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EL CORAZON HUMANO - Doctrina de la santificación


'Así se fue Moisés, y volviendo a su suegro Jetro, le dijo: Iré ahora, y volveré a mis hermanos que están en Egipto, para ver si aún viven. Y Jetro dijo a Moisés: Vé en paz. Dijo también Jehová a Moisés en Madián: Vé y vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte. Entonces Moisés tomó su mujer y sus hijos, y los puso sobre un asno, y volvió a tierra de Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano. Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo. Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito. Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro, y quiso matarlo. Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre, a causa de la circuncisión. Así le dejó luego ir. Y ella dijo: Esposo de sangre, a causa de la circuncisión' (Ex. 4:18-26).

'Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras' (Jer. 17: 9-10).

Séfora en Madián

La tierra de Arabia, donde vivió Moisés con la tribu de Madián después de separarse de Egipto, es una dimensión de aislamiento y soledad espiritual del creyente verdadero. Jetro, el sacerdote de Madián es figura de una clase de pastor evangélico  que, bajo la misericordia de Dios, guarda una parte de la verdad del evangelio: la justificación por la fe. Madián representa verdades bíblicas enfocadas con la interpretación intelectual, en la iglesia denominacional evangélica. Por tanto, los madianitas son un tipo de los medio-cristianos, porque son incircuncisos, es decir, sin la obra de la cruz en sus corazones. Son fruto del conocimiento bíblico mezclado con el razonamiento y los sentimientos humanos, cristianos sin revelación de la palabra.

Moisés, fue un tipo de Cristo y del elegido. Estuvo allí durante cuarenta años y fue el esposo de Séfora, una de las siete hijas de Jetro. Séfora en Madián representa al cristiano inmaduro y carnal. Moisés, su esposo, apacentaba las ovejas de su suegro. Las ovejas son el fruto de la tierra que dan lana y alimento. Significa el conocimiento bíblico como patrimonio de Jetro, el pastor evangélico. Ahora ¿qué es esto que hizo Moisés desde el punto de vista espiritual? Es el cuidado y vigilancia de las verdades básicas de la fe en Dios, bienes y asuntos del Señor de lo cual se alimenta Jetro y su familia, es decir, cristianos denominacionales que gozan del servicio de Moisés, algún siervo consagrado a Dios que 
tiene la convicción de su salvación y les provee alimento espiritual. Es lo que sucedió con el Profeta a los gentiles de esta última Edad de Laodicea, el hermano William M. Branham. Antes de ser enviado por Dios, él estuvo sirviéndole dentro de la iglesia evangélica bautista, antes de recibir del Señor su llamado al ministerio profético.

Moisés entre los madianitas es figura de los creyentes escogidos, siendo moldeados en la paciencia. Hasta que obedezcan el llamamiento del Espíritu a la fe original apostólica, allí  se encuentran entre cristianos sin circuncisión espiritual, de mente carnal. En Sinaí, el monte de la revelación divina, como Moisés ante la zarza ardiendo, reciben el ministerio de Cristo para ser la luz del mundo y la sal de la tierra. Su comisión es llevar vida y liberación a las almas cautivas del Israel de Dios que es esclavo en Egipto. El grupo madianita es esclavo de sí mismo, es decir del viejo hombre y su egoísmo, por estar contaminados con el espíritu denominacional. En sus declaraciones de fe confiesan el trinitarismo y en su institucionalidad se gobiernan con el nicolaísmo. 

En cuanto a Egipto, éste es una región o dimensión más alta. Es el reino de faraón, un espíritu egocéntrico de incredulidad y orgullo del hombre, oculto en el sistema político, religioso, militar y materialista del mundo. Es el sistema de gobierno del reino pecador, mezclado con las religiones de cada nación, con las idolatrías paganas y con las supersticiones de la sociedad. Su pueblo egipcio es el cristianismo manufacturado e infiel a Cristo, porque idolatra sus credos, dogmas y tradiciones. Está de acuerdo con el ecumenismo apóstata y engañoso establecido por Babilonia, la religión organizada. Egipto es cautividad y esclavitud de faraón, el egoísmo carnal del hombre y eso es el pecado del mundo. Babilonia es caos, confusión y hechicería religiosa. Egipto y Babilonia son el matrimonio entre la política y la religión, cualquiera que sea. El pueblo de Israel son aquellos hijos de Dios cautivos del hombre - faraón - con el espíritu nicolaíta que gobierna toda iglesia, congregación o grupo denominacional, a través de un señorío jerárquico  heredado de la organización católica romana.

Los elegidos de Dios, entre ellos, gimen afligidos por su liberación y el Señor les oye. Cuando les responde en Su Gracia, estos creyentes reciben el mensaje del Juicio de Dios que anunció Moisés a Egipto. Tienen que abrir los ojos y saber que Cristo no fundó la iglesia denominacional, y está afuera de ella (Ap.3:20). Si oyen Su mensaje, El entrará en sus corazones y los convertirá al evangelio original de Hechos 2:38, para que sean verdaderamente libres y puedan salir de en medio de ellos (ver Mt. 25:6), cruzando las aguas del mar Rojo bautizándose en el Nombre de Jesucristo. Este mensaje es la Voz de aclamación de los mensajeros de Cristo, que anuncian el Juicio de Dios al babilonismo y con Voz de arcángel predican y enseñan el evangelio del reino de los cielos en el tiempo del Fin (Mt. 13:41-43). Ellos son los ángeles que introducen a los creyentes trigo en el granero de Ef. 4:11-12. Es el bautismo del Espíritu Santo en la sabiduría del evangelio y la doctrina de Cristo, de la misma manera que los hijos de Israel obedecieron a Moisés, y luego por medio de Josué entraron en la tierra prometida.

Séfora en el creyente

Junto a Moisés está Séfora la madianita. Esto es ciertos cristianos evangélicos separados de la apostasía del ecumenismo, pero son tibios. La tribu de Madián era descendiente de Abraham y Cetura, lo que le daba un parentezco con Israel así como esta clase de cristiano es pariente de la iglesia bíblica original. Debemos ver esta palabra personalizada en nosotros, es decir, apuntarnos en forma interior. Moisés también representa el espíritu del elegido. Séfora, es un tipo del vaso frágil del cuerpo humano que muchas veces ha causado aflicción al espíritu. Ellos en Madián, como esposos tuvieron muchos conflictos en su convivencia, lo cual indica como lección espiritual que hay un desencuentro entre el espíritu y el cuerpo del creyente, por causa del corazón incircunciso. 

Muchos cristianos, así como le sucedió a Séfora, están engañados por el ego corporal. No saben que es la ley del pecado en acción. El corazón se les manifiesta incrédulo, orgulloso, mentiroso, falso, enredoso, hipócrita, acusador, contencioso, quejoso, posesivo, autoritario, dominante, ilusorio, conformista, avaro, codicioso, idólatra, justicia propia, individualista, liberal, mundano, cobarde, materialista, frívolo, vacío, vago, terco, rebelde, desordenado, manipulador, independiente, infiel, rencoroso, traidor, afanoso, inquieto, precipitado, impulsivo, concupiscente, fatuo, inconstante, fluctuante, tradicionalista, intemperante, insubordinado y desobediente al gobierno del Espíritu Santo (Ver Gál. 5:19-21).

Y esto no es así en el creyente espiritual. El cuerpo  está sujeto a su espíritu, que es uno con el Espíritu Santo. Y el espíritu está sujeto a su alma, su verdadero yo interior, porque es uno con Cristo. En otras palabras, el alma gobierna al espíritu y el espíritu gobierna al cuerpo. Si no tienes esta experiencia, es porque tu espíritu  aun es incircunciso. Por lo tanto, el ego del viejo hombre que está en el cuerpo invade tu espíritu y te separa del Espíritu Santo. La voluntad de Dios es nuestra santificación, llamada circuncisión en el Viejo Pacto (2 Cor. 7:1 y 1 Tes. 4:3-8).

En Exodo 4:25 y 26 vemos la reacción arrogante de la mujer de Moisés. Ella había impedido la circuncisión de su hijo menor. Pero, en el camino hacia Egipto, accedió a hacerlo delante de Moisés y al verlo sufrir de dolor acusó a su esposo. Lo hizo por el miedo que tuvo de que su  hijo pudiera morir bajo la ira de Dios, por no estar circuncidado (ver Gn. 17:14). Las expresiones agresivas de Séfora demuestran su incredulidad y falta de temor. Acusa a Moisés de ser un hombre duro y cruel, por creer en el mandamiento divino de circuncidar a los varones de Israel. Mandamiento que él recibió a través de su padre y de sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob (Ver Gn. 17:10).  El espíritu acusador de Séfora es violento: 

'¡A la verdad, me eres un esposo sanguinario, una persona insensible al sufrimiento que produce esta circuncisión de tu Dios!'

Sí, el razonamiento del cuerpo a través del cerebro físico es ciego y rebelde. Distorsiona la verdad y pretende interpretar los mandamientos del Altísimo. Ataca deliberadamente a Moisés, quien representó proféticamente el espíritu en Cristo. Tal agresión, es una ataque carnal contra la sincera fidelidad y obediencia del alma, la personalidad del espíritu y del cuerpo, a la palabra de Dios. 
Estas cosas acontecen en el tiempo del llamamiento celestial, en el interior del creyente verdadero. El espíritu es afligido por la carne y esto perturba su alma, hasta que crucifica su cuerpo con Jesús en el Calvario y se une con El en Su muerte (Ver Gál. 5:24). Es triste decirlo, pero los cristianos de doble ánimo son carnales porque no aplican con fe y autoridad el sacrificio del Señor en su cerebro, corazón y cuerpo 
(Leer Stg. 4:7-9).

Querido hermano, si tú eres uno de ellos y deseas ser un vencedor, debes tomar con fe la salvación de tu alma y volverte contra el pecado. Reconoce tu condición de tibieza espiritual, arrepiéntete de ello y con palabra hablada niega el ego del cuerpo, y renuncia a la incredulidad, al libre albedrío, al orgullo y a la rebeldía. Sepárate de predicadores y maestros de teología que te han fascinado con sus doctrinas híbridas. No le des culto a ninguna persona humana. Es abominación y maldición porque provocas a celos al Señor que te rescató. Clama a Dios por tu liberación del engaño religioso y tu santificación con la verdad del evangelio. Ven aquí a la palabra revelada por el Espíritu Santo. Esto te permitirá ser uno con el ministerio de Cristo de Ef. 4:11. El no quiere que te congregues según la ideología del hombre, ni tampoco encerrándote en tus propias ideas. Cristo no está allí. 

El está en este mensaje apostólico, que nos está revelando cómo ser verdaderos creyentes. Vamos juntos por fe a la cruz del Calvario, donde se consuma la boda del Cordero con la Novia de Cristo. Entra en el evangelio  y sé salvo de la ley del pecado y del hombre viejo que tenemos en el cuerpo. Reconcíliate con Dios, obedeciendo las palabras bíblicas siguientes: 'Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo' (Hch. 2:38).  Permíteme esta pregunta: ¿Tú tienes la revelación de la salvación del alma de acuerdo con la mente de Cristo, o estás apoyado en los sentimientos y las emociones de un corazón apegado a ideas que no son de El? ¡Si es así, sacúdete hermano, desátate de ti mismo! Esa sombra oscura es el espíritu de la religión denominacional, impidiéndole a tu alma poseer en tu espíritu y cuerpo la Vida de Cristo, que surge del verdadero evangelio.  

Su palabra nos dice: 'El que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará' (Mt. 10:38-39). 

Hoy es el despertar del sueño. Hay que levantarse por la fe y convertirse a la obra mediadora, expiatoria y redentora de Jesucristo en la cruz por toda la humanidad y la creación terrestre. El Padre Eterno aceptó el sacrificio de Su Hijo como el asiento de Su misericordia para el pecador arrepentido. La victoria de la fe consiste en convertirse al evangelio de la Biblia, para que Cristo nos asiente hoy con El en Su Reino. 

'Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias' (Ap. 3:21-22). 

Como las águilas que solo buscan alimento nuevo, entrégate a la revelación de la palabra y serás uno con la mente de Cristo. Crucifica la mente carnal y sé libre. El ha venido hoy de  manera espiritual, y está con Sus águilas dándonos a tiempo el alimento de la revelación profética (Mt. 25:10).

'Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas' (Mt. 24:27-28).

La circuncisión de la fe y de la voluntad

'Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz' (Dt. 10:16).

'Circuncidaos a Jehová, y quitad el prepucio de vuestro corazón, varones de Judá y moradores de Jerusalén; no sea que mi ira salga como fuego, y se encienda y no haya quien la apague, por la maldad de vuestras obras' (Jer. 4:4).

'...Y la circuncisión es la del corazón, en el espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios' (Ro. 2:29b).

'En El también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo' (Col. 2:11).

El alma del hombre es la personalidad de su espíritu y mora en el corazón físico. Leemos en la Biblia que el alma es llamada también el corazón (ver Prov. 23:26). Toda alma posee la fe y la voluntad, a menos que sea un ateo. Son dos facultades que nos ha provisto el Creador, conforme a Su imagen y semejanza. 'Pero sin fe es imposible agradar a Dios...; (Heb. 11:6) y 'Así también la fe, si no tiene obras es muerta en sí misma' (Stg. 2:17). Si la voluntad del alma es libre puede controlar su espíritu y gobernar su corazón. La fe en Dios funciona en la práctica a través de una voluntad sin ataduras carnales (Is. 52:2). Esto es lo más importante que necesita un hijo de Dios en su vida espiritual. De lo contrario, Moisés no hubiera podido seguir su marcha hacia Egipto. 

El tenía dos hijos con Séfora, cuyos nombres eran Gersón y Eliezer. En revelación profética, representan la fe y la voluntad del alma creyente. Gersón, el primogénito, fue circuncidado en primer lugar. Pero la obediencia de Moisés fue probada para que sea perfecta. En el viaje hacia Egipto, el enojo de Dios permitió un espíritu de muerte sobre su segundo hijo Eliezer, por no circuncidarlo. La circuncisión fue figura del Juicio de Dios al viejo hombre en el cuerpo crucificado de Jesucristo. El fue a la cruz, a través de Su fe en unidad con Su voluntad esforzada y valiente,  para que creyendo en El seamos salvos de la ley del pecado y de la naturaleza serpentina. Lo que estamos estudiando es para descubrir qué fue lo que sucedió para que Eliezer, figura de nuestra voluntad humana, no haya sido circuncidado.

El Espíritu Santo dijo: 'Sed salvos de esta perversa generación' (leer Hch. 2:40). Ser salvos significa ser limpios y libres de la ley del pecado y los atributos pecaminosos del viejo hombre en el alma y el espíritu, por medio de la circuncisión de Cristo en Su muerte. Esta limpieza y libertad espiritual es la poderosa santidad de Dios que triunfa sobre el egocentrismo y la maldad serpentina de la carne (Gn. 3:14-15). La genética perversa y corrupta de la serpiente de Gn. 3:1, se introdujo e hibridó la naturaleza humana del cuerpo cuando los hijos de Dios, que fueron los descendientes de Set, se unieron con las hijas de los hombres descendientes de Caín y les engendraron hijos. Entonces, se multiplicó una humanidad mezclada fuera del plan original de Dios (ver Gn. 6:1,4). 'Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal' (Gn. 6:5). 

Aquellos híbridos con su maldad fundaron la religión de Babel, la cual fecundó a 'Misterio Babilonia, la Grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra' (Gn. 11:1-9 y Ap. 17:5). Los  creyentes de la Biblia sabemos que se trata de la Iglesia Católica Romana y de sus hijas rameras, las organizaciones protestantes y evangélicas. Muchas de ellas, hoy ya se han unido con el ecumenismo apóstata del espíritu anticristo.

Sus credos, dogmas, tradiciones, idolatrías, ideas y supersticiones son la oscuridad religiosa, la cultura inmoral y el materialismo del mundo. El corazón humano de toda la sociedad en la tierra, tanto cristianos como no cristianos y ateos, está alienado con la brujería de Babilonia (Is. 60:2). Por esto es que el corazón de los hijos de Dios debe ser circuncidado (santificado) con el evangelio original, y renovado con el sello del Espíritu Santo. 

El prepucio genital del hombre natural es figura del espíritu pecaminoso de la carne. Ese es el viejo hombre - la naturaleza humana del cuerpo caída - que debe ser destruida en el alma (el corazón) de los creyentes por medio de la sangre de Jesús, el Nombre de Jesucristo en el bautismo de agua y el don del Espíritu Santo, que nos perfecciona el entendimiento. La circuncisión de Cristo es la doctrina de la santificación de los hijos de Dios (leer Ro. 6 ; 1 Cor. 6:20 y 2 Cor. 7:1),  para que vivan a salvo del pecado, del señorío del viejo hombre y de las maldiciones demoníacas.

Los descendientes de Set, hijo de Adán, se mezclaron con la descendencia de Caín. Esta mezcla ha llegado hasta hoy  por medio de la descendencia de los tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet y sus mujeres. Después que salieron del arca se multiplicaron sobre la faz de la tierra. En verdad, a partir de allí el género humano es noénico. Todos hemos nacido con  la naturaleza de Noé y de su familia que salió del arca. Noé fue el último descendiente puro de la línea de Set, pero su mujer era cainita (o híbrida) y sus hijos eran híbridos. La maldición de Noé sobre Canaán, el hijo de Cam, que nació por el acto incestuoso con su madre mientras su padre estaba ebrio y dormido, es prueba de la existencia de maldad serpentina en su mujer y en su hijo Cam. Canaán no había nacido aún, pero Noé tuvo la revelación del Espíritu Santo del incesto que había acontecido entre Cam y su propia madre y qué nombre tendría el hijo de ambos (ver Gn. 9:24-27).

'Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren' (1 Tim. 4:16).

'Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con El, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado' (Ro. 6:6-7).

En Exodo 4:20, cada uno de los niños de Moisés y de Séfora son un tipo de la fe en la sangre de Cristo para justificación y de la voluntad rendida al Espíritu de Dios para santificación. El primogénito Gersón estaba circuncidado. Pero el niño menor Eliezer no pudo ser circuncidado por Moisés, a causa de la oposición de Séfora.  Ella ya había visto el cuadro de dolor físico anterior en la circuncisión de Gersón. La Escritura en Exodo 4:25 indica que había un niño que no estaba circuncidado. Esto colocó a Moisés en desobediencia al Pacto de Dios, porque estaba contaminado por un espíritu de rebelión en su mujer. No podría mostrar un testimonio de ser completamente fiel al Señor ante Israel, pues su hogar no estaba sujeto a la santidad de Su palabra. Si la voluntad  no está circuncidada por el evangelio, será controlada por un libre albedrío carnal. La circuncisión del prepucio genital masculino que el Señor estableció para la nación de Israel, a través de Su Pacto con Abraham, nos revela que el pecado original entró en el corazón del hombre a través del adulterio de la palabra de Dios y la fornicación física de la serpiente con Eva en el Edén.

El viejo hombre puede contaminar el espíritu (la mente) del creyente, a través de la voluntad incircuncisa. Por eso Moisés estaba contaminado. Y el apóstol Pablo exclamó: ¡Miserable de mí, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado' (Ro. 7:24-25). 

Cristo la Palabra Viviente vino hace dos mil años, nos limpió del pecado original con Su sangre y también nos circuncidó del cuerpo pecaminoso carnal (le quitó su señorío) al llevarlo en Su cuerpo crucificado y traspasado por una lanza romana. El nos justificó con Su sangre y nos reconcilió con la santidad de Dios por medio de Su muerte en el Calvario. Luego, resucitó para bautizar nuestras almas en Su resurrección por medio del Espíritu Santo. 

Desde que hemos creído fuimos justificados. Y al ser bautizados en el Nombre de Jesucristo, el poder de Su muerte obra nuestra santificación (Ro. 6:17-19) si nos sometemos de buena voluntad a El (Stg. 4:7). El bautismo trinitario en los títulos de Padre, de Hijo, y de Espíritu Santo NO imparte en tu corazón  el poder de la muerte de Jesús sobre la naturaleza pecaminosa carnal. Fue la trampa de satanás en el concilio de Nicea en el año 325 d.C, para atar a los creyentes con una fórmula teológica falsa sin poder alguno, de manera que sin el Nombre Jesucristo en sus almas fueran débiles y no tengan victoria sobre el pecado.

El niño Eliezer incircunciso significa falta de santificación, confrontando la palabra de Dios. Gersón, el primogénito que ya estaba circuncidado, es figura del creyente justificado por su fe en Jesucristo y el arrepentimiento de sus pecados. Allí vemos la circuncisión de su fe, porque ya no es incrédulo. Sin embargo, la circuncisión debe continuar con Eliezer porque aún hay que crucificar el libre albedrío carnal de la voluntad. La voluntad tiene que ser limpiada y consagrada enteramente para Dios. Entonces fluirá el poder y la salvación del Espíritu Santo en el espíritu, al estar nuestra voluntad circuncidada, es decir, liberada del viejo hombre. Debemos unirnos a la muerte de Jesús, porque es el bisturí del evangelio que corta, echa fuera y destruye el prepucio - viejo hombre. De lo contrario, la desobediencia causa el grave perjuicio de contristar al Espíritu Santo y así, se puede apagar la vida espiritual del corazón. 

Nuestro corazón es una vasija de barro que vive y late porque es uno con el espíritu, el hombre interior que está hecho a la imagen de Dios. Esta imagen fue desfigurada por el pecado original del hombre en el Edén,  pero fue restaurada por el Señor Jesucristo al morir en la cruz. En el creyente justificado por la fe en Su sangre, su alma ha sido regenerada y restaurada a la imagen original que tenía en Cristo la Palabra, cuando Dios lo creó. Pero después de ser justificado, el espíritu y el cuerpo deben ser santificados de la naturaleza pecaminosa del cuerpo, para la redención de nuestra semejanza gloriosa adquirida  por el Señor Jesucristo (Ef. 1:14).

No pueden haber dos habitantes compartiendo nuestro corazón. Tiene que reinar el hombre nuevo del espíritu con la santidad de Cristo, o reina el hombre exterior con su carnalidad.

Separación verdadera

Los cristianos que no reciben la salvación de Dios en Cristo Jesús conforme a la revelación del evangelio, están conviviendo con el pecado. Tienen justificación por su fe en el sacrificio del Señor, pero son carnales por no santificarse. Serán salvos de eterna perdición cuando comparezcan ante el Trono Blanco del Juicio, pero se perderán el arrebatamiento, la gran cena final de las Bodas del Cordero en la casa del Padre y el reino milenial de Cristo en la tierra. 

Con la obediencia de Moisés - el espíritu - y la sujeción de Séfora - el cuerpo - a la santificación de la palabra (Jn. 17:17), el ministerio de la Novia de Cristo puede marchar a la misión de ser luz y liberación de los cautivos. Por lo tanto, hay una división entre Moisés y Séfora cuando el pecado se interpone. Es un espíritu de separación que resiste la obediencia plena del espíritu al Señor, como sucedió a Moisés. Mas, cuando Séfora intervino obligada por las circunstancias y circuncidó al niño, dejó a su esposo y también a sí misma en condición de obedientes. Esto nos indica, que en algún momento, Dios hace que el corazón ceda su resistencia a la voluntad divina y deje de interferir contra Su Espíritu.

Y la obediencia produce una separación especial. Es la consagración a la santidad de Dios. La circuncisión de Eliezer causa que Moisés envíe a Séfora con sus hijos a la casa de su padre Jetro, (figura del Espíritu Santo). Entonces Moisés quedó en libertad para cumplir con su comisión celestial. Esto nos dice que nuestro espíritu debe ser uno con el Espíritu en nuestra peregrinación. Nuestra alma y espíritu deben ministrar a Cristo en unidad y en libertad. Entonces hay paz con el Señor y reposo interior, que nos permite vivir en  comunión y confraternidad como Su Iglesia. Todas las cosas nos ayudan al bien del gran propósito celestial del Padre en nosotros, el cual es transformarnos a la imagen de Su Hijo amado. Amén

'Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta dividir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien, todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta' (Heb. 4:12-13).

Perfección y transformación

Hijos de Dios: Es hora de examinación y de juicio. Hay que circuncidarse con la muerte de Jesús en la cruz y separar el viejo hombre de todo nuestro ser, porque somos de Dios. Comprados fuimos por precio y no debemos ser esclavos de la carne. Las bajezas pecaminosas y las ideas falsas trastornan el alma, debilitan el espíritu y enferman el cerebro, el corazón y el cuerpo. Por lo tanto, debemos destruirlas completamente y 
el Espíritu Santo nos transformará.

'Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado' (Is. 40:3-5). 

'Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por medio del Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros' (Gál. 5:24-26).

Así viven los santos de Dios. El mismo proceso para Moisés, Séfora y sus hijos en Arabia, también le fue revelado allí al apóstol Pablo, para que deje de ser Saulo de Tarso (ver Gál. 1:17). Asimismo, ahora los hijos de Dios estamos en el monte Sion de la revelación de Jesucristo crucificado, para recibir de El sabiduría, humildad y sumisión al Padre (Heb. 12:22). En Arabia, Moisés fue transformado en el hombre más manso de toda la tierra y un día, lejos de la casa, apacentando las ovejas de su suegro fue llegando al Sinaí, donde conoció a Yo Soy el que Soy, hablando Su palabra en medio de la zarza ardiente. Allí, Moisés fue hecho un enviado del Altísimo para la obra del ministerio (Ex. 3:4,12). Así es que nosotros, circuncidemos del viejo hombre  a nuestro corazón como lo hizo Jetro con su hija Séfora. El la convirtió en un corazón sumiso para ir de regreso con Moisés, tiempo después. 

Hermano, aunque estés rodeado de madianitas, recuerda que ellos son cristianos incircuncisos en sus corazones porque necesitan la revelación del evangelio, pero tú que ya lo entiendes conténtate con mirar al Señor Jesucristo nuestro Salvador, y ve adelante hacia la perfección del entendimiento de Su palabra. Por la voluntad de Dios, ellos sin saberlo forman parte del proceso de transformación de tu alma a la imagen de Cristo. Pero el resultado maravilloso es que tengas un espíritu nuevo obediente y fiel, que se ha despojado del viejo hombre carnal. El creyente carnal que se parece a Séfora debe circuncidar su corazón en la muerte de Jesús. Su espíritu será libre para glorificar a Dios, como sucedió con Moisés.

'Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los que son débiles, y no agradarnos a nosotros mismos...Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo' (Ro. 15:1,6).

Séfora en el Sinaí- La obra de la Gracia

'Oyó Jetro sacerdote de Madián, suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés, y con Israel su pueblo, y cómo Jehová había sacado a Israel de Egipto. Y tomó Jetro suegro de Moisés a Séfora la mujer de Moisés, después que él la envió, y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: Forastero he sido en tierra ajena; el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: El Dios de mi padre me ayudó, y me libró de la espada de Faraón. Y Jetro el suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de éste, vino a Moisés en el desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios; y dijo a Moisés: Yo tu suegro Jetro vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con ella' (Ex. 18:1-7).

La paternidad de Jetro ahora está morando en el corazón de su hija Séfora. Ella tiene una vida nueva, porque es otra persona. Nos muestra la Gracia de nuestro Padre Celestial y la obra de Su Espíritu restaurando la familia de Moisés y Séfora. Eso representó la armonía espiritual de todo nuestro  ser  en Cristo.

'Todo lo que el Padre me da, vendrá  a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera...Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere...' (Jn. 6:37,44a). 

Como dice un viejo himno: 

'Su Gracia me enseñó a temer, mis dudas ahuyentó. 
Oh cuán precioso fue a mi ser, al dar mi corazón'

CONCLUSION
 
La circuncisión es la muerte de Jesús que llevamos en el cuerpo. Aunque, como Séfora que de mala gana circuncidó al niño, también tu corazón haya actuado muchas veces con tibieza para obedecer, la Gracia del Padre prevalece y obra por amor de Su Nombre para que te rindas íntegramente y seas fiel en el monte  Sion del Cielo de Dios. Allí, el convertido a Jesucristo se presenta santificado  y ora :

'Recíbeme Señor y úneme a Ti. Celebra hoy Tu banquete conmigo en el desierto. Tú eres mi monte Sion, la roca de salvación de mi alma, la vida de mi espíritu y la santidad de mi corazón. Quiero ascender como Moisés y llegar a la cima de Tu amor, porque me has amado y me has llamado a prepararme para andar eternamente en Tu Presencia. Amén'.

'Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y blanco; porque el lino fino es las acciones justas de los santos' (Ap. 19:7-8).