Páginas

Traductor

¡HABLA LA PALABRA! - 1



El ministerio de la Palabra Hablada de Vida

Por todo el mundo, millones de cristianos están esperando el Rapto. Están esperando para que sus cuerpos sean cambiados (en cuerpos glorificados) y luego desaparecer súbitamente de esta tierra. Se ha hecho muy popular entre los cristianos la creencia de que el Rapto tomará lugar en cualquier momento y en cualquier día. Muchos predicadores han pintado un escenario asombroso de lo que ellos creen será la consumación del rapto "repentino" - la desaparición - de millones de cristianos. Ellos enseñan que el caos gobernará el día en que los cristianos desaparezcan de repente de sus hogares, escuelas, oficinas, autos, autobuses, trenes, barcos, aviones y otros vehículos o lugares privados y públicos. La "súbita" desaparición causará que sus ropas, carteras y objetos personales caigan de sus cuerpos mientras vuelan hacia el cielo para reunirse con Jesucristo en el aire. Los no cristianos de los alrededores quedarán trastornados al ver que los cristianos desaparecen delante de sus ojos. Serán testigos del caos a su alrededor. Los vehículos sin conductores chocarán contra otros vehículos en los caminos; como también los barcos sin pilotos en los mares. Los aviones sin piloto se estrellarán contra la tierra o chocarán unos con otros. También habrán disturbios cuando comiencen a saquear los bienes de los negocios y propiedades pertenecientes a familias cristianas que han desaparecido. Y por toda la tierra, miles, o tal vez millones de personas morirán o resultarán gravemente heridas por causa de los accidentes vehiculares, los disturbios y los saqueos.

¿Pero hay alguna base escritural para este escenario? El asombroso espectáculo presentado por estos predicadores se deriva de los siguientes versos de las Escrituras sacados fuera de contexto:

1 Co. 15:51,52: He aquí os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,  en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

1 Tes. 4:16,17: Porque el Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

¿Vemos realmente la misma imagen pintada por estos predicadores en estos versículos de la Biblia? La escena, obviamente, solo es el resultado de la imaginación de ciertos teólogos necios y escritores cristianos.

Amigos, la verdad de los hechos es que la venida del gran evento del Rapto no ocurrirá súbitamente. Hay muchas Escrituras que sostienen esta visión, como los pasajes de 1 Tes. 4:13 y 5:9 (ver 2 Tes. 2:1-5). Algunas parábolas también verifican el hecho. La parábola de las diez vírgenes, en Mateo 25, muestra el escenario de un esposo (el cual representa a Cristo) viniendo a casarse con su novia. El matrimonio espiritual se llevará a cabo en la tierra. Cuando esto ocurra, las vírgenes prudentes, quienes ya están listas, entrarán a las bodas, mientras que las fatuas se irán en busca de aceite. Estas "diez vírgenes" representan a los cristianos que "salieron" de las iglesias tradicionales y de las interpretaciones de los hombres para "encontrarse" con El. Para cuando las vírgenes fatuas tengan el aceite que necesitan para poder encontrar el camino a través de las calles de la oscuridad religiosa hasta la boda, la puerta ya estará cerrada, serán dejadas afuera y tendrán que enfrentar las tinieblas de la Gran Tribulación. Esta parábola no muestra la imagen de un mundo caótico al momento del Rapto. El caos prevalecerá durante el período de la Gran Tribulación, es decir tres años y medio después del Rapto. Y no todo aquel que proclama ser cristiano será llevado en el Rapto. Aquellos que no velen ni oren en su caminar diario con Cristo, no podrán lograrlo. 

FE

"Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció porque le llevó Dios" (Gn. 5:23-24).

"Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios" (He. 11:5).

Muchos creyentes de la Biblia han visto a Enoc como un tipo de todos los elegidos vivientes que serán raptados para encontrarse con Cristo Jesús en el aire. Es interesante saber por qué Moisés especificó que Enoc vivió trescientos sesenta y cinco años antes de ser traspuesto de esta tierra. Hay trescientos sesenta y cinco días en el presente año solar. Obviamente, el Espíritu Santo nos está mostrando que para ser traspuestos, los elegidos deben caminar con Dios diariamente como Enoc, porque "antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios".

De entre todos los santos en sus días, ¿qué marcó a Enoc como un santo triunfante del Señor para el "rapto"? ¿No caminó Adán con Dios? ¿No lo hizo también Mahalaleel? ¿O no caminaron con Dios los otros descendientes de Adán? No es difícil concluir que muchos de los santos prediluvianos caminaron con Dios. Noé, quien vivió antes y después del Diluvio, fue un hombre que "caminó con Dios" (ver Gn. 6:9). Sin embargo, debió haber algo crucial acerca de cómo "caminó Enoc con Dios", algo que a los otros santos les faltó en su caminar con El. ¡Definitivamente en la Biblia claramente se afirma que Enoc tuvo un testimonio - ¡él agradó a Dios! Su caminar con Dios se caracterizó por una FE que faltaba en las vidas de los otros santos. Enoc tuvo esa FE única después que engendró a Matusalén (Gn. 5:21-22). Y con el testimonio de haber agradado a Dios fue separado del resto de su parentela. Entonces fue marcado para la traslación. Amén.

Ahora, ¿cómo agrada uno a Dios? "Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (He. 11:6). ¿ Y cuál es esta fe que agrada a Dios? ¿Cuál es la fe que hace a un verdadero adorador de Dios elegible para el Rapto?

¿Es alguna de las fés religiosas de los cristianos en las distintas iglesias denominacionales verdaderamente la FE de Dios? ¿Es alguna de estas la fe que agrada a Dios? ¿Tal vez habrá ALGUNA entre las miles de fés cristianas religiosas? ¿Es la fe bautista suficientemente agradable a Dios? ¿O es la fe de los carismáticos que hablan en lenguas la que agrada a Dios? ¿Qué hay de la fe de aquellos que tienen dones en el pentecostalismo? ¿Tal vez tengan los evangélicos presbiterianos la verdadera fe? ¿O será la fe de los branhamitas, quienes fervientemente creen en cada una de las afirmaciones verbales del profeta mensajero de Dios William M. Branham? Pero, ¿por qué Jesús preguntó en Lucas 18:8b? "Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?"

Cuando el Señor regrese ¿hallará fe? Con tantas enseñanzas diferentes acerca de la "fe" en las iglesias de hoy ¿cómo reconoce uno la verdadera fe de Dios - la FE que trasladará a todo aquel creyente que pueda recibirla? Sí, ¿hallará Jesucristo la FE entre todas las "fés" del cristianismo, o entre aquellos que se hacen llamar "cristianos" o "creyentes de la Biblia"?

LA PALABRA HABLADA - LA SIMIENTE ORIGINAL

Para la respuesta a todas estas preguntas, debemos buscarla en el pasado de la eternidad - el principio del LOGOS DE DIOS. El apóstol Juan escribió en Juan 1:1,4: 

"En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas,  y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres".

El LOGOS DE DIOS era la PALABRA HABLADA que emanó del Espíritu Todopoderoso Invisible (YHWH) como el PRINCIPIO DE LA CREACION DE DIOS. El Logos era la SIMIENTE ORIGINAL, el MONOGEN DE DIOS que provino de YAHWEH. Fue a través de la Palabra Hablada que Dios creó los cielos y la tierra (He. 11:3; Gn. 1:1,26,27). En El estaba la VIDA, la LUZ para la humanidad (Jn. 1:4,9). Y hace alrededor de 2000 años, la PALABRA ORIGINAL vino y moró en una vasija, un cuerpo de carne especialmente preparado por Dios (He. 10:5). Esa vasija era el cuerpo de la persona llamada Jesús. "Y aquella palabra fue hecha carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad" (Jn. 1:14). La Palabra Hablada era la UNCION de Dios. Era la VIDA. Entonces, por medio de Su propia Palabra fue Dios hecho manifiesto en la carne de Su Hijo Unigénito Jesucristo.

Ahora, la Palabra Hablada que tuvo su origen en Dios en el Principio, reveló la majestad de Dios - Su Santidad, Su Vida, Su Amor, Su Gracia, Su Poder y todas las características de Dios. Esta Palabra Hablada era EL MISTERIO DIRECTO del Gran Espíritu Invisible, haciéndose visible para comenzar la obra de la creación. Este Logos era el intermediario entre lo INVISIBLE (el Espíritu Eterno de Dios) y lo VISIBLE (la creación de Dios). Por tanto, la Palabra Hablada (Logos) era una revelación directa de Dios Mismo. El Logos le declaró. Y ESTA PALABRA HABLADA FUE LA UNICA REVELACION DE FE VERDADERA A SUS ELEGIDOS. No es una fe religiosa; es una FE ESPIRITUAL; es una FE DE VIDA. 

La Palabra Hablada era el poder creativo de Dios, Quien era el CREADOR. La VIDA apareció a la orden de Su mandato desde el mismísimo comienzo. Sin esta Palabra Hablada no habría vida. Nuestro Señor Jesús dijo, "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt. 4:4; Lc. 4:4) y "El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida" (Jn. 6:63). Ciertamente, desde el tiempo de Adán hasta el tiempo en que la Ley fue dada, los verdaderos adoradores de Dios vivieron por la FE de las palabras habladas que procedían de la boca del Dios Viviente. El mensaje de la palabra de la boca de Dios era vida en aquellas generaciones. Era un mensaje viviente. "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios" (Ro. 10:17). En otras palabras, la fe (la revelación de la Verdad, Gr.: logos) viene por oír la Palabra ungida de Dios. La revelación de la verdad divina es impartida a través de la palabra hablada ungida (o pronunciaciones, Gr.: rhema). Al igual que un árbol perenne, LA VIDA DE LA PALABRA del Dios Viviente vino en etapas. Primero fue hablada como una simiente. Luego en una etapa continua de crecimiento aparecieron las raíces, seguidas por el tallo, las ramas, las hojas y las flores, hasta su etapa final cuando los frutos portando muchas semillas de la misma vida aparecieron. 

Es indiscutible, por tanto, que la palabra hablada ungida de Dios que Enoc oyó y recibió, tuvo un efecto vivificador sobre él. Al recibir la revelación del mensaje, Enoc caminó con Dios diariamente en la promesa de esa Palabra Hablada, la Simiente Original de Dios. La actitud y mentalidad de Enoc, estaban centradas en la "verdad presente", con una inconmovible convicción. El estaba "establecido en la verdad presente", por así decirlo (ver 2 Pe. 1:12). Indudablemente él conocía el poder creativo de la Palabra Hablada de Dios. Y fue "marcado" entre los santos. Enoc fue trasladado por el Señor, Quien no le permitiría ver muerte. ¡Amén! La vida viene por la Palabra Hablada. 

Ahora, la "llevada" de Enoc no fue un evento repentino. Ciertamente, Dios no 'arrebató' a Enoc de la tierra mientras él estaba andando por el camino o trabajando en el campo. Tampoco hizo que desapareciera ante la vista de ninguno de sus familiares o amigos. Sin embargo, cuando llegó el tiempo de su partida, Enoc debió haber avisado a su familia y a las personas cercanas a él para que no lo anduvieran buscando si algún día ya no lo 'hallaban'. Sí , Enoc tuvo un testimonio. A través de él, Dios le dio en piedras un legado de Su Evangelio  a la humanidad - la Pirámide (de Giza) - , como un testamento del mensaje de Enoc acerca del Juicio de Dios sobre las gentes de la tierra (Jd. 14-16). 

La revelación de VIDA en la Palabra Hablada de Dios es todo lo que importa para un hijo de Dios. Quinientos cincuenta años después del traslado de Enoc, el Diluvio fue decretado porque "Dios vio que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos eran de continuo solamente el mal" (Gn. 6:5). Sin duda las simientes de la serpiente (los cainitas) y las simientes de Set estaban bien mezcladas en todos los setitas, excepto Noé, lo cual provocó que la fe de ellos fuera reducida a nada más que tradición religiosa. El pueblo de Dios - los setitas - ya no tenía la verdadera fe porque no caminaban con Dios de acuerdo a Su palabra. Incluso su fe estaba mezclada con la de los cainitas o con sus propios malos pensamientos. Además, los setitas no pudieron haber sido un pueblo unido. Los ismos se levantaron fácilmente a medida que los inteligentes teólogos fundaron las diferentes organizaciones religiosas, enseñando sus diferentes interpretaciones de Dios y Su palabra. Lo mismo ocurrió con los miles y miles de setitas, quienes eran los descendientes de Adán por medio de Set. Solo "Noé halló gracia antes los ojos del Señor" (Gn 6:8) "Con Dios caminó Noé" en la verdadera fe y fue capaz de oír y recibir la Palabra Hablada en sus días (Gn. 6:9b, ver 6:22).

De igual manera, ¿No hicieron lo mismo los cristianos de hoy? ¿No ha sido la verdadera "fe que le fue dada una vez a los santos" diluída y mezclada con las imaginaciones de los hombres, especialmente en esta Edad de Laodicea, a tal punto que ya existen más de 33.000 facciones? Son el resultado de los llamados "grandes" predicadores y teólogos (muchos de los cuales no han sido llamados por el Señor) interpretando y enseñando la Biblia de acuerdo "a todo designio de los pensamientos de su corazón" o de acuerdo a los fundamentos de sus diferentes denominaciones. De los millones de cristianos modernos, ¿Cuántos hallarán Gracia en los ojos del Señor? ¿Cuántos tienen la fe verdadera y caminan ciertamente con Dios? ¿Cuántos de ellos están oyendo y recibiendo la Palabra Hablada de Dios para nuestros días? 

LA PALABRA ESCRITA

No mucho tiempo después de que el Señor Jesucristo comenzó Su ministerio, vino El a la ciudad de Jerusalén. Allí entró en el templo, donde Su celo por la casa de Dios hizo que provocara un alto a toda actividad comercial. Los judíos desafiaron  Su autoridad por hacer esto. 

"Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo,  ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho" (Jn. 2:19-22).

Note el último versículo: "Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; Y CREYERON LA ESCRITURA Y LA PALABRA QUE JESUS HABIA DICHO".  De este versículo podemos ver que los discípulos realmente no entendían mucho las palabras de Cristo durante el tiempo que le siguieron en Su ministerio. Ninguno de nosotros puede comprender ciertamente la profundidad de las cosas de Dios hasta que no hayamos sido primero llenos interiormente del Espíritu de Dios y del de Cristo. En primer lugar debemos nacer de nuevo. Entonces, debemos tener un espíritu dócil para aprender la VERDAD de Dios para la hora PRESENTE y ser establecidos en ella. 

Tener la "verdad presente" no es solo poseer el conocimiento de lo que Dios hizo en las edades pasadas (incluyendo la generación del mensajero de Dios, William Marrion Branham) y de lo que El hará en el futuro, SINO QUE UNO DEBE TENER LA REVELACION DE LA VERDAD, REVELADA POR EL MINISTERIO DE LA PALABRA HABLADA DE DIOS PARA ESTE TIEMPO PRESENTE - "Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones..." (He. 3:7-8a).

¡Qué advertencia! Muchos cristianos están desechando sin ningún cuidado la "voz" de Dios en la hora presente de "hoy". Incluso muchos de aquéllos que siguen el mensaje del profeta, William Branham, están endureciendo sus corazones a la "voz" de Dios, que está hablando a través del presente Ministerio. Igual que Israel en los días de Moisés, ellos solo tienen conocimiento intelectual. No aplican fe a lo que han oído. El asunto incluye más que solamente escuchar la Palabra. No se trata de lo que oyes, sino de cómo lo oyes. Ellos proclaman haber oído y entendido, pero a la verdad no es así (ver Mt. 13:13-14). Ellos ciertamente no tienen la revelación.

Por tanto, "Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad. Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron" (He. 3:12-4:2).

Donde la Palabra de Dios es recibida con verdadera fe, la vida de un verdadero adorador será consistente con la Palabra, como Enoc que "caminó con Dios" y "agradó a Dios", para cumplir la voluntad del Padre en los cielos. Y la voluntad de Dios es Su PALABRA (Mt. 7:21).


LA VERDAD PRESENTE

Cuando la cristiandad habla de "la verdad presente" solo habla de la "verdad" que posee según sus tradiciones - y no de lo que en abundancia está siendo consumado y próximo a su final. 

Ahora, Yahwéh es el "YO SOY EL QUE SOY" (Ex. 3:14). Es decir, El es siempre el PRESENTE - no uno que era en el pasado ni uno que será en el futuro. El es en el presente - ahora mismo. "Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente" (2 Pe. 1:10-12 - ver 3:1-2; Jd. 1:17). Con estas palabras del apóstol Pedro, el Espíritu nos dice que con la "entrada" de la VIDA, obtenemos una abundante provisión (de las cosas de Dios) que es constantemente (continuamente) acumulada sobre nosotros (peregrinos), moviéndonos hacia el Reino de Dios. En otras palabras, el Señor nos está administrando continuamente, "todos los días" con Su Verdad para nuestro día y edad en particular (presente). [Nota: Algunos teólogos interpretan tales palabras como diciendo que seremos bendecidos en abundancia solo cuando hayamos entrado en el futuro Reino de Cristo. Otros sugieren que se refieren a la verdad en los días de Pedro. Si es así, ¿Qué hay de la verdad que Juan el Amado recibió del Señor Jesús unos años después?]

En este mundo hay muchos religiosos, pero pocos espirituales. Los religiosos solo buscan adorar a Dios a través de formas tradicionales. La mayoría de los cristianos proclaman que creen el Evangelio y todo lo que está escrito en la Biblia. Cantan, gritan y danzan. (Por supuesto, algunas denominaciones desaprueban gritar y danzar en el Espíritu). Sin embargo, a menos que lo hagan  en el Espíritu y en la Verdad del Dios Viviente para la Hora Presente, lo están haciendo todo en vano. Igual que todos los otros religiosos, no se dan cuenta que en realidad están siendo impulsados por emoción carnal a vivir en ese estado de oscuridad religiosa, creyendo erróneamente que poseen la Verdad de Dios. ¿No fue así con la mayoría de los judíos que vivían en los días de nuestro Señor Jesucristo? ¿No eran ellos religiosos en todas sus formas tradicionales de adoración? ¿No reconocían ellos a los profetas enviados de Dios y las promesas de Dios declaradas por aquellos hombres? ¿No proclamaban también que tenían los oráculos de Dios? ¡Oh, cómo adoraban a Yahwéh - cantaban, gritaban y danzaban ante El! Sin embargo, ¡Rechazaron y mataron al mismísimo Señor que decían conocer y adorar! ¿Por qué? La simple razón es que no fueron lo suficientemente espirituales para reconocer lo que Dios estaba haciendo en la hora en que vivían.

"Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no recibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo" (1 Co. 2:12-16).

Los judíos tuvieron la Palabra Escrita por alrededor de cuatrocientos años antes de que su Mesías viniera a la escena. Religiosos como eran, mantuvieron las Sagradas Escrituras tan cerca de su seno como sabían. Tenían la verdad, pero esta no era la "verdad presente" para sus días. Habían estado viviendo solo del "maná" de los días de Moisés y de los otros profetas antiguos. Igual que los líderes de las iglesias denominacionales, sus líderes religiosos no les enseñaban más que un puñado de las "bien conocidas" citas de los libros sagrados (Antiguo Testamento) de sus profetas y algunos dogmas religiosos. Sin embargo, solo con las palabras de los religiosos, habladas sin ninguna unción de Dios y sin revelación de los escritos sagrados, ciertamente estaban viviendo en "oscuridad". No es de maravillarse que ellos hayan fallado en ver la "luz" de Dios en el ministerio de Juan el Bautista y en el del Señor Jesucristo en medio de ellos, en esa "hora presente" (ver Jn. 1:5-11).

LA OBRA DE DIOS

Un día los discípulos de Jesús le hicieron a su Señor una pregunta muy importante. Recibieron una simple aunque muy seria respuesta que muchos cristianos han fallado en entender. 

"Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado" (Jn. 6:28-29).

La respuesta de Cristo claramente nos dice que no es lo que la gente pueda o deba hacer por Dios, sino que es Dios mismo quien está haciendo la obra. "Somos hechura suya" (Ef. 2:10 - ver Is. 64:8). Y todo lo que Su pueblo necesita hacer es creer en el siervo que El ha enviado. "ESTA ES LA OBRA DE DIOS, QUE CREAIS EN EL QUE EL HA ENVIADO". Esa es la verdad. No se trata de la obra que podamos hacer para Dios, sino que es Dios el que está haciendo una obra por nosotros y en nosotros, lo único que debemos es creer en el que El ha enviado. Esto es lo que muchos cristianos han fallado en entender. Han sido enseñados tradicionalmente que Jesús se estaba refiriendo solamente a sí mismo. Sin embargo, esto está muy lejos de la verdad, porque El no dijo: "Esta es la obra de Dios, que creáis en MI (o el Hijo) que he sido enviado" - (ver Jn. 6:14;3:16-17). 

En el proceso de Su obra, Dios envió muchos profetas a Israel en diferentes momentos. Se suponía que Israel creería en aquellos hombres que El les había enviado. Eso era todo lo que Dios requería de ellos. El estaba haciendo Su obra en medio de Su pueblo escogido. Cuando envió a Juan el Bautista, lo hizo para preparar el camino para el Mesías, quien sería enviado después de él. Esta era la obra de Dios, El estaba consumando Su propio plan. Se suponía que los judíos creyeran a Juan el Bautista, quien había sido enviado por causa de la obra que Dios estaba haciendo. Cada hombre enviado por Dios traía la Palabra Hablada para sus días a Israel, hasta que el Mesías prometido viniera (He. 1:1-2). En la iglesia primitiva, los santos creyeron en los apóstoles que Dios envió. A lo largo de las Siete Edades de la Iglesia también fueron enviados mensajeros y siervos en diferentes momentos. Los santos debían creer en ellos y en las palabras que predicaban. Por tanto, la advertencia: "Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones,..." (He. 3:7,8a).

Dios también envió a Su último mensajero a las Edades de la Iglesia con un mensaje muy importante para Su pueblo en esta Edad de Laodicea. Igual que Juan el Bautista, él vino y se ha ido, ¿Pero le oyó y creyó en él la Iglesia? ¿Cree además la Iglesia en aquellos siervos de Dios enviados con el ministerio de la Palabra Hablada para esta hora presente? Recuerde, Dios es un Dios Viviente y lidia con un pueblo viviente; no es un Dios de muertos. Aún continúa hablando hoy a través de un Ministerio Viviente. 

LA VOZ DE DIOS

"Así habló Jehová Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado" (Je. 30:2).

Las Sagradas Escrituras, la Palabra Escrita, son nuestro fundamento Absoluto. Desde el día en que fue dada, los adoradores de Dios han estado manteniéndose con ella. Desde el tiempo del Antiguo Testamento hasta el tiempo del Nuevo Testamento, muchos judíos y cristianos han mantenido estas Sagradas Escrituras. El apóstol Pablo dijo que "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2 Tim. 3:17). Pero sin revelación espiritual nadie puede entenderla, mucho menos hablar de su Verdad. Vemos un ejemplo registrado en Hechos 8:26-40, referente a un etíope eunuco que estaba tratando de entender lo que leía en el libro de Isaías. Además, la revelación de la Palabra de Verdad no se origina desde la Iglesia (la asamblea de creyentes), sino que viene a la Iglesia (ver 1 Co. 14:33-38).

Por tanto, vemos que la Palabra Escrita de Dios solo puede dar VIDA a través de un Ministerio de Palabra Hablada ordenado por Dios. Bajo la unción divina, los siervos enviados de Dios deben hablar y revelar la Verdad escondida que imparte Vida a aquellos que tienen oídos para oír. Ahora podemos entender por qué Dios tuvo que enviar a Su siervo ungido Felipe, por medio de un "transporte especial" al desierto, para que se encontrase con el eunuco a fin de que le HABLARA LA PALABRA de Vida (con respecto a lo que estaba leyendo en la escritura del profeta Isaías. Leer Hechos 8:26-40 y Ro. 10:14). Si la Palabra Escrita hubiese tenido el poder de VIDA, Dios no hubiese tenido que enviar a Felipe. 

Observe la reprensión que el apóstol Pablo le hizo a los creyentes en la ciudad de Corinto, por las confusiones que existían entre ellos. Estas eran causadas básicamente por las falsas enseñanzas que circulaban en su medio. Comparando a la Iglesia con una mujer, a quien Pablo mandó estar en silencio y aprender, preguntó: "¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o solo a vosotros ha llegado?" (1 Co. 14:36). Simplemente, Pablo estaba preguntando: "¿Qué? ¿Salió (emitir) de ustedes (la Iglesia) el 'Logos', la revelación de la Palabra, o solo vino (arribar) a ustedes?". En respuesta a su propia pregunta, Pablo firmemente estableció el hecho de que la Palabra de Verdad solo pudo haber venido a la Iglesia, cuando dijo: "Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore" (1 Co. 14:37-38).

Sí, la revelación de la Palabra Escrita de Dios solo pudo haber venido a la asamblea de los verdaderos adoradores por medio de la unción de Dios sobre Sus siervos ordenados. Y los santos debían vivir la VIDA de la Palabra que recibieron. Dios le ha dado a la Iglesia el Ministerio Quíntuple de apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros (ver Ef. 4:11). Este es el orden de operación y nadie puede cambiarlo. Los ministerios de apóstol y evangelista no fueron hallados en el trato de Dios con Su pueblo Israel, bajo el Antiguo Testamento. Sino que son totalmente nuevos, ordenados y dados bajo el Nuevo Testamento en la Sangre de Jesucristo para la Iglesia. Un nuevo orden fue establecido porque un Nuevo Pacto había sido hecho. En el tiempo del Antiguo Testamento, los profetas eran los portavoces de Dios. Ellos revelaron e interpretaron la Palabra de Dios. Sin embargo, en el Nuevo Testamento, los apóstoles son los que hacen esta obra. Jesucristo fue el profeta prometido bajo el Antiguo Testamento (Dt. 18:15-18; Hch. 3:22), pero fue el apóstol bajo el Nuevo Testamento (He. 3:1). Por tanto, vemos que la revelación y la interpretación de la Palabra de Dios viene a través de los apóstoles a la Iglesia de Dios. De los libros del Nuevo Testamento, cuatro de ellos tratan del 'Evangelio de Cristo', uno habla de la 'Iglesia en acción' y el resto trata sobre las 'Enseñanzas de Dios'. Los últimos 22 libros del Nuevo Testamento fueron escritos por los apóstoles. Y contienen las revelaciones que los apóstoles recibieron de Dios y que luego expusieron a la Iglesia. 

En su segunda epístola a los corintios, Pablo afirmó muy claramente (en 2 Co. 3:1-8) que la ministración de VIDA no puede venir por la Palabra Escrita, sino que viene por medio del ESPIRITU de Cristo, "...,el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica" (ver v. 6).

REVELACION

¿Qué es revelación? Revelación es la apertura de algo que estaba oculto o sellado. La revelación bíblica es la revelación del Dios Todopoderoso a través de Su propia Palabra. Dios está en Su propia Palabra (ver Jn. 1:11). Y Dios interpreta Su propia Palabra. La Palabra de Dios no es de "ninguna interpretación privada" (2 Pe. 1:20). La interpretación es revelada a través de Sus apóstoles a los santos. Por eso es que las tradiciones de la Iglesia, junto con sus credos y dogmas, son estiércol ante los ojos de Dios porque invalidan Su Palabra y traen MUERTE sobre los adoradores (ver Marcos 7). Las tradiciones de los hombres no son más que las palabras de religiosos intelectuales, que solo pueden interpretar la Palabra de Dios de acuerdo a los estándares de fe de las respectivas organizaciones a las que están afiliados. Tales teólogos no son diferentes de los fariseos y de los saduceos de los días de Jesús; y están igualmente malditos (Mt. 23:15). 

Es importante que sepamos que la Revelación de Dios está siendo progresivamente revelada a Su pueblo, incluso aunque tengamos la Biblia - la Palabra Escrita. Antes que la Palabra fuese escrita, primero debía ser hablada. En el principio la PALABRA (LOGOS) fue traída como una SIMIENTE (semilla, MONOGEN) (Jn. 1:1). Este es el Cristo (Christos-unción) que revela a Dios. En Su economía Dios expresó Su Palabra en 66 libros, que contienen todas las revelaciones divinas (Sus planes y propósitos). Los libros fueron escritos a lo largo de un período de tiempo y las revelaciones escondidas solo pudieron ser reveladas a un cierto pueblo en un tiempo y lugar determinados por el ministerio de la Palabra Hablada. Algunos teólogos y cristianos pueden estar fuertemente en desacuerdo con esta postura. Pueden proclamar que ellos guardan la Biblia (los 66 libros canónicos) como la autoridad y la revelación de Dios a la humanidad y que nada puede ser agregado o sustraído de ella. Algunas personas desecharán y considerarán falsa cualquier "revelación" que nunca hayan escuchado. Considerarán que es algo "agregado" o "sustraído" de la Biblia. Su juicio está basado sobre lo que les ha sido enseñado en sus organizaciones. Esto es así precisamente. Pero han olvidado cómo fue que durante la Edad Media (Edad Oscura), la Palabra de Dios que la gente había perdido, fue traída a luz por los siervos ungidos de Dios, los reformadores. Sobre un período de tiempo muchas más verdades doctrinales fueron traídas a la luz por otros siervos ungidos por el Espíritu Santo, a quienes Dios envió de tiempo en tiempo. Sin embargo, en este período presente, las organizaciones religiosas una vez más están sujetando con una apretada rienda al pueblo, induciéndole lo que deben creer. Las iglesias de hoy dicen "yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad", pero lo que Dios les dice es: "No sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo" (Ap. 3:17). Materialmente, son muy ricos, pero espiritualmente muy pobres (ver Ap. 3:18). No tienen la dorada y pura Fe de Dios (He. 11:17; 1 Pe. 1:7). No tienen la señal de la revelación de la unidad con la Palabra (ver Jn. 14:20, 15:4; Ap. 19:8). Están ciegos espiritualmente porque las tradiciones religiosas han descendido sobre ellos como la noche (ver 1 Juan 1:5-7). 

Veamos cómo Jesucristo, como profeta, enseñó al pueblo en Sus días. Observe cuidadosamente la revelación de la Palabra Hablada y Sus contradicciones a las enseñanzas de los sistemas religiosos de Sus días. 

"Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo...
Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio: y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.
Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.
También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio. Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de su pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.
Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, vé con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.
Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos" (Mateo 5:1-2, 21-22, 27-28, 31-45).

"Pero yo os digo..." Estas palabras fueron habladas varias veces por el Señor Jesús, en conexión con la Ley de Dios. Literalmente, Jesús le estaba diciendo a los judíos "¡ustedes conocen la Ley dada a través de Moisés.  En cuanto a esto..., pero yo os digo...!" El pueblo estaba oyendo la Palabra Hablada de Dios. Ahora, ¿Le estaba agregando Jesús a la Ley? ¿No eran las leyes de Moisés los mandamientos y la Palabra de Dios? ¿No habían sido para ser guardadas exactamente cómo fueron dadas (de acuerdo a Dt. 4:2; 12:32; Jo. 1:7; Prov. 30:6)? ¿Por qué entonces Jesús dijo "pero" a la Ley con algo "nuevo"?

La "LETRA" y el "ESPIRITU"

Si los cristianos religiosos de hoy hubieran vivido en los días de Jesús, habrían hecho lo mismo que los fariseos y los saduceos; odiarían lo que Jesús dijo. Lo rechazarían por "agregar" a lo que ellos proclamaban como las leyes "canónicas" de Dios - la Palabra Escrita, la Santa Biblia. Pueden decir lo que quieran, pero los cristianos generalmente no tienen ninguna revelación más allá de lo que les ha sido enseñado. Tienen celo por Dios, pero carecen del verdadero conocimiento de El y de Su Palabra. Por tanto, muchos perecerán con su ignorancia de la Palabra (ver Oseas 4:6; Ro. 10:2-4). A causa de su auto justificación (el producto de las tradiciones de la iglesia), solo se agarrarán de la Palabra Escrita - para su salvación (o eso es lo que piensan) - pero sin la revelación de la Palabra Hablada de Vida están siendo iguales que los judíos religiosos que se agarran de la Ley (ver Ro. 9:32). No es de extrañar que Pablo haya afirmado vehementemente que "la letra mata, pero el espíritu vivifica" (2 Co. 3:6). Así es; "Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida" (Jn. 5:39-40). Aunque hay Vida en la Palabra Escrita, no vivificará a aquéllos que no vengan a la revelación de la Palabra Hablada (Ro. 10:4-5). Y la Palabra Hablada es la Simiente Original - el LOGOS - "En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres" (Jn. 1:4).

Ciertamente, un creyente de la Biblia estará alerta de cualquier enseñanza "nueva" que oiga. Sin embargo, examinará cuidadosamente lo que ha oído a la luz de la Palabra Escrita, antes de aceptarlo o de rechazarlo. Buscará en las Escrituras al igual que lo hicieron los sabios "bereanos" (Hch. 17:11). 

Cuando Jesús puso el "pero" a la Palabra Escrita no estaba agregando ni quitando nada de ella. De hecho, Su enseñanza acentuó y magnificó la Palabra Original - la Simiente (Palabra) que fue hablada antes de la creación. Estaba mostrando que las leyes no eran solo meras palabras de Dios, sino que había vida en ellas - vida más allá de la letra de la Palabra Hablada. Sí, la Ley era solo un tutor (Gál. 3:21-26, ver Salmo 119:18) y hasta que la revelación de fe no viene sobre el adorador, este permanece sujeto a la letra de la Palabra, lo cual es Muerte, y no al espíritu de esta, el cual es Vida.

Jesús no destruyó la Ley; El la estableció y la cumplió. En Mateo 5:17-20, dijo: 

"No penséis que he venido para destruir la ley o los profetas; no he venido para destruir, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; más cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos".

En cuanto a la justicia, es la justicia de Dios, que solo El mismo puede revelar y dar a aquéllos que son justificados por la Sangre del Cordero. Sin embargo, la justicia de Dios es revelada de fe en fe, como el apóstol Pablo dijo en Ro. 1:17: "Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá"

¿Pero qué es la fe espiritual bíblica y cómo la obtiene una persona?

"Es, pues, la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la evidencia de las cosas que no se ven" (He. 11:1). "Así que la fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios" (Ro. 10:17). La fe bíblica es una persuasión, un credo o una convicción en la Palabra de Dios. Es la realización personal de la Verdad de la revelación divina. Solo puede venir por la revelación del Espíritu Santo, a través de oír la Palabra - no de la lectura de la Biblia, como a muchos cristianos se les ha enseñado. Por tanto, un predicador ungido debe ser enviado para predicar la Palabra (Ro. 10:14-15). Es a través de la prédica de la Palabra que el Espíritu de Dios traerá la Palabra ungida al oyente. Solo entonces la Palabra será hecha viva para vivificar a todo aquel que tiene oídos para oír lo que el Espíritu le está diciendo, según Dios dé la revelación de la Palabra. Y a causa de que la revelación es verdadera, la fe (espiritual) es hecha viva. Por tanto, un creyente que tiene verdadera fe espiritual debe tener un constante deseo de oír la Palabra, para que la justicia de Dios le pueda ser revelada, de una revelación de la Palabra a otra, como de la Alpha a la Omega, en una senda ascendente en la gloria de Cristo. El debe crecer como una semilla que ha sido plantada y que es regada día tras día. Debe continuar viviendo "...de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt. 4:4, ver Hch. 14:22´), a través del ministerio ungido de la Palabra Hablada de Dios. Así es, él debe continuar en la fe (ver Lucas 17:5; 1 Tes. 1:3; Stg. 1:3).

Simplemente, la revelación de la Verdad en mensajes ungidos eleva al creyente hacia la obtención de la "fe de rapto". Y solo los verdaderos siervos ungidos de Dios con la revelación de la Palabra para la hora presente pueden ponerte en la dirección correcta. No es sorpresa que un centurión gentil pudiese creer en el poder de la palabra hablada del Ungido de Israel, cuando dijo: "Solamente dí la palabra, y mi criado sanará" (Mt. 8:8b). Por tanto, oh santos de Dios, ¡Cuánto necesitan orar "para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él" (Ef. 1:17): para que puedan también conocer el plan y el propósito del Señor en sus vidas, especialmente en esta hora presente!

Sin embargo, muchos no entienden lo que el Espíritu está diciendo a la Iglesia, porque oyendo, no oyen. Es como escuchar las parábolas que apelan más a los oídos que al entendimiento espiritual (ver Mateo 13:12-15, 35; Jn. 2:19-22). La mente mojigata tiende a alimentarse de la forma de prédica religiosa, en lugar de hacerlo de la sustancia que contiene la Verdad. Una mente religiosa que está cautiva de las tradiciones del hombre no puede alimentarse de cosas espirituales, porque estas cosas se "disciernen espiritualmente" (1 Co. 2:14). Por ejemplo, tomemos las palabras que el Señor Jesucristo habló a los apóstoles en Mateo 28:19: 

"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo"

Este simple versículo es invariablemente citado por la mayoría de los predicadores para sostener la fórmula bautismal que usan en el bautismo en agua de sus convertidos. Ellos invocan "el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo", en oposición al "Nombre del Señor Jesucristo" que el apóstol Pedro pronunció en el Día de Pentecostés (en Hechos 2:38). Los otros apóstoles de Jesús también realizaron los Bautismos en Agua de la misma manera que Pedro (ver Hch. 8:12,16; 10:48; 19:5). Cuando son confrontados con este asunto, la defensa común de estos predicadores que usan Mt. 28:19 es: "Entre los dos, obedeceremos las 'simples' palabras del Señor Jesucristo en vez de las palabras del apóstol Pedro". Para dichos religiosos las palabras de Pedro no son las palabras de Dios. Aunque estarán de acuerdo en que "toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (2 Tim. 3:16). Sin embargo, ¿han estudiado realmente para mostrarse aprobados a Dios, como un obrero "que no tiene de que avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad" (2 Tim. 2:15)? ¿Por qué no fueron las 'simples' palabras de Jesús recordadas una segunda vez en algún otro Evangelio, para reiterar el uso aceptable de las palabras "en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" para el bautismo en aguas?

Más aún, algunos predicadores, que no creen que el bautismo en aguas por inmersión sea la verdadera práctica bíblica, han intentado denigrar la verdad. En uno de sus libros, un conocido pastor presbiteriano y principal de un colegio bíblico en Singapur, citó la 'célebre frase', "Más fe, menos agua. Menos fe, más agua", del Dr. John Sung (un renombrado predicador chino), para sostener la tradición de su iglesia de bautizar a la gente por rociamiento. Si ese dicho es cierto, entonces un nuevo convertido que cree tener completa fe en Jesucristo puede justificadamente proclamar: "Fe total, nada de agua" y abolir del todo el bautismo en aguas.

¿Quiénes son estos teólogos, pasados y presentes, que solo tienen cuidado de su barriga, igual que los fariseos y los saduceos de los días de Jesucristo? Por supuesto, los teólogos pueden cometer errores, pero muchos de ellos muestran una falta de conciencia despiadada para establecer sus organizaciones y su auto justificación en lugar de la Fe del Evangelio de Cristo. ¡Ay de tales predicadores!

Si los teólogos intelectuales tan solo conocieran el secreto y la sabiduría de Dios. Seguramente lo han leído, pero obviamente no entendieron lo que Pablo dijo a los corintios: 

"Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Porque está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Donde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agrado a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación" (1 Co. 1:18-21).

"Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles llamados" (1 Co. 1:25-26).

"Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de ellos" (1 Co. 3:19).

Y si los teólogos intelectuales entendieran, hubieran comprendido las palabras de Jesucristo registradas en el libro de Mateo:

"Para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca. Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo" (Mt. 13:35).

"Por eso les hablo por parábolas: Porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden" (Mt. 13:13). 

Sí, cuando Jesús habló la Palabra de Vida, estaba ocultando y revelando la Verdad al mismo tiempo. Pero los líderes religiosos no pudieron recibir la Verdad por causa de sus tradiciones. Jesús les dijo:

"¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra" (Jn. 8:43). 

Verdaderamente, los clérigos religiosos son líderes ciegos, por eso es que "no pueden oír" la palabra (es decir la revelación) de Jesucristo. Todo lo que les preocupa es el establecimiento de sus organizaciones y el agrandamiento de sus fronteras. En su propio engaño, están engañando a las personas, cegándolos a la Verdad, haciéndolos el doble más que ellos mismos, hijos del infierno. Lea Mateo 23. Al tratar de establecer la Palabra de Dios, en realidad están estableciendo su propia justicia de acuerdo a las enseñanzas de sus órdenes religiosas. Ellos prefieren ignorar la simplicidad de las palabras que afirman que: "Por boca de dos o de tres testigos se decidirá todo asunto" (2 Co. 13:1, ver Mateo 18:16; 1 Tim. 5:19; He. 10:28), solo para poder continuar con sus 'negocios' religiosos. "Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos" (Gál. 3:26-27). Completamente ignoran la Verdad de ponerse el NOMBRE del Salvador y en Su lugar, prefieren ponerse los TITULOS TRIUNITARIOS de una llamada Santísima Trinidad. Ciertamente, adoran lo que no saben (ver Jn. 4:22).

LOS APOSTOLES

¿Quiénes eran aquellos apóstoles de Dios de la Iglesia Primitiva? ¿Estaba Pedro, el gran pescador, errado en lo que dijo? ¿Contradijo las palabras de su Maestro, el Señor Jesucristo? Si lo hizo, ¿Por qué no lo detuvieron los otros apóstoles y le corrigieron? ¿No tenía Pedro las "llaves del reino de los cielos" (Mt. 16:15-19)? ¿O es que realmente el Espíritu Santo le dio la revelación de las palabras de Jesucristo en cuanto al NOMBRE de Dios en las manifestaciones de los TRES OFICIOS de Padre, de Hijo y de Espíritu Santo, lo cual también recibieron los otros apóstoles? ¡Por supuesto que sí! (Leer Juan 14:26). Porque la revelación  fue que el Hombre - Jesús - fue hecho Señor y Cristo (Hch. 2:36). Los judíos espirituales entenderían que el término "Señor" se refiere a Yahwéh, el Soberano, el Padre de todas las creaciones, y que el término "Cristo" se refiere a Su Unción (Gr.: Christos) que fue impartida por Su Espíritu. Por tanto, el Nombre (y las manifestaciones) "del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" es el Señor Jesús Cristo, es decir: Jesucristo.

Considere las palabras del apóstol Pablo:

"De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aún si a Cristo conocimos según la carne, ya no le conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios" (2 Co. 5:16-20).

A diferencia de los distintos predicadores y maestros religiosos de aquéllos días, estos ungidos espirituales de Dios tenían el Ministerio de Reconciliación. Ellos tenían la revelación de la Palabra (ver Ro. 10:12-17). Y ambos grupos de hombres están también presentes hoy en día - un grupo tiene las tradiciones de los hombres, el otro tiene el Ministerio de Reconciliación de la Palabra Hablada (no de la Palabra Escrita). Estos ungidos de Dios no tenían un set de libros o credos que citaban sin cesar religiosamente, como aquéllos atados a las órdenes religiosas de los fariseos y de los saduceos. Verdaderamente, un hombre no tiene nada que hacer en un púlpito a menos que haya sido llamado, porque "El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio" (Mt. 12:35-36). Un hombre ungido de Dios "hablará la palabra" - un mensaje proveniente de Dios - al pueblo de Dios. El no ofrecerá una sarta de citas de algún libro religioso, ni siquiera de las Escrituras; porque tales son leyes escritas de una orden religiosa. La revelación de la Verdad viene por oír la Palabra Hablada. Y la Palabra debe ser expuesta por ministros ungidos competentes del Señor (ver Neh. 8:5-8; Hch. 2:14-36).

LA FE DE LOS SANTOS

La Fe del pueblo de Dios descansa únicamente sobre "toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt. 4:4, ver Dt. 8:3). ¿Pero estará la gente siempre alerta, atenta y vigilante? No, ni siquiera Israel pudo mantener los ojos y los oídos abiertos diariamente a la Palabra de Dios. "Anunciad esto en la casa de Jacob, y haced que esto se oiga en Judá, diciendo: Oíd ahora esto, pueblo necio y sin corazón, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye" (Jer. 5:20-21, ver Mt. 13:15; Ro. 11:8). Como fue con Israel, también fue con la Iglesia. Lea lo que el apóstol Pablo escribió a los creyentes de Galacia:


"¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? Si es que realmente fue en vano. Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe? 

Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que son de fe, estos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham. Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas" (Gál. 3:1-12).

Pablo enfatizó muy fuertemente que nosotros los cristianos recibimos el Espíritu de Vida por el oír de la fe, la revelación de la palabra de Dios. Es Dios quien nos ministra el Espíritu y los milagros a través de la Palabra Hablada y no porque hemos guardado la Palabra Escrita o la Ley. Aunque hay Vida en la Ley, ningún hombre puede cumplir o hacer todo lo que está escrito en la Ley. La Ley apunta a la Muerte (ver 1 Co. 15:56). Incluso la "ley" o "credo" transmitido por los apóstoles y los ancianos solo pudo resultar en "muerte", no mucho después de que los gentiles recibieron la Palabra (en Hechos 15). Hubo una buena razón y esta era obvia - que los gentiles habían recibido el Espíritu Santo por Gracia, igual que los judíos antes que ellos, y por tanto la ley de Moisés de la circuncisión no debía ser aplicada en ellos. Esto estaba bien. Pero los apóstoles y los ancianos se sintieron guiados por el Espíritu Santo a instruir a los gentiles convertidos a "que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre" (Hch. 15:20). Desde entonces esta "Ley de la Iglesia" (especialmente la que trata de los ídolos, de los animales estrangulados y de la sangre) ha sido ciegamente observada por la iglesias organizadas seguidoras de las tradiciones. Sin embargo Pablo, el único profeta y maestro, respetó la decisión del concejo de la Iglesia porque parecía bueno en ese momento, pero después cuando fue enviado a los gentiles como un apóstol del Señor, rechazó esa "Ley de la Iglesia" o "Credo de la Iglesia". El dijo: "De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia" (1 Co. 10:25-27).

"Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu" (Gál. 3:13-14).

Por tanto, Cristo vino para redimirnos de la maldición de la Ley, a fin de que podamos recibir el Espíritu por fe, a través de oír la Palabra ministrada por "ministros competentes del Nuevo Pacto; ...porque la letra mata, mas el Espíritu vivifica" (2 Co. 3:6). "Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios" (Ro. 10:17). Así es, el oír de la Palabra Hablada de Dios. Somos guiados por el Espíritu de la Palabra, no por la letra de la Palabra. Hemos sido redimidos de la maldición de la Ley, por tanto no estamos obligados a guardarla, así como tampoco la Ley de la Iglesia. Como creyentes no estamos gobernados por un conjunto de leyes, sino que somos guiados por el Espíritu y estamos obligados a guardar la Santa Palabra del Señor. Esta es nuestra única observancia. "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios" (Ro. 8:14). La Ley habrá cumplido su propósito una vez que el creyente venga a la revelación del Espíritu de Vida y a la Vida del Espíritu. Jesucristo cumplió la Ley completamente. Por tanto la vida que el creyente ahora vive, la vive por el Espíritu de Cristo que está en él (Gál. 2:19-20). 

Sabemos que Adán y Eva tenían un compañerismo con el Creador en una forma muy personal en el mero principio. Dios hablaba y ellos vivían "de toda palabra que sale de la boca de Dios". Incluso después de que el pecado corrompió la humanidad, la Gracia de Dios permaneció proveyendo un camino para que continuasen en ese compañerismo. Dios continuó hablando y revelándose al hombre. Entonces no había palabra escrita. 

Después Abraham apareció en el plan de Dios. Fue escogido y llamado. Dios le dio una Promesa (ver Gn. 12). El Pacto no fue hecho con tinta. Abraham creyó a Dios conociendo que era imposible que Dios mintiese, habiéndole hecho una promesa tomando juramento (ver He. 6:13-18). "Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa" (He. 6:15). Pero la Promesa habló de Uno mayor que Isaac. "Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo" (Gál. 3:16). Entonces, Abraham y sus simientes continuaron en la fe, aguardando que aquella Simiente Prometida se materializase. 

Sin embargo, la transgresión vino y la Ley fue añadida. ¿La Ley Escrita hizo a un costado la Promesa hecha a Abraham cuatrocientos treinta años antes por la Palabra Hablada? 

¡No! La Ley no podía anular la Promesa. Entonces ¿Por qué la Ley? Era para mantener al pueblo en la senda, hasta que la Simiente Prometida viniese. 

"Esto, pues, digo: Que el pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley, que vino cuatrocientos treinta años después, no lo anula, para invalidar la promesa. Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa. Entonces, ¿Para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador" (Gál. 3:17-19). 

Con la Ley vinieron los profetas y la Palabra Profética. Los santos del Antiguo Testamento recibieron la Palabra de Dios principalmente a través de los profetas. Los profetas eran los portavoces de Dios. Solo profetizaban cuando eran movidos por el Espíritu de Dios (ver 2 Pe. 1:21). Malaquías fue el último profeta que Dios envió a Israel. Durante un período de tiempo, las palabras habladas de los profetas fueron escritas, por la inspiración del Espíritu Santo en una forma explícita muy concisa. Sin embargo, no fueron registradas palabra por palabra como fueron pronunciadas por los profetas. Si todas las palabras pronunciadas por todos los siervos de Dios en la Biblia fuesen escritas en papel, requerirían cientos de miles de páginas, tal vez más. La Palabra Escrita vino a ser conocida como Escrituras (ver 2 Tim. 3:16).

Cuando la Simiente Prometida a Abraham vino, los hijos de Israel tenían un volumen de 39 libros - la Ley y los Profetas. La Ley fue añadida por causa de sus transgresiones. Los profetas fueron dados por causa de su temor. No querían que Dios les hablase directamente (He. 12:19). Le oirían a través de los profetas (ver Ex. 20:19). Entonces, la Palabra de Dios vino a los profetas incluyendo los secretos de Dios (ver Amós 3:7). Las palabras proféticas fueron principalmente habladas para amonestar al pueblo a creer en la Promesa que Dios había hecho a Abraham y para hacerles recordar que caminasen en el consejo del Señor (ver Isaías 25:1; Je. 7:23-28; Mt. 26:56). Sin embargo, con la Palabra Escrita, Israel prácticamente se apoyó en ella. Por alrededor de cuatrocientos años después de Malaquías, Israel no tuvo profeta mensajero, hasta que Juan el Bautista vino a la escena. Para entonces, Israel no tenía más que una forma de adoración religiosa que estaba lejos de la Verdad de Dios. Solo tenían una tradición - las tradiciones de hombres religiosos. Tenían el Judaísmo. Habían perdido la verdadera adoración porque no tenían la revelación de la Palabra que fue dada a sus piadosos antepasados.

La aparición de Juan el Bautista en la escena no disuadió a los líderes religiosos de sus días de continuar con sus prácticas religiosas. Tampoco causó que buscasen en las Escrituras en cuanto al clamor de este rudo hombre del desierto. "¿Qué salisteis a ver?" (ver Mt. 11:8; Lc. 7:24). ¿Quién era Juan el Bautista? ¿Podían los religiosos sinceramente contestar estas preguntas a la Luz de la Palabra de Dios? Sus respuestas probablemente serían estas: "Bueno, se oye como un profeta, pero no se comporta o actúa como uno".  "¡Naah! él es un falso profeta. Si es un profeta de Dios, hubiera venido exactamente del modo en que esperamos que un profeta de Dios venga". "¿Cómo podría ser un profeta? Está prácticamente en contra de todo lo que creemos - todo nuestro conocimiento de Dios y Sus enseñanzas". Se habían rebelado contra el Señor y habían rechazado la Vida de la Palabra (ver Is. 1:2).

Después vino Jesús a la escena. Las preguntas sobre su identidad fueron mucho más importantes que aquéllas sobre la identidad de Juan el Bautista. Pero, sin la revelación de quién era Juan ¿no les fue más difícil entender quién era Jesús? "¿Qué pensáis del Cristo?" (ver Mt. 22:42) y "¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo?" (ver Mt. 27:22).

Para que los religiosos entendiesen quién era Juan el Bautista, habrían tenido que oír la Palabra, incluso si esta venía de la boca de uno que creían que era un falso profeta. Juan el Bautista fue incluso mencionado por Malaquías en los últimos dos versículos del Antiguo Testamento, como uno de dos mensajeros a venir en el espíritu de Elías, con un mensaje para hacer volver el corazón del pueblo de Dios de la muerta religión formal al Evangelio de Verdad (Mal. 4:5-6, ver Lc. 1:13-17). "Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías" (Jn. 1:23). ¿Pudieron recibir la revelación? ¿Pudieron creer? ¿Oyeron la Palabra? ¿O estaban tan amarrados, tan prisioneros de sus instituciones y tradiciones religiosas que no pudieron oír?

¿No actúan de la misma manera la mayoría de los cristianos modernos? Las tradiciones religiosas incluso han causado que muchos cristianos estén tan ocupados constantemente en 'servir al Señor' o 'hacer la obra del Señor' que no tienen tiempo para oír la Voz del Señor. Servir al Señor o hacer la obra de Dios es bueno, pero oír Su Palabra es mejor. Recibe primero la Verdad; seguramente la Obra de Dios le seguirá después.

Considere la espiritualidad de las dos hermanas, Marta y María, a quienes Jesús visitó en su hogar un día (Lc. 10:38-42). María "...sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada".

Los cristianos atareados deben darse cuenta que estarán grandemente defraudados el día en que vengan cara a cara con el Señor Jesucristo. Hallarán sus obras Evangélicas inaceptables al Señor. Habrán estado haciendo un servicio a Dios fuera de Su voluntad o sin Su voluntad. Sus obras Cristianas habrán sido levantadas sobre cimientos errados, a causa de motivos erróneos. El único camino aceptable a Dios es hacer Su Voluntad. Su Voluntad es Su Palabra. Y los cristianos necesitan conocer la Voluntad - la Palabra - de Dios para hoy.

"No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará al reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿No profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de iniquidad" (Mt. 7:21-23).