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SANTIDAD y PERFECCION


Lectura de Josué cap. 5

Parte 1 

ARALOT

"En aquel tiempo Jehová dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel. Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot...Y Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre del lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy"  (Jos. 5:2,3,9).

"Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios" (Ro.  2:28-29).

"Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta dividir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Heb. 4:12).

Antes de tomar posesión de la tierra occidental de Canaán, a través de la guerra, Israel se despojó de sí mismo en el collado de Aralot. Ya había pasado el río Jordán que fue abierto por el arca del Pacto. Ahora, tenían que tomar posesión de su heredad. Pero, antes de eliminar de la tierra a sus enemigos que la ocupaban, Josué los tuvo que circuncidar con filosos pedernales hechos de las mismas piedras que había en el terreno. Aunque ellos eran uno con el lugar y sabían que el territorio les pertenecía, comprendían que no podrían tener éxito en la guerra si no santificaban sus corazones con la circuncisión, para destruir el oprobio de Egipto que perturbaba sus mentes (Jos. 5:2-9).

Esto nos indica que la voluntad de Dios es que quitemos el viejo hombre de nuestro corazón físico, para poseer la santidad de Cristo en el espíritu y en el cuerpo. El pedernal para salvarnos  "y darnos herencia con todos los santificados" es la revelación del evangelio (Hch. 20:32 y Jn. 17:17)

CIRCUNCISION

"Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación" (Hch. 2:41).

"Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne...Cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo...Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Fil. 3:3,7,14). 

El collado de Aralot es un lugar de Juicio que se encuentra en la tierra santa de la Biblia. Es una  sala de cirugía espiritual donde los hijos de Dios son introducidos por el verdadero Ministerio Quíntuple Apostólico del Señor Jesucristo. Este Ministerio es el Josué que hoy está circuncidando del viejo hombre al Israel espiritual de Su verdadera Iglesia.  Después de bautizarnos en Su Nombre, El nos unge con el Espíritu Santo y con la revelación de Su palabra, enseñándonos que renunciemos a la impiedad del mundo y a los malos deseos carnales. Entonces, por la fe debemos unir el cuerpo con la muerte de Jesús en la cruz para ofrendar a Dios una santificación consciente y voluntaria de nuestra parte
 (ver Ro. 12:1-2).

El collado de Aralot es figura  del monte Calvario, donde Jesús cargó con el pecado de todos. Cuando una lanza romana atravesó Su costado llegó hasta Su corazón, de donde salió sangre y agua después de morir. Este suceso nos dice que por causa del pecado, el corazón del hombre fue juzgado con Su muertePor lo tanto, el pedernal de Josué es el evangelio del sacrifico de Jesús en la cruz, que nos hace libres : 

1)  Del señorío del pecado.
2) De las bajezas del cuerpo mortal.

Cuando un creyente ha renacido completamente es un hombre nuevo. Entonces ya no es esclavo del viejo hombre corporal y su pecado, porque El que vive en esa nueva creación es el Yo Soy de Dios, Quien no es otro que el Señor Jesucristo (Leer Gál. 2:20). Pero El ama también el cuerpo y lo quiere santificar, porque es el templo de Su Espíritu. Los varones de Israel se sometieron voluntariamente a la santificación en el Juicio de Aralot. Ellos eran vencedores porque sus personas murieron (se negaron) al pecado al pasar el río Jordán (Ro. 6:11). Sin embargo, les fue revelado por el Señor que tenían que someterse a la circuncisión de Josué para darle muerte al prepucio genital. Esto es hoy crucificar  el cuerpo (en forma espiritual) en la cruz de Jesús, a causa de su viejo hombre, y matar el pecado con el sacrificio de Jesús. El prepucio genital del hombre es figura de la mentalidad carnal del reino terrenal, que ciega el entendimiento de muchos creyentes. Es un oprobio porque maldice, esclaviza y humilla a la persona humana.

"Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz" (Dt. 10:16).

"Porque nosotros somos la circuncisión, los que servimos en espíritu a Dios, no teniendo confianza en la carne" (Fil. 3:3).

Los jóvenes guerreros de Israel habían sufrido mentalmente muchas veces las consecuencias de estar fuera de la voluntad de Dios, por no estar circuncidados. Esto sucedió porque sus padres fueron desobedientes a la ley de Dios.  Su rebeldía les impidió temer la palabra y perjudicó a sus hijos. No los circuncidaron cuando eran niños, conforme al mandamiento celestial que recibieron en Abraham (Gn. 17:10). Esto indica que si bien sus padres fueron circuncidados en sus cuerpos antes de salir de la cautividad del faraón (Ex. 12:48-51), nunca se circuncidaron del espíritu egipcio que estaba en sus corazones, el cual es la cultura y estilo de vida del mundo pecador. El ego del viejo hombre en sus cuerpos les producía aflicción del alma,  por causa de la incircuncisión. Pero circuncidando sus cuerpos limpiarían sus corazones, y liberarían sus almas de la maldición del oprobio egipcio.

Por causa de ese maldito espíritu carnal en ellos, Israel vagó cuarenta años en el desierto. Estuvieron controlados en sus voluntades por la ley del pecado y de la muerte (Ro. 8:2), el ego del viejo hombre. Este ego tenía que ser extirpado del corazón de Israel por la circuncisión del cuerpo en Aralot. Hoy, en los renacidos de la Novia de Cristo, el cuchillo de Josué está cortando y echando fuera la carnalidad de los hijos de Dios. 
Muchos creyentes padecen ese peso, aunque han renunciado al pecado. Es el cuerpo que tiene que ser crucificado para la destrucción total de su lado negativo. 'Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con El, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado' (Ro. 6:11).

'Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro una tan grande nube de testigos, dejando todo el peso del pecado que nos rodea...,' (Heb. 12.1 - R.V. 1909).

En esta Escritura, hay dos cosas diferentes que debemos entender. Una de ellas es el pecado y la otra cosa es el peso del pecado. El pecado es el egocentrismo, la incredulidad y el orgullo. Es quien inspira los pecados. Pero el peso que utiliza el pecado es el cuerpo físico, que envuelve la mente y aflige el alma del creyente.  En esta hora, el cuchillo del Ministerio Apostólico de Cristo es la revelación de la palabra de la cruz y de las Escrituras, para la completa circuncisión del verdadero creyente. El comienzo de tu circuncisión fue cuando te arrepentiste de tus pecados. Pero hay un mandamiento mayor para ti Israel de Dios, si tu arrepentimiento es verdadero. Ahora debes bautizarte en el Nombre de Jesucristo para ser perdonado de tus pecados y recibir el Espíritu Santo (Hch. 2:38). Acepta el pedernal del evangelio bíblico y la doctrina de la santificación. Entonces tu corazón participará de la santidad de Cristo (Jos. 5:9).
 
Este mandamiento que viene del Señor, es para que reconozcas que tu entendimiento está contaminado con el esfuerzo carnal religioso del viejo hombre, que mancha la túnica de salvación de tu alma y debilita tu espíritu. ¿Cómo comenzó?  Después de haber creído un día en la Biblia, también recibiste la mentalidad del Cristianismo tradicional en el empleo de la palabra de Dios. Y esa mezcla no es el aceite puro de la revelación divina de las Escrituras, que viene del Espíritu Santo. Es una mezcla de inferior calidad porque el Espíritu mora en el espíritu, pero el engaño religioso está encarnado y vive en el corazón físico, que es la casa del alma. Por lo tanto, como persona sufres el impedimento para tu transformación a la imagen de Cristo. Estás en debilidad y padeces inquietud, confusión, desorden mental, dudas, temor, aflicción y tropiezos pecaminosos. Y así es como se encuentran las vírgenes fatuas y muchos cristianos en esta hora del Tiempo Final (Mt. 25:8,9).

Pero fue el Padre Eterno, no el hombre ni la religión, Quien te dio la fe en Su Hijo amado para tu salvación. Tu mente se estructuró católica, protestante o evangélica y por lo tanto es egipcia. Tienes un espíritu de interpretación y discusión intelectual que contradice al ministerio apostólico de Jesucristo y el poder del evangelio. Esto se debe a que (en ignorancia) aceptaste y cometiste adulterio y fornicación espiritual con el nicolaísmo, con el trinitarismo, con el bautismo falso en títulos, con explicaciones teológicas de la Biblia hechas por el hombre, con ideas y obras anticristo que hay en Egipto, ajenas a la revelación divina de la palabra. Así está escrito:

"Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento (revelación de la palabra). Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos" (Os. 4:6).

Y para ser limpio necesitas la sangre de Jesús en tu alma y en tu espíritu. Luego debes unir tu entendimiento con la palabra que nos es revelada. Egipto significa la cautividad y la esclavitud política, religiosa y cultural del hombre sin la mente de Cristo, que está en el mundo engañando a la humanidad. Lo hace a través del pecado disfrazado de ángel de luz en muchos predicadores, pastores y maestros que jamás han sido enviados por Cristo. Por esto El les dirá: "...nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mt. 7:23). 

"Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos" (Mr. 13:22). 

Si eres honesto contigo mismo podrás reconocer que tienes que circuncidar tu corazón, despojarte del viejo hombre y liberarte de este mundo sin Dios.

Parte 2

EL ORIGEN Y LA OBRA ESCLAVIZANTE DEL OPROBIO DE EGIPTO 

Israel de Dios, aquí en este mensaje, ven conmigo por la  fe al collado de Aralot en el monte Calvario, con el Cordero crucificado allí que "quita el pecado del mundo" (Jn. 1:29). Si me permites, en el Señor cortaré ahora tu corazón con el pedernal de la verdad (Jn. 17:17). La verdad es la palabra presente que nos revela el Ministerio de Cristo. Interpretaciones privadas de la Biblia demuestran que no tienen la mente del Señor aquellos que las enseñan. Pero el elegido, por Gracia puede ver el rastro del espíritu fornicario del diablo que se encarnó en la serpiente y cómo pasó a través de Caín y sus descendientes a toda la humanidad, escondido en las religiones del mundo. Todas ellas salieron de 'Misterio, Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra' (Ap. 17:5). 

"Mi pueblo a su ídolo de madera pregunta, y el leño le responde; porque espíritu de fornicaciones lo hizo errar, y dejaron a su Dios para fornicar" (Os. 4:12). 

El espíritu de fornicaciones de satanás se presentó en el huerto del Edén (Gn. 3:1-5). Primero, la mujer fue engañada en su mente por el serpiente poseído por el diablo con el adulterio - cambio deliberado - que él hizo de la palabra de Dios, a fin de seducirla, en Segundo lugar, a practicar el acto sexual que no debía 'comer' (Gn. 2:17 - 3:6). En ese acto de fornicación física se hizo carne el pecado original, es decir, la ley del pecado y de la muerte. Por esa relación sexual fue engendrado Caín, el hombre-bestia, hijo del serpiente. Este  ser viviente hijo de la tierra, tenía sexo masculino. Era una criatura vertical antes que fuera maldito por el Señor (ver Gn. 3:14). Razonaba, hablaba, actuaba y tenía la misma apariencia física de Adán. Fue poseído por satanás para pervertir la mente de la mujer, haciendo que ella comiera en forma intelectual un mensaje falso - eso es fornicación espiritual - que instaló la concupiscencia carnal en sus ojos, la codicia de sabiduría terrenal en su espíritu y la soberbia del pecado en su alma. Fue la trampa en palabras de engaño para que luego comiera en forma física el espíritu demoníaco de seducción y lujuria en la fornicación carnal. Por esto, el serpiente (llamado homo sapiens por los antropólogos ateos) dejó su simiente o descendencia - Caín -  en  la mujer (Gn. 3:14-15 y Pr. 30:20).

Fue en un muy corto lapso de tiempo después que la mujer, ya caída en la condición lujuriosa, le exigió a Adán la relación física conforme a ese espíritu de fornicaciones del diablo que controlaba su mente, "el cual comió así como ella" (Gn. 3:6). La mente  humana es el árbol del conocimiento del bien y del mal.  Su razonamiento fue pervertido por la palabra inspirada por satanás a través del serpiente. En esa forma inmoral exigida por la mujer, Adán le obedeció y la conoció maritalmente (Gn. 4:1) y Abel fue engendrado. Por ser ella progenitora de dos hijos de diferentes padres cada uno,  Adán le cambió su nombre original (ver Gn. 5:2) por el de Eva (Gn. 3:20). Caín fue un ser humano híbrido con naturaleza humana y animal. Su genética poseía el pecado (el ego de satanás) y el conocimiento del bien y del mal (el razonamiento cerebral) caído en el adulterio y la fornicación.  Su mentalidad humano-serpentina pasó al torrente sanguíneo de toda la gente hasta hoy, por el inter-matrimonio de los hijos de Dios de  la línea de Set, con las hijas de los hombres de la línea de Caín (Gn. 6:1,2,4). Aclaro que los setitas fueron personas humanas, NO eran ángeles de Dios caídos. Decir lo contrario es falsa doctrina.

Por lo tanto, Dios le reveló a Abraham la palabra de la circuncisión genital, para liberar su alma y espíritu del poder del pecado original. Este es el oprobio de Egipto que esclavizó a Israel con el miedo, la inseguridad, la sumisión, la baja autoestima personal y un culto idólatra a la grandeza falsa del materialismo terrenal. Tanto es así, que el pueblo de Dios cuando estuvo en el desierto se quejaba de cada prueba que sufría, se rebeló al Señor, acusó a Moisés y a Aarón y quiso regresar a Egipto agachando otra vez su cabeza ante sus ex patrones esclavistas. Esos hombres fueron el espíritu engañoso del diablo que deshonra el alma humana, hecha a la imagen de Dios. 

El pecado es una trilogía: "...la concupiscencia de los ojos, la codicia de la carne y la vanagloria de la vida" (1 Jn. 2:16). Es espíritu de fornicación física, conocimiento humano carnal e incredulidad y orgullo. En suma es el egoísmo del cuerpo que ha instalado un oscuro velo en el alma-espíritu del hombre. Tiene dos formas de expresión: es religioso y es inmoral. Por eso es llamado en plural: espíritu de fornicaciones en Os. 4:12. Es Egipto y su sistema geopolítico mundial, y también es Babilonia, el sistema religioso de credos, dogmas, tradiciones e idolatrías paganas. El pecado también es un gran religioso sectario desde el principio. Es católico, carismático ecuménico, evangélico, pentecostal, bautista, adventista, luterano y  tantos otros nombres blasfemos más. Estoy hablando de los espíritus denominacionales de ángeles caídos, encarnados en los ministros de diversos sistemas religiosos y en sus seguidores, para atar a los escogidos de Dios  con el sectarismo. 

La doctrina del pecado original y la simiente de la serpiente es fe apostólica original. Nos revela la dualidad del espíritu de fornicaciones. Su rastro pecaminoso es lo físico inmoral y la religión falsa de la serpiente antigua que se llama diablo y satanás (Ap. 12:9), que se encarnó en la mujer de Adán por medio del acto sexual con la criatura llamada serpiente (ver Gn. 3:13-14). Esta dejó su genética hasta hoy (Gn. 3:15) en mucha gente cizaña, una mala raza humana con espíritu de discrepancia. Es igual a Caín, que enfrentó a su medio hermano Abel cuando este recibió la revelación de la palabra de Dios. Desde entonces siempre se opone y maldice la verdad. Ellos asesinaron a Jesús, a millones de mártires cristianos (Ap. 17:6) y crucifican siempre las palabras de la mente de Cristo. 

Pero la luz lo manifiesta todo y esta revelación bíblica nos confronta como un espejo a los hijos de Dios. Es para nosotros. Un hijo de Dios anhela recibir toda la verdad. El no tiene nada que temer. Como elegidos del Eterno nos santificamos de las obras de los hijos del diablo. Muchos se perderán el rapto después de haber estado muy cerca, por desechar el vestido de boda del Cordero. No pueden ver que el vestido de boda es Jesucristo reinando en el corazón con la Justicia de Su sangre, con la Santidad de Su muerte, con el Poder de Su resurrección y con el Ministerio de Su ascensión. Pero prefieren el vestido de su propio esfuerzo carnal religioso. Esta insensatez los deja expuestos a las tinieblas de afuera, con las manos (sus obras) y los pies (sus ideas) atados por la reprobación del Espíritu Santo (Mt. 22:11-14). Son como Judas Iscariote que no pudo sostener el vuelo que venía teniendo con Jesús en su espíritu. Un día ya no soportó más la presión en las alturas del evangelio, cuando asumió que ir a la cruz con el Señor significaba la muerte completa del pecado  (su ego carnal) y se cayó de la palabra, demostrando que no era un águila.

"Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella" (Zac. 12:3).

La profecía de Zacarías nos muestra la rebelión de la humanidad contra Dios, por estar al servicio del pecado. No falta mucho tiempo más para que el Juicio
 del Señor, a través de Sus dos testigos judíos, se manifieste en la Jerusalén terrenal. Los hijos de Dios de la Novia-Esposa de Cristo, ante esta profecía entendemos que debemos santificar nuestro corazón de toda contaminación de bajezas carnales y falsas creencias espirituales, sometiéndonos voluntariamente a la piedra aguda y filosa de la palabra revelada de Dios. Para nosotros hoy, el Juicio del Señor es destruir con la verdad el pecado y la carnalidad. Es así como se santifica y perfecciona  la Elegida. Leer Cantares 6:9; Jn. 17:17 y 2 Co. 7:1.

"Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo" (Fil. 3:1).

El oprobio de Egipto es la incredulidad, el orgullo, el adulterio y las fornicaciones del viejo hombre con ídolos, falsas doctrinas, interpretaciones privadas de la palabra de Dios, inmoralidades y obras carnales como el individualismo, la cobardía, la claudicación, el odio y el temor. Es el engaño del pecado en el corazón incircunciso, para cautivar y esclavizar el alma (Is. 60:2).

Mas hay otros hijos de Israel que están con Josué en Canaán y van dispuestos con El al collado de Aralot. Quieren poseer la libertad plena de sus personas que les proporcionó el arca del Pacto y el paso del Jordán, para ser vencedores en la batalla contra el mal. Sus cuerpos son llevados a cirugía para liberar sus corazones de la maldición egipcia. Entonces tendrán el control absoluto de sus vidas, a través del poder del Espíritu Santo. Aralot es crucifixión y santificación. Gilgal es renovación y perfección. Tu consagración a la santidad en Aralot, te llevará adelante a la perfección de tu entendimiento en Gilgal. 

"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional" (Ro. 12:1).

"Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor" (Heb. 12:14).

Eran muchos los prepucios que tenía que circuncidar Josué. Así también hoy los hijos de Dios nacidos de nuevo le damos muerte al pecado y al viejo hombre con la muerte de Jesús en nuestro cuerpo. ¡¡Su muerte en la cruz es nuestra circuncisión!!  Hay hermanos que están ungidos por el Espíritu Santo, pero sus almas se confunden y afligen muchas veces por no aplicar la circuncisión de Cristo. La Iglesia está siendo amonestada en el temor de Dios, para que viva con la santidad de Cristo. 
Tenemos que apropiarnos de Aralot y ser santos. (Por favor creyentes, leed con calma y buena voluntad en: Ro. 1:7; 8:12-13; 2 Co. 6:14-18; 7:1; Ef. 4:17-32 y cap. 5; 1 Pe. 1 y 2).  

"Mirad, hermanos, que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio" (Heb. 3:12-13).

El renacido tiene que comprender que el pedernal del evangelio es 1) La justificación en la sangre de Jesús. 2) La santificación en Su muerte y 3) La perfección en Su resurrección, para ser un discípulo verdaderamente libre (Jn. 8:36). La verdad correctamente aplicada como el pedernal de Josué, es el cuchillo afilado que corta y separa el alma, el espíritu y el cuerpo de los deseos carnales del viejo hombre y "discierne las intenciones y los pensamientos del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de Aquel a Quien tenemos que dar cuenta" (Heb. 4:12-13).

"En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos" (Ef. 4:22).

Poseer Aralot es unirnos con la muerte de Jesús y echar fuera el pecado de nuestro corazón. Emplea tu fe y córtalo, aplicando con palabra hablada el aborrecerte a ti mismo. ¿Puedes decir conmigo lo siguiente? : 

'Señor Jesucristo: Me niego a mí mismo y me arrepiento de pecar. Muero contigo en la cruz, porque Tú me circuncidaste allí del pecado y del viejo hombre. Creo en tu palabra y la confieso para santificarme. Amén

Es nuestra circuncisión con palabra hablada. Habla y despójate del espíritu religioso, de las maldiciones, de la incredulidad, del orgullo y de la mente carnal de nuestro cuerpo mortal, que asedia el alma y resiste al Espíritu Santo. Con determinación reconoce pecados, echa  fuera de ti todo lo que es del viejo hombre tuyo y de otros que maldijeron tu vida. Te estoy ministrando la circuncisión de Cristo reunido con tu espíritu. Es Su palabra para destruir al enemigo. No participes de las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien ¡repréndelas! Dí la palabra, porque es la espada del Espíritu Santo. El lo hará manifiesto. Así mantenemos nuestra fe  y nos deshacemos de todo estancamiento espiritual, moral y material. En el Nombre de Jesucristo  bendigo tu alma, espíritu y cuerpo. Tú también bendícete, perdona a otros todas sus ofensas. Somos libres del dominio del pecado y de la mente carnal esclavista de nuestro cuerpo. Sí, la circuncisión de Cristo es la destrucción del reino pecaminoso del cuerpo mortal. Este obra a través del egoísmo contra la persona que no se consagra a la santificación y la encarcela.

"Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna" (Ro. 6:22).

Parte 3

LA JUSTIFICACION ES LA FUENTE DE LA SANTIDAD

Pablo dice que somos siervos de Dios. Tenemos algo inefable que El nos ha dado para nuestra santificación. Es el Espíritu Santo, la plenitud de Cristo Jesús nuestro Señor y  Salvador. La santidad en nosotros no es terrenal.  Es el fruto de la Justicia de Su sangre que nos hizo libres del pecado (Ro. 6:22). Esta libertad se llama justificación, por la cual somos la Justicia del Hijo del Hombre. El manifiesta Su propia santidad en los justificados, produciendo la santificación con el querer y el hacer de Su Espíritu en el espíritu.

Por lo tanto, debemos saber qué significa ser personas justificadas. Ser justificados es ser la Justicia de Dios, por tener fe en la sangre del Justo Jesucristo (Ro. 3:26). Luego, Su Justicia imprime la santidad de Dios en ti y te muestra que le perteneces a El. La santidad de Su Justicia prevalece porque es el carácter de Cristo. El es santo. Está en los justificados para manifestarse en ellos, si ellos permanecen en Su palabra (leer Jn. 8:32; 15:4-5 y 17:17). La santidad verdadera fluye desde nuestro espíritu hacia afuera. No se puede manufacturar de afuera hacia adentro, porque el esfuerzo humano esclaviza al creyente.

Permanecer en santidad es tomar continuamente la circuncisión de Cristo. Esto consiste en mantenernos siempre creyendo que la muerte de Jesús está en nuestro cuerpo y confesarla en todo nuestro ser, como lo hizo Josué aplicando el pedernal en sus guerreros. Ahora es nuestra persona - el alma - quien reina y echa fuera de nuestro corazón al viejo hombre, todo el tiempo de nuestra peregrinación vigilando y conservando la santidad. Solo la sangre de Cristo puede limpiarnos y des hibridarnos el alma-espíritu y el cuerpo de la maldad serpentina, pues es la muerte del cuerpo de Jesús en nuestro cuerpo crucificado con El lo que nos ha librado del viejo hombre.  La muerte del pecado es la eliminación del señorío espiritual del viejo hombre en el cuerpo, pero es sabiduría y poder de Cristo en el espíritu.

El espíritu libre del reino del viejo hombre es vida y paz para el alma del creyente.

"En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos" (Col. 2:11-12).

Aralot es el ministerio de la sangre de Jesús en nuestro ser interior y de Su muerte en nuestro cuerpo, cada día en los santos Novia. Hebreos 4:12-13 es la experiencia del creyente circuncidado en el monte Calvario. El Espíritu Santo y nuestro espíritu son uno. Por la fe nos activamos como almas libres, circuncidados de la ley del pecado y la mente esclavista del cuerpo. Somos los renacidos hijos de Dios, nuevas personas, una nueva creación, un solo Espíritu con Cristo Jesús. Hay un matrimonio entre El y el alma, el espíritu y el cuerpo del verdadero creyente. El señorío del yo pecaminoso del cuerpo está muerto por la muerte de Jesús. Ya no existe en el alma del renacido, ni reina en el corazón circuncidado. Vive Cristo en mí y en ti. Somos la Palabra - Novia con la autoridad de la Palabra - Esposo. 

Si tú lo crees, procura hablar estas Escrituras del Espíritu Santo de todo corazón, para bendecirte a ti mismo y dar así la gloria a Cristo y Su obra mediadora, expiatoria y redentora en la cruz.

"Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte" (Ro. 8:1-2).  

"Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis" (Ro. 8:13).

"Y los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos" (Gál. 5:24). 

"Porque todo aquel que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?" (1 Jn. 5:4-5).

Amado, la fe y el culto que agrada a Dios se basa en el sacrificio del Cordero encarnado en nuestro cuerpo. El lo pactó así para los Suyos y nos hizo uno con Su Hijo allá en la cruz. Somos Su Pacto de Justicia, Santidad y Vida Eterna porque Jesucristo es el Pacto de Dios, sellado con Su propia sangre.  Estamos en El por Su muerte, resurrección y ascensión. "Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo" (Jn. 12:31). Su muerte actúa poderosamente en el cuerpo destruyendo el señorío del pecado sobre nuestro corazón, para que el alma (la persona) viva en libertad y pueda reinar eternamente con la Personalidad de Cristo.
   
"¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?...Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado...Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con  él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él...Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro...No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias...Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia...Y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia...Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación y como fin,  la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Ro. 6:3,6,8,11,12,14,18,22,23)

"Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia" (Ro. 8:10).

GILGAL 

"Y Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy" (Jos. 5:9).

"Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores; y a otros, maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo"  (Ef. 4:11-12).

"Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios" (2 Co. 7:1).

Gilgal es el otro nombre de Aralot.  Representa la perfección del entendimiento espiritual de la palabra en los santos de Dios, por el verdadero ministerio apostólico del Señor Jesucristo en la tierra. La obra de Su ascensión es impartirnos  la revelación de Su palabra. El entendimiento es renovado en los discípulos circuncidados de los razonamientos y deseos engañosos de la carne. Son revestidos con 
el Espíritu de Cristo y la verdad del evangelio. Poseen toda la armadura de Dios, para la guerra contra las tinieblas. La vigilancia y la fortaleza espiritual son la base de la edificación como casa espiritual y sacerdocio santo, hasta la madurez en el amor ágape del Cuerpo de Cristo. Leer 1 Pe. 2:1-10.

Haciendo un repaso de este mensaje, vemos que es en el alma, en el espíritu y en el cuerpo donde aplicamos la revelación del evangelio (Heb. 4:12). El sacrificio de Jesucristo santifica - separa y limpia - el alma, el espíritu y el cuerpo de la naturaleza caída del viejo hombre. El poder de la sangre del Señor obra en todo nuestro ser. La circuncisión de Israel en Aralot es nuestra santificación por medio del evangelio y de toda palabra revelada de la Biblia, que nos hace libres del oprobio de Egipto. Este oprobio es el yugo de la mente carnal del cuerpo físico, la cual es política, religiosa, negativa, derrotista, pesimista, destructiva, autoritaria y descalificadora de ti mismo y del prójimo. Así como también es prejuicios, escrúpulos, maldiciones, complejos y traumas individuales internos, con lo cual muchos creyentes están impedidos de bendecirse a sí mismos y a los demás. Toda esa alienación mental egipcia, sus pensamientos y sus obras de justicia propia han desaparecido en la muerte de Jesús.  El alma, espíritu y cuerpo del creyente crucificado con El es una mente y un corazón santificados.

"En esa voluntad (de morir en la cruz) somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre...Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados" (Heb. 10:10,14).

Aralot es la santidad que nos es dada por la sangre, la muerte y la sepultura de Jesús. Pero Gilgal está después de la cruz. Es nuestra perfección en el entendimiento del evangelio y de toda la palabra de Dios, por el ministerio de Cristo a Sus santos Novia - Esposa. Es la evidencia de haber resucitado y ascendido juntamente con El a los lugares celestiales del Espíritu de Dios.  ¡Aleluya! 

CONCLUSION 

El Israel espiritual se une al arca del Pacto, obedece a Josué, se renueva en el Jordán, se santifica en Aralot, se perfecciona en Gilgal, se fortalece y establece en Canaán.

Renacidos de Dios: Permaneced en la santidad del Cordero inmolado en el Calvario y sed perfeccionados por el Espíritu de revelación de Su palabra.

"Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andeis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios. Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre" (Ez. 36:24-29).