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SABIDURIA y OBEDIENCIA


Lectura de Exodo 15: 22-27.

"E hizo Moisés que partiese Israel del Mar Rojo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua".
"Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara".
"Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber?"
"Y Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó";
"y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu Sanador".
"Y llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmeras; y acamparon allí juntos a las aguas".

En marcha hacia la tierra de Canaán, partió Israel desde el mar Rojo. Pasó a través de las aguas por la senda de vida que el Señor tenía preparada para ellos. El hijo de Dios que ha sido redimido tiene la misma experiencia. Por la fe en la sangre de Jesucristo y arrepentido de sus pecados, ha cruzado por las aguas del bautismo en Su Nombre, ungido por el Espíritu Santo en la muerte y resurrección del Salvador. Ha entrado a la eternidad como una nueva criatura. El es un renacido y ahora está unido con la verdad del evangelio. Ya entró en el camino angosto de la salvación. 

Así comenzó Israel 
su entrada al Reino de Dios y su separación de la potestad de las tinieblas. ¡Estaban en un inmenso desierto, sí, pero estaban libres! Sus opresores perecieron hundidos en las aguas del mar Rojo. Ya no más el diablo en el mundo político y religioso del hombre podría someterlos. Todo lo viejo fue sepultado y aún ellos mismos lo fueron, al ser bautizados juntamente en Moisés, en la nube y en el mar. 

A la Iglesia del Cordero Jesucristo, el Espíritu Santo nos bautizó en Su muerte y en Su resurrección. Creímos por Su Gracia y tenemos, por Su Nombre incorporado al bautizarnos, el perdón de pecados y la salvación del alma. ¡Glorioso es el evangelio revelador de Su muerte,  de Su resurrección y de Su ascensión! 

¿Puedes verlo, amigo lector? El Angel del Pacto en Moisés extendiendo su mano y su vara para dividir las aguas, le dijo que mandara a Israel que cruce por el lecho seco del mar, para su salvación.  ¡El bautismo en el Nombre de Jesucristo es el mar Rojo que hay que cruzar para que obtengamos el Espíritu Santo de vida eterna en el corazón, porque nos une con Su resurrección! ¡Gloria al Cordero de Dios!

"Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados;  y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hch. 2:38).

Bajo el liderazgo de Moisés, los hebreos salieron al desierto de Shur. Un mundo árido les rodeaba. Allí buscaron agua por todas partes y cuando la encontraron no servía para la vida. ¡Eran amargas, como amargas son las creencias del mundo terrenal! Ilusorios y falsos espejismos son los mensajes sin vida eterna que se oyen hoy en la tierra. Después de haberlas probado, pronto sentimos amargura y decepción. El agua de Mara es el mensaje de la carne. No puede saciar la sed del afligido ni bendecir al peregrino de la fe.

Verso 25:

"Y Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó".

El incrédulo no busca a Dios, sino al hombre.  Siente que eso de humillarse y tener que depender de El es algo incómodo. Significa que tiene que romper con el estatus del orgullo humano, arrepentirse de sí mismo y tomar al Salvador Jesús como la autoridad y dueño de su alma. El incrédulo exige a Dios la solución de sus aflicciones y piensa: "¡Tal vez pararé de sufrir si hago algún intercambio con El...!".

Pero Moisés clamó. La Gracia  le inspiró y lo libró. ¡Oh, que en Cristo se levante siempre nuestro corazón! Su temor reverente puede en nosotros puede ser oído a nuestro favor y aceptado por el Eterno.

"Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces" (Jer. 33:3).

"Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente" (He. 5:7).

"Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles" (Ro. 8:26). 

Consejos  y  Razones 

Miró Moisés con los ojos de su espíritu ungido y pudo ver el árbol que produce la salida que viene de Dios. El árbol es el Espíritu de sabiduría que convierte el agua amarga de la carnalidad en entendimiento espiritual. En la sabiduría hay estatutos y ordenanzas, que son consejos y razones de Dios para obrar en santidad, entender y obedecer Su palabra. El árbol de la sabiduría de Cristo es poderoso para nuestra sanidad.

"Ella es árbol de Vida a los que de ella echan mano, y bienaventurados son los que la retienen" (Pr. 3:18).

"Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos. Guárdalas en medio de tu corazón. Porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo" (Pr. 4:20-22).

"Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová" (Is. 11:2).

"Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos" (Ef. 1:15-18).

La prueba de Mara en el desierto de Shur es para dar forma a  tu obediencia. Shur significa paredes. Las paredes nos hablan de la santidad, lo cual es separación y consagración. Es decir que tienes que santificarte, porque la santidad y la obediencia caminan juntas. La obediencia es la vereda y la santidad es la avenida de la sabiduría (Is. 35:8). En este desierto terrenal que transitamos hoy los creyentes en Cristo, hay un plan divino que se está cumpliendo en nuestro ser: 

'Y vosotros seréis mi reino de sacerdotes y gente santa...' (Ex. 19:6). 

Israel tenía que incorporarlo en su alma y nosotros también. La santidad es una pared firme y fuerte de refugio y defensa de las amarguras del mundo,  inspiradas por satanás. La prueba es para que seamos sabios y no necios, prudentes y no insensatos, santos y no inmorales. La obediencia es cobijarse en las paredes de la santidad. Shur es limpieza del corazón y consagración del pensamiento a la sabiduría de la palabra de Dios.  El camino de la fe está bendecido con muchas paredes que establecen un límite al pecado y a las tinieblas demoníacas. Son las decisiones sabias que muchas veces tenemos que tomar los santos de Dios, en obediencia a Su palabra.

"Lámpara es a mi pies Tu palabra y lumbrera en mi camino" (Sal. 119:105).  

Debemos examinarlo todo, retener lo que es bueno, pero abstenernos de toda especie de mal. Hay que probar todo espíritu si es de Dios, dentro y fuera de nosotros, rectamente, como paredes espirituales firmes y resistentes. Eso es la sabiduría y la obediencia a Cristo.

El amparo del Gran Sanador es para los obedientes. Las plagas de Egipto no los alcanzan. ¡Bendito es Su Nombre!

Verso 27:

"Y llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmeras; y acamparon allí junto a las aguas".

Sanados por la sabiduría y la obediencia, los hijos de Israel llegaron a las doce  fuentes  de Elim. Una fuente para cada tribu y alimento para todos con los dátiles de las setenta palmeras. Nuestro Elim es Cristo, el Unico Oasis de refrigerio celestial en el desierto del mundo para Su Iglesia. En El tenemos acceso a las doce fuentes del Espíritu Santo que nos refrigera con el carácter de Cristo. Las altas palmeras son las verdades espirituales que renuevan nuestro entendimiento. En medio de setenta palmeras y junto a las aguas de Elim reposamos en Cristo. Su Presencia en el Espíritu Santo y la palabra de Dios es abundante.

"Digo,  pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne" (Gál. 5:16). 

El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, sabiduría, misericordia y obediencia. Son doce fuentes de Vida, con el agua de la Gracia de Cristo. Agua de riego es la enseñanza de la palabra, para que produzcamos frutos, sombra y refugio para el cansado.  Doce fuentes y setenta palmeras fueron los doce apóstoles y los setenta discípulos que Jesús envió de dos en dos a predicar el evangelio a los afligidos.  El verdadero adorador es un oasis vivificante en Cristo, lleno de la palabra de Dios en el desierto terrenal.

"Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto" (Jer. 17:7-8).