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LA HERENCIA PROMETIDA




Parte 1


Lectura de Josué capítulos 3 y 4.


SALIR DE LA CONFUSION

"En los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas" (Ap. 10:7).

Los hijos de Dios estamos en el mundo, llevando la lámpara que alumbra en un lugar oscuro. Es la voz del séptimo ángel y la trompeta del evangelio a las personas que están cautivas en la confusión religiosa de la Edad de Laodicea (Ver Ap. 3:14-22).

El tiempo de Gracia a los gentiles ya no puede prolongarse más. El Señor Jesucristo ha descendido de manera espiritual con un mensaje a Sus elegidos, para consumar en ellos el misterio de ser la Iglesia de Su Nombre, el verdadero Cuerpo de Cristo .

El hermano William M. Branham fue el mensajero de Ap. 10:7, enviado a llamar al pueblo de Dios a la fapostólica. No nos haremos ningún bien si no sabemos el propósito de Dios de enviar el mensaje que dice:

¡El Esposo está aquí!  ¡Salgan de la oscuridad del mundo religioso para encontrarse con El!

Tenemos que saber que más allá de este GRITO de medianoche (Mt. 25:6) necesitamos contraer matrimonio con Cristo, una invisible unión espiritual con el Señor. 

"Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Por esto, yo no dejaré  de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente" (2 Pe. 1:10-12).

El Esposo está aquí en el tiempo de mayor oscuridad moral y espiritual del mundo (Ap. 10:1-2). Ha venido en la palabra hablada del grito de medianoche (clamor, voz de mando), que nos ha anunciado el séptimo ángel de Ap. 10:7, con las revelaciones de: 

1) La Unidad de Dios. 
2) El evangelio de Hechos 2:38.
3) La fe apostólica
 
Reuniéndonos con estas tres verdades de la Biblia ponemos a Cristo en el corazón, el fundamento  de nuestra fe, sobre el cual está edificada Su Iglesia verdadera.  Dios está llamando a Sus escogidos a salir de las oscuras creencias que se introdujeron en el Cristianismo. Sus ropas de salvación están sucias con la teología del hombre. Para que el Esposo se revele en sus vidas, deben convertirse a El de todo corazón, limpiándose de la oscuridad babilónica. Eso es nacer de nuevo completamente (Jn. 3:3 y 5).

CRISTO EL FUNDAMENTO, EN TRES VERDADES BIBLICAS

1) El Único Dios auto existente en Sí Mismo y Supremo Creador es Uno en Su Espíritu Eterno Invisible y no tres personas. Su plenitud divina se encarnó y se hizo Visible en Cristo Jesús (Juan 1:14). 

2) El evangelio de Hechos 2:38. La conversión al verdadero evangelio es la unión del creyente con la muerte, sepultura y resurrección de Jesús, para que Cristo se encarne en su corazón (Jn. 14:21).

3) La fe apostólica es la predicación y enseñanza de la Biblia por el ministerio quíntuple de Su ascensión (Ef. 4:11), para que se forme la mente de Cristo en Sus discípulos.

NUESTRA HERENCIA 

La Tierra Prometida a los hijos de Israel prefiguró la sabiduría del evangelio que el creyente debe poseer, así como los hebreos debían apropiarse de la tierra de Canaán. 

Fue a través del ministerio de Josué que Israel recibió su herencia.  El ordenó a los sacerdotes que transportaran sobre sí mismos el arca del testimonio al borde del río Jordán, para que sus aguas se apartaran delante de ella. Así es como los hebreos pasaron caminando sobre el lecho seco y se unieron en su espíritu con las profundidades del río. Esto nos indica que el arca es el Espíritu de Cristo que unge nuestro espíritu y nos revela el Jordán del evangelio.

PASA ESTE JORDAN

''Mi siervo Moisés ha muerto; ahora pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que Yo les doy a los hijos de Israel' (Jo. 1:2). 

En el Nuevo Pacto, pasar el río Jordán es tomar posesión del Nombre de Jesucristo en el bautismo de agua, para el perdón de los pecados. El Nombre que invocamos en el paso bautismal nos hace uno con El en Su muerte, resurrección y ascensión (Mr. 1:15 y 16:15).

En este acto de fe te identificas con la sepultura y la resurrección de Jesús. Por medio de Su cuerpo sin vida has muerto al pecado y el pecado ha muerto a ti. Estás reconciliado y en paz con el Todopoderoso. ¡ Por lo tanto debes creer que eres libre del señorío del pecado ! El cargó ese peso tan grande, lo destruyó con Su muerte en la cruz y nos hizo libres de la ley del pecado (Ro. 8: 2). Por la palabra del bautismo entramos en el reposo de Jesús y poseemos el poder de Su muerte. Ahora, el pecado ya no puede  someter el alma y el espíritu a cautividad y esclavitud (Ro. 6:14).

¿Crees en la muerte de Jesús por tus pecados...? Si así es, entonces únete con Su Nombre Jesucristo en el acto del bautismo. El agua, separada hacia el norte y el sur, representó Su sangre vertida en la cruz y Su cuerpo quebrantado para nuestra justificación  (Ro. 3:25). El lecho seco del Jordán prefiguró el sepulcro. Al bautizarnos somos santificados por la unión con Su muerte allí.  Por eso recibimos del Padre el perdón de los pecados (Hch. 2:38).  El arca se detuvo abajo en las profundidades del río, hasta que todo Israel pasó de un lado al otro lado. Así también, el alma - espíritu de Jesús descendió hasta las partes más bajas de la tierra en lugar de cada pecador condenado, y nos llevó a la victoria con El. Allí despojó de sus llaves a la muerte y al infierno y cuando resucitó se levantó con los santos del Antiguo Testamento y con todos los que hoy creen en El, hasta lo más alto de los cielos para llenarlo todo. 

Pero haber sido justificados, como las diez vírgenes que se durmieron, de Mateo 25, todavía no es nacer de nuevo completamente por causa de la oscuridad religiosa del sistema organizado. Tienes que salir de eso, porque allí tan solo eres como un niño que duerme en su gestación, y retarda su nacimiento. Eso le acontece porque la Divinidad de Cristo está afuera del sistema nicolaíta (Ap. 3:20). Lee la parábola y verás que todas las vírgenes cabecearon y se durmieron. ¿Por qué...? Porque contristaron el Espíritu Santo al aceptar (en ignorancia) falsas doctrinas. Podemos ver el estancamiento que sufrieron en el proceso del nuevo nacimiento, porque de no ser así el clamor de medianoche de Mateo 25:6 no nos llamaría a los escogidos con un terminante mandamiento :  

¡ Salgan a reunirse con el Esposo... !

El Esposo está afuera. Reunirse con El es poseer la revelación de Jesucristo en el corazón. Sus apóstoles nacieron de nuevo completamente cuando se convirtieron al evangelio de Pentecostés y se bautizaron en el Nombre de Jesucristo. Entonces vieron surgir al Hijo de Dios en ellos (Leer Lc. 22:32). A todos los creyentes que estamos aquí en la tierra, quiera el Señor en Su clemencia librarnos de todo engaño del pecado, auto-justicia y dureza de corazón para que no permanezcamos ciegos a la Fe - la revelación de la palabra  - que fue dada una vez a los santos (Jd. 1:3) y ahora es la verdad que Su Espíritu nos está hablando.

"He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de El teman los hombres. Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser,  fue ya; y Dios restaura lo que pasó" (Ec. 3:14-15).

SEPARADOS DE LA OSCURIDAD 

El Angel del Pacto bautizó en el mensaje de Moisés y en la nube de Su Espíritu a los hijos de Israel, estando todavía en Egipto. Así es como fueron justificados y santificados por Su palabra, para poder participar de la Pascua. Después, cuando aceptaron la sangre y comieron el cordero inmolado en sus casas se desataron de la maldición del pecado y las tinieblas del mundo egipcio. El precio de su redención fue pagado por un cordero inocente que murió por ellos, y rompió las cadenas demoníacas. Ahora debían salir de allí para ser bautizados en el mar Rojo, despojarse de  sí mismos en el desierto y poseer la tierra de Canaán. 

LA HEREDAD  y la HERENCIA 

En el Nuevo Pacto, el evangelio es la heredad del creyente renacido. Esto nos revela que debemos poseer las doctrinas del evangelio para obtener la Herencia que contiene la heredad (Sal. 16: 6-11). Las doctrinas son la sabiduría, la justificación, la santificación y la redención (1 Cor. 1:30). Es por medio de ellas que 'un niño nos es nacido' (Is. 9:6) y el espíritu humano se ha convertido en evangelio y heredad de Dios. Luego, Cristo la Herencia Divina se manifiesta  en  ese niño espiritual y 'el Hijo nos es dado' (Is. 9:6). Cristo es el Reino de Dios en el alma del renacido. Su Justicia es el reino de los cielos de Su carácter en  el espíritu. Su mente nos renueva el entendimiento y nos conduce a la  madurez espiritual (Ef. 4:13). Esto es llegar al Líbano, al Nilo, al Éufrates y al mar Grande más allá de Canaán (Gn. 15:18-21 y Fil. 3:12-16).

Toda persona que cree en el sacrificio de Cristo y se arrepiente de sus pecados, está justificada. Leer Romanos 3:21-27 y 10:8-13. Su regeneración recién ha comenzado. El Espíritu Santo está sobre su alma guardándole del mal y guiándole a la santificación, porque quiere habitar en él. La santificación se encarna en el corazón por el Nombre de Jesucristo en el bautismo. El Espíritu de Su Nombre actúa limpiando tu alma y espíritu con Su sangre, porque estás contaminado con el pecado de Egipto. Recuerda que Egipto es el reino mundanal pecador donde toda persona ha nacido físicamente.  El pecado es el ego carnal del sistema político, religioso, cultural, social, militar y materialista del mundo. Se ha escondido como falso ángel de luz en los credos, dogmas, ídolos, ritos y reglas de todas las instituciones eclesiásticas creadas por el hombre. 

Desde hace cientos de años atrás, fue recortado el verdadero evangelio. Por eso está escrito: 'Mas no todos obedecieron al evangelio (de Dios); pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?' (Ro. 10:16). Esta palabra profética nos muestra que hay modificaciones del evangelio y de las doctrinas bíblicas. Muchos pueden hablar de Jesús, pero serán desechados por haber predicado y enseñado sin el Espíritu de Cristo  las Sagradas Escrituras (Mt. 7:21-23).

Así como recibieron una nueva oportunidad los hijos de Israel que salieron del desierto, para poseer la tierra de Canaán, ahora todo creyente verdadero debe salir del desierto del caos y confusión religiosa en el Cristianismo institucional. Debes limpiar tu mente de tus propias opiniones e ideas de los hombres. El Espíritu Santo abre tu entendimiento y te muestra tu condición delante de Dios, para que anheles de  todo corazón la salvación de tu alma de todas esas cosas y la vida eterna de Cristo. La Gracia de Dios te muestra la puerta espiritual de Hechos 2:38 para entrar en Su Reino. Es el evangelio del día de Pentecostés quien implanta la naturaleza humana y divina del Hijo de Dios, en el alma, espíritu y cuerpo del creyente fiel.  

¡ Cristo es la Herencia Prometida a ser revelada en los renacidos, porque El es la Persona del evangelio  (Jn. 6:53-59).

El Eterno nos reconcilió con El gracias a Jesús, que vino al mundo a morir en el monte Calvario. Lo hizo para justificarnos con Su sangre, para santificarnos con Su muerte, para glorificarnos con Su resurrección, para perfeccionarnos y transformarnos con el Ministerio de Su Ascensión mediante el poder del Espíritu Santo y Su palabra.

RESEÑA HISTORICA 

La primera generación de Israel, que Moisés liberó de la cautividad, cruzó el mar Rojo prefigurando el bautismo en el Nombre de Jesucristo. Las cadenas demoníacas de Egipto se rompieron y los hebreos fueron libres completamente del poder maligno que los había esclavizado. En el bautismo  de Hechos 2:38 se rompen las cadenas del espíritu trinitario y se produce la separación del pecado del mundo. El trinitarismo es un espíritu satánico oculto en la práctica católica romana y evangélica de bautizar en los títulos Padre, e Hijo y Espíritu Santo, y no hacerlo conforme al mandamiento de Jesucristo de bautizar en Su Nombre para el perdón de los pecados (Leer Lc. 24:47). Si tú reprendes y echas fuera demonios invocando los títulos trinitarios, ellos se ríen, nunca te obedecerán. Pero no pueden resistir su expulsión en el Nombre de Jesucristo. 

Muchos cristianos en tiempos pasados no lo sabían porque el clamor de medianoche (Mt. 25:6 : la Voz de Ap. 10:7) aun no había llegado, por lo tanto el Señor no les juzgará  a causa de su ignorancia. Pero, en el siglo 20 la revelación del Nombre de nuestra salvación ha llegado para todo el mundo y quienes no lo creen tendrán que dar cuenta sin ninguna excusa, porque todo lo que te estoy anunciando está escrito en la Biblia y como obra del Espíritu Santo es irrebatible.  Lo que tú necesitas es ir al Señor con humildad de corazón y pedirle que te ayude a creer y obedecer la revelación que nos ha sido enviada, para que seas un verdadero renacido y Cristo se revele en ti.

Quien está oculto en el credo trinitario es la ley del pecado, porque es un invento de los hombres en el Concilio de Nicea (325 dC). Ellos modificaron las palabras de Jesús en Mateo 28:19. Esto es historia real que puedes investigarla en Internet. La ley del pecado es el ego de satanás que reina en el mundo del hombre. Su obra autoritaria es el nicolaísmo, un espíritu de señorío político sobre las personas en las iglesias, confesiones y grupos cristianos. Es el espíritu jerárquico del romanismo (Ap. 17). La Gracia de Dios nos rescató de todo eso en la cruz del Calvario y nos restaura a la fe de Jesucristo que tuvieron nuestros padres espirituales, los apóstoles del Nuevo Pacto. (Leer Gálatas 6:11-17). Conforme al misterio de Dios que tiene que ser consumado en Sus escogidos (Ap. 10:7), el alma, espíritu y cuerpo de cada uno de ellos que se convierte al evangelio es bautizado por el Espíritu Santo en la muerte, en la resurrección y en la ascensión de Jesucristo para ser perfeccionado y transformado por El a Su imagen.

"El Padre nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de Su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados" (Col. 1:13-14).

Parte 2 
  
EL MAR ROJO  y  EL RIO JORDAN

"Volvió el mar en seco; por el río pasaron a pie; allí en El nos alegramos" (Sal. 66:6).

"El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados" (Mi. 7:19).

Proféticamente, el mar Rojo y el río Jordán representaron la sangre de Jesús y Su cuerpo sepultado. Aquellos dos eventos, el cruce del mar  y el paso del río por el pueblo de Israel, nos hablan de un doble testimonio en los creyentes bautizados en el Nombre de Jesucristo. Mostramos que hemos muerto juntamente con Cristo al pecado del mundo, como los hebreos que salieron de Egipto. Y también que somos libres del pecado de nosotros mismos, como los jóvenes de Israel que pasaron el Jordán  (ver Ro. 6:11 y 14). 

Pero, atención aquí, los pecados no son borrados por el agua física. El agua es un símbolo del Nombre y de la sangre del Salvador. El lugar del bautismo tipifica Su cuerpo sepultado . Muchos practican el bautismo trinitario porque ponen el énfasis en el acto, es decir, en su obra personal de bautizarse en aguas, sin importarle el Nombre de Jesucristo.
 
La revelación divina del bautismo en agua es que el creyente es perdonado de sus pecados por Dios, si al bautizarse se une por fe con la muerte de Jesucristo. Por esto es necesario invocar la palabra de Su Nombre. El es Quien murió en la cruz, los borró con Su sangre y los remitió al mar del olvido (Is. 43:25 y Mi. 7:19). Por lo tanto, estamos hablando de creer en Jesucristo conforme al evangelio revelado por Dios el día de Pentecostés (Hch. 2:38). Revelación es fe que obra el creer verdadero. Si a la revelación se le impide obrar, la fe está muerta en sí misma y el creyente no es un discípulo con el testimonio de Dios.

La reunión de tu alma-espíritu y cuerpo con el cuerpo sin vida del  Señor en el sepulcro,  es cuando en arrepentimiento te bautizas creyendo en Su Nombre Jesucristo. Recién entonces es cuando pasas a ser un alma santificada y reconciliada con Dios. Los pecados son perdonados y borrados por Su Nombre, no por el agua física y los títulos Padre-Hijo-Espíritu, sino gracias a Aquel Jesucristo que murió en el Calvario (Hch. 22:16 y Tito 3:5). Y es por eso que puedes recibir por la fe el don del Espíritu Santo, para ser renovado en la resurrección del Señor con el poder de Dios, porque te has identificado con la obra expiatoria de Su Hijo Amado (Ro. 6: 10-11). 

Ahora, debes estar firme de ser uno con Jesucristo, justificado por Su sangre y santificado por Su muerte. Ama la palabra de Dios y aprende por medio de ella a vivir para el Señor. Eres un renacido  por la simiente incorruptible de la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación que permanece para siempre (1 Pe. 1:22-25) que dice así:

"Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hch. 2:38).

La tierra de Canaán y las aguas del río Jordán estaban esperando a la segunda generación de hebreos. Ellos estaban listos para ser perfeccionados en Gilgal y tomar posesión del país mediante la guerra. Fueron los descendientes del  Israel que salió de Egipto y se separaron de los incrédulos en el desierto. Dejando esa compañía carnal que pereció por incredulidad entraron en la tierra santa, destruyeron los reinos amorreos de Sehón y de Og (hoy es vencer al nicolaísmo y al balaamismo) y tomaron posesión del territorio que ellos ocupaban al oriente del Jordán (Nm. 21:21,35).  

Eso es apropiarnos, en Cademot, de la doctrina de la Gracia. En Hesbón, de la doctrina del arrepentimiento de obras muertas y en Basán, de la doctrina de la fe en Dios. Ahora debían avanzar todos juntos por el resto de la tierra destruyendo a sus enemigos, los cuales son hoy los espíritus denominacionales y el ecumenismo del anticristo. Al mismo tiempo, es crecer en nuestro espíritu y madurar en la fe y el conocimiento de Dios (ver Heb. 6:1). Pero, antes tenían que reposar y santificarse junto al Jordán (Jos. 3:1-5). 

Muchos creyentes, desde mediados del siglo 20, salieron de Egipto por el clamor profético del séptimo ángel de Ap. 10:7, mas perdieron su gestación espiritual y perecieron como los hebreos incrédulos en el desierto. Ellos no pudieron poseer el país de Canaán (el nuevo nacimiento completo) por su rebeldía para renunciar a sí mismos y a la mentalidad egipcia, que prefiguró al viejo hombre religioso 'evangélico' (ver Ef. 4:22). Por el contrario, volvieron atrás a Egipto, al sistema faraónico de religión organizada del hombre (que esconde el ego carnal) aunque muchos de ellos se hayan bautizado en el Nombre de Jesucristo. Son los cristianos que aceptaron el mensaje del profeta William M. Branham, así como aquellos israelitas que aceptaron el mensaje de Moisés, mas no se arrepintieron de la ley del pecado aborreciendo su ego carnal, ni crucificaron el viejo hombre para nacer de nuevo. Pero la segunda generación de hebreos, hoy son los discípulos de la predicación y enseñanza de Cristo a través de Sus verdaderos apóstoles. Es la Voz de arcángel del ministerio quíntuple de Su ascensión (1 Tes. 4:16 y Ef. 4:11). Cristo es nuestro Josué que nos lidera y conduce a tomar posesión  de la sabiduría del evangelio y de todas las doctrinas de la Biblia, para poseer la herencia de Su plenitud divina.

DOCTRINA DE BAUTISMOS JUNTO AL JORDAN

Los hebreos reposaron tres días junto al Jordán antes de pasarlo, haciendo un examen personal de sus vidas. Esto representa nuestro deber de conocer la doctrina de los bautismos del Espíritu Santo en Cristo Jesús y estar firmes en lo que hemos recibido de Dios (ver Heb. 6:2), conforme a la siguiente escritura:

'Mas por El estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención' (1 Cor. 1:30).

1) Bautizados en la sangre de Jesús para justificación.
 
2) Bautizados en la muerte de Jesús para santificación, al bautizarnos en aguas en Su Nombre Jesucristo.
 
3) Bautizados en la resurrección y ascensión de Jesús, para nuestra eterna redención. Este bautismo del Espíritu en el Cuerpo angelical de Cristo nos ha restaurado al Principio, más allá de Pentecostés, para ser  perfeccionados por El en Su palabra y transformados a Su imagen en un varón perfecto.

EL JUICIO PARA NUESTRA SALVACION

El agua de mar es salada y sabemos que la sal es purificadora. Esto indica el poder de Juicio de la sangre y la muerte de Jesús sobre el pecado, la carnalidad, el mundo y el maligno. "De la mano del Seol los redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte..." (Os. 13:14a). El creyente ha sido salvo en el orden siguiente:

1) Del pecado y de la maldad serpentina de la carne. 

2) De la oscuridad del mundo y de las tinieblas demoníacas. 

3) De la condenación de los  pecadores en el Día del Juicio (ver Ro. 10:13-15).

"Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego" (Ro. 1:16).

Debemos ver que la encarnación del evangelio en nuestra alma, espíritu y cuerpo es sal y juicio poderoso de Dios al pecado, para librarnos de su señorío cada día de nuestra peregrinación en la tierra. Ahora transitamos por el camino de la santidad de Cristo (Is. 35:8). Es la libertad de nuestro espíritu, como el avance sin obstáculos en el camino del mar Rojo que transitó Israel. Por lo tanto, el bautismo como nuestro mar Rojo es la separación del pecado del mundo y de las tinieblas demoníacas, para la salvación del alma.

RESTAURACION Y PAZ CON DIOS 

El bautismo como nuestro río Jordán tiene un significado más profundo, para los que han muerto al pecado del mundo. Es la muerte del señorío del pecado en el creyente y la restauración a su estado original, en el Principio. Has regresado a Cristo el Arbol de la Vida en el huerto del Edén (Ro. 8:1-2).

 "...Allí en El nos alegramos" (Sal. 66:6b). 

En síntesis, cruzar el mar Rojo y pasar el río Jordán es la aspiración de pertenecer a Jesucristo y ser santos por medio de El (Ro. 1:6-7).  El Espíritu Santo obra la perfección del entendimiento de la palabra de Dios, nos revela la mente de Cristo y nos ayuda a obedecer.

CONCLUSION

El arca del testimonio era el Espíritu de Cristo en el ministerio de Josué y el sacerdocio, liderando a Israel para pasar el Jordán.
 
Josué con los cuatro sacerdotes conduciendo a Israel, es hoy el ministerio quíntuple en Su Iglesia (ver Ef. 4:11-13).

El paso del Jordán es la unión con Cristo en Su muerte y resurrección para nuestra salvación.

La tierra de Canaán representa la palabra de Hechos 2:38, que fue invadida y modificada en tiempos pasados por el sistema religioso babilónico. Los escogidos debemos destruir los espíritus sectarios y los cambios hechos al evangelio con credos, dogmas y tradiciones, así como los fieles de Israel eliminaron a los reinos cananeos que mancillaron la buena tierra con sus ídolos. El evangelio bíblico original ya no es hoy la tierra de Canaán. No le pertenece en absoluto a los  espíritus religiosos, porque ahora es posesión de  los renacidos que son el Israel espiritual de Dios.

Simiente predestinada de la Novia y Esposa del Cordero : 

Cristo es nuestra arca. Su Presencia está en medio de nosotros perfeccionando nuestro entendimiento. El nos prometió que Su Venida espiritual vivificante sería manifestada en nuestros corazones antes del rapto y nos revelaría toda  Su palabra. Cristo en nuestro ser es la Herencia Prometida de Su Personalidad en el alma, Su mente en el espíritu y Su cuerpo espiritual en nuestro cuerpo, que nos prepara para el arrebatamiento.