Páginas

Traductor

LAS DOS LEYES DEL EDEN



'Entonces, Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un alma viviente'.

'Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado' (Gn. 2:7-8).

Terminologías: Edén - huerto - "jardín"

El huerto, no era el Edén. El Edén era un territorio muy extenso y dentro de él fue establecido el huerto, para que fuera el hogar de Adán. La zona geográfica del Edén era un área muy fructífera. Se extendía desde el territorio que existía antes de ser cubierto por el mar Mediterráneo hasta el río Eufrates y comprendía la mesopotamia asiática hasta el Tigris, de oeste a este. Y desde el Nilo y la tierra de Havila hasta el Líbano, yendo de sur a norte.

El huerto estaba donde luego fue la tierra del reino de Israel

'El huerto tenía un río que lo regaba y después se repartía en cuatro brazos' (Gn. 2:10).

El primero (que ya no existe desde el Diluvio) era el río Pisón, que regaba la tierra de Havila, de donde Salomón obtuvo mucho oro. Esa tierra fue muy fértil, pero sin el río se convirtió en desierto. Hoy es el territorio de Arabia saudita. El segundo río era el Gihón, que fue la cabecera del río Nilo. El tercer río, el Hidekel es hoy el Tigris (modificado) y el cuarto es el Eufrates. Con la gran inundación del Diluvio, toda la región del Edén se transformó y otras desaparecieron. El mar Mediterráneo cubrió una gran extensión sobre esa tierra, inundándola y aumentó considerablemente su superficie marina. Así fue que desapareció el río Gihón también.

Pero el lugar central del Edén en el Medio Oriente fue el huerto, donde surgió genéticamente la vida de la humanidad. El lugar era un paraíso espiritual, un poco de cielo en la tierra. El mundo espiritual y el mundo terrenal, allí, estaban juntos. Debemos comprender que Dios no expulsó a Adán y a Eva del área física del Edén, pero fueron separados del huerto de la presencia divina que hacía que ellos vivieran en dos lugares a la vez: el cielo y la tierra. Angeles, con espadas flameantes, se colocaron entre ellos y Dios para impedir que el conocimiento humano carnal se atreviera a nutrirse y a iluminarse con el árbol de la Vida. Este, fue protegido para que no tuvieran la puerta y el camino libres para entrar en la presencia de Dios.

Desde entonces, salvo el Señor Jesucristo, por sí mismo ningún hombre ha sido capaz de entrar allí. ¿Por qué algo tan drástico...?

Porque Adán y Eva habían comido el pecado.  Tenían un oscuro velo en su interior que separó sus almas de la santidad de Dios. Ella les permitiría tomar y comer el fruto del árbol de la Vida si hubieran obedecido Su palabra. Con el árbol de Dios afuera de su espíritu, tenían que seguir viviendo y dependiendo del árbol de la ciencia que había contraído la muerte. El hombre y su mujer eran pecadores.

'Por cuanto todos pecaron, están destituidos de la gloria de Dios' (Ro. 3:23).

EL ARBOL DEL CONOCIMIENTO DEL BIEN Y DEL MAL

'Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal' (Gn. 2:9).

Las palabras en medio nos están indicando el lugar más importante. Ese lugar era el jardín del huerto. Utilizamos la palabra jardín para poder representar lo que significan las palabras 'en medio' del huerto. Se están refiriendo a un sitio espiritual. La vida humana era ese lugar central más importante, con la ley de reproducción natural en ella.  El huerto contenía dos árboles simbólicos que estaban dentro de Adán y su mujer. Uno era de naturaleza divina y el otro era de naturaleza humana. Representaban en unidad dos leyes del Creador, dentro del hombre.

El árbol de la Vida fue la ley del Espíritu de Cristo en Adán y su mujer (Ro. 8.1-2). El árbol de la ciencia del bien y del mal fue el conocimiento humano. Una ley espiritual menor plantada para funcionar al servicio de la ley mayor. Como parte inherente del espíritu de Adán pertenecía a la imagen y semejanza de Dios. Estaba dentro de los cinco sentidos del espíritu que son: la conciencia, la imaginación, la memoria,  el afecto y la razón.  Hablando simbólicamente, sus ramas con sus hojas y sus frutos eran las facultades intelectivas del espíritu del hombre que expresaban a su alma el conocimiento natural de lo bueno y de lo malo, de lo correcto y de lo errado, de lo santo y de lo profano.

De no haber caído, como una ley menor habría de recibir la vida, la santidad y la fortaleza divina de la ley mayor, en obediencia y dependencia de ella. El árbol del conocimiento funcionaría utilizado por Adán como instrumento del árbol de la Vida. Era su siervo y mensajero. Porque Adán debía comunicarse con su entorno natural y convivir con todos los seres vivientes como su gobernador, a través de su mente unida con el árbol de la Vida. Así es como vivió el Señor Jesucristo en Su primera venida, mostrando lo que debió ser en Adán.

En su estado original y según el plan de Dios, el conocimiento humano debía ser un espejo que reflejara la sabiduría de Cristo, la cual es 'pura, pacífica, amable y benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía' (Stg. 3:17). Por tanto, la ley del conocimiento era la mente natural, creada para ser el medio de expresión de la persona del hombre. 

UN ARBOL CAIDO

El árbol humano era libre del señorío del pecado. No era la fornicación, el adulterio, la maldad y los crímenes del género humano que vinieron después de la caída del hombre. ¿Cuál era la finalidad de que sus raíces estuvieran junto al árbol de la Vida en el sistema reproductivo del organismo humano? La respuesta es que el espíritu humano debía (y debe también hoy) ser racional, sujeto a la mente de Cristo. Aquí vemos la mentalidad perfecta que Dios proyectó  para el alma del hombre.

La unión conyugal de Adán y Eva fue creada para funcionar conforme al árbol de la Vida y al árbol de la ciencia trabajando juntos (Gn. 1:28). Esto demuestra que sería una  relación marital espiritual y también racional, para la generación de hijos de naturaleza humana inmortal con la simiente de Cristo, es decir, participantes de la naturaleza divina. Los primeros seres humanos, Adán y su mujer, no tenían en ese tiempo los deseos irracionales de la serpiente (2 Pe. 2:12). Sus sentimientos humanos el uno por el otro debían ser fieles al Espíritu de Dios. El árbol de la ciencia fue creado para intervenir en la reproducción humana, por medio de una relación conyugal  cimentada en la sabiduría del árbol de la Vida.

'Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera' (Gn. 1:31).

Cuando Adán sujetó el árbol de su mente humana al Espíritu Santo de Dios, su razonamiento era justo, santo y bueno. El lo utilizaba diariamente y sin tropiezo alguno. ¿Por qué...? Porque Adán no tenía el pecado en su cuerpo. El era santo y puro. Su razonamiento no conocía el 'comer del conocimiento carnal fornicario' que le fue prohibido en Gn. 2:17. Por  tanto,  Adán no era un tipo pecaminoso carnal, sino una persona espiritual y libre.

Pero aunque era espiritual, porque estaba lleno del Espíritu Santo, no era un ser celestial. El era un hombre. Su mente pensaba y razonaba con un conocimiento perfecto y un sentido común con la conciencia poderosa del huerto de Dios. Pero aun no le había sido revelado el pensamiento y el sentir del árbol de la Vida. No siendo un teólogo intelectual, ni un místico religioso, él podía conocer como Salomón todas las cosas porque estaba ungido por el Espíritu de Dios. Pero el árbol de su mente era una ley de naturaleza humana, por tanto, era vulnerable y llegó a convertirse en una árbol caído.

LA LEY DEL PECADO Y DE LA MUERTE

Un día en el Edén, cuando la mujer estaba experimentando por primera vez en su cuerpo su tiempo de fertilidad reproductiva, fue el día más negro de la historia humana. De ese día habló Dios en Gn. 2:17. 'El hurtar y matar y destruir del maligno' que dijo Jesús en Juan 10:10, atacó al árbol de la mente, lo pervirtió y lo corrompió. El conocimiento del bien y del mal se separó del Espíritu Santo, murió espiritualmente cuando se fusionó con la simiente de satanás escondida en las palabras de la serpiente (Gn. 3:1). Esa simiente era la ley del pecado y de la muerte.  En el alma de Adán ingresó el pecado y la imagen de Dios en su espíritu se desfiguró.  El espíritu encarnado en la serpiente terrenal era el ángel caído, la serpiente antigua que se llama diablo y satanás (Ap. 12:9). Todo sucedió cuando Eva dejó entrar en su mente las palabras de la serpiente, que bajaron el espíritu de desobediencia a su corazón.  Allí, en su mente es donde fornicó y cometió adulterio espiritual con el enemigo contra la palabra de Dios. El árbol del conocimiento en ella se pervirtió y se corrompió moralmente, porque adquirió la 'concupiscencia, la codicia y la vanagloria' de la ley del pecado (1 Jn. 2:16).

La fornicación espiritual de la mente de Eva, fue la unión que se produjo cuando creyó las palabras del maligno. Su provocación predominó en ella y se hizo carne por medio de la unión física. Comió del fruto prohibido de la fornicación sexual con la serpiente, el acto por placer meramente carnal, y cayó en adulterio contra Adán. Este es el pecado original: participar de la inmoralidad sexual del conocimiento humano, un producto de la ley del pecado de satanás.  Ver Santiago 1:14-15.

Mucho tiempo antes, el adversario había perdido su gobierno sobre la primera creación terrestre (Gn. 1:1). Después de ser probado, él cayó de esa posición por enaltecerse contra Su Creador. Entonces fue 'lanzado a la tierra' - echado a lo más bajo de sus profundidades - (Ap. 12:9 ). La creación de Dios fue impactada con su caída por causa de su naturaleza malvada y rebelde. El instaló la ley del pecado y la muerte en el planeta (Ro. 8:20). Todas las criaturas vivientes y la tierra se impregnaron de su mal espíritu. Se extinguían unos a otros inspirados por un hambre y una sed de muerte depredatoria, cruel y sanguinaria.

Ese espíritu enemigo y opositor de Dios con el pecado y la muerte en sí mismo, era el espíritu de satanás en la creación terrestre primitiva. 'Asesino desde el principio...para hurtar, matar y destruir' (Jn 8:44; 10:10). Entre los versos 1 y 2 de Génesis cap. 1, transcurrieron muchas eras de tiempo. Los genes de vida en la tierra y en las aguas fueron preservados por el Espíritu de Dios (Gn.1:2). Desde Gn. 1:3, Dios ordenó por la Palabra Hablada de Cristo la existencia de la creación actual. Entonces, el gobierno perdido sobre ella por el ángel caído le fue entregado a Adán (Gn. 1:28), antes de ser puesto en la tierra.

EL INSTRUMENTO

La serpiente fue un ser viviente vertical, semejante físicamente a Adán. Según el vocabulario antropológico, aquel ser viviente es llamado 'homo sapiens' por los científicos del mundo Hay múltiples pruebas  de la capacidad intelectual de su mente terrenal. Podemos ver una relación muy notable en el raciocinio de la (podemos decir el, porque tenía sexo masculino) serpiente y los llamados 'hombres prehistóricos'. Estos seres vivientes primitivos y el serpiente no eran seres humanos, ni tampoco descendientes de los simios, como lo afirman muchos científicos. Ellos fueron una especie aparte, el eslabón perdido entre el hombre Adán y los simios. Hijos de la tierra creados por Dios en la primera creación, que llegaron a ser poseídos y controlados por el diablo, mucho tiempo antes que la serpiente ingresara al huerto del Edén,  para engañar a la mujer de Adán.

[Nota: Para dar más claridad a esta palabra. En la Biblia vemos que el nombre serpiente fue puesto a aquella criatura por Adán (Gn. 2:19-20). Pero la ciencia humana erróneamente lo llama homo sapiens, considerándolo de naturaleza humana por falta de revelación divina. Bueno, en su mayoría los eruditos del mundo no reconocen la creación de Dios, ni al primer hombre Adán, porque no creen en la Biblia. Pero conforme a la palabra de Dios, Adán no fue ningún homo sapiens terrestre, él fue un ser humano con simiente divina de hijo de Dios en su alma y con la imagen del Creador en su espíritu, que vino de arriba y con él fue el comienzo de la humanidad. Queda claro por revelación del Espíritu Santo que Adán no fue el homo sapiens. Este ser viviente  existió, pero fue un personaje con naturaleza terrenal en su alma porque era de abajo.]   

'Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal'  (Gn. 6:5).

'He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones' (Ec. 7:29).

Aquí vemos la palabra hombre recto en singular refiriéndose a Adán, quien fue creado a imagen y semejanza de Dios. Su alma era recta porque tenía el adn de hijo de Dios. Luego vemos la palabra ellos en plural, hablando de que existieron seres terrenales perversos.  ¿Quiénes eran ellos...? Por cierto, no eran hijos de Dios descendientes de Adán y Eva. El término ellos lo encontramos en Gn 6:5 hablando de los híbridos malvados, que fueron producto del intermatrimonio de los hijos de Dios, descendientes de Set - seres humanos , no ángeles caídos - que se unieron con las hijas de los hombres. Estos hombres fueron cainitas puros, que engendraron hijas sensuales. La maldad de su padre Caín era la naturaleza serpentina de ellos, pues él era hijo de la serpiente y de Eva. En lo espiritual él era hijo del diablo, pero en lo físico era serpentino y humano a la vez. Aunque no podemos llamar hombre a la serpiente ni a sus ancestros prehistóricos, sí podemos discernir que la carne de todos ellos era corrupta y poseída por demonios.

Como al principio, la ley del pecado que tuvieron los seres prehistóricos de la primera creación, fue reactivada por satanás para pervertir el raciocinio del serpiente, en la recreación de la tierra. El pecado y el conocimiento del bien y del mal fueron unificados en él, por el maligno. Alguien 'que fue bien hecho en gran manera' (Gn.1:31) para servir a Adán, se convirtió en posesión de satanás.  Este tomó su razonamiento, lo pervirtió y lo empleó para corromper con el pecado la naturaleza humana de los primeros hijos de Dios Adán y su mujer, puestos en la tierra.

Veamos nuevamente cómo fue el proceso. El diablo se pervirtió a sí mismo en el conocimiento del bien y del mal que Su Creador le había dado y se enalteció contra El. Después de su caída, controló al serpiente y lo inspiró para que la mujer de Adán aprendiera cómo razonar perversamente con su propio árbol del conocimiento humano, para separarlo del árbol de la Vida. Durante un lapso de tiempo, sutilmente  la fue envolviendo con un trato disfrazado de buena amistad, en sus acercamientos a la mujer. Logró fascinarla con sus razonamientos (ver Gá. 3:1), la engañó con sus palabras y en Eva se pervirtió la ley de su conocimiento humano. Luego, fue fácilmente seducida sexualmente y corrompida por la serpiente poseída del maligno.

Fue por esa razón que Dios le ordenó a su hijo Adán: 'No comerás del árbol del conocimiento del bien y del mal; porque el día que comieres del árbol, la muerte se instalará en ti! ¡Tú morirás porque la muerte estará en él' (Gn. 2:17 en paráfrasis ). Su mandamiento con autoridad fue también un aviso preventivo de lo que sucedería. Nunca fue una imposición de Dios, porque el hombre y la mujer debían aprender a obedecer por fe y voluntariamente al Señor. Ahora bien, el diablo no podía poseer a Adán y a la mujer  porque ellos tenían la imagen de Dios y estaban ungidos por Su Espíritu. Podía poseer y controlar al serpiente, porque era un ser terrestre, genéticamente listo para cometer muchas perversiones (Ec.7:29). Por eso dice la Biblia:  'Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo...' (Gn. 3:1). Solo una criatura tan sutil, con habilidad para hacer lo malo, podía ser el  artífice de la inmoralidad.

El era un labrador de la tierra al servicio de Adán, pero no fue su amigo. Lo tuvo todo para llegar a serlo, como Judas el traidor junto a Jesús.  Pero se fue a su destino en la extinción de su especie, hacia abajo como el Iscariote.  Dios no le imputó pecado a la serpiente porque a ella no le reveló Su palabra y 'donde no hay ley no se inculpa de pecado' (Ro. 5:13). Pero como hijo de la tierra sabía que obraba lo malo, porque en sus palabras lo vemos razonando a favor del mal. Es evidente que conocía que el bien es el contraste del mal, y viceversa. Por ese conocimiento fue juzgada y sentenciada cuando Dios la maldijo a no ser más una criatura viviente que caminara en posición vertical, sino que se arrastrara como un reptil (Gn. 3:14). La facultad racional le fue dada para que pudiera entender y obedecer a Adán. En su naturaleza  el Creador había puesto la ley del conocimiento terrenal (ver Stg. 3:15), como un reflejo del conocimiento humano de Adán.

La serpiente fue dejada con existencia bajo el juicio divino de su nuevo formato de reptil. Su muerte y desaparición definitiva fue bajo las aguas del diluvio, en los días de Noé. Dios probó a sus hijos por medio de su creación caída. Porque antes de Su mandamiento dado al hombre había pecado en el mundo, pero no era imputado porque no tenían ley. La ley de Dios: 'No comerás' que traducido es 'No fornicarás' fue dada al hombre, quien tenía la imagen y semejanza divinas,  para que se perfeccionara en Su palabra a través de la obediencia.

El apóstol Pablo dijo: 'El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte' (Ro. 5:12) .

¿Pero cómo entró el pecado en el hombre...? Entró por medio de la  caída en el pecado del árbol del conocimiento del bien y del mal de la mujer, mediante sus palabras propuestas a la mente de Adán. 'Por cuanto has obedecido a la voz de tu mujer...' (Gn. 3:17). Su mente aceptó el razonamiento caído de la mujer, con la concupiscencia de los ojos, la codicia de la carne y la soberbia del pecado. La mujer fue quien primero se pervirtió, se corrompió y desobedeció al Señor, experimentando la lujuria encarnada en ella por satanás  y la serpiente. Adán no fue engañado, pero por salvar la vida de su mujer y para no quedarse solo, comió a sabiendas el fruto del árbol caído (el conocimiento de la fornicación inmoral) y comió el pecado y la muerte. 

Concluyendo con el árbol del conocimiento del bien y del mal,  se puede ver que el razonamiento humano es el don del intelecto para saber lo que es bueno y lo que es malo.  Y que  todo ello fue vendido al pecado por Adán (Ro. 5:12; 7:14). Por tanto, el uso del árbol del conocimiento del bien y del mal sin el Espíritu Santo separó al hombre del árbol de la Vida eterna.

PRIMERO PECO EL ORGANO MENTAL DEL CONOCIMIENTO Y DESPUES PECO EL ORGANO CORPORAL DE LA REPRODUCCION, EN EL ACTO DE FORNICACION QUE NO DEBIAN  'COMER'.

Todo en el hombre fue vendido al pecado (Ro.7:14) . Así es como quedó constituido un ser caído carnal por la ley del conocimiento del bien y del mal unificada con el pecado, en su alma, espíritu y cuerpo. Por esto el hombre es mortal. 'Porque la paga del pecado es muerte' (Ro. 6:23).

EL ARBOL DE LA VIDA

El árbol de la Vida es Cristo, la ley del Espíritu Santo (Ro. 8:2). Es el Logos en  griego, el Verbo en latín, el Dabar en hebreo y la Palabra en español, la autorevelación del Padre siendo la Simiente Original en Sí Mismo. Cristo es la Unidad de los oficios y funciones de Padre y de Hijo, del único y verdadero Dios (Jn. 14:9) Cristo es el amor ágape, la sabiduría, la inteligencia, el conocimiento, el temor y el poder divino.  En forma de simiente espiritual estaba Cristo el árbol de la Vida en el alma de Adán, porque era un hijo de Dios. Cuando se revelara en Adán, este sería un hombre nuevo que maduraría hasta ser un varón perfecto, con la fe y el conocimiento del Hijo de Dios. 

Adán era un niño espiritual, así como un niño en gestación conforme al orden natural. Las raíces del árbol de la Vida estaban en su cuerpo, estableciendo la voluntad divina de que engendrara hijos con vida humana inmortal. Las raíces son el inicio de la vida. Entonces ellas habrían de regular la función reproductiva de la mujer, indicándole cuando comunicar a su marido el tiempo de unirse sexualmente y procrear sus hijos, según el plan de Dios.  Esto haría perfecta la reproducción humana y el funcionamiento orgánico del cuerpo. Lo más alto del cielo en toda la tierra en unidad con el Espíritu de Dios en el huerto, era el árbol de la Vida dentro del hombre. Tenía que estar plantado en el primer lugar con respecto al orden de importancia de la vida creada. Por eso está escrito: '...También el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal' (Gn. 2:9).  En el centro del huerto había un jardín espiritual que fue creado como gobernador de la creación terrestre. Ese jardín eran las vidas de Adán y su mujer,  ambos en co-igualdad hasta allí.  Ellos eran lo más importante del huerto en el Edén terrenal.  

El área geográfica terrestre donde Adán y Eva tenían su hogar pertenecía al primer cielo y estaba conectada al segundo cielo, el Paraíso de Dios (ver Heb. 12:22). Por eso fue escrito en Génesis que había un huerto en el Edén. Era una parte del segundo reino del Espíritu Santo en la tierra. Adán podía ver normalmente allí, la presencia de muchos ángeles que le acompañaban y platicaban con él (Gn. 28:12,16,17).  Fue la casa de Dios, la puerta del cielo y la escalera que vio Jacob,  por donde ángeles subían y bajaban.  Y Cristo el árbol de la Vida en medio del huerto Espíritu Santo, estaba listo para manifestarse en Adán. El territorio actual de Israel, en Medio Oriente, ocupa una parte del área donde estaba el huerto del Edén.

El hombre vivía al mismo tiempo en el cielo y en la tierra. Estaba en el reino del Espíritu, como gobernante humano del planeta. Pero tenía que llegar a reinar en Cristo y para eso tenía que obedecer Su palabra. El momento llegaría para que tomara la decisión de creer y obedecer por la determinación de su libre albedrío. Dios le dio un alma y su personalidad para que obedeciera por fe y de buena voluntad toda palabra que le revelara Su Espíritu, para ser uno con el árbol de la Vida y obtener la mente de Cristo.

La unción de la presencia divina le estaba indicando el camino hacia el árbol de la Vida (Gn. 3:24). Si Adán hubiera perseverado en ese camino, la mente de Cristo se hubiera formado en su mente y  luego él mismo se renovaría y transformaría (ver Ro. 12:2). Tendría amor, sabiduría y poder de Dios en su corazón. En esa hora de su vida el alma de Adán tenía la imagen divina, pero su espíritu no tenía revelada la mente de Cristo. El Espíritu  vestía de santidad su alma, espíritu y cuerpo. Pero conforme al misterio de Dios, tenía que llegar a ser revestido de la gloria de Cristo en su cuerpo físico, así como el Señor Jesucristo, por Su obediencia, se vistió con aquella gloria que tuvo con el Padre antes que el mundo fuese. Eso aconteció durante Su ministerio terrenal, cuando resucitó de entre los muertos y así mismo está sentado en el trono de Dios (ver Ap. 4:1-3). La vestidura de Cristo es el Cuerpo de Su gloria (teofanía). Fue con ese poder que Jesús obró en Su Primera Venida y sigue obrando ahora el Reino de Dios y Su justicia perfecta, a través de Sus santos Cuerpo de Cristo. 'Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: el Verbo de Dios' (Ap. 19:13 - ver 1 Co.15:53-54)

EL CUERPO DE CRISTO

Adán estaba desnudo físicamente. Esto nos revela que así es un creyente antes del nuevo nacimiento. Todavía se encuentra en el seno de su madre que es la Biblia, la palabra de Dios. Posee la regeneración que produce la fe en la sangre de Jesucristo y el arrepentimiento, por lo cual es un alma justificada. La regeneración es como la fecundación de un niño. Recién es el principio de una nueva vida, que un día tiene que llegar a nacer. Su gestación es la santificación que ha recibido al bautizarse en el Nombre de Jesucristo. Pero su espíritu aun continúa desnudo, porque permanece dentro de su madre y no ha nacido todavía. Tiene que salir de allí y por la fe recibir el Espíritu Santo (Gá. 3:2), como el niño en el plano natural, que ya quiere recibir su propio espíritu de vida. Será vestido con oro, vestiduras blancas y colirio por el Hijo de Dios (Ap. 3:18), así como es vestido un niño que viene desnudo al mundo. Esto es ser renovado completamente y hecho un nuevo hombre. Su alimentación en la revelación de la palabra le hará crecer para salvación. Ha pasado de ser un alma justificada y santificada, es decir regenerada y gestada, a ser un hijo de Dios y Cuerpo de Cristo conforme a  Jn. 1:12; 1 Co. 12:13; 2 Co. 5:17 y Ef. 4:24.  Ahora viene por delante crecer y madurar en la fe y el conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Ef. 4:13). Estas Escrituras nos revelan que ser hechos hijos de Dios es cuando por el Espíritu Santo nacemos de nuevo completamente y al mismo tiempo somos bautizados en el Cuerpo de Cristo (1 Co. 12:13). Precisamente para que Cristo se manifieste en nosotros (ver Jn. 14:21). En lo natural, cuando un niño ha nacido es bienvenido e integrado en el cuerpo familiar, porque pertenece a él.

'Porque un niño nos es nacido, Hijo nos es dado; y el Principado estará sobre su hombro; y se llamará Su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz' (Is. 9:6). 

El Cuerpo de Cristo no es la gran colectividad de personas que componen el cristianismo, distribuida en sus respectivas denominaciones y confesiones, porque eso es una congregación de naturaleza humana. El Cuerpo de Cristo es de naturaleza divina. Se llega a ser parte de El después que el Espíritu Santo nos ha bautizado en las tres etapas del nuevo nacimiento. Veámoslo nuevamente : 1) La justificación por fe en la sangre de Jesucristo y el arrepentimiento del pecado es la regeneración del alma. Es la semejanza del embarazo natural (Hch. 2:38; Ro. 3:23-26). 2) La santificación es la unión con Su muerte, por el bautismo en el Nombre de Jesucristo. El Espíritu incrementa la conversión al evangelio en el creyente justificado (Hch. 3:18-19). Esto es semejante a la gestación natural. 3) La tercera etapa del bautismo del Espíritu es el nacimiento de una nueva persona en unidad con el Cuerpo glorificado de Cristo Jesús.

EL SELLO y LAS ARRAS DEL ESPIRITU EN LOS SANTOS NOVIA

'Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mi, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; El os bautizará en Espíritu Santo y fuego' (Mt. 3:11).

Esta profecía de Juan el Bautista se cumple en Mt. 25:10, donde el Esposo reúne con El a la virgen prudente que se ha preparado con la Voz de Aclamación y el evangelio apostólico de Hch. 2:38. Eso significa que ella ha obtenido el vestido de boda, que es la unidad con la muerte de Jesucristo. Ahora, está lista para resucitar con El y vivir el nuevo nacimiento completo. El Esposo es atraído por el amor y anhelo de El que tiene la Novia en su corazón. Entonces la bautiza con el sello del Espíritu Santo y al mismo tiempo con el fuego de Su Cuerpo glorificado, que convierte a los santos Novia en Su Esposa. El alma - espíritu y el cuerpo reciben el Espíritu de Cristo : el sello de Dios y las arras de la gloria venidera, cuando el cuerpo será completamente cambiado y hecho semejante al cuerpo glorioso actual del Hijo de Dios (Ro. 6:5; 2 Co. 1:21-22; Ef. 1:13-14; Fil. 3:21 y Ap. 19:8). Por el nuevo nacimiento del Espíritu los escogidos tienen el sello de ser adoptados como hijos de Dios.  Las arras son Su cuerpo angelical, el anticipo de la gloria divina que en ellos habrá de manifestarse para el arrebatamiento.

Dios instaló desnudo al hombre en el huerto, para que obedeciendo Su palabra comiera del árbol de la Vida. Entonces sería sellado con Su Espíritu y vestido con el Cuerpo de Cristo, glorificando su cuerpo humano. Físicamente era sustentado por los frutos de los árboles naturales del huerto. Los creyentes de la Iglesia temprana en su mayoría fueron renacidos, pero vemos que algunos se estancaron, entre ellos los hebreos (leer Heb. 5:13). El Espíritu Santo fue su huerto. La doctrina de los apóstoles fue el árbol de Vida. Ellos fueron su nodriza con el Espíritu de Cristo. El jardín fue su alma renacida y un nuevo espíritu. Cuando algunos cristianos carnales y sin entendimiento espiritual, creyeron la mentira de hombres nicolaítas, a finales del primer siglo y en todo el segundo siglo, la Iglesia se manchó fornicando con falsas doctrinas en adulterio espiritual contra Cristo. Cayó en la apostasía que le propuso el anticristo, así como sucedió en el huerto del Edén. El producto de la fornicación con el diablo y el adulterio contra el ministerio apostólico de Cristo, la derrumbó en la muerte espiritual de la apostasía por casi 1900 años. Esto nos muestra que no todos los cristianos de las Siete Edades de la  Iglesia han sido hijos de Dios y el Cuerpo de Cristo, hasta hoy.

LA PERFECCION

En la hora presente, la Iglesia tiene la bendición de estar vestida de Jesucristo con la túnica de justicia de Su obra expiatoria, como Adán y Eva fueron vestidos por el Señor con el sacrificio de corderos inocentes, después de su caída. Salvo Enoc y Elías que fueron traspuestos, los hijos de Dios del tiempo antiguo no tuvieron el cambio de cuerpo, hasta que Jesús los glorificó y los trasladó con El en Su ascensión a la casa del Padre (ver Mt. 27:52-54; Ef. 4:8). Desde entonces, el ministerio de ascensión del Hijo en el Cuerpo de Cristo es Quien lidera, conduce y fortalece a los creyentes que serán arrebatados (Heb. 9:11). De esta manera tiene que ser, porque la perfección es una obra exclusiva del ministerio del Esposo en Su Novia-Esposa. La naturaleza divina de nuestro Señor produce las acciones justas que adornan a la Esposa (Is. 61:10 y Ap. 19:7-8). El Eterno tenía que probar la fidelidad de Adán, para que siendo poderoso en la obediencia pudiera ser imbatible ante las asechanzas del diablo y así él mismo pudiera perfeccionarse. Pero, lamentablemente, no superó el examen.

'Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo'
 (1 Co. 15:57 ) .

Jesucristo cuando fue probado hizo perfecta la obediencia,  porque El no cayó en la tentación, ni fue vencido por los poderes de la muerte. Fue imposible para ella retenerle en sus cadenas. Al contrario ¡¡El se las quitó...!!
  
'Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad...' (Ef. 4:8).

'Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen' (He. 5:8-9).

'Y tengo las llaves del infierno y de la muerte' ( Ap. 1:18).  

El segundo Adán está restaurando en los santos del Cuerpo de Cristo la unión y sujeción del árbol de la ciencia al árbol de la Vida, por medio del Espíritu de revelación.  El escogido debe  revisar bien a fondo la lámpara de su hombre interior. Tiene que examinarse y ver si se mantiene firme en la fe. En cuanto a ti, querido lector, si crees que esto está aconteciendo hoy ¿eres un cristiano regenerado que está  como un gestante natural en el vientre de su madre y aun se demora en ver la luz del nuevo nacimiento completo? Tú tienes que salir de esa condición y entrar por fe en el huerto del Espíritu. Es allí donde estuvo Cristo Jesús cuando vino a la tierra, a quitar con Su muerte en la cruz la separación que había entre nuestra mente (el árbol ciencia) y Su mente (el árbol de la Vida). En el instante que El expiró, el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo. Entonces el Lugar Santo y el Lugar Santísimo se juntaron. Ya no hay distancia entre el Lugar Santo de nuestra mente y el Lugar Santísimo de Su mente (Mt. 27:51). En cada Edad de la Iglesia, ha venido como el Esposo a bautizar en Su Espíritu y en el Cuerpo de Su gloria a los escogidos, para perfeccionarlos en Su palabra y transformarlos a Su imagen. El árbol de la Vida está plantado en el jardín de Sus adoradores, impartiéndonos la savia divina de la mente de Cristo en el árbol de la ciencia de nuestra mente humana.

'Pero mientras ellas iban a comprar (el aceite - Espíritu de revelación), vino el Esposo; y las que estaban preparadas entraron con El a las bodas; y se cerró la puerta' (Mt. 25:10).


EL CANTAR DE LOS CANTARES


En los versos siguientes la palabra huerto se refiere al jardín de nuestro corazón.

'Levántate Aquilón, y ven, Austro; soplad en mi huerto, despréndanse sus aromas. Venga mi amado a su huerto, y coma de su dulce fruta.

Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía; He recogido mi mirra y mis aromas; he comido mi panal y mi miel, mi vino y mi leche he bebido.

Comed, amigos; bebed en abundancia, oh amados.

Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias, para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios. Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; él apacienta entre los lirios. '
Al huerto de los nogales descendí a ver los frutos del valle y para ver si brotaban las vides, si florecían los granados.

Oh, tú que habitas en los huertos, los compañeros escuchan tu voz; házmela oír.'

(Cantares 4:6 - 5:1 - 6:2,3 - 6:11 - 8:13)

La Novia-Esposa del Cordero, Su verdadera Iglesia con hijos de Dios completamente nacidos de nuevo, debe cantar victoria porque es el jardín del Amado en el huerto y reino del Espíritu Santo. ¡¡El es el cantar de los cantares y nuestro himno de victoria!!  Veamos las siguientes palabras del apóstol Pablo:

'Gracias a Dios, por el Señor nuestro Jesucristo. Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu'.

'Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte'.
 
(Ro. 7:25 y 8:1-2)

CONCLUSION

La Elegida está siendo preparada por el ministerio de ascensión del árbol de la Vida, para recibir la Trompeta del arrebatamiento. Es la ley del Espíritu de Cristo en su alma, con la revelación de Su palabra que renueva la mente,  perfecciona el entendimiento,  glorifica el espíritu y  restaura al renacido a la posición original perdida por Adán en el huerto del Edén.

Pronto la transformará con el cambio de cuerpo para reunirla con El en Su aparición física, en el aire. Después de llevarla a la Cena Final de la Boda del Cordero en la Casa del Padre, el Rey y Esposo volverá con Su Esposa y Reina a la tierra, para gobernar y regenerar a las naciones y la creación terrestre durante mil años (Mt. 19:28). El Amado  rescató el Libro de la Redención y Título de propiedad de la tierra que perdió Adán, para que Su Esposa participe de Cristo, pueda permanecer unida con El en matrimonio y ser Su colaboradora por la eternidad (Ap. 10:8-11).

'Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la Vida, y para entrar por las puertas en la ciudad'.

'Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye diga: Ven. Y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente'.


(Ap. 22:14, 17)