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UN LUGAR EN LA ROCA



Lectura de Exodo 17:1-7.

Verso 1:

"Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin por sus jornadas, conforme al mandamiento de Jehová, y acamparon en Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese".

Partir desde Sin (que traducido significa 'arcilla') es que seamos dóciles como el barro del alfarero en las manos de nuestro Padre Eterno. El viaje por el desierto en el éxodo de Israel, es el proceso de nuestra santificación para entrar en el Reino del Espíritu de Dios y poseer la buena tierra de la sabiduría del evangelio. Este viaje tiene su inicio en el arrepentimiento de la incredulidad y del orgullo en las personas que recibieron a Jesucristo como Su Señor y Salvador. A continuación ellas obedecen el evangelio de Hechos 2:38 bautizándose en agua en el Nombre de Jesucristo y el Espíritu Santo las unge para perfeccionar su entendimiento de la palabra de Dios. La plenitud de Cristo y la transformación del alma a Su Misma imagen es nuestro destino y herencia espiritual, en el viaje que nos ha sido propuesto por el Padre Celestial (He. 12:1).

"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de Su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos" (Ro. 8:28-29).

El campamento en Refidim tiene como propósito confirmarnos que somos salvos por la fe, y que tenemos que confiar y descansar en la obra redentora de Cristo, el Don inefable de la Gracia de Dios. Ver Romanos 5:1-2 y Gálatas 2:20. La falta de agua produjo mucha sed a Israel. Esa necesidad física nos indica que nuestro espíritu sin la llenura del Espíritu Santo se encuentra seco y vacío. Pero quiere decirnos el Señor que lo está permitiendo para formar una absoluta dependencia de Su palabra, de manera que tengamos resistencia a la soledad y a la muerte espiritual que nos rodea en el desierto carnal del mundo exterior.

Verso 2:

"Y altercó el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo? ¿Y por qué tentáis a Jehová?". 

El reclamo violento de agua por el pueblo indica el desprecio hacia Moisés y la provocación irreverente al Señor que los rescató de Egipto. Nótese que buscan al hombre y no a Dios. Esto habla del gobierno del egoísmo (la ley del pecado) en sus almas, es decir que era un pueblo que no se había santificado de sí mismo. Esta es la capacidad que tiene la carne de confrontar al autor de nuestra salvación, que nos ha hecho un llamamiento a una vida espiritual. El hombre carnal no tarda en apuntar contra Dios cuando sufre aflicción y necesidades terrenales. Pero El las permite para descubrir todas las áreas ocupadas por la incredulidad y el orgullo en nuestro espíritu, y en contra del alma. 

Verso 3:

"Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?".

Para aquella multitud de espíritu egipcio no estaba primero el Reino del Espíritu Santo en sus corazones, ni la tierra prometida. Egipto es la dimensión de lo político, religioso, financiero, militar y cultural del mundo pecador, fusionado con el cristianismo organizado. Israel tenía la óptica egipcia y juzgaba todo lo que le sucedía así como actúa la mentalidad  religiosa denominacional, porque se contaminó cuando estuvo cautivo y esclavo bajo el reino de Faraón.

Verso 4:

"Entonces clamó Moisés a Jehová,  diciendo:  ¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un  poco me apedrearán."

Moisés clamó al Señor. Notemos que no ruega por agua. ¿Acaso él no tenía sed también? Seguro que sí. Pero la urgencia de la hora para él, en primer lugar, era conocer la voluntad de Dios para su vida. El ministerio de la Novia-Esposa de Cristo en esta hora está clamando así:

"¿Qué quieres que haga Señor con la gente y su violencia? Tú sabes que no hay el Agua de Vida en este mundo y estamos muy necesitados de todo lo que ella es a nuestra alma. Pero mayor es la necesidad de entender lo que Tú quieres que hagamos por nuestra salvación y vida eterna en toda circunstancia. Lo carnal se levanta y se subleva, Señor, para imponer la voluntad de la muerte sobre la vida nueva que tienen los que te obedecen.  Clamo por Tí, en mí Señor,  antes que por todo lo que es de abajo".

Así clama el creyente renacido, porque es espiritual y está consagrado para perfeccionar a otros santos en la obra del ministerio.

Verso 5:

"Y Jehová dijo a Moisés: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara con que golpeaste el río, y vé".

La voz del Señor nos revela : 

"Que no te intimide nada ni nadie Moisés. No te quedes atrás. Yo te coloqué adelante y tienes la supremacía de un espíritu nuevo sobre la carnalidad. Empieza por tí. Haz de sobreponerte sobre tus temores. Acompáñate de pensamientos maduros y de aquellos hermanos consagrados que me sirven con fidelidad. Tienes la vara de autoridad  para juzgar las rebeliones. Es el mensaje de la cruz sobre la incredulidad y el orgullo. Cuando heriste con ella el Nilo, cayeron los dioses de Egipto". 

Verso 6:

"He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y  Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel".

EL JUICIO DE DIOS

Nuestro Dios y Salvador Jesucristo está en Su Monte Santo, para derramar aguas en el sequedal y abrir los ríos en la tierra árida. De El viene el  derramamiento del Espíritu Santo y la salida de toda situación difícil (Is. 44:3). Pero ¿qué significa golpear la peña...? La peña en Horeb era un cuerpo sólido y fuerte allí en la soledad del desierto y Moisés tenía que golpearla.  Representa el cuerpo del Señor Jesús que fue traspasado por el Juicio de  Dios al pecado, con la crucifixión de Su Hijo en el monte Calvario.  Nosotros lo golpeamos con la vara de la cruz. Sí, tú y yo lo hicimos. Herimos de muerte con nuestros pecados a la Roca de nuestra salvación. El cargó con nuestras rebeliones, así como aquella peña en Horeb recibió el azote que la partió al medio para juzgar la maldad de Israel. Y bebieron todos las aguas de aquella herida para ser salvos de morir de sed en el desierto.

"...y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas El herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre El, y por su llaga fuimos nosotros curados" (Is. 53:4-5).

"Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en El" (2 Co. 5:21).

NUESTRO PROPIO JUICIO 

El Espíritu Santo nos revela en Exodo 17:6 el mensaje de lo que tiene que suceder en mucho pueblo que hoy se llama cristiano:  Se debe unir con el cuerpo herido de Cristo, la Roca de nuestra salvación. Tienes que romper la dureza de cerviz que es la incredulidad y el orgullo de tu mente y corazón, con la vara del Juicio de Dios al pecado en la muerte de Jesús. Arrepiéntete del pecado (tu egoísmo carnal) y aférrate al cuerpo crucificado de Jesús que padeció el Juicio de Dios, creyendo en la palabra del evangelio. ¿Por qué dejas que el mal engañe tu mente y controle tu corazón para que no recibas el Espíritu Santo?

"De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida" (Jn. 5:24).

¿Lo habrán entendido así en sus conciencias aquellos insensatos, cuando vieron la piedra quebrantada por el castigo de la vara de Moisés? ¿O a ellos solo les importó el beneficio de aquella señal para satisfacer únicamente la sed de su cuerpo físico? Hoy son muchos los que proceden neciamente, como aquellos israelitas en la Misma Presencia del Señor. Aunque disfrutan del agua de Su Espíritu y de Sus bendiciones, piensan equivocados que ya en todas las áreas de su alma, espíritu y cuerpo está Cristo morando plenamente. Ellos dicen: 'Yo tengo a Cristo'. Pero no es así, están engañados. Israel en el desierto tenía al Señor sobre su mente, pero no lo tenía dentro de su corazón. Son los cristianos carnales sin la revelación del evangelio. Es porque nunca han llegado a una plena conversión al Señorío de Jesucristo.

"¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios" (Ro. 2:4-5).

El Espíritu Santo es el poder de la resurrección de Jesucristo y el agua vivificante que salva y hace libre al verdadero creyente. No puede vivir en nosotros sin ningún precio. De Jesús herido de muerte por la cruz fue que salió Su Espíritu y también sangre y agua al ser traspasado por una lanza romana, para santificarnos (limpiarnos y liberarnos) del pecado y de toda maldad serpentina. El precio que El pagó por nuestra salvación y vida eterna fue muy alto, recibiendo el Juicio de Dios en nuestro lugar.

Cuando el pueblo de Israel vio salir aquella agua de la roca herida, corrió a beberla para salvar su vida y la de sus animales de morir de sed. Solo algunos vieron algo espiritual en la roca. Ellos bebieron también con sus conciencias ungidas por el Espíritu Santo al Espíritu de Cristo que estaba allí y reconocieron que El fue Quien hizo salir el agua que salvó sus vidas. Entonces creyeron aun más la palabra de Dios con la cual Moisés abrió la roca.

"Y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo" (1 Co. 10:4).

Pero de la mayoría de aquel pueblo no se agradó el Señor. Los probó para que se arrepientan y se conviertan de sí mismos a la Roca de salvación, la cual era Cristo el Angel de la Faz de Dios. En cada prueba el Verbo estuvo allí en medio de ellos, esperando que creyeran y entraran en Su palabra para encontrarse con El. Es que no podrían ser un Reino de sacerdotes y de gente santa sin la revelación en sus corazones de Quién es el Hijo de Dios. Pero no la recibieron. Antes, bien, la resistieron. Por eso quedaron postrados en el desierto y muchos murieron horriblemente cuando fueron juzgados por sus pecados en vida.

"Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. Por tanto, amados míos, huid de la idolatría" (1 Co. 10:11-14).

Hace veinte siglos que la Iglesia verdadera fue fundada sobre Jesucristo la Roca herida en el Calvario y comenzó a ser edificada sobre El por la revelación de Hechos 2:38. Es la obra de predicación y enseñanza del ministerio apostólico original la que nos conduce a poseer un lugar en la roca de fundamento, así como fue llevado Israel a la roca de Horeb por la palabra de Dios revelada a Moisés. Los apóstoles fueron piedras vivientes impartiendo el Agua de Vida del Espíritu de Cristo, por todas partes. ¿Por qué pudieron recibirlo...? Porque golpearon y rompieron con la vara del evangelio la piedra del egoísmo (la ley del pecado) que estaba en sus corazones  y así obtuvieron su lugar en Cristo la Roca. Eterna.

Cuando vieron a su Maestro herido de muerte sobre la cruz, aun no podían comprender el propósito de Su venida. Para ellos, exactamente allí había terminado todo. Pero cuando Jesús resucitó y les impartió Vida otra vez a ellos, les quitó el velo del entendimiento y entonces comenzaron a golpear su incredulidad con la revelación de la palabra de Su muerte que las Escrituras anunciaban, así como la vara de Moisés golpeó la peña con la palabra revelada que el Señor le dio.

Los apóstoles del Nuevo Testamento son la mano de la potestad divina, porque empuñan la vara del Juicio y la Justicia de Dios. Esta vara es el evangelio que recibimos de lo Alto el día de Pentecostés y juntamente con ellos, los hijos de Dios, entramos a nuestro lugar en Cristo, la Roca de los siglos. Amén. El evangelio es la puerta estrecha y el camino angosto para que entremos hoy también en el Amado. ¡Bendito el Nombre de Jesucristo!  ¡Nuestros padres espirituales del primer siglo tenían el poder de vencer el maldito pecado y el desierto de la carnalidad! Entonces la dureza de sus corazones se rompió, así como se fracturó la peña en Horeb y fueron uno con Cristo, la Persona del evangelio.

Hermano, ¿puedes entender cómo es que fueron ellos libres de sí mismos y se convirtieron en fuentes de vida eterna llenos del Espíritu Santo, para que muchos podamos ser salvos del espíritu mortal del pecado y de este mundo perdido?

Israel, después que bebió el agua de la roca, tan solo sació la sed de su cuerpo físico pero permaneció seco y vacío en su alma-espíritu, tanto como la soledad del desierto terrenal que le rodeaba. No comprendió que el azote de la vara de Moisés a la piedra, era el mensaje de lo que Dios quería que hicieran con sus corazones petrificados de incredulidad y de orgullo.

"Así que,  yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado" (1 Co. 9:26-27).

No podemos herir dos veces de muerte a Jesús. El murió una sola una vez por nuestros pecados, el Justo por los injustos para llevarnos a Dios. Ahora, cada persona creyente golpee con la cruz de Jesús su egoísmo pecador hasta herirlo de muerte, para nacer de nuevo  y  ser hecho un hijo de Dios. ¿Cómo es eso? Es el arrepentimiento y confesión de pecados con sincera renunciación en el alma. Herirse es morir, y el arrepentimiento es muerte para el egoísmo carnal. Se trata de la muerte completa del dominio del pecado en el alma y la separación de la vida mundanal, donde reina la oscuridad de satanás.  Si no, no sirve, hermano. No te engañes con los evangelios modernos de prosperidad material y de autoestima personal, ni con la corriente ecuménica de las iglesias apóstatas o tus propias ideas e interpretaciones carnales. Todo lo que no es de la fe de Jesús, es decir, lo que no es revelado por la mente de Cristo, es pecado. Así está escrito en la palabra de Dios en Romanos 14:23: "...y todo lo que no proviene de fe, es pecado".

La vara con autoridad divina de Juicio y de Justicia es la palabra del evangelio. La roca representó el cuerpo de Jesús sacrificado y el agua prefiguró al Espíritu de Cristo.

Amigo que lees con fe, y tú querida persona católica o evangélica: Te ruego que te reconcilies con el Señor según Su palabra del día de Pentecostés. Es la puerta de Dios abierta en la tierra para ingresar a los lugares celestiales dentro de Cristo, la Roca de los siglos. ¡Conviértete por fe a la muerte de Jesús a través del verdadero evangelio bíblico (Hch. 2:38)  para ser santificado y podrás recibir el Espíritu de Su resurrección, nuestro lugar en la Roca!  Cree en Su sangre de todo corazón y muere después con el arrepentimiento de todo pecado. Examina bien tu corazón, revisa tu conciencia, tómate un verdadero tiempo de reflexión y humíllate al Señor. El  ve tu actitud y te ayudará a ser un vencedor sobre el pecado, el mundo y las tinieblas. Luego, sepúltate en el sepulcro aguado del bautismo en el Nombre del Señor Jesucristo, donde está la muerte completa de nuestro Salvador. Renuncia al bautismo pagano en los títulos de Padre, e Hijo y Espíritu Santo impuesto por la Gran Ramera Católica Romana y sus hijas rameras, las denominaciones protestantes evangélicas. No juzgo a las personas, sino al falso sistema religioso del mundo iglesias.

Sí, ¡Renuncia a la falsa doctrina trinitaria, madre del bautismo en títulos y del culto a Baal del emperador Constantino, en el Concilio de Nicea en el año 325 d.C.!  ¡Investiga la verdad pueblo de Dios! ¡Compáralo todo con las Escrituras! ¡No temas hacerlo y tampoco seas tibio ni cobarde, porque ese es el consejo del pecado y la fuerza diabólica que está ahora en el aire, el cual es el mismo reino de satanás operando para la perdición de la cizaña y de los creyentes manufacturados e infieles!

"Por lo cual, Salid de en medio de ellos, Y apartaos dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. Así que,  amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios" (2 Co. 6:17-18 y 7:1). 

Luego, el agua viva de Su resurrección saldrá de tu interior por el bautismo del Espíritu Santo en Cristo, la Roca de nuestra salvación y de nuestra entera reconciliación con Dios.

"El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (Jn.  4:14).

Despierta hijo de Dios que crees en esta palabra. Obedece y Cristo surgirá en tu alma y te renovará. La carencia del agua de Su Espíritu es mortal, como lo fue para muchos israelitas que perecieron en el desierto. El evangelio original no es una poesía mística, ni un mensaje metafórico. No teorices, ni razones carnalmente. Cree solamente y déjate conducir por esa fe que surge en tu corazón. Huye con urgencia de toda institución religiosa que ha regresado a su madre romana, abierta y descaradamente uniéndose al Movimiento Ecuménico, el cual es idólatra. Allí se mezclan la contradicción de Coré, el lucro de Balaam y la fornicación de Jezabel con satanás, que es la idolatría. Estamos al final de los reinos de este mundo y su sistema babilónico de religiones (Leer Ap. caps. 17 y 18).  Entra en la Roca del Espíritu de Cristo por medio de la fe en el evangelio proclamado en Jerusalén hace dos mil años por nuestro Señor Jesucristo y Sus Apóstoles. (Leer Ef. 2:20). Sé humilde y sincero en la Presencia de Dios. Busca un lugar a solas y dile:

"Señor, yo me arrepiento. Reconozco mi pecado y renuncio a él. Te ruego Tu Espíritu para que pueda ser fiel a Tu palabra, donde está el Camino, la Verdad y la Vida de Jesucristo. Dame arrepentimiento y santificación del pecado, con la muerte y resurrección de Jesús en mí".

Anda hermano. Arregla el asunto de mayor importancia del hombre en la tierra, el cual es reconciliarte con tu Dios y tu Señor para que puedas ser salvo. Debes saber ahora dónde pasarás la eternidad. Entonces, la bebida espiritual del Espíritu de Cristo nunca te faltará y en las sequías saciará tu alma.

"Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan" (Is. 58:11).

"En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso de pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado" (Jn.  7:37-39).

El creer verdadero es ser fiel al evangelio. Esta es la vara de Dios que nos hace un lugar dentro de Cristo nuestra Roca y El nos da a beber Su Espíritu de Dios y de Cristo, "el cual ha dado Dios a los que le obedecen" (Hch.  5:32).