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SANTIDAD y PERFECCION



Lectura de Josué cap. 5.


ARALOT

"En aquel tiempo Jehová dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel. Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot...Y Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre del lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy"  (Jos. 5:2,3,9).

"Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios" (Ro.  2:28-29).

"Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta dividir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (He. 4:12).

Antes de tomar posesión de la tierra occidental de Canaán, a través de la guerra, Israel se despojó de sí mismo en el collado de Aralot. Ya había pasado el río Jordán que fue abierto por el arca del Pacto y estaba santificado por la palabra de Dios que había obedecido. Ahora, tenían que tomar posesión de su heredad. Pero, antes de eliminar de la tierra a sus enemigos que la ocupaban, Josué los tuvo que circuncidar con filosos pedernales hechos de las mismas piedras que había en el terreno. Aunque ellos eran uno con el lugar y sabían que el territorio les pertenecía, comprendían que no podrían tener éxito en la guerra si no se circuncidaban en sus cuerpos para destruir el oprobio de Egipto, que perturbaba sus mentes (Jos. 5:2-9).

Esto nos enseña que debemos amar el evangelio y aplicarlo en nosotros, desechando al pecado (el egoísmo) de nuestra mente y al viejo hombre de nuestro corazón. Solo así podremos poseer la plenitud de Cristo, nuestra tierra prometida como herencia. Necesitamos al Hijo de Dios, porque sin El no es posible la santidad. Solo el pedernal de la revelación del evangelio nos puede salvar "y darnos herencia con todos los santificados" (Hch. 20:32).


CIRCUNCISION

"Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación" (Hch. 2:41).

"Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne...Cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo...Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Fil. 3:3,7,14). 

El collado de Aralot es un lugar de Juicio que se encuentra en la buena tierra del evangelio. Es una  sala de cirugía espiritual donde nos ha introducido nuestro Josué, el Señor Jesucristo, para ser circuncidados del viejo hombre.  Después de bautizarnos en Su Nombre, El nos unge con el Espíritu Santo para unir nuestras almas con toda la revelación de Su palabra, enseñándonos que renunciemos a la impiedad y a los deseos carnales. Entonces, por la fe debemos unir el cuerpo con la muerte de Jesús en la cruz. La santificación es la ofrenda de un sacrificio consciente y voluntario de nuestra parte (ver Ro. 12:1-2).

El collado de Aralot es el monte Calvario, donde Jesús cargó con el pecado de todos. Cuando una lanza romana atravesó Su costado llegó hasta Su corazón, de donde salió sangre y agua después que El ya estaba muerto. Este suceso nos dice que el pecado instalado en el corazón del hombre fue juzgado y destruido completamente con Su muerte. La revelación es que Su cuerpo crucificado representó nuestro cuerpo mortal, porque El murió en nuestro lugar sufriendo el Juicio de Dios al pecado, que nosotros merecíamos. Por tanto, el pedernal - palabra de fe - que tiene que cortar nuestro corazón es

1) Que el señorío del pecado fue muerto por el Juicio de Dios. 

2) Que el viejo hombre está crucificado con Cristo. 

3) Que la sangre y el agua que vertió Jesús en la cruz es la naturaleza humana del Hijo del Hombre en el creyente. Su vida de resurrección y ascensión actual, nos hace posible presentarnos a Dios viviendo el sacrificio del Señor. El es nuestra ofrenda perfecta (ver 2 Co. 5:15 y 21).

El nuevo hombre, es decir el alma-espíritu humano renacido, es libre del señorío del pecado, el yo del viejo hombre. El que vive en esa nueva creación es el Yo Soy de Dios, Quien no es otro que el Señor Jesucristo (Gál. 2:20). Pero, El ama también el cuerpo porque es el tabernáculo de Su Espíritu mediante el evangelio encarnado en nuestro corazón. Los varones de Israel se sometieron voluntariamente a la santificación en el Juicio de Aralot. Ellos eran vencedores porque murieron al pecado al pasar el río Jordán (Ro. 6:11). Pero les fue revelado por el Señor que tenían que juzgar su cuerpo y se sometieran a la circuncisión de Josué, para santificarse y ser hechos completamente libres del viejo hombre. Porque eso era la alienación egipcia que perturbaba sus mentes (la mente es la cervíz).

"Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz" (Dt. 10:16).

"Porque nosotros somos la circuncisión, los que servimos en espíritu a Dios, no teniendo confianza en la carne" (Fil. 3:3).

Los jóvenes guerreros de Israel habían sufrido mentalmente muchas veces las consecuencias de estar fuera de la voluntad de Dios, por no estar circuncidados. Esto sucedió porque sus padres fueron incrédulos y desobedientes a la ley de Dios.  Su rebeldía les impidió temer la palabra y perjudicó a sus hijos. No los circuncidaron cuando eran niños, conforme al mandamiento celestial que recibieron en Abraham (Gn. 17:10). Esto indica que si bien sus padres fueron circuncidados en sus cuerpos antes de salir de la cautividad del faraón (Ex. 12:48-51) nunca circuncidaron su espíritu del prepucio egipcio que estaba en sus corazones, el cual era la cultura y estilo de vida del mundo pecador. El yugo del viejo hombre mundanal, les producía dureza de cervíz y  aflicción del alma,  por causa de la incircuncisión. Circuncidando sus cuerpos de todo corazón limpiarían sus espíritus y liberarían sus almas del oprobio egipcio.

Por esa desgracia Israel vagó cuarenta años en el desierto. Estuvieron controlados en sus voluntades por la ley del pecado y de la muerte (Ro. 8:2), el egoísmo del viejo hombre. Este ego tenía que ser extirpado del espíritu de Israel por la circuncisión en Aralot. Hoy, en los renacidos de la Novia de Cristo, el cuchillo afilado de Josué tiene que cortar y echar fuera de ellos el señorío del pecado y de la carnalidad sobre el espíritu. Consideremos y saquemos bien a la luz en este estudio que el pecado es el egoísmo del viejo hombre, quien no es otra cosa que la naturaleza humana caída del cuerpo.  Muchos creyentes padecen el peso de las bajezas terrenales del cuerpo, aunque han renunciado al pecado. 

Son dos cosas diferentes que debemos entender. Una de ellas es el pecado y la otra es el peso del pecado. El pecado es el egoísmo, la incredulidad y el orgullo. Es quien produce los pecados. Pero el peso es el instrumento de que se vale el pecado. Es la carne del cuerpo físico, la parte débil y mala que asedia el espíritu y aflige el alma. Ahora nuestro Josué de la Biblia  es el ministerio apostólico de Cristo y el cuchillo es la revelación de la palabra de Dios, para la completa circuncisión del verdadero creyente. El comienzo de tu circuncisión fue cuando te arrepentiste de los pecados que cometiste. Pero hay un gran mandamiento para tí, verdadero Israel de Dios. ¡Ahora debes completar la circuncisión de tu espíritu en Aralot, para poder participar de la santidad de Cristo! (Jos. 5:2).

Este mandamiento que viene del Señor es para que reconozcas que el entendimiento que tienes está contaminado con un espíritu religioso que mancha la túnica de salvación de tu alma, la persona de tu espíritu. ¿Cómo comenzó?  Después de haber creído un día en la Biblia, también recibiste las ideas del cristianismo tradicional mezcladas con la palabra de Dios. Y esa mezcla no es el aceite puro de la revelación divina de la palabra de Dios, que viene del Espíritu Santo. Es una mezcla de inferior calidad porque el Espíritu mora en el espíritu, pero el engaño religioso está encarnado y vive en el corazón físico que es la sede del alma. Por tanto, sufres el impedimento para tu transformación a la imagen de Cristo. Estás en debilidad y padeces inquietud, confusión, desorden, dudas, temor y aflicción. Y así es como se encuentran las vírgenes fatuas y otros cristianos en esta hora del Tiempo Final (Mt. 25:8,9).

Pero fue el Padre Eterno, no el hombre ni la religión, Quien te dio la fe de salvación en Su Hijo amado. Tu mente se estructuró católica o evangélica y por tanto es egipcia. Tienes un espíritu de discrepancia que choca con la revelación del evangelio y también contra el ministerio apostólico de Jesucristo. Esto se debe a que aceptaste y participaste  - adulterio y fornicación espiritual - del nicolaísmo, del trinitarismo, del bautismo falso en títulos, de explicaciones teológicas de la Biblia hechas por el hombre, de fábulas y de obras anticristo que hay en Egipto, ajenas a la revelación divina de la palabra. Así está escrito:

"Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento (revelación divina). Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos" (Os. 4:6).

Y para ser limpio necesitas la sangre y el agua de Jesús en tu alma. Y luego debes perfeccionar tu entendimiento espiritual con revelación verdadera. Egipto significa la cautividad y la esclavitud política, religiosa y cultural del hombre sin la mente de Cristo que está manifestado en el mundo y engañando a la humanidad. Lo hace a través del pecado, el egoísmo disfrazado de ángel de luz en muchos predicadores, pastores y maestros que jamás han sido enviados por Cristo. Por esto El les dirá: "...nunca os conocí; apartaos  de mí, hacedores de maldad" (Mt. 7:23). 

"Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos" (Mr. 13:22). 

Si eres un elegido, podrás reconocer por el Espíritu Santo que tienes que circuncidar tu espíritu despojándote del viejo hombre, para liberarte de este mundo sin Dios.

EL ORIGEN Y LA OBRA ESCLAVIZANTE DEL OPROBIO DE EGIPTO 

Israel de Dios, aquí en este mensaje, ven conmigo por la  fe al collado de Aralot que es la cruz del Calvario, con el Cordero que "quita el pecado del mundo" (Jn. 1:29). Si me permites, en el Señor cortaré ahora tu corazón con el pedernal de la verdad (Jn. 17:17). La verdad es la palabra que nos revela el ministerio de Cristo. Interpretaciones privadas de la Biblia demuestran que no tienen Su mente aquellos que las enseñan. Pero el elegido, por Gracia puede ver el rastro del espíritu fornicario del diablo que se encarnó en la serpiente y cómo pasó a través de Caín y sus descendientes a toda la humanidad, escondido en las religiones del mundo. Todas ellas salieron de 'Misterio, Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra' (Ap. 17:5). 

"Mi pueblo a su ídolo de madera pregunta, y el leño le responde; porque espíritu de fornicaciones lo hizo errar, y dejaron a su Dios para fornicar" (Os. 4:12). 

El espíritu de fornicaciones de satanás se presentó en el huerto del Edén (Gn. 3:1-5). Primero, la mujer fue engañada en su mente por el serpiente poseído por el diablo con el adulterio - error deliberado - contra la palabra de Dios, a fin de seducirla, en segundo lugar, a practicar el acto sexual que no debía comer (Gn. 2:17 - 3:6). En ese acto de fornicación física se hizo carne el pecado original. Por la relación sexual fue engendrado Caín, el hombre-bestia, hijo del serpiente. Este  ser viviente hijo de la tierra, tenía sexo masculino. Era una criatura vertical antes que fuera maldito por el Señor (Gn. 3:14). Razonaba, hablaba, actuaba y tenía la misma apariencia de Adán. Fue poseído por satanás para pervertir la mente de la mujer, haciendo que ella comiera en forma intelectual un mensaje falso del diablo - eso es fornicación espiritual - que instaló la concupiscencia carnal en sus ojos, la codicia de sabiduría terrenal y la soberbia del pecado en su corazón. Fue la trampa en palabras de engaño para que luego comiera en forma física el espíritu demoníaco de seducción y lujuria en la fornicación carnal. Por esto, la (el) serpiente, dejó su simiente o descendencia - Caín -  en  la mujer (Gn. 3:14-15; Pr. 30:20).

Fue en un muy corto lapso de tiempo después, que la mujer ya caída en la condición lujuriosa, le ofreció a Adán la relación física conforme a ese espíritu de fornicaciones del diablo que controlaba su mente, "el cual comió así como ella" (Gn. 3:6). La mente  humana era el árbol del conocimiento del bien y del mal.  Su razonamiento fue pervertido por la palabra inspirada por satanás a través del serpiente. En esa forma inmoral, Adán conoció maritalmente a su mujer (Gn. 4:1) y Abel fue engendrado. Por ser ella progenitora de dos hijos de diferentes padres cada uno,  Adán le cambió su nombre original (ver Gn. 5:2) por el de Eva (Gn. 3:20). Caín fue un ser humano híbrido con genética humana y animal. Su genética poseía el pecado y el conocimiento del bien y del mal (el razonamiento) caído en el adulterio y la fornicación.  Su mentalidad pasó al torrente sanguíneo de la humanidad hasta hoy por el inter-matrimonio de los hijos de Dios de  la línea de Set, con las hijas de los hombres de la línea de Caín (Gn. 6:1,2,4).

Por tanto, Dios reveló a Abraham la palabra de la circuncisión para liberar el alma-espíritu del pecado original. Este es el oprobio de Egipto que esclavizó el espíritu y el cuerpo de Israel con el miedo, la inseguridad, la sumisión, la baja autoestima personal y un culto idólatra a la grandeza falsa del materialismo terrenal. Tanto es así que el pueblo de Dios cuando estuvo en el desierto se quejaba de cada prueba que sufría, se rebeló al Señor, acusó a Moisés y a Aarón y quiso regresar a Egipto agachando su cabeza ante sus expatrones esclavistas. Allí tenemos el espíritu engañoso del pecado, con su óptica inversa a la honra que tiene la imagen de Dios en el alma y espíritu humano. 

El pecado es una trilogía: "...la concupiscencia de los ojos, la codicia de la carne y la vanagloria de la vida" (1 Jn. 2:16). Es espíritu de fornicación, conocimiento humano carnal e incredulidad y orgullo. Es el velo del egoísmo instalado en el hombre. Tiene dos formas de expresión: es religioso y es inmoral. Por eso es llamado espíritu de fornicaciones en Os. 4:12. Es Egipto, el sistema político y Babilonia, el sistema religioso del mundo, sus credos, dogmas, tradiciones e idolatrías. Y el pecado también es un gran religioso sectario desde el principio : católico, carismático ecuménico, evangélico, pentecostal, bautista, adventista, luterano y  tantos otros nombres blasfemos más. Estoy hablando de los espíritus denominacionales de ángeles caídos encarnados en los falsos ministros de los sistemas religiosos y en sus seguidores, para engañar a los hijos de Dios. 

La doctrina del pecado original y la simiente de la serpiente es fe apostólica original. Nos revela la dualidad del espíritu de fornicaciones. Es el rastro pecaminoso inmoral y religioso de la serpiente antigua que se llama diablo y satanás de Ap. 12:9, encarnado por el acto sexual de la criatura llamada serpiente sobre la mujer de Adán en Gn. 3:13  y después a través de su simiente y descendencia cainita, hasta hoy (Gn. 3:15). Esta es una simiente de discrepancia, porque al igual que Caín enfrentó a su medio hermano Abel cuando este recibió la revelación de la palabra de Dios, desde entonces siempre se opone y maldice toda revelación verdadera. Ellos asesinaron a Jesús, a millones de mártires cristianos (Ap. 17:6) y crucifican siempre la palabra revelada de la mente de Cristo. 

Pero la luz lo manifiesta todo y esta verdad escritural nos confronta cual un espejo a los hijos de Dios. Es para nosotros. El creyente verdadero es un hijo de Dios que anhela recibir del Señor toda la verdad. El no tiene nada que temer. Como elegidos del Eterno nos santificamos de las obras de los hijos del diablo. Muchos se perderán el rapto después de haber estado muy cerca, por desechar el vestido de Boda del Cordero. No pueden ver que el vestido es el Esposo y Su ministerio de revelación profética - el Espíritu de Cristo y Su palabra - y prefieren el vestido de su propio conocimiento carnal. Esta insensatez los deja expuestos a las tinieblas de afuera, con sus manos y pies atados (Mt. 22:11-14). Son como Judas Iscariote que no pudo sostener el vuelo que venía teniendo con Jesús en su espíritu. Un día ya no soportó más la presión en las alturas del evangelio, cuando realizó que ir a la cruz con el Señor significaba la muerte completa de su egoísmo (el pecado) y se cayó de la palabra, demostrando que no era un águila.

"Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella" (Zac. 12:3).

La profecía de Zacarías nos muestra la rebelión de la humanidad contra Dios, por estar al servicio del pecado. No falta mucho tiempo más para que el Juicio
 de los dos testigos se manifieste sobre el mundo, desde la Jerusalén terrenal. Los hijos de Dios de la Novia-Esposa de Cristo ante esta profecía entendemos que debemos santificarnos de toda contaminación de carne y de espíritu, sometiéndonos voluntariamente a la piedra aguda y filosa de nuestra madre espiritual, que es la Jerusalén de arriba. Para nosotros hoy, el Juicio de Dios es esta palabra de revelación profética que despedaza al pecado y a la carnalidad. Es así como se santifica y perfecciona  la Elegida. Leer Cantares 6:9 y 2 Co. 7:1.

"Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo" (Fil. 3:1).

El oprobio de Egipto es la incredulidad, el orgullo, el adulterio y las fornicaciones del viejo hombre con ídolos, falsas doctrinas, interpretaciones privadas de la palabra de Dios, inmoralidades y obras carnales como la cobardía, la claudicación, la duda y el temor. Es el engaño del pecado en el espíritu incircunciso, para cautivar y esclavizar el alma (Is. 60:2).

Mas hay otros hijos de Israel que están con Josué en Canaán y van dispuestos con él al collado de Aralot. Quieren poseer la libertad plena de sus personas que les proporcionó el arca del Pacto y el paso del Jordán. Sus cuerpos son llevados a cirugía para liberar sus espíritus de la maldición egipcia. Entonces tendrán el control absoluto de sus vidas, a través del poder del Espíritu Santo. Tu consagración a la santidad en Aralot, te llevará adelante a la perfección en Gilgal. 

"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional" (Ro. 12:1).

"Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor" (He. 12:14).

Eran muchos los prepucios  que tenía que circuncidar Josué. Así también hay bastante  viejo hombre que tiene que ser circuncidado por Cristo en los hijos de Dios que han nacido de nuevo. Están ungidos por el Espíritu Santo en sus espíritus, pero sus almas se confunden y afligen muchas veces por sus corazones egoístas. Tenemos un profundo trabajo en Aralot. La Iglesia está siendo amonestada en el temor de Dios para andar en la santidad del Espíritu de Cristo. (Leer Ro. 8:12-13; 2 Co. 6:14-18; 7:1; Ef. 4:17-32; cap. 5; 1 Pe. 1 y 2).  

"Mirad, hermanos, que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio" (He. 3:12-13).

El renacido tiene que comprender por la revelación de la palabra de Dios la justificación de la sangre de Jesús, la santificación de Su muerte y la perfección de Su resurrección, para ser un discípulo verdaderamente libre (Jn. 8:36). El evangelio correctamente aplicado, como el pedernal de Josué, es el cuchillo afilado que separa el alma, el espíritu y el cuerpo de los deseos carnales del viejo hombre y "discierne las intenciones y los pensamientos del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de Aquel a Quien tenemos que dar cuenta" (He. 4:12-13).

"En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos" (Ef. 4:22).

Aralot es separar del corazón al viejo hombre, circuncidando nuestro espíritu, ya que no es una circuncisión física sino que es espiritual. Emplea tu fe y córtalo aplicando con palabra hablada el aborrecerte a ti mismo. Dí conmigo: 'Me niego a mí mismo,  me arrepiento de pecar. Aborrezco al viejo hombre, muero crucificado en la  muerte de Jesús porque El me circuncidó allí' (Colosenses 2:11). Su muerte fue la muerte del viejo hombre en Su cuerpo clavado en la cruz. Arrepiéntete de todo pecado, pero anda aun más profundo, humíllate ante el Señor, aborrécete a ti mismo y deshazte con autoridad del viejo hombre, creyendo en la sangre de Jesús y en Su muerte. La circuncisión del espíritu es la muerte (fin del señorío) de la fuerza pecaminosa del cuerpo físico, que el Redentor consumó en la cruz. 

Es nuestra circuncisión por fe. Tómala y despójate del espíritu religioso, de la incredulidad, del orgullo y del conocimiento carnal de nuestro cuerpo mortal, que asedia el alma y resiste al Espíritu Santo. Echa  fuera el viejo hombre de ti. Te estoy ministrando la circuncisión de Cristo reunido con tu espíritu. Es Su Espíritu y Su palabra para destruir al enemigo. No participes de las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien ¡repréndelas! Habla Su palabra, porque es la verdad. El Espíritu Santo lo hará manifiesto. Así mantenemos nuestra fe  y nos deshacemos de todo peso extraño en nuestro espíritu, en unidad con el Espíritu Santo, para bendición del alma-espíritu y del mismo corazón y cuerpo. Somos libres del dominio del pecado y de la mente carnal del viejo hombre, también en nuestro corazón físico. Sí, la circuncisión de Cristo es la destrucción del reino del viejo hombre. Este último, obra a través del egoísmo contra la persona que no se consagra a la santificación.

"Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna" (Ro. 6:22).

Pablo dice que somos siervos de Dios. Tenemos algo inefable que el Señor nos ha dado para nuestra santificación. Es el don del Espíritu Santo, la vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor. La santidad en nosotros no es terrenal.  Es el fruto de la Justicia de Cristo que nos hizo libres del pecado con Su sangre. Esta libertad se llama justificación, por la cual somos llenos de la Justicia del Hijo del Hombre. El es Quien manifiesta Su propia santidad en los justificados, produciendo nuestra santificación con el querer y el hacer de Su Espíritu en la voluntad de nuestra alma. Por tanto, debemos saber verdaderamente qué significa ser personas justificadas. Escribo en tu corazón amigo y hermano creyente que ser justificados es ser la Justicia de Dios en Cristo por la fe en Su sangre. Luego, estar santificados y consagrados a El es por la circuncisión que nos dio en Su muerte de cruz. 

Debemos tomar continuamente nuestra circuncisión y esto consiste en creer que la muerte de Jesús está en nuestro cuerpo y aplicarla, como lo hizo Josué. Ahora es nuestra persona - el alma - quien reina echando fuera el viejo hombre de nuestra mente todo el tiempo de nuestra peregrinación, guardando (vigilando y manteniendo) la santidad. Solo la sangre de Cristo puede limpiarnos y deshibridarnos de la maldad serpentina, pues es la muerte del cuerpo de Jesús en la cruz en nuestro cuerpo lo que nos ha librado del viejo hombre.  Es muerte (eliminación del señorío) del oprobio de Egipto en el corazón y en el cuerpo, pero es vida para el alma y el espíritu.

Un corazón libre del reino del viejo hombre es vida y paz para el nuevo hombre interior.

"En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos" (Col. 2:11-12).

Aralot es el ministerio poderoso de la sangre de Jesús en nuestra alma-espíritu y de Su muerte en nuestro cuerpo, cada día en los santos Novia. Hebreos 4:12-13 es la experiencia del creyente circuncidado en el collado de Aralot. El Espíritu Santo y nuestro espíritu son uno. Por la fe nos activamos como almas libres, circuncidados de la ley del pecado y la mente carnal. Somos los renacidos hijos de Dios, nuevas personas, una nueva creación, un solo Espíritu con Cristo Jesús. Hay un matrimonio entre Yo Soy y el alma-espíritu y cuerpo del verdadero creyente. El señorío del yo pecaminoso del cuerpo está muerto por la muerte de Jesús. Ya no existe en el alma del renacido, ni reina en el espíritu circuncidado. Vive Cristo en mí y en ti. Somos la Palabra - Novia con la autoridad de la Palabra - Esposo. 

Si tú lo crees, procura hablar estas palabras del Espíritu de todo corazón para bendecirte a ti mismo y dar así la gloria a Cristo y Su obra expiatoria, mediadora y redentora.

"Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte" (Ro. 8:1-2).  

"Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis" (Ro. 8:13).

"Y los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos" (Gál. 5:24). 

"Porque todo aquel que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?" (1 Jn. 5:4-5).

Amado, nuestra fe y culto a Dios debe descansar en el sacrificio del Cordero. La vida de resurrección que recibimos es la naturaleza divina del Espíritu Santo y la humanidad perfecta de la sangre y el agua que salieron del cuerpo herido del Señor Jesucristo. Nuestro Dios y Padre lo pactó así con nosotros y nos reveló que nos hizo uno con Su Hijo en Su cuerpo sobre la cruz. Somos Su Propio Pacto de Justicia, Santidad y Vida Eterna porque Jesús es el Pacto en Sí Mismo sellado con Su propia sangre, que nos reunió con El en Su muerte, resurrección y ascensión. "Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo" (Jn. 12:31). La Iglesia Novia es carne y hueso del Hijo del Hombre por el evangelio y también es espíritu de Cristo, por el Espíritu Santo. Su muerte actúa en el cuerpo destruyendo el señorío del pecado sobre nuestro espíritu, para que el alma (la persona) viva en libertad y pueda reinar en Cristo eternamente, para gloria y honra de Dios.
   
"¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?...Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado...Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con  él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él...Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro...No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias...Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia...Y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia...Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación y como fin,  la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Ro. 6:3,6,8,11,12,14,18,22,23)

"Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia" (Ro. 8:10).

GILGAL 

"Y Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy" (Jos. 5:9).

"Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores; y a otros, maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo"  (Ef. 4:11-12).

"Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios" (2 Co. 7:1).

Gilgal es el otro nombre de Aralot.  Representa la perfección del entendimiento espiritual de la palabra de Dios por el ministerio apostólico del Señor Jesucristo en la tierra. Es la obra de Su ascensión administrando la vida de  resurrección y la revelación de Su palabra en Su Iglesia, a través del Espíritu Santo. El entendimiento es renovado en los santos  circuncidados de los razonamientos y deseos engañosos de la carne. Son revestidos con la armadura de Dios, para la guerra contra las tinieblas y la posesión de la tierra prometida de una vida nueva y abundante. La vigilancia y la fortaleza espiritual son la base de la edificación como casa espiritual y sacerdocio santo, hasta la madurez en el amor ágape como Cuerpo de Cristo. Leer 1 Pe. 2:1-10.

Haciendo un repaso de este mensaje, vemos que es en el alma, en el espíritu y en el cuerpo donde aplicamos Hebreos 4:12. El Juicio del evangelio es el sacrificio de Jesucristo en nosotros, para santificar - separar, limpiar y consagrar - el alma, el espíritu, las coyunturas y tuétanos del cuerpo del prepucio pecaminoso carnal que es la naturaleza caída del viejo hombre. El poder de la sangre del Señor obra por Su Espíritu en nuestra alma. La circuncisión de Israel en Aralot es nuestra santificación por medio del evangelio y de toda palabra revelada de la Biblia, para que estemos libres del oprobio de Egipto, es decir, de la mente carnal del viejo hombre. La cual es política, religiosa, negativa, derrotista, destructiva, autoritaria y descalificadora del prójimo. Así también es traumas y complejos individuales internos, con lo cual muchos creyentes están impedidos de bendecirse a sí mismos y a los demás. Toda esa alienación mental egipcia, sus pensamientos y sus obras de justicia propia han desaparecido en la muerte de Jesús.  El alma, espíritu y cuerpo es Justicia de Cristo por el evangelio revelado en el corazón circuncidado. 

"En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre...Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados" (He. 10:10,14).

Aralot es la santidad que nos es dada por la sangre y el agua de Jesús en Su muerte del Calvario, por medio del evangelio. Pero Gilgal está después de la cruz. Es nuestra perfección en el entendimiento del evangelio y de toda la palabra de Dios por  el Espíritu Santo en el ministerio de Cristo a Sus santos Novia - Esposa.  ¡Aleluya! 

CONCLUSION 

El Israel espiritual se une al arca del Pacto, obedece a Josué, se renueva en el Jordán, se santifica en Aralot, se perfecciona en Gilgal y se fortalece y establece en Canaán.

Renacidos de Dios: Permaneced con el Esposo en la santidad del evangelio y sed perfeccionados por el Espíritu de revelación de Su palabra.

"Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios. Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre" (Ez. 36:24-29).