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EN ESPIRITU y EN VERDAD



"Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Jn. 4:24).

En estas palabras del Señor Jesús vemos que el lugar de adoración de los hijos de Dios es en Cristo, porque es El Quien se encuentra en el Lugar Santísimo como nuestro Sumo Sacerdote, ministrando al Padre el servicio de Su Iglesia. Y para ser uno con Cristo, le es dado el Espíritu Santo a los que obedecen el evangelio original, y la verdad presente de Su Voz de arcángel (ver Jn. 15:5; 1 Co. 2:2b y 1 Ts. 4:16).

"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional" (Ro. 12:1). 

"Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura" (He. 10:20-22).

Jesús, orando al Padre dijo: "Tu palabra es verdad" (Jn. 17:17). La verdad es el evangelio y toda palabra de Dios revelada a Sus hijos, en cada Edad de la Iglesia. Esa es la adoración que enseñó Jesús a la mujer samaritana junto al pozo de Jacob, donde no interfiere ninguna creencia extraña. En el monte de Samaria y en el templo de Jerusalén las personas adoraban a Dios fuera de la verdad presente para esa hora, que había llegado a Israel a través del Señor Jesucristo.
 
El dijo que "ni en  Samaria ni en Jerusalén adoraréis al Padre, aunque la salvación salió de los judíos".  Ambas ciudades tenían dos sistemas religiosos que pretendían tener el control y conducción del culto al Dios de Israel sobre la sociedad, pero de acuerdo a la concepción tradicional que cada uno de ellos tenía. Estaban separados tan fuertemente que no se trataban entre sí. Cada uno confesaba su propia 'declaración de fe'. Un credo de mandamientos, reglas y tradiciones de hombres que modificaron e invalidaron  la palabra de Dios.

Se encontraban en apostasía y no lo creían, porque rechazaron a todos los profetas de Dios que se lo denunciaron. Esos mismos espíritus de error y engaño operaron mucho antes de ellos, allá en su pasado histórico. Se establecieron en la torre de Babel que construyó Nimrod (Gn. 11:4-9) inspirado por su padre Cus, quien estaba vinculado con el mundo de las tinieblas.  Cus era descendiente de Caín y en éste entró satanás  para que le ofrende a Dios  un culto según su propio parecer.  El trajo una ofrenda en absoluto diferente a la que trajo Abel a Su Creador.  Abel tuvo la misma revelación divina de la voluntad de Dios que habían tenido sus padres Adán y Eva. Ellos le enseñaron a sus hijos la manera correcta de adoración que les mostró el Señor en esa hora.  Abel recibió la revelación divina, pero Caín la rechazó. La ofrenda conforme al Espíritu de Dios era la sangre del cordero, para unirlos con la verdad del sacrificio de Jesucristo y Su muerte de cruz.

"Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión" (He. 9:22).

EL ESPIRITU Y LA VERDAD EN EL HUERTO

La caída de los hijos de Dios en el huerto fue por transgredir la ley de Dios (Gn. 2:17), al comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal en su estado caído. Ellos comieron el pecado original, lo cual fue adulterio y fornicación espiritual en primer lugar, y  luego fue la unión carnal entre la (el) serpiente y la mujer. Es decir, que la mujer comió de su propio razonamiento humano pervertido. ¿Y cómo es que se pervirtió su razonamiento? Se pervirtió porque aceptó el mensaje corrupto de la serpiente inspirada por el maligno. Después,  por obedecer la voz de su mujer corrompida por la serpiente, el alma y espíritu de Adán  quedó separado del Espíritu Santo de Dios, así como ella.

El huerto,  hogar de los primeros hijos de Dios, tenía la unción del Eterno en la tierra. El  medio del huerto, es decir, su lugar principal, era la vida humana. En sus corazones estaba el árbol de la Vida, Quien es el Espíritu y la verdad de Dios. Su fruto es la revelación de la mente de Cristo.  Y con Su mente tendrían la fe y el conocimiento para adorar al Padre conforme a Su voluntad.

Aquella separación, lamentablemente, incorporó el pecado y la muerte en sus almas y cuerpos. Eso los apartó de la vida eterna, y la muerte física fue la maldita consecuencia. Pero la  misericordia de Dios comenzó el gran plan de redención de Sus hijos, por medio del ministerio del Espíritu Santo revelando a Jesucristo y el evangelio de Su sacrificio en la cruz, para regenerarnos y restaurarnos al Principio.

Solo por Gracia, el alma y espíritu del creyente renacido puede volver a entrar en el Reino de Dios  a través del sacrificio de Jesucristo.

Podemos ver que ya había existido otro reino espiritual tenebroso antes de la aparición de Adán y Eva, como los primeros hijos de Dios en la tierra. Ese fue el reino de satanás, quien se encarnó en la serpiente, la inspiró y este habló un mensaje falso donde estaba oculto el pecado y la muerte en sus palabras. El propósito del maligno era establecer la religión del hombre en la tierra para dominar a la raza humana y así llegar a imponer la inmoralidad y la muerte en todas sus formas, en oposición abierta y directa contra los hijos de Dios en el planeta. Solo ellos  conocen al Padre eterno y le adoran en espíritu y en verdad, porque han nacido de nuevo. Debemos tener la revelación de esta palabra por medio del Espíritu Santo.


Así es que antes y después de Samaria y de Jerusalén donde nuestro Señor Jesucristo fue crucificado y sus profetas fueron apedreados y asesinados, todos aquellos ángeles caídos religiosos del reino de satanás se proyectaron en la historia posterior y se encarnaron en la primera iglesia cristiana de Roma, haciéndole caer en apostasía hasta que llegó a ser la Iglesia Católica Romana. La religión samaritana prefiguró al catolicismo romano, y la religión judía prefiguró al protestantismo evangélico denominacional.

Salvo los hijos de Dios como la mujer samaritana y demás personas temerosas de Su palabra, que en Samaria y en Jerusalén esperaban al Mesías, los líderes y seguidores de esos sistemas de religión híbrida persiguieron y asesinaron al Señor y a los verdaderos creyentes.

Hoy, muchos cristianos son híbridos, engañados y controlados por esos mismos espíritus religiosos caídos. Ellos también, por su incredulidad y orgullo, han asesinado la verdad que fue revelada como el fundamento del Cuerpo de Cristo, al rechazar la verdad de Dios que ha sido anunciada en este Tiempo del Fin.

La palabra profética que Dios nos ha enviado antes de la Segunda Venida de Cristo nos revela el fundamento de la Iglesia original, y ya se ha cumplido en el siglo 20. Así es como también aconteció antes de la Primera Venida de Cristo,  cuando Juan el Bautista habló de El al pueblo, antes de que apareciera en público (ver Jn. 1:33).
   
LA VERDAD PRESENTE

"Porque no hará nada  Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas" (Amós 3:7).

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el Angel del Pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos" (Mal 3:1).

"He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición" (Mal. 4:5-6).  

El precursor de la Primera Venida de Cristo, hace dos mil años, fue Juan el Bautista, de acuerdo a Mal. 3:1. Y el precursor de Su Segunda Venida, en el siglo 20, fue el profeta-mensajero William Marrion Branham, de acuerdo a Mal. 4:5-6, enviado por Dios a Sus hijos en la séptima y última Edad de la Iglesia Gentil, para convertirlos a la fe de los primeros apóstoles. Ellos son nuestros padres espirituales. En Su ministerio, W. M. Branham anunció el mensaje del tiempo final. El Señor Jesucristo  ungió a Su siervo con poder y con sabiduría para que regresemos a las Sagradas Escrituras de la Biblia. Este ministerio es el Clamor de medianoche de Mateo 25:6. Los creyentes que le han oído correctamente han recibido el fundamento, para ser edificados sobre El como casa espiritual y sacerdocio santo. 

SEÑOR y ANGEL DEL PACTO

El Clamor de medianoche es también la Voz de Aclamación de 1 Tes. 4:16, el Llamamiento de Ap. 3:20 y la Voz de Ap. 10:7, para que los escogidos salgan de la confusión de Babilonia en el mundo - iglesias a limpiarse de toda alienación mental y cultural, y a continuación se puedan unir con Su Voz de Arcángel (ver 1 Tes. 4:16 y Ap. 10:8-11)). Cristo ha venido al templo espiritual del evangelio que el cristianismo institucional ha modificado, así como los judíos deshonraron por avaricia el templo de Jerusalén. Su Presencia está aquí hoy como Señor y Angel del Pacto, santificando el evangelio así como lo hizo con el templo, después de enviarnos revelación de Su palabra a través de Su profeta William M. Branham.

El Cordero de Dios es el Esposo que está perfeccionando hoy con Voz de arcángel a Su Novia, para cumplir con ella aquí en la tierra las bodas prometidas en Mateo 25:10. Nótese correctamente que la Voz de aclamación (el clamor de medianoche) no es lo mismo que la Voz de arcángel, porque cada una de estas voces de Cristo tiene un objetivo específico. La Voz de aclamación nos ha revelado una parte de la palabra escrita, haciendo énfasis en el fundamento. Pero la Voz de arcángel nos imparte el Espíritu de Cristo en el alma, lo cual es la revelación del Esposo, y la perfección del entendimiento de la palabra de Dios. Es El Mismo en nuestro corazón, Quien puede transformarnos a Su imagen y convertirnos en Su Esposa, para trasladarnos a la Casa del Padre en el arrebatamiento. En la etapa actual, Cristo ha descendido como el Señor y el Angel del Pacto (ver Ap. 10), con la Voz de arcángel en Su mano (el libro pequeño), para que Su Iglesia adore a Dios por medio de El  y Su palabra completa.

"Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡ Aquí viene el Esposo; salgan a recibirle !"

Esta palabra de Jesús en Mateo 25:6 ha cumplido la primera parte de la palabra profética de Malaquías 3:1 que nos dice: "... yo envío mi mensajero". Y eso ya ha acontecido en el Clamor de medianoche del profeta W. M. Branham, a mediados del siglo 20. Pero luego, en el verso 10 de Mateo 25, Cristo se revela a las vírgenes prudentes que se han preparado con la palabra del Clamor, como está escrito: 

"...vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con El a las bodas". 

Y así se cumple la segunda parte de Mal. 3:1, que nos dice: "...y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el Angel del Pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos".

Los creyentes que han salido de Babilonia se han separado de la oscuridad religiosa de las denominaciones. Luego, han arreglado Sus vidas con la palabra revelada. A los que han logrado prepararse, el Esposo los ha reunido con El. Cristo ha venido en forma espiritual, dentro del Clamor de medianoche y Su mensaje aún sigue llamando a la puerta (a la mente) de aquel que oye Su voz (ver Ap. 3:20). Aquellos hijos de Dios que Cristo ha reunido con El , han sido levantados al reino de Su Espíritu (ver Mt. 13:30; He. 12:22 y Ap. 4:1-2), más allá de la Edad de Laodicea. Ellos, están ahora oyendo Su Voz de Arcángel de 1 Ts. 4:16. Sí, el Esposo está aquí. El ha venido, en primer lugar como el Novio, con un Grito profético (clamor, voz de aclamación) a llamarnos a Sus escogidos fuera de Babilonia. En segundo lugar, ha venido como el Esposo para revelarnos Su Persona y perfeccionarnos, afirmarnos, fortalecernos y establecernos en El, por medio de la enseñanza de Su palabra. En tercer lugar, hará sonar la Trompeta de Dios para el cambio de cuerpo y el arrebatamiento de Su Iglesia (1 Co. 15:51-52; 1 Ts. 4:16 y Ap. 10:3-4). 

EVENTOS PROFETICOS CUANDO VINO EL CLAMOR DE MEDIANOCHE

Una gran señal en el cielo fue vista en 1963 en los Estados Unidos,  fotografiada por el F.B.I. y publicada por las revistas Life y Science en aquel tiempo, donde se puede ver la forma del rostro del Señor Jesucristo en una nube hecha por una constelación de ángeles, cuando en la tierra el hermano Branham poco tiempo después estaría predicando la revelación de los Siete Sellos (ver Lucas 17:24). Después de la partida  del hermano Branham en el año 1965, el Señor Jesucristo se está dando a conocer íntimamente como la Persona del evangelio y revelando la verdad presente que perfecciona a Su santos Novia. 

El profeta de Dios en el siglo 20 fue también el séptimo mensajero de Ap. 10:7. El contenido central de Su mensaje  es el triple fundamento del Cuerpo de Cristo: 

1)  Que Dios es Uno no tres.  

2)  El evangelide Hechos 2:38.

3)  La Fe Apostólica.

La Unidad de Dios y la Divinidad y Humanidad de Jesucristo

Jesús es la palabra prometida en Gn. 3:15 ; Is. 7:14 y 9:6, que el Espíritu Santo engendró en el vientre de la joven virgen María. A los treinta años de edad fue ungido con la plenitud de Dios en el Jordán. El Eterno Invisible encarnó en Jesús Su Espíritu Santo de Padre y de Cristo el Hijo Unigénito, y se hizo Visible ante los hombres. Dios y Cristo Uno y el Mismo es. De la naturaleza divina del Padre salió Cristo Su Hijo y de Cristo salió la naturaleza humana de Jesús, el Hijo del Hombre. El Eterno es el Padre, y Cristo es Quien se encarnó en Jesús, el Hijo del Hombre. El Ser Supremo Invisible tiene una personalidad que se ha revelado y manifestado como Señor, Dios y Padre en Cristo Jesús, el lado Visible del Eterno Invisible. No hay tres personalidades porque no hay tres personas, ni tres dioses, ni tres espíritus, ni tres tronos en el cielo de Dios. Asimismo, no hay dos personas divinas, ni la unidad extrema del credo unicitario que enseña que Jesús es el Dios Eterno y Su Propio Padre. La revelación bíblica en Col. 1:15 y en Ap. 3:14 nos muestra que Jesucristo es el Principio de toda la creación de Dios. 

El fue creado por Su Padre, tuvo un comienzo, y a partir de allí fue la Divinidad de Hijo Unigénito, y la Humanidad de Hijo Primogénito en forma conjunta. La enseñanza de un Hijo eterno antes de ser creado, es falsa. Así es. Jesucristo es verdadero Dios y vida eterna a partir de Su creación en el seno del Padre. Allí comenzó la Divinidad de  Cristo la Palabra (el Verbo de Dios). Es atributo soberano del Padre ser Hijo en Sí Mismo. Siendo el Unico Ser Divino, el Gran Yo Soy pasó a ser Uno con Su autorevelación de Hijo, es decir, consigo Mismo. La unicidad bien entendida solo es aplicable al Eterno, porque El es el Dios único de 1 Tim. 6:16. Pero la Unidad de Dios consiste en que El es el Padre y el Hijo Unigénito en Cristo Jesús, Su Palabra Viviente (Jn. 17:20-23) y el Primogénito de toda creación (Col. 1:15).

El credo trinitario es una mentira del politeísmo pagano. No existe en la Biblia.  ¿Cómo se puede adorar al Señor en espíritu y en verdad creyendo un dogmatismo inexplicable que está completamente fuera de la verdad de la revelación divina?  Si no está la verdad no está el Espíritu Santo de Dios y de Cristo Su Hijo. La teología del hombre no es la revelación de la palabra, por tanto no es la verdad de Dios.

Cristo Jesús, el Hijo de Dios, es la verdad del Padre.

Muchos dirán que le adoraron en el espíritu en aquel día del Juicio, pero el Eterno no los reconocerá porque no vivió el Espíritu de Cristo en ellos (ver Ro. 8:9). No tuvieron profundo interés en conocer la verdad bíblica de la Unidad de Dios (Dt. 6:4; Jn. 14:1 al 11; 1 Jn. 5:8), sino que prefirieron los credos, los dogmas, las tradiciones y la religión de profetas y maestros falsos que Dios no ha enviado. Cristo es la verdad que nos revela al Padre, porque es el Mismo Espíritu de verdad. El no se puede contradecir a Sí Mismo. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de El. Por tanto, la revelación del evangelio y el ministerio apostólico original no habitan en tal clase de cristiano. No es templo de Dios, ni Cuerpo de Cristo. Aunque use su espíritu humano inspirado por el espíritu religioso denominacional, que imita al Espíritu Santo (como sucedió con Caín), no puede adorar en la verdad de toda la revelación divina. Ha sido cegado por la teología del hombre y no sabe que es uno con el espíritu anti-palabra, el anticristo de satanás. Desde la Primera Edad de la Iglesia, el anticristo ha fascinado a muchas personas porque solo buscan conocimiento bíblico en forma intelectual y emocional.

Si crees esto querido lector, apártate urgentemente de la teología trinitaria porque estás bajo un espíritu de oscuridad, que ha venido sobre ti para encarcelarte. En Mateo 25 puedes ver que las diez vírgenes cabecearon todas y se durmieron por estar contaminadas con el adulterio de la palabra de Dios y la fornicación espiritual con el  anticristo, disfrazado de ministerio cristiano en las iglesias del hombre.

Jesús es la Humanidad de la Palabra de Dios.

Dios no es un hombre. Dios no se hizo hombre. Dios no fue hecho carne. 

La Palabra se hizo hombre. La Palabra se hizo carne. Dios se manifestó en la carne. Dios estuvo en Cristo Jesús - El fue Dios y Hombre.

Dios en Su Palabra en Cristo Jesús.

"En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios" (Jn 1:1).

LA PRESENCIA ACTUAL DE CRISTO EN LA TIERRA

"...He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos" (Mal. 3:1).

"...He aquí viene" es la revelación de Jesucristo surgiendo en nuestros corazones como el amanecer de un nuevo día,  llevándonos hacia  la madurez y plenitud de Su Amor. El Espíritu de Cristo y la verdad se estarán manifestando en Su Esposa, en el orden siguiente conforme a 1 Ts. 4:16-17:

1)  La Trompeta de Dios,  a darnos el cambio de cuerpo y la fe de arrebatamiento.

2) Su Aparición física visible solamente a Su Iglesia, para Su arrebatamiento antes de la gran tribulación.

"Porque el Señor mismo con voz de aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor" (1 Tes. 4:16-17; ver 1 Cor. 15:51-52).

Por tanto, dos fases de Su descenso espiritual, la Voz de aclamación (grito - clamor) y la Voz de arcángel, que anteceden la Segunda Venida de Cristo están cumplidas. La Esposa  lo tiene revelado en su corazón. El Esposo está en ella, con Su ministerio quíntuple administrando Su palabra, en la tienda del Espíritu de revelaciónEstá perfeccionando su entendimiento y transformando su alma a la imagen de Cristo, para adorar al Padre en El, porque El es el Espíritu y la verdad.

CONCLUSION

No es en Samaria, ni en Jerusalén. En esos ámbitos de religión del hombre no está el lugar de adoración. "La hora es cuando los verdaderos adoradores adoran al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren" (Jn 4:23-24).

Para ello es necesario ser llenos del Espíritu Santo y la verdad de Su palabra revelada por el Ministerio de Ascensión del Hijo de Dios, de Efesios 4:11.  Los verdaderos adoradores son los que reciben Su Ministerio y la verdad de esta horaCristo en nuestro corazón, y la verdad en nuestro entendimiento es la adoración a Dios en el Lugar Santísimo. 

Esta es la revelación del Señor:

Que adoremos al Padre llenos del Espíritu Santo amando y obedeciendo la verdad presente de la voz de arcángel de Cristo a los hijos de Dios, que entendieron correctamente el clamor de medianoche

Leer Ap. 10: 7 al 11.

¿Cómo podemos adorar en espíritu y en verdad sin entender de parte de Dios que lo que  creemos es lo correcto delante de El? Lo que creemos muestra el espíritu que tenemos. La mente de nuestro espíritu es con lo que uno piensa, y como pensamos así somos. Abre tus ojos querido hermano con el colirio del Espíritu Santo y la verdad que nos trae el Esposo en  Su descenso actual, parado sobre el mar y la tierra  (Ap. 10:2).

"Nadie viene al Padre sino por mí, separados de mí, nada podéis hacer" (Jn 14:6-15:5). 

"Y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo Amado; en ti tengo complacencia" (Lc. 3:22).

El creyente que ama al Padre anhela adorarle y servirle a través del Hijo de Dios. Siempre persevera para la salvación de su alma y quiere agradarle en unidad con Cristo. Es sumiso y obediente mediante la fe. Esta clase de fe es el Espíritu Santo y la verdad de la palabra revelada a Sus escogidos.

El Eterno nos habla a nosotros como lo hizo con Jacob en su sueño, cuando huía de su hermano Esaú (ver Gn. 28:11-12). La roca de cabecera donde Jacob se durmió y soñó, la escalera y la puerta de entrada al cielo es Jesucristo, como nuestro fundamento, la verdad y la Vida. Cuando Jacob ya no soportaba más a su parentela de Padan-aram (figura del cristianismo híbrido denominacional), entonces Dios le dijo:

“Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí; y haz allí un altar al Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú” (Gn.35:1).

Esto es volver a Pentecostés. Levantarse en la fe, obedecer el evangelio  y adorar al Padre en el Espíritu  y en la verdad de Su palabra revelada, por medio del Hijo de Dios.

"El que se une al Señor Jesucristo, un Espíritu es con él"  (1 Co. 6:17).