblas y de la condenación que recibirá en el Juicio de Dios todo incrédulo y rebelde. Con Su sacrificio, Jesús nos ha reconciliado con el Padre y mediante el sello del Espíritu Santo se concreta nuestra restauración a la gloria divina que tuvimos cuando fuimos creados en Cristo, el Principio de todas las obras de Dios.
Estamos hablando aquí acerca de la restauración de cada renacido a Cristo y Su verdadera Iglesia fundada en la Primera Edad de Efeso. Eso aconteció una vez y para siempre por medio del evangelio apostólico que obedecieron los creyentes cuando... 'Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo' (Hch. 2:38).
Los hijos de Dios aman y anhelan la restauración, es decir, que se cumpla en sus vidas la experiencia de Cristo en Pentecostés y los años siguientes, porque es el punto de partida de una carrera espiritual que va más allá de ese día glorioso en Jerusalén (Fil. 3:13-21). Vamos hacia la redención total de nuestra gloria con la que fuimos creados, antes de la fundación del mundo. Gloria que fue adquirida por la sangre de Cristo en el Calvario. El Angel le reveló Su palabra en Horeb a los que ya habían sido bautizados en Moisés, en la nube y en el mar. Hoy el Mismo Angel es Cristo, que ha venido con Voz de Arcángel a perfeccionar con Su Fe apostólica a los creyentes del verdadero evangelio (ver Hch. 2:42 , Ef. 4:11 y Ap. 10: 8-11).
Siendo Cristo el Principio de toda creación y Quien nos convierte en hijos de Dios con Su Fe (revelación), la pregunta que surge en el elegido es... ¿cómo me identifico con Cristo y cómo El puede ser formado en mi corazón? Bueno, aquí está lo que Jesús nos dice: 'Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto (el fruto es Su carácter); pues sin mí no pueden ustedes hacer nada' (Jn. 15:5). Necesitamos el Apostolado y Sumo Sacerdocio de Cristo (Heb. 9:11). El nos está enseñando Su palabra en la tierra a Sus discípulos, para perfeccionarnos el entendimiento y transformarnos a Su imagen con la que fuimos creados en el Principio (Gn. 1:26). Así es. Su Ministerio Apostólico está hoy en la tierra. Es la Voz de Arcángel de 1 Tes. 4:16.
Os lo digo otra vez hermanos y con más precisión. Después del ministerio Voz de Aclamación del hermano Branham, que nos restauró a la Iglesia de Pentecostés, vamos más allá. Vamos al Principio, hacia Cristo el Varón Perfecto. La identificación que nos brinda con El es a través de Su ministerio quíntuple de Ef. 4:11, el cual nos declara la Voz de Arcángel del Hijo de Dios y nos revela Su mente. Es el verdadero Espíritu de sabiduría apostólica y de revelación profética, que nos permite reconocer Su obra en este Tiempo del Fin y no ser engañados. Digo la palabra verdadero porque hay muchos falsos predicadores llamándose apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Los escogidos tienen que estar separados de la oscuridad religiosa, porque eso es Egipto de esclavitud mental y Babilonia de confusión religiosa (Mt. 25:6). La doctrina apostólica es la palabra que nos identifica y restaura a nuestro origen y unidad con Cristo, el Principio de toda la creación.
'Siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros (los apóstoles) escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón' (2 Cor. 3:3).
'Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días dice el Señor: (Yo) pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y (Yo) seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo;...seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades' (Heb. 8:10-12).
Santos de Dios: Jesucristo nos está perfeccionando el entendimiento de Su palabra para la redención (rescate y posesión completa) de nuestra imagen de Dios en Cristo, antes de toda creación. La transformación física, que El ya ha adquirido con Su sangre, se consumará totalmente cuando nuestros cuerpos sean hechos semejantes al cuerpo de Su Gloria (Fil. 3:21). Los tres días y noches de la muerte de Jesús en nuestros cuerpos son nuestra santidad y libertad del pecado, para que vivamos en el poder de Su resurrección. Su resurrección glorifica tu alma con la Justicia del Cordero sacrificado.
La restauración de los hijos de Dios a ser la Iglesia original, fundada hace 20 siglos atrás, es por medio de Su Voz de Aclamación y la trompeta del evangelio (Ap. 10:7). Pero la Gloria de la imagen de Dios que tuvimos en Cristo el Principio de toda creación y la perfección del entendimiento espiritual, es por medio del Ministerio Apostólico de Su Ascensión (Heb. 3:1) porque nos revela la mente de Cristo. A continuación, la Trompeta Final que pronto sonará en Sus Siete Truenos (Ap. 10:3-4) será para transformar el cuerpo físico a la semejanza del cuerpo glorificado de Cristo. La verdad original apostólica nunca se perdió en la oscuridad de las falsas doctrinas hechas por el hombre. Ha sido devuelta a los hijos de Dios para que con ella nos restauremos al Apostolado de Cristo, manifestado en nuestros padres espirituales del Nuevo Testamento (Mal. 4:6b). La verdad está en Su verdadera Iglesia actual tanto como en la Iglesia temprana, porque Cristo es el Mismo ayer, y hoy y por los siglos (Heb. 13:8).
CONCLUSION
El postrer Adán es Dios y Hombre. El vino para restaurar la tierra a su estado original con Su obra redentora, como era en el Principio y para reunir con el Padre Celestial una Familia Espiritual Glorificada de Hijos e Hijas de Dios. La Edad del evangelio es una parte del Gran Plan del Eterno, en la cual El llamaría, justificaría y glorificaría un pueblo preconocido desde antes de la fundación del mundo.
'Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó' (Ro. 8:30).