Lectura de Exodo 17:1-7.
Verso 1:
"Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin por sus jornadas, conforme al mandamiento de Jehová, y acamparon en Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese".
Partir desde Sin (que traducido significa 'arcilla') es que seamos dóciles como el barro del alfarero en las manos de nuestro Padre Eterno. El viaje por el desierto en el éxodo de Israel, es el proceso de nuestra santificación para entrar en la tierra prometida de la plenitud de Cristo. Este proceso comienza en la persona creyente con el arrepentimiento de sus pecados, después de aceptar a Jesucristo como Su Señor y Salvador. A continuación ella debe obedecer el verdadero evangelio bíblico de Hechos 2:38, bautizándose en agua en el Nombre de Jesucristo para ser perdonado de sus pecados. Luego, el don del Espíritu Santo perfeccionará su entendimiento de la palabra de Dios, porque la plenitud de Cristo y la transformación del alma a Su Misma imagen es nuestro destino y herencia espiritual, en el éxodo que nos ha sido propuesto por el Padre Celestial (Heb. 12:1).
"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de Su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos" (Ro. 8:28-29).
El campamento en Refidim tiene como objetivo confirmarnos que somos salvos por la fe, y que tenemos que confiar y descansar en la obra redentora de Cristo, el Don inefable de la Gracia de Dios. (Ver Romanos 5:1-2 y Gálatas 2:20). La falta de agua produjo mucha sed a Israel y la amenaza de morir en el desierto. Esa necesidad física del pueblo de Dios nos indica que nuestro espíritu sin la llenura del Espíritu Santo se encuentra seco y vacío. Pero quiere decirnos el Señor que lo está permitiendo para formar una absoluta dependencia de Su palabra, de manera que tengamos resistencia a la soledad y a la muerte moral y espiritual que nos rodea, en el desierto terrenal del mundo exterior.
Verso 2:
"Y altercó el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo? ¿Y por qué tentáis a Jehová?".
El reclamo violento de agua por el pueblo indica el desprecio hacia Moisés y la provocación irreverente al Señor que los rescató de Egipto. Nótese que buscan al hombre y no a Dios. Esto habla del gobierno del egoísmo (la ley del pecado) en sus almas, es decir que era un pueblo que no se había santificado de sí mismo. Nos muestra la capacidad que tiene la carnalidad del cuerpo mortal para confrontar al autor de nuestra salvación, que nos ha hecho un llamamiento a una vida espiritual. El creyente carnal no tarda en apuntar contra Dios cuando sufre aflicción y necesidades terrenales. Pero El las permite para descubrir todas las áreas ocupadas por la incredulidad y el orgullo en nuestro espíritu, y en contra del alma.
Verso 3:
"Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?".
Para aquella multitud de espíritu egipcio no estaba primero el Reino del Espíritu Santo en sus corazones, ni la tierra prometida. Egipto es la dimensión de lo político, financiero, militar, religioso y cultural del mundo pecador, fusionado con el cristianismo organizado. Israel tenía la óptica egipcia y juzgaba con mentalidad religiosa todo lo que le sucedía, porque se contaminó cuando estuvo cautivo y esclavo bajo el reino de Faraón.
Verso 4:
"Entonces clamó Moisés a Jehová, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me apedrearán."
Moisés clamó al Señor. Notemos que no ruega por agua. ¿Acaso él no tenía sed también? Seguro que sí. Pero la urgencia de la hora para él, en primer lugar, era conocer la voluntad de Dios para su vida. La Novia de Cristo en esta hora está clamando así:
"¿Qué quieres que haga Señor con la gente y su violencia? Tú sabes que no hay el Agua de Vida en este mundo y estamos muy necesitados de ella en nuestro espíritu. Pero mayor es la necesidad de entender el mensaje de lo que Tú quieres que hagamos por nuestra salvación y vida eterna, en toda circunstancia. Lo terrenal se levanta y se subleva, Señor, para imponer la carnalidad sobre la vida nueva que tienen los que te obedecen. Clamo por tu voluntad en mí Señor, antes que por todo lo que es de abajo".
Así clama el creyente renacido, porque es espiritual y está consagrado para perfeccionar a otros santos en la obra del ministerio.
Verso 5:
"Y Jehová dijo a Moisés: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara con que golpeaste el río, y vé".
La voz del Señor nos revela :
"Que no te intimide nada ni nadie Moisés. No te quedes atrás. Yo te puse adelante y tienes un espíritu nuevo que es superior a la carnalidad. Empieza por tí. Haz de sobreponerte sobre tus temores. Acompáñate de pensamientos maduros y de aquellos hermanos consagrados que me sirven con fidelidad. Tienes la vara de autoridad para juzgar las rebeliones. Es el mensaje de la cruz sobre la incredulidad y el orgullo. Cuando heriste con ella el Nilo, cayeron los dioses de Egipto".
Verso 6:
"He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel".
EL JUICIO DE DIOS
EL JUICIO DE DIOS
Del Padre Eterno viene el agua del Espíritu Santo, pero tenemos que ir a Jesucristo para ser limpios del pecado, porque esa agua no puede entrar en un vaso que está sucio. El Hijo de Dios es la peña de Horeb que nos da la salvación de morir por causa del pecado (Is. 44:3). Pero ¿qué significa golpear la peña...? La peña era un cuerpo sólido y fuerte allí en la soledad del desierto y Moisés tenía que juzgar a Israel cargando sobre ella todas sus rebeliones, con el golpe de la vara de Dios. La peña, o roca de Horeb, representó el cuerpo de Jesús que fue golpeado por el Juicio de Dios al pecado de todo el mundo, en la cruz del Calvario. Dios tuvo misericordia del hombre caído y con gran ira juzgó y condenó el pecado, poniéndolo en el cuerpo de Su Hijo Amado, Quien aceptó el castigo por amor y en forma voluntaria.
Nosotros lo golpeamos con la vara de la cruz. Tú y yo lo hicimos. Herimos de muerte a Jesús. Por lo tanto debemos arrepentirnos de la incredulidad y de toda maldad. El cargó con nuestras rebeliones, así como la roca de Horeb recibió el azote que la rompió al medio, para juzgar la maldad de los hebreos, evitando que tuvieran que morir de sed como castigo del Eterno. Y bebieron todos las aguas de aquella roca herida para ser salvos en el desierto.
"...y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas El herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre El, y por su llaga fuimos nosotros curados" (Is. 53:4-5).
"Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en El" (2 Cor. 5:21).
NUESTRO PROPIO JUICIO
El Espíritu Santo nos revela en Exodo 17:6 el mensaje de lo que tiene que suceder en el pueblo de Dios:
"...y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas El herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre El, y por su llaga fuimos nosotros curados" (Is. 53:4-5).
"Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en El" (2 Cor. 5:21).
NUESTRO PROPIO JUICIO
El Espíritu Santo nos revela en Exodo 17:6 el mensaje de lo que tiene que suceder en el pueblo de Dios:
Te debes identificar con el cuerpo herido de Jesucristo, la roca de nuestra salvación.
Tienes que castigar la incredulidad y el orgullo por medio del arrepentimiento y liberar tu corazón, uniéndote por fe con la muerte de Jesús. Su sacrificio es la vara que Dios nos ha dado, como se la dio a Moisés, para juzgar nuestro pecado con la muerte de Jesús. Dale muerte al egoísmo aferrándote por fe al cuerpo crucificado de Jesús, creyendo en la palabra del evangelio. ¿Por qué dejas que el mal engañe tu mente y controle tu persona para que no recibas el Espíritu Santo?
"De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra (entiende el evangelio), y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida" (Jn. 5:24).
LA VARA DE DIOS
¿Lo habrán entendido así en sus conciencias aquellos insensatos, cuando vieron la piedra quebrantada por el castigo de la vara de Moisés? ¿O a ellos solo les importó el beneficio de aquel milagro para satisfacer únicamente la sed de su cuerpo físico? Hoy son muchos los que proceden neciamente, como aquellos israelitas en la Misma Presencia del Señor. Aunque disfrutan del agua de Su Espíritu y de Sus bendiciones, piensan equivocados que ya en todas las áreas de su alma, espíritu y cuerpo está Cristo morando plenamente. Ellos dicen: 'Yo tengo a Cristo'. Pero no es así, están engañados. Israel en el desierto tenía al Señor sobre su mente, pero no lo tenía dentro de su corazón. Son los cristianos carnales sin la revelación de Jesucristo. Es porque nunca han llegado a una plena posesión de la vara del evangelio. convirtiéndose a él. Moisés tomó de todo corazón su vara de autoridad y marchó hacia la roca, para ver la gloria de Dios acontecer.
"¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios" (Ro. 2:4-5).
El poder de la resurrección de Jesucristo es el Espíritu Santo. Es el agua vivificante que salva y hace libre al verdadero creyente. No puede vivir en nosotros sin ningún precio. De Jesús herido de muerte por la cruz fue que salió Su Santo Espíritu de Dios y de Cristo y también sangre y agua, al ser traspasado con una lanza romana para santificarnos (limpiarnos y liberarnos) del pecado y de toda maldad serpentina. El precio que El pagó por nuestra salvación y vida eterna fue muy alto, recibiendo el Juicio de Dios en nuestro lugar.
Cuando el pueblo de Israel vio salir el agua de la roca herida, corrió a beberla para salvar su vida y la de sus animales de morir de sed. Solo algunos vieron algo espiritual en la roca. Ellos bebieron también al Espíritu de Cristo por medio del Espíritu Santo de Dios que estaba allí en la roca y reconocieron la verdadera fuente de agua que salvó sus vidas. Entonces se convirtieron plenamente a la vara de la palabra de Dios, con la cual Moisés abrió la roca.
"Y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo" (1 Cor. 10:4).
Pero de la mayoría de aquel pueblo no se agradó el Señor. Los probó para que se arrepientan y se conviertan de sí mismos. En cada prueba estuvo allí en medio de ellos, esperando que creyeran y entraran en Su palabra para ser llenos de Su Espíritu. Es que no podrían ser un Reino de sacerdotes y de gente santa sin la revelación en sus corazones de Quién es Dios. Pero no la recibieron. Antes, bien, la resistieron. Por eso quedaron postrados en el desierto y muchos murieron horriblemente cuando fueron juzgados por sus pecados en vida.
"Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. Por tanto, amados míos, huid de la idolatría" (1 Cor. 10:11-14).
Hace veinte siglos que la Iglesia verdadera fue fundada sobre Jesucristo, la roca herida en el Calvario y se identificó con El por medio de la vara del evangelio de Hechos 2:38. La predicación y enseñanza del Espíritu Santo nos conduce a los hijos de Dios a poseer cada uno un lugar en la roca de fundamento. Los apóstoles fueron piedras vivientes derramando el agua de vida del Espíritu de Jesucristo, por todas partes. ¿Por qué pudieron impartir vida eterna a sus oyentes...? Porque golpearon y rompieron con la vara del evangelio la piedra del egoísmo (la ley del pecado) que estaba en sus cuerpos y quitaron su señorío en sus vidas, para que fluya Su Espíritu.
Cuando vieron a su Maestro herido de muerte sobre la cruz, aun no podían comprender el propósito de Su venida. Para ellos, exactamente allí había terminado todo. Pero cuando Jesús resucitó y les bautizó con Su Espíritu, les quitó el velo del entendimiento y entonces golpearon su incredulidad con la palabra de Su muerte que las Escrituras anunciaban, así como la vara de Moisés golpeó la peña con la palabra revelada que el Señor le dio.
Los apóstoles del Nuevo Testamento empuñan con autoridad divina la vara del Juicio y la Justicia de Dios. Esta vara es el evangelio original que recibimos de lo Alto el día de Pentecostés, juntamente con ellos todos los hijos de Dios. El evangelio es también la puerta estrecha y el camino angosto para que entres y llegues a tu lugar en la roca, siendo uno con nuestro Amado Jesucristo. ¡Bendita es la vara de Dios y la roca terna a la que Dios nos ha traído a ti y a mí! ¡Los padres espirituales del primer siglo tenían poder sobre el señorío del pecado y la carnalidad del desierto terrenal! Ellos fueron uno con el evangelio y con la Persona del evangelio.
¿Lo habrán entendido así en sus conciencias aquellos insensatos, cuando vieron la piedra quebrantada por el castigo de la vara de Moisés? ¿O a ellos solo les importó el beneficio de aquel milagro para satisfacer únicamente la sed de su cuerpo físico? Hoy son muchos los que proceden neciamente, como aquellos israelitas en la Misma Presencia del Señor. Aunque disfrutan del agua de Su Espíritu y de Sus bendiciones, piensan equivocados que ya en todas las áreas de su alma, espíritu y cuerpo está Cristo morando plenamente. Ellos dicen: 'Yo tengo a Cristo'. Pero no es así, están engañados. Israel en el desierto tenía al Señor sobre su mente, pero no lo tenía dentro de su corazón. Son los cristianos carnales sin la revelación de Jesucristo. Es porque nunca han llegado a una plena posesión de la vara del evangelio. convirtiéndose a él. Moisés tomó de todo corazón su vara de autoridad y marchó hacia la roca, para ver la gloria de Dios acontecer.
"¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios" (Ro. 2:4-5).
El poder de la resurrección de Jesucristo es el Espíritu Santo. Es el agua vivificante que salva y hace libre al verdadero creyente. No puede vivir en nosotros sin ningún precio. De Jesús herido de muerte por la cruz fue que salió Su Santo Espíritu de Dios y de Cristo y también sangre y agua, al ser traspasado con una lanza romana para santificarnos (limpiarnos y liberarnos) del pecado y de toda maldad serpentina. El precio que El pagó por nuestra salvación y vida eterna fue muy alto, recibiendo el Juicio de Dios en nuestro lugar.
Cuando el pueblo de Israel vio salir el agua de la roca herida, corrió a beberla para salvar su vida y la de sus animales de morir de sed. Solo algunos vieron algo espiritual en la roca. Ellos bebieron también al Espíritu de Cristo por medio del Espíritu Santo de Dios que estaba allí en la roca y reconocieron la verdadera fuente de agua que salvó sus vidas. Entonces se convirtieron plenamente a la vara de la palabra de Dios, con la cual Moisés abrió la roca.
"Y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo" (1 Cor. 10:4).
Pero de la mayoría de aquel pueblo no se agradó el Señor. Los probó para que se arrepientan y se conviertan de sí mismos. En cada prueba estuvo allí en medio de ellos, esperando que creyeran y entraran en Su palabra para ser llenos de Su Espíritu. Es que no podrían ser un Reino de sacerdotes y de gente santa sin la revelación en sus corazones de Quién es Dios. Pero no la recibieron. Antes, bien, la resistieron. Por eso quedaron postrados en el desierto y muchos murieron horriblemente cuando fueron juzgados por sus pecados en vida.
"Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. Por tanto, amados míos, huid de la idolatría" (1 Cor. 10:11-14).
Hace veinte siglos que la Iglesia verdadera fue fundada sobre Jesucristo, la roca herida en el Calvario y se identificó con El por medio de la vara del evangelio de Hechos 2:38. La predicación y enseñanza del Espíritu Santo nos conduce a los hijos de Dios a poseer cada uno un lugar en la roca de fundamento. Los apóstoles fueron piedras vivientes derramando el agua de vida del Espíritu de Jesucristo, por todas partes. ¿Por qué pudieron impartir vida eterna a sus oyentes...? Porque golpearon y rompieron con la vara del evangelio la piedra del egoísmo (la ley del pecado) que estaba en sus cuerpos y quitaron su señorío en sus vidas, para que fluya Su Espíritu.
Cuando vieron a su Maestro herido de muerte sobre la cruz, aun no podían comprender el propósito de Su venida. Para ellos, exactamente allí había terminado todo. Pero cuando Jesús resucitó y les bautizó con Su Espíritu, les quitó el velo del entendimiento y entonces golpearon su incredulidad con la palabra de Su muerte que las Escrituras anunciaban, así como la vara de Moisés golpeó la peña con la palabra revelada que el Señor le dio.
Los apóstoles del Nuevo Testamento empuñan con autoridad divina la vara del Juicio y la Justicia de Dios. Esta vara es el evangelio original que recibimos de lo Alto el día de Pentecostés, juntamente con ellos todos los hijos de Dios. El evangelio es también la puerta estrecha y el camino angosto para que entres y llegues a tu lugar en la roca, siendo uno con nuestro Amado Jesucristo. ¡Bendita es la vara de Dios y la roca terna a la que Dios nos ha traído a ti y a mí! ¡Los padres espirituales del primer siglo tenían poder sobre el señorío del pecado y la carnalidad del desierto terrenal! Ellos fueron uno con el evangelio y con la Persona del evangelio.
Hermano, ¿puedes entender el mensaje de la peña de Horeb quebrantada por la vara de Moisés? ¿Ves que Dios te llama a poseer tu lugar en la roca de salvación a través del evangelio? No hay otra forma en el plan de Dios para que puedas ser salvo del espíritu mortal de tu egoísmo pecador y de este mundo perdido.
Israel, después que bebió el agua de la roca tan solo sació la sed de su cuerpo físico, pero permaneció seco y vacío en su espíritu, tanto como la soledad del desierto que le rodeaba. No comprendió que el azote de la vara de Moisés a la piedra, era el mensaje de lo que Dios quería que hicieran contra su incredulidad y de orgullo.
"Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado" (1 Cor. 9:26-27).
No podemos herir dos veces de muerte a Jesús. El murió una sola vez por nuestros pecados, el Justo por los injustos para llevarnos a Dios. Ahora, cada persona creyente golpee con la cruz de Jesús su egoísmo pecador hasta herirlo de muerte, para nacer de nuevo y ser hecho un hijo de Dios. ¿Cómo es eso? Es el arrepentimiento y confesión de pecados al Señor, con sincera renunciación a toda idolatría. Herirse es morir, y el arrepentimiento es morir al egoísmo pecador. Se trata de que muera el gobierno del pecado en el alma y la vida mundanal, donde reinan las tinieblas de satanás. Si no, no sirve, hermano. No te engañes con los evangelios modernos de prosperidad material y de autoestima personal, ni con la corriente ecuménica de las iglesias apóstatas o tus propias ideas e interpretaciones personales. Todo lo que no es de la fe de Jesús, es decir, lo que no es revelado por el Espíritu Santo y va en su contra, es pecado. Así está escrito en la palabra de Dios en Romanos 14:23: "...y todo lo que no proviene de fe, es pecado".
La vara con autoridad divina de Juicio y de Justicia es la palabra del evangelio. La roca representó el cuerpo de Jesucristo sacrificado y el agua prefiguró al Espíritu Santo.
Amigo que lees con fe: Te ruego que te reconcilies con el Señor según Su palabra del día de Pentecostés. Es la puerta de Dios abierta en la tierra para ingresar a los lugares celestiales de Jesucristo, la roca eterna. Conviértete por fe al verdadero evangelio de Hechos 2:38, para ser santificado y podrás recibir el agua del Espíritu Santo, y tu lugar en la Roca Jesucristo. Cree en Su sangre y muere después con el arrepentimiento de todo pecado. Examina bien a conciencia tu corazón, tómate un verdadero tiempo de reflexión y humíllate al Señor. El ve tu actitud y te ayudará a ser un vencedor sobre el pecado, el mundo y las tinieblas. Luego, sepúltate en el sepulcro aguado del bautismo en el Nombre del Señor Jesucristo, donde está la muerte completa de nuestro Salvador. Renuncia al bautismo pagano en los títulos de Padre, e Hijo y Espíritu Santo impuesto por la Gran Ramera Católica Romana y sus hijas rameras, las denominaciones protestantes y evangélicas. No juzgo a las personas, sino al sistema babilónico del mundo iglesias.
Renuncia a la creencia trinitaria, madre del bautismo en títulos y del culto a Baal del emperador Constantino, en el Concilio de Nicea en el año 325 d.C. ¡Investiga la verdad pueblo de Dios! ¡Compáralo todo con las Escrituras! No temas hacerlo y tampoco seas tibio ni cobarde, porque ese es el consejo del pecado y la fuerza diabólica que está ahora en el aire, el cual es el mismo reino de satanás operando para la perdición de la cizaña y de los creyentes manufacturados e infieles.
"Por lo cual, Salid de en medio de ellos, Y apartaos dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios" (2 Cor. 6:17-18 y 7:1).
Luego, el agua viva de Su resurrección saldrá de tu interior por el bautismo del Espíritu Santo en Jesucristo, la roca de nuestra salvación y de nuestra entera reconciliación con Dios.
"El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (Jn. 4:14).
"Por lo cual, Salid de en medio de ellos, Y apartaos dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios" (2 Cor. 6:17-18 y 7:1).
Luego, el agua viva de Su resurrección saldrá de tu interior por el bautismo del Espíritu Santo en Jesucristo, la roca de nuestra salvación y de nuestra entera reconciliación con Dios.
"El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (Jn. 4:14).
CONCLUSION
Despierta hijo de Dios que crees en esta palabra. Obedece y el Señor surgirá en tu alma y te renovará. La carencia del agua de Su Espíritu es mortal, como lo fue para muchos israelitas que perecieron en el desierto. El evangelio original no es una poesía mística, ni un mensaje metafórico. No teorices, ni razones carnalmente. Cree solamente y déjate conducir por esa fe que surge en tu corazón. Huye con urgencia de toda institución religiosa que ha regresado a su madre romana, abierta y descaradamente uniéndose al Movimiento Ecuménico, el cual oculta la idolatría. Allí se mezclan la contradicción de Coré, el lucro de Balaam y la fornicación de Jezabel con satanás. Estamos al final de los reinos de este mundo y su sistema babilónico de religiones y culturas (Leer Ap. caps. 17 y 18). Entra en la roca del Espíritu de Jesucristo por medio de la fe en el evangelio, proclamado en Jerusalén hace dos mil años por nuestro Señor y Sus Apóstoles (Leer Ef. 2:20). Sé humilde y sincero en la Presencia de Dios. Busca un lugar a solas y dile:
"Señor, yo me arrepiento. Reconozco mi pecado y renuncio a él. Te ruego Tu Espíritu para que pueda ser fiel a Tu palabra, donde está el Camino, la Verdad y la Vida de Jesucristo. Dame arrepentimiento y santificación del pecado, con la muerte y resurrección de Jesús en mí".
Anda hermano. Arregla el asunto de mayor importancia del hombre en la tierra, el cual es reconciliarte con tu Dios y tu Señor para que puedas ser salvo. Debes saber ahora dónde pasarás la eternidad. Entonces, la bebida espiritual del Espíritu de Dios nunca te faltará y en las sequías saciará tu alma.
"Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan" (Is. 58:11).
"En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso de pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado" (Jn. 7:37-39).
El creer verdadero es ser fiel al evangelio. Esta es la vara de Dios que nos hace un lugar dentro de Cristo nuestra Roca y El nos da a beber el Espíritu Santo, "el cual ha dado Dios a los que le obedecen" (Hch. 5:32).
Despierta hijo de Dios que crees en esta palabra. Obedece y el Señor surgirá en tu alma y te renovará. La carencia del agua de Su Espíritu es mortal, como lo fue para muchos israelitas que perecieron en el desierto. El evangelio original no es una poesía mística, ni un mensaje metafórico. No teorices, ni razones carnalmente. Cree solamente y déjate conducir por esa fe que surge en tu corazón. Huye con urgencia de toda institución religiosa que ha regresado a su madre romana, abierta y descaradamente uniéndose al Movimiento Ecuménico, el cual oculta la idolatría. Allí se mezclan la contradicción de Coré, el lucro de Balaam y la fornicación de Jezabel con satanás. Estamos al final de los reinos de este mundo y su sistema babilónico de religiones y culturas (Leer Ap. caps. 17 y 18). Entra en la roca del Espíritu de Jesucristo por medio de la fe en el evangelio, proclamado en Jerusalén hace dos mil años por nuestro Señor y Sus Apóstoles (Leer Ef. 2:20). Sé humilde y sincero en la Presencia de Dios. Busca un lugar a solas y dile:
"Señor, yo me arrepiento. Reconozco mi pecado y renuncio a él. Te ruego Tu Espíritu para que pueda ser fiel a Tu palabra, donde está el Camino, la Verdad y la Vida de Jesucristo. Dame arrepentimiento y santificación del pecado, con la muerte y resurrección de Jesús en mí".
Anda hermano. Arregla el asunto de mayor importancia del hombre en la tierra, el cual es reconciliarte con tu Dios y tu Señor para que puedas ser salvo. Debes saber ahora dónde pasarás la eternidad. Entonces, la bebida espiritual del Espíritu de Dios nunca te faltará y en las sequías saciará tu alma.
"Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan" (Is. 58:11).
"En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso de pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado" (Jn. 7:37-39).
El creer verdadero es ser fiel al evangelio. Esta es la vara de Dios que nos hace un lugar dentro de Cristo nuestra Roca y El nos da a beber el Espíritu Santo, "el cual ha dado Dios a los que le obedecen" (Hch. 5:32).